Clausura de la 61 asamblea de la Cámara Argentina de la Construcción: Palabras del Jefe de Gabinete

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PALABRAS DE CLAUSURA DEL JEFE DE GABINETE JORGE CAPITANICH, EN LA 61 ASAMBLEA DE LA CÁMARA ARGENTINA DE LA CONSTRUCCIÓN. EN LA CIUDAD DE BUENOS AIRES.

 

 

 

Señor presidente de la Cámara Argentina de la Construcción, Gustavo Weiss; integrantes de la Comisión Directiva y demás cámaras representativas del sector empresario; representante de la Unión Obrera de la Construcción y demás representantes gremiales, ministros del Poder Ejecutivo que nos acompañan; secretarios, subsecretarios, funcionarios públicos, en general, y por supuesto también a nuestro querido Gobernador de la provincia de Chubut, Martín Buzzi, que también nos acompaña, muchísimas gracias por esta invitación. Quiero expresar las cálidas, afectuosas y sinceras salutaciones de nuestra Presidenta de la Nación, la Dra. Cristina Fernández de Kirchner, que me ha encomendado representarla en esta convención. (APLAUSOS).

En este contexto quería resaltar, básicamente, un análisis en lo que es necesario pensar la República Argentina desde el pasado, el presente y el futuro. Nuestro país, en 203 años de historia, ha tenido tres tensiones de carácter estructural, que fueron irresueltas hasta esta gestión de Gobierno y que se está encaminando en un proceso de solución de carácter estructural. La primera tensión, que tuvo la República Argentina fue precisamente entre la dificultad de ejercer gobernabilidad política y calidad institucional; la segunda tensión entre crecimiento de la economía y estabilidad macroeconómica sustentable a largo plazo y la tercera cuestión de tensión estructural vinculada a la inclusión social y a la distribución del ingreso.

Y obviamente estás tensiones irresueltas generaron, a través de la historia, tres consecuencias directas: las asimetrías profundas, severas e inclusive asistemáticas entre la distribución funcional del ingreso, es decir entre trabajadores y  empresarios y la distribución espacial del ingreso entre distintas provincias y/o territorios entre sí, sobre todo también la distribución inter-temporal del ingreso entre niños, adolescentes y jóvenes, adultos y ancianos.

Seguramente para ello era absolutamente imprescindible y necesario generar las condiciones y el liderazgo político tendientes a generar un salto cualitativo que promueva la solución de carácter estructural de estás tres tensiones. Estás tensiones que tienen que ver con calidad institucional y gobernabilidad tienen que ver con un relato muy breve de la historia. Nosotros hemos tenido – entre 1810 hasta 1880 – 70 años para la organización nacional. Esto equivale a decir que frente a Estados Unidos, entre 1776 y 1787, que pasaron 11 años tuvieron la oportunidad de tener una Constitución, un sistema de gobierno y un sistema de elección de autoridades con una capital determinada. A nosotros nos llevó 70 años, pero eso es solamente un jalón de la historia para no hacer una relación mucho más profunda.

Lo que quiero transmitir es que el problema de gobernabilidad y calidad institucional ha podido ser gradualmente resuelto por esta gestión de Gobierno a través de tres medidas que son sustantivas. En primer lugar, la República Argentina ha logrado estabilidad democrática, en los últimos 30 años. Celebramos esta estabilidad democrática y celebramos que esta estabilidad democrática haya permitido tener estabilidad política y esta gobernabilidad política basada, sobre todo, en decisiones que fueron estratégicas en este Gobierno. El decreto 222, del año 2003, por parte de Néstor Kirchner para impulsar la selección de un modo transparente de los miembros de la Corte Suprema de Justicia, a los efectos de promover independencia del Poder Judicial; la decisión estratégica de nuestra Presidenta Cristina Fernández de Kirchner de impulsar la iniciativa para sancionar la Ley 26.522, que ha permitido garantizar pluralidad de voces en un nuevo escenario a los efectos de garantizar la sustentabilidad de la democracia con gobernabilidad, con transparencia y con plena libertad de expresión, sobre todo también por una reforma política que impulsó primarias abiertas, obligatorias y simultáneas, con un cronograma de carácter electoral pre-determinado – de carácter bianual – a los efectos de tener una democracia que funcione plenamente, con sistema político organizado, con previsibilidad en materia electoral, con garantía y transparencia de financiamiento, con garantía desde el punto de vista de la libertad de expresión, con pluralidad de voces y sobre todo con estabilidad del sistema democrático para mejorar la calidad de ejercicio de un gobierno.

