Palabras del presidente de la Nación, Alberto Fernández, tras recorrer obras del Centro Argentino de Protonterapia en el Instituto Oncológico Roffo, en Agronomía, CABA
Buenos días, gracias a todos y todas por estar aquí. Déjenme confesarles que hoy es un día de mucha alegría, sincera alegría, sincera alegría porque uno lo que ve es, hoy en este acto podemos sacar muchas conclusiones. La primera conclusión que debemos sacar es cuánto importa el Estado, cuánto importa el Estado, cuánto necesita la salud de nuestros habitantes del Estado, porque esto que estamos viendo hoy es el trabajo conjunto de tres instituciones enormes, que llenan de orgullo a cualquier argentino: la universidad de la que egresé y de la que todavía enseño, que es mi querida Universidad de Buenos Aires, a la que todo le debo; el INVAP, ese proyecto entre la Nación y la Provincia de Río Negro que ha generado maravillas en la ciencia y la tecnología argentina; y la Comisión Nacional de Energía Atómica, que efectivamente es un modelo que todos los argentinos debemos atender, porque ha entendido el aprovechamiento y la energía atómica, como bien dijo su Directora, con fines pacíficos y fundamentalmente tratando de desarrollar todo lo que la energía atómica permite, para la atención de la salud de argentinos y argentinas. Cosas como estas ocurren cuando el Estado se dispone a ponerlo en marcha, cuando el Estado se decide a unir esfuerzos y a ocuparse de los problemas de la gente, porque aquí en el aparato que todavía está allí y que pronto, espero muy pronto, empiece a funcionar, va a llevar unos años. Me explicaban los ingenieros por la necesidad de la construcción de la obra social, que un aparato de esa naturaleza reclama, va a darle solución a 5 mil argentinos afectados en su salud, por una enfermedad tan difícil como es el cáncer, pero además va a permitir desarrollar investigaciones.
Para que todo esto funcione en todos estos años, más de cien médicos y médicas del Hospital Roffo se fueron a preparar al exterior del país, para saber atender la nueva tecnología que estaba llegando, y me decían recién que otros tanto deberán ir a prepararse al exterior para poder manejar esa máquina de protones, que con presión milimétrica puede atender los tumores que albergan en los cuerpos humanos, y que enferman a los cuerpos humanos. Y en realidad yo solo me enorgullezco de todo esto, me enorgullezco porque esto lo hace el Estado, esto lo hace nuestros médicos y nuestras médicas, nuestros científicos y nuestras científicas, la Nación y las provincias, unidos solamente en llevar respuesta donde hace falta una respuesta. Hoy tal vez nosotros no tengamos noción, o muchos no conozcan, no quiero usar la palabra no tener noción, o mucho no conozcan la historia de lo que estamos viviendo. Allá por el año, cuando Cristina terminó su mandato, llevó adelante un plan de medicina nuclear, que incluían esto que estamos avisando, o anunciando hoy, o empezando a trabajar hoy, pero incluían también el desarrollo de centros de atención de medicina nuclear en el interior del país, en diferentes lugares. Yo conocí el de Santa Cruz que se desarrolló y atiende prácticamente a toda La Patagonia. La gente lo que tiene que entender que estos centros de atención de medicina nuclear, tienen ahí algunas exigencias en la construcción edilicia singulares, porque precisamente allí se mueve energía atómica, que es lo que estoy diciendo, energía nuclear, energía nuclear. Miro aquí a los que saben, por si digo algo mal me corrijan. Una energía que necesita ser de algún modo resguardada.
