El presidente Alberto Fernández encabezó esta mañana la apertura de la III Cumbre de Ministros y Ministras de Relaciones Exteriores de la CELAC y la Unión Europea que se realiza en el Centro Cultural Kirchner (CCK) en el marco de la presidencia pro tempore argentina de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños.
Tras afirmar que América Latina es "zona de paz, donde los conflictos los resolvemos conversando", el jefe de Estado convocó a "poner en valor el diálogo" y afirmó que "tenemos que ser muy duros con los violentos y los cultores del odio".
En este marco agregó: "Llamo a la reflexión a mi continente. No quiero que en ningún lado no se respete la democracia ni el veredicto popular ni se tergiversen los procesos electorales en marcha".
“Tenemos una historia común, un pasado común. Ingrato por momentos; es hora de que de una vez por todos unamos fuerzas y no caigamos otra vez en los mundos de discursos únicos, respetemos la multilateralidad, y crezcamos juntos: esa es la obligación que tenemos”, pidió el jefe de Estado durante su alocución en la sesión plenaria.
“Tenemos en América Latina los recursos que Europa está necesitando, y necesitamos de Europa su tecnología, la investigación y la ciencia que hacen falta para poder aprovechar mejor nuestros recursos”, reflexionó el mandatario, que estuvo acompañado por el ministro de Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y Culto, Santiago Cafiero, y el Alto Representante para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad de la Unión Europea, Josep Borrell.
En la misma línea añadió que “la Unión Europea tiene un rol central en el futuro. Si el mundo ha vivido mal por muchos años también fue producto de una bipolaridad entre dos potencias y lo que no debemos permitir es que una nueva bipolaridad se instale en el mundo”.
“Nosotros –destacó el presidente- percibimos un estado de injusticia muy grande en América Latina, y no podemos estar en paz con nuestras conciencias mientras esa desigualdad persista. Europa tiene que ayudarnos a conseguir el desarrollo, sino, todo encuentro será una quimera”.
Por su parte, el Canciller argentino destacó el hecho de que “dos regiones con distancia, pero con historia, se reúnan en Buenos Aires a debatir cómo avanzar en el multilateralismo solidario en tiempos de guerra”. Y puntualizó: “América Latina y el Caribe proponemos pasar del determinismo bélico al posibilismo armónico. Somos una zona de paz, siempre resolvemos los conflictos bajo el uso de la palabra y la democracia”.
En ese sentido y para finalizar su intervención, Cafiero sostuvo que “queremos instalar una idea que no solo se circunscribe a la guerra en el corazón de Europa, sino también a las economías de nuestra región: necesitamos construir nuevas arquitecturas financieras que promuevan el desarrollo económico de nuestra gente. Por eso llamamos al cese de las hostilidades, para parar la guerra, porque la paz es urgente”.
Al tomar la palabra, Borrell instó a los presentes a “coordinarnos y apoyarnos mutuamente porque juntos seremos más capaces de hacer frente a los problemas que tenemos, y esa es la historia de esta reunión. La voluntad de que dos regiones del mundo tan próximas sean capaces de andar el futuro con el mismo objetivo y con la misma marcha”.
Sobre la situación internacional el Alto Representante para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad de la UE definió: “Esta guerra no es solo un ataque sin precedentes al orden internacional basado en normas y en la Carta de las Naciones Unidas que hemos creado y defendido juntos; es también para el mundo entero una dificultad añadida a las muchas que ya teníamos”.
El encuentro de Cancilleres, que fue propuesto por la Argentina con el objetivo de reforzar el diálogo birregional, se enmarca en el relanzamiento de la asociación estratégica entre ambos bloques, basada en los vínculos históricos, culturales y humanos que existen entre América Latina y la Unión Europea.
El cónclave fue la continuación de la reunión de Ministros de Relaciones Exteriores de los 32 países que conforman la CELAC, que se realizó el miércoles en el Palacio San Martín y fue encabezada por el canciller Cafiero.