Eso que ha ocurrido, en los últimos 30 años de democracia, en la República Argentina merece ser valorado. Porque eso implicará el ejercicio proactivo para mejorar sustancialmente la calidad de representación de los dirigentes políticos en el presente y en el futuro, desde la renovación de los concejales, intendentes, diputados, legisladores provinciales, gobernadores, legisladores nacionales y obviamente la estabilidad de los mandatos constitucionales en el ejercicio de la Presidencia de la República.

Una segunda cuestión, que es importante y merece ser destacada es precisamente la estabilidad macroeconómica y el crecimiento. Nosotros en 203 años de historia la características esencial ha sido los procesos de  touch and go, procesos de crecimiento a irrupción del crecimiento económico de una manera extraordinaria y después parálisis, recesión, destrucción de la creación de riquezas y obviamente un costo intangible extraordinario que se trasladaba de generación en generación.

 

La República Argentina ha iniciado, en los últimos 10 años, una etapa de crecimiento económico de carácter sostenido hasta llegar a casi el 104 por ciento en el Producto Interno Bruto de carácter acumulativo. Y ha logrado, por supuesto, una estabilidad macroeconómica con un impulso decidido a la potenciación del consumo, a la potenciación de las exportaciones y a la potenciación de la inversión bruta interna. Y los números son muy elocuentes: la inversión bruta interna, en el año 2012, era equivalente al 12 por ciento del Producto Interno Bruto; llegó hasta el 24,3 por ciento, en el año 2011; hoy oscila entre 22,6 por ciento en el marco de la expansión y el crecimiento de la inversión pública, promovida por el Estado, con financiamiento internacional y a su vez con la inversión privada derivada de la capitalización de rentabilidad y utilidades y el financiamiento complementario a sectores estratégicos es perfectamente imposible crecer de un modo regular y programado hasta superar el 25 por ciento y por qué no aceptar el desafío de llegar a una cifra aún inclusive superior.

 

A su vez las exportaciones crecieron de aproximadamente 25.600 millones de dólares, en el año 2002, hasta  una proyección de equivalente de casi 83.500 millones de dólares, para el año 2013 y naturalmente en el Presupuesto 2014 se plantea una meta de 94.000 millones de dólares y los desafíos de Argentina tienen que ver con potenciar el flujo de inversión necesaria para superar esa barrera y naturalmente colocarnos en una fase expansiva en materia de exportaciones. Por lo tanto, tenemos crecimiento, tenemos una estabilidad macroeconómica de carácter sustentable y a su vez tenemos también un fenómeno importante, en los últimos diez años: inclusión social, 11.6 millones de argentinos incluidos socialmente desde jubilación anticipada hasta Asignación Universal por Hijo, pasando por políticas activas de seguridad social, que equivalen a una inversión de 12 puntos del Producto Interno Bruto, factor esencial para el crecimiento de la demanda agregada y la sostenibilidad del crecimiento de la economía. Pero a su vez se produjo una redistribución del ingreso porque los trabajadores tuvieron un incremento en la participación relativa de la distribución del ingreso. El Coeficiente de Gini, que mide el sistema de distribución de la riqueza ha mejorado ostensible y sustancialmente, en la última década, como así también la reducción de las necesidades básicas insatisfechas, a partir de la inversión en infraestructura pública como un motor esencial para lograr esa equidad, del mismo modo que el mejoramiento de los indicadores sociales y laborales.

 

No es casualidad que se hayan creado 6 millones de puestos de trabajo; no es casualidad que la inclusión social, en forma conjunta con la redistribución del ingreso, tanto funcional como espacial, porque lo que mostraba Julio De Vido, no es ni más ni menos que una política de asignación de recursos que favoreció y privilegió al Norte Grande Argentino, a partir de programas específicos de financiamiento de inversión pública.