Eso se frustró en el año 2015, y este aparato que estaba prácticamente comprado en ese momento, por una decisión política dejó de pagarse y quedó durante cuatro años arrumbado en algún lugar de Bélgica, donde está la empresa que lo construye. Dense cuente que somos uno de los pocos países que vamos a contar con esta tecnología, según nos acaba de contar la Directora. Ahora, ¿por qué pasó eso? ¿Por qué pasó eso? Y yo todos los días me pregunto, ¿por qué pasaron esas cosas? Porque a veces hoy me encuentro con esta realidad, ¿no? Esto lo pudimos tener hace cuatro años, y tal vez hoy en vez de venir a anunciar que empezamos las obras, venía a inaugurar la puesta en marcha. Si esos cuatro años hubiéramos trabajado para traer ese tremendo aparato, ese tremendo instrumental, y hoy tal vez lo estaríamos poniendo en marcha ¿Por qué perdimos cuatro años? Porque alguien tomó la decisión de no hacerlo, simplemente por eso, porque alguien tuvo la decisión política de no hacerlo, porque alguien habrá pensado “no, no dejemos en la memoria colectiva que esto lo hizo Cristina”. No lo sé, pero lo pregunto cotidianamente, porque todas las semanas entrego casas que estaban terminadas en el año 2015, y que alguien no quiso entregar durante cuatro años. Casas estoy hablando, casas, 14 mil construidas que no se quisieron entregar. Y yo me pregunto, ¿por qué? Porque eso es condenar a 14 mil familias a no tener un techo, cuando los podían tener, y esto condenar a 14 mil argentinos que pueden estar necesitando de esta atención médica, y no lo tienen, y tienen que viajar al exterior para poder recibir esta atención, y pagar sumas siderales como las que ustedes cuentan que se pagan ¿Por qué? A veces el odio nubla la vista de la gente y nubla los pensamientos de la genta, y la verdad es que uno lo apena mucho descubrir todo esto, lo apena profundamente, pero lo llena de vigor ver que a pesar del ogro las cosas se logran y que finalmente el amor lo vence al odio y el amor por la gente vence al odio. Y ustedes esperaron y nunca claudicaron en estos cuatro años en reclamar que este aparato llegué a la Argentina. Y nunca dijeron cedamos en nuestra idea de construir allí al lado del Instituto Roffo, un centro de medicina nuclear de estas características, nunca cedieron.
Cuando nosotros llegamos al Gobierno, vino Alberto y me dijo “escúchame vos sabés que está arrumbado en Bélgica, desde hace cuatro años, hay que terminar de pagarlo y traerlo, no es posible que pase esto. Yo le escuché y dije cómo pasó eso, cómo pasó eso. En los tiempos que vivimos, donde tenemos que enfrentar el rigor de una pandemia desalmada, que nos ataca sin piedad, hemos redescubierto la trascendencia de la salud pública. La hemos redescubierto porque así como nos encontramos con esta realidad, también nos encontramos con un sistema sanitario desprovisto de todo, desprovisto de instrumental, desprovisto de materiales. Había quienes se jactaban de no haber abierto un solo hospital durante todo su mandato, y un día apareció la pandemia y lo que reclamaban eran camas donde ser atendidas. Lo único que había quedado en pie era la fuerza de los médicos y de las médicas, de los enfermeros y las enfermeras, de los terapistas y las terapistas, que estuvo presente durante toda la pandemia, pero a ellos había que darles lo que no tenían, los respiradores automáticos que no existían, artificiales que no existían, darles barbijos que no tenían, camisolines que no tenían, equipos para enfrentar un virus tan impiadoso como es el COVID que no tenían, dar camas para la atención de los pacientes que no había. Todo eso debimos volver a hacerlo, y todo eso lo hicimos cotidianamente, con el esfuerzo de todos ustedes, de los médicos y de las médicas. Ustedes por ahí no lo advierten, pero de afuera lo que uno siente es que ustedes han nacido para cuidar a la gente, como los enfermeros y las enfermeras y todos los que trabajan en la atención de la salud del otro. Cuidar es una palabra enorme, enorme, y es un trabajo inmenso, que solo genera gratitud en el que está enfrente. Y también solo genera gratitud que alguien piense en aliviar el padecer de los pacientes oncológicos, ofreciéndoles tratamientos de avanzada, para hacer más precisa la atención de una enfermedad, insisto, tan perversa como esa enfermedad que es el cáncer.