 

El Programa Norte Grande, que permite – por ejemplo – que las provincias del Norte tengan la perspectiva y las posibilidades de tener obra pública con financiamiento pleno, sin contrapartida financiera y sin tomar deuda, por parte de los estados provinciales. Eso constituye una auténtica reparación histórica en materia de rutas, autovía, agua potable, cloacas, y obviamente la complementación de otras obras estratégicas que tienen que ver con caminos, electrificación rural y la infraestructura en materia energética para el desarrollo de nuestras comunidades. Entonces, naturalmente uno debe expresar que esa redistribución también ha sido inter-temporal del ingreso porque por primera vez el diseño de la política pública tiene la inclusión de un niño, adolescente y joven, a través de la Asignación Universal por Hijo, pero también de la jubilación anticipada, a través del sistema de seguridad social promoviendo precisamente a través del sistema de seguridad social, el incremento de la actividad económica para generar puestos de trabajo que a su vez permiten tener más aportes y contribuciones y a su vez financien ese sistema de seguridad social como un círculo virtuoso para seguir potenciando el desarrollo de la actividad económica. En consecuencia, tenemos esa historia económica, política y social de la República Argentina que nos permite ver que el Gobierno de Néstor Kirchner, primero, y de Cristina Fernández de Kirchner, después, propiciaron la corrección de carácter estructural de estás tensiones para propiciar un futuro naturalmente venturoso.

 

Entonces el desafío es explicar, desde el presente, la construcción del futuro y desde el presente es absolutamente imprescindible destacar que nosotros tenemos, en el Presupuesto 2014, con la sumatoria de recursos del sector público nacional, más lo que está debidamente integrado en los desembolsos de los organismos multilaterales de crédito, el monto de 131.078 millones de pesos para el año 2014. Esto equivale también a decir que uno contabiliza y registra la inversión pública y dentro de la inversión pública la construcción, y dentro de la construcción no solamente lo que es el sector público nacional sino engloba al sector público argentino con provincias y municipios y engloba desde esa perspectiva la sumatoria global de financiamiento con recursos del Tesoro y con distintas fuentes complementarias, en el año 2014, superaremos el 5 por ciento. Y eso es lo que nos va a permitir un récord histórico, el mismo récord histórico cuando uno toma la serie estadística de tiempo. Uno depende de qué mes tome, del año 2002, si lo hace en promedio del año 2002 y sobre distintas fuentes correspondientes de consolidación de base de datos para, en definitiva, hay un acuerdo generalizado, que teníamos en el año 2002 menos de 100 mil trabajadores en la construcción y nadie duda que hoy superamos 410 mil trabajadores en la industria de la construcción, un fenómeno extraordinario de crecimiento. (APLAUSOS).

 

Del mismo modo que el indicador sintético de actividad de la construcción era equivalente a 54 en el año 2002 y hoy está prácticamente en 200, con lo cual supera holgadamente la cuadruplicación, o sea, prácticamente cuadruplica el enfoque desde el punto de vista de su potenciación.

Por lo tanto, más empleo en la industria de la construcción, más actividad económica, más participación en el Producto Interno Bruto es una explicación razonable para ver la importancia estratégica que le asigna el Gobierno que lidera nuestra Presidenta Cristina Fernández de Kirchner a la construcción.

Y allí es importante remarcar lo que ya han manifestado los distintos funcionarios de las distintas áreas, el ministro de Economía hasta los distintos secretarios y responsables de áreas específicas, respecto a la asignación de estos recursos y el impacto que esto tiene.

Pero yo quisiera remarcar 3 cuestiones que son esenciales desde nuestra concepción filosófica e ideológica respecto a la industria de la construcción: primero, la industria de la construcción constituye un motor del crecimiento de la economía.

Cuando uno analiza un modelo macroeconómico, tiene que pensar en el consumo, en la inversión y las exportaciones. Y para ello tiene que pensar en una regla fiscal, monetaria y cambiaria. Cuando esas reglas tienen coherencia y consistencia y promueven esencialmente la potenciación de estas inversiones, por supuesto que uno debe asimilar que la industria de la construcción por el efecto multiplicador que tiene, es la base del crecimiento en términos de la sustentabilidad de este modelo macroeconómico.

Del mismo modo que la industria de la construcción para este modelo macroeconómico, implica garantizar la competitividad de la economía, lo cual consiste en la reducción de los costos sistémicos a los efectos de incrementar la producción de bienes y servicios destinado a un mercado doméstico de mayor cuantía y, a su vez, permite producir bienes y servicios más competitivos en términos de precios a los efectos de incrementar las exportaciones  que a su vez generan saldos de balanza comercial positiva junto al balance en cuenta corriente a los efectos de consolidar lo que fue la estructuración de este modelo macroeconómico desde mayo del año 2003 hasta la fecha.

Este modelo macroeconómico tuvo distintas faces: una primer face de superávit fiscal primario y financiero conjuntamente con superávit en balanza comercial y en cuenta corriente y eso permitió la acumulación de reservas que luego, en una etapa y en escenario complejo desde el punto de vista de la crisis internacional, permitió que se destinen estas reservas para cancelar deuda pública a los efectos de promover un desendeudamiento que implique mayor autonomía financiera y mayor autonomía decisoria de las estrategias de crecimiento económico de inclusión social y de sostenibilidad de la política de creación de empleo para la República Argentina.

Y esto es lo que efectivamente ocurrió: 178 mil millones de dólares se destinaron a cancelar deuda pública de una deuda que esta gestión no contrajo, pero que a su vez, permitieron la perspectiva de pensar en una face expansiva del ciclo, se acumularon reservas para destinar en otra face de mayor complejidad relativa del ciclo a los efectos de tener hoy la posibilidad de decidir en forma autónoma la aplicación de estos recursos.

Por eso para nosotros, la primera condición de la industria de la construcción ha sido generar como motor del crecimiento, segundo, para generar competitividad del sector y, por último, para propiciar un cambio cualitativo a la calidad del empleo.

Todos sabemos que un obrero de la construcción puede pasar distintas etapas, puede pasar una etapa de ser un obrero no calificado a ser un obrero calificado. Y esto implica no solamente la participación del Estado, los empresarios y los trabajadores organizados a través de cursos de capacitación, sino a través de lo que significa el trabajo específico en obra. Un trabajador no calificado puede ser un trabajador calificado que a través de los salarios de convenio, tiene un poder adquisitivo del salario y, obviamente, una vida digna de mayor calidad relativa.

Esto es lo que ha ocurrido en la República Argentina, más de 400 mil trabajadores hoy tienen convenio colectivo de trabajo, perciben salarios dignos y han pasado a tener una calificación laboral para ser un agente competitivo del proceso de transformación estructural de la economía argentina. Y eso no es una cuestión menor: lograr al mismo tiempo que una misma industria genere ser motor del crecimiento, promover la competitividad de la economía para incrementar el valor agregado, promover la industrialización, producir bienes y servicios con destino a un mercado doméstico y también para el mercado de exportación y, a su vez, generar un elemento indispensable para propiciar la calidad del empleo, constituye una industria con un efecto multiplicador que se expande desde el pueblo más recóndito de nuestro gran territorio hasta zonas urbanas de mayor densidad poblacional.

Eso tiene la industria de la construcción, puede permitir que un trabajado no calificado sea un trabajador calificado; puede permitir un trabajo en El Sausalito, en la provincia del Chaco, o en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires; puede generar, a partir de su propio esfuerzo, el mejoramiento de la calidad de vida de un hermano en distintas latitudes.

Pensar que si uno suma todo lo que hay entre agua potable y cloacas, que se hayan resuelto los problemas de conectividad de 10 millones de argentinos, merece verdaderamente un reconocimiento o casi 1 millón de soluciones habitacionales. (APLAUSOS)

Los argentinos, que yo también los reconozco, los chaqueños a veces, pareciera acostumbrarnos a estas enormes acciones que durante tantos años fueron postergadas.

¿Ustedes saben que en muchos de nuestros pueblos y de nuestras provincias desde cuándo que no se hacía un pavimento urbano y hoy se hace? ¿Saben cuánto tiempo esperaros miles de familias argentinas de acceder al agua potable o a cloacas o a una vivienda digna o a una ruta o a una autovía o a una autopista o a obras de energía?

Porque muchas veces, las críticas que se le hacen siempre al Gobierno son por los problemas que faltan resolver o, simplemente, por los problemas que se exponen.

Ahora, quiero hacer un análisis muy particular con ustedes. ¿Ustedes creen que si una economía no crece uno tendría problemas de energía? No, las economías que crecen son las que generan más demandas que uno debe resolver. (APLAUSOS)

¿Ustedes creen que las tensiones sociales se dan en sociedad con alta exclusión social o con alta inclusión social? Por supuesto que en alta inclusión social, que es cuando los trabajadores están desquerellados, cuando son capaces de reclamar legítimamente por sus derechos.