Yo les pido a todos que tengamos noción de lo que nos ha pasado, cuando a veces nos encierran en discusiones estériles, zonzas. En verdad lo que le pasó a la Argentina es esto, que hoy podríamos tener acá pacientes oncológicos, atendidos, y ese aparato tan avanzado en tecnología, estar ayudando a mejorar la vida de esos pacientes. Y eso no se hizo porque alguien creyó que no era importante. Estamos en una pandemia que vuelve a poner en valor la vida humana y la salud del hombre y de la mujer, y vuelve a poner en valor el compromiso del Estado, y la necesidad de que el Estado esté presente porque estas cosas no las arregla el capital privado, estos problemas no los resuelven los mercados, para estos problemas tienen que estar presente los estados, definitivamente. Estamos pasando una pandemia que, como dijo Carla, no ha terminado, está lejos de terminar, que las estamos enfrentando con mucho esfuerzo, con mucho agobio social, porque llevamos un año y medio peleando esta pandemia. Estamos llegando hoy a un punto que una ley ya resolviera cómo seguir trabajando el tema, pero deberemos esperar a una semana. Salió de Comisión de Diputados, se aprobó en el Senado, salió de Comisión de Salud de Diputados, y espero que la semana próxima puede ser tratada, y que de una vez por todas nos pongamos de acuerdo todos en cómo tenemos que actuar, frente al riesgo que la pandemia genera. Mientras tanto seguiremos prorrogando la decisión que ya tomamos nosotros. Pero es un muy importante que nosotros tememos dimensión de este tiempo, porque la pandemia no terminó, y si bien es cierto que estamos vacunando a un ritmo más acelerado y que vamos a hacer todo nuestro esfuerzo para acelerar aún más el ritmo de vacunación, y que vamos a estar tranquilo el día que hayamos vacunado a todos los argentinos y todas las argentinas. En el mientras tanto el virus existe, el virus muta, el virus complica la vida de la humanidad.
Cuando todo parecía empezar a calmarse, apareció de repente que dicen que es una triple mutación ocurrido en la India, y todo como que empieza de vuelta. No bajar los brazos, no dejar de cuidarse. Aquellos a los que le hicieron dudar sobre las bondades de la vacuna, por favor no crean lo que les dijeron, vayan y vacúnense. Todas las vacunas alivian y garantizan que las posibilidades de muerte frente al contagio son ínfimas. Por favor vayan y vacúnense, eviten el contagio, eviten el contagio, es necesario que lo hagamos. No crean en todas las cosas que han dicho por ahí, porque lo que nos hace falta es que la vacuna llegue a todos, a todos, a todos y a todas. No duden que allí tienen el principio de solución del problema. Lo decíamos el otro día con el Presidente de España, pareciera ser que la vacuna es el principio de solución de la pandemia. Mientras tanto, cuidémonos, hagamos todos los esfuerzos necesarios. Tengamos presentes que día a día trabajamos con la salud de la gente, y hay muchos que trabajan mucho más que nosotros por la salud de la gente y que todos los días le ponen el pecho al virus para atender a otros. Cuidarse, darse cuenta que esto no pasó, vacunarse, no dejar pasar más tiempo, dejar de oír los debates en los que nos quieren encerrarnos. Ya en Argentina han llegado más de 18 millones de vacunas y en breve llegarán más, y estamos entre los países, entre los quince primeros países que más han vacunado a su pueblo, por lo menos con una dosis. Estamos contentos, quisiéramos estar mejor, pero estaos mucho mejor que otros, que no nos rindan, trabajemos juntos, juntos, juntos así hacemos este tipo de cosas. Los argentinos cuando nos olvidamos de las diferencias, y cuando entendemos dónde está lo importante, hacemos estas cosas que hoy hacen la Universidad de Buenos Aires, el INVAP y la CINEA, y que a los argentinos solo los llenan de orgullo.
Gracias a todos y todas. (APLAUSOS)