¿Acaso ustedes hoy no son muchos más los empresarios que están representados en esta Cámara Argentina de la Construcción? Claro que sí, porque una razón muy sencilla: porque hay más trabajo, porque hay más empresas, porque hay más fortaleza en las organizaciones empresariales y de trabajadores.

Simplemente, lo que tenemos que pensar los argentinos es que tenemos un extraordinario y maravilloso país, que tenemos que potenciarlo todos los días con actitud pero, sobre todo, pensando en ese futuro. Ese futuro que quiero transmitir como un mensaje final.

La Presidenta Cristina Fernández de Kirchner, nos ha instruido a nosotros trabajar en la búsqueda de financiamiento internacional para asignar los recursos necesarios para obras estratégicas que impliquen reducción de costos sistémicos en el país, lo cual implica el tipo de cambio real efectivo o más competitivo para exportar más y generar un círculo virtuoso de crecimiento expansivo y de empleo.

Nosotros hoy tenemos 6,8 por ciento de desempleo, junto al 6,7 por ciento de los últimos 10 años es la tasa más baja. Pero siempre es necesario bregar con mayor esfuerzo para eso.

Por eso, en los últimos 10 años tuvimos un crecimiento del 104 por ciento en el Producto Interno Bruto que nos genera tensiones de precios derivado de los problemas de asimetrías entre la oferta y la demanda derivado de la regulación económica insuficiente en sectores estratégicos, sobre todo, en los insumos difundidos y por supuesto también, lo que significan los problemas de inflación importada y expectativas.

Por lo tanto, nuestro esfuerzo tiene que ser lograr financiamiento para por distintas vías, porque no es cierto que la República Argentina no tiene acceso al financiamiento internacional. ¿O acaso no accedemos a financiamiento del Banco Nacional de Desenvolvimiento Económico y Social destinado a obras de infraestructura?

Una cosa es no acceder al financiamiento internacional para simplemente reciclar recursos de carácter financiero y otra cosa muy distinta es acceder a financiamiento internacional para hacer obra.

El Banco Interamericano de Desarrollo es un agente de financiamiento de la República Argentina; el Banco Mundial de 3.000 millones de dólares con 1.000 millones de dólares para el año 2014, 2015 y 2016; el BNDES, el Banco Nacional de Desenvolvimiento Económico y Social, es una fuente de financiamiento de Argentina. También es una fuente de financiamiento Argentina la Corporación Andina de Fomento. Y si uno toma el balance neto entre los desembolsos de servicios de capital e intereses y los ingresos, tendremos cerca de 1.000 millones de dólares de acumulación neta de ingresos en el próximo año 2014 en la Argentina. Pero a su vez, estamos pensando en un influjo de casi 5.000 millones de dólares derivados de múltiples programas que a su vez se tienen que ejecutar.

Lo mismo ocurre con lo que significan estas fuentes adicionales de financiamiento en Rusia o en China u otros países del mundo que pueden asociarse para emprendimientos energéticos, para emprendimientos de petróleo y gas, para emprendimientos que inexorablemente van a tener un impacto favorable para la construcción, lo mismo que también las inversiones privadas en minería o las mismas características para determinados tipos de sectores estratégicos vinculados a la industrialización sustitutiva de importaciones o la que promuevan el valor agregado industrial en el complejo agroalimentario de Argentina a los efectos de seguir incrementando nuestra actividad.

Nosotros tenemos a través de la industria de la construcción, una industria de carácter transversal. Porque se necesita fibra óptica para mejorar la capacidad de comunicación y reducir los costos de transacción, y ahí está la industria de la construcción. Se necesita gas a través de gasoductos a los efectos de reducir el costo en insumo energético para tener un costo de producción competitivo, y ahí está la industria de la construcción. Se necesita agua potable y cloacas para mejorar el saneamiento ambiental y la calidad de vida de la comunidad, ahí está la industria de la construcción. Se necesita la construcción de una planta de energía atómica o una planta hidroeléctrica o, eventualmente, se necesita una central termoeléctrica o determinado tipo de acciones asociadas a la extracción de petróleo o gas, se necesita siempre la industria de la construcción. Se necesita mejorar la calidad de vida de un pueblo a través de la vivienda, ahí está la industria de la construcción. Se necesita conectar a los pueblos mediante rutas y autovías, ahí está la industria de la construcción.

Por lo tanto, la industria de la construcción tiene transversalidad, tiene representación geográfica, tiene trabajadores calificados y no calificados, tiene agregación de valor, tiene riqueza y tiene un gran desafío: los próximos 2 años, van a tener financiamiento de la comunidad internacional a través de los organismos multilaterales de crédito; van a tener financiamiento del presupuesto público; van a tener financiamiento de otras fuentes de carácter internacional.

Pero tenemos que tener un compromiso: nosotros tenemos que ser capaces de logra una matriz de insumo-producto que implique tener una cadena de valor; que los insumos difundidos, no sean expresión del antojo de grupos concentrados de la economía que generen definitivamente un costo incremental que afecte a la pequeña, a la mediana y a la gran empresa de la construcción; necesitamos tener precios de bienes competitivos.

Y aquí el Estado tiene un valor fundamental y por eso hemos convocado al diálogo por iniciativa de la Presidenta de la Nación, por una razón muy sencilla: porque queremos integrar todas las cadenas de valor y dentro de la cadena de valor, la matriz insumo-producto para la industria de la construcción.

Queremos discutir los precios de los insumos difundidos, queremos discutir el precio desde el ladrillo hasta el cemente, cal, arena, hierro porque entendemos que es la mejor forma de expandir la actividad de un modo competitivo a los efectos de no perjudicar a ningún miembro de la cadena de valor.

Necesitamos que todos ustedes tengan certidumbre del trabajo que realizan; que tengan la certidumbre en la estructura de costos; que tengan un precio razonable y que el Estado, obviamente, tenga la función de asignar de un modo eficiente los recursos de un modo programado.

Por eso, la decisión administrativa número 1 que reglamenta el Presupuesto público aprobado por ley del Congreso, va a estar vigente a partir del 1º de enero con la asignación de los recursos de un modo programado, día por día, semana por semana, mes por mes, trimestre por trimestre con resultado automático, resultado fiscal primario y financiero.

Pero también tenemos que exigirnos entre todos, primero, que los insumos estén disponibles; también los bienes intermedios; también la estructura de costos y también el precio final. Porque también el Estado podría no cancelar un certificado de obra y toda esa cadena que constituye un círculo virtuoso se quebraría en mil pedazos.

Necesitamos responsabilidad social, la responsabilidad del Estado para obtener el financiamiento sustentable, la responsabilidad de los empresarios para hacer obras de buena calidad o transparencia, de los trabajadores con el esfuerzo correspondiente, pero también para que esta cadena de valor, funcione de un modo extraordinariamente positivo. Porque de esta manera seremos capaces de construir la Argentina que nos merecemos.

Por eso, nosotros tenemos un gran desafío, el desafío de que la industria de la construcción, como agente dinamizador de los procesos de cambio estructural de la Argentina, continúen.

Esto también va a hacer parte de un mercado inmobiliario que tendrá que generar las condiciones de oferte y demanda para asignar recursos en un contexto de mayor integración de la cadena de valor. Y estamos en el camino y en el sendero correctos.

Nunca el Estado invirtió tanto; nunca el Estado fue protagonista tan profundo y activo de la tasa de inversión bruta interna de la economía a través del soporte de la inversión pública; nunca se generaron las condiciones para lograr esta expansión y los desafíos de los próximos años para incrementar la inversión en los sectores estratégicos que nos permita generar competitividad en el corto, en el mediano y en el largo plazo.

Por eso, nosotros queremos agradecer el esfuerzo de los trabajadores, de los empresarios pero, sobre todo, queremos comprometerlos en el esfuerzo para construir, por indicación expresa de la Presidenta, una cadena de valor transparente, eficiente, de buena calidad para que los trabajadores reciban buenos salarios, para que los empresarios tengan rentabilidad y para que el pueblo argentino disfrute de las obras que somos capaces de construir colectivamente.

Muchas gracias y felicitaciones. (APLAUSOS)            

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“La industria de la construcción constituye un motor del crecimiento de la economía”, afirmó el Jefe de Gabinete
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