Instituto Nacional del Cancer

PALABRAS DE LA PRESIDENTA DE LA NACIÓN, CRISTINA FERNÁNDEZ, EN EL ACTO DE PRESENTACIÓN DEL INSTITUTO NACIONAL DEL CÁNCER EN LA ACADEMIA NACIONAL DE MEDICINA

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Muchas gracias. Muy buenos días a todos y a todas.

Señor presidente de la Academia Nacional de Medicina; señor presidente del Instituto Nacional del Cáncer; señores académicos y académicas argentinas; académicos, científicos y titulares de otros institutos de otras partes de Latinoamérica y del mundo; señora embajadora de los Estados Unidos; señor obispo de la Iglesia Maronita; amigos y amigas: la verdad que me gusta mucho esta Argentina del Bicentenario que aplaude a sus hombres y mujeres de ciencia.

Creo que estamos en un momento de recuperación del valor del conocimiento, del valor de la ciencia, del valor de la tecnología, que sin lugar a dudas, desde siempre, más allá de los adelantos que han caracterizado la segunda mitad del siglo XX y lo que va del XXI, desde mucho antes, desde Galileo Galilei también la ciencia ha sido muy importante, fundamental en la vida de los hombres para arrojar luz, claridad, y en este caso puntual de la medicina, vida; desde Hipócrates podríamos decir si queremos ir un poquito más allá.

La verdad que la decisión de constituir una política de Estado, porque en realidad lo que estamos haciendo hoy aquí es algo más que crear un instituto, en este caso el Instituto Nacional del Cáncer, estamos fijando una política de Estado, una política pública tendiente a abordar uno de los problemas, de las patologías, si se me permite más crueles, más cruentas, más duras de sobrellevar como es el cáncer. Hasta la palabra da miedo, por lo menos a mí personalmente, sé que es malo, hay que perder ese miedo porque precisamente perder el miedo es una forma de empezar a combatir en serio con la prevención la patología. Pero debo reconocer mis limitaciones y es una palabra que todavía me sigue dando miedo, será tal vez por sucesos familiares, por un montón de cosas.

Lo cierto es que me acuerdo que cuando estuve en Cuba visité un instituto muy importante y uno de los responsables del sector de oncología me dijo: "aquí en Cuba no tratamos más el cáncer como una enfermedad terminal sino como una enfermedad crónica". Y creo que este Instituto Nacional del Cáncer y la moderna medicina debe llevarnos a eso, a abordar una enfermedad cruel cuyas cifras son brutales, es la principal causa de mortalidad -da miedo casi decirlo, escalofríos- entre los 35 y 65 años de edad, y puedo dar fe de esas cifras a partir de experiencias dolorosas, familiares.

Quiero decirles que este Gobierno, nuestro Gobierno está profundamente comprometido con todo el desarrollo de la ciencia y la tecnología. Por eso cuando Juan Manzur, nuestro ministro de Salud, me propuso venir aquí, a este ámbito, a la Academia Nacional de Medicina a poner en marcha este instituto, no lo dudé un instante, porque es volver a poner el centro exactamente en nuestros académicos, en nuestros científicos, en los hombres que han dedicado toda su vida, toda su experiencia fundamentalmente en ponerla al servicio de los demás. Y también obviamente del placer que debe ser para muchos de ustedes, lo sé porque los científicos sienten un placer muy especial en desarrollar sus estudios y en descubrir cada cosa que puede acercarles la vida o morigerar los dolores de quienes sufren patologías.

Por eso también la creación del Ministerio de Ciencia y Tecnología, por eso el impulso al CONICET, por eso las becas, por eso la política de Estado en definitiva también tendiente a repatriar a nuestros científicos, muchos de ellos idos del país por cuestiones políticas o la mayor de las veces por cuestiones económicas y por falta de oportunidades para poder desarrollar sus investigaciones.

Este instituto, como bien lo ha explicado el profesor Pradier, su titular, no va a dar asistencia en materia de esta patología, lo que vamos hacer desde este instituto fundamentalmente, lo van a hacer ellos, quienes tengan a su cargo esa responsabilidad, es articular, armonizar, impulsar y al mismo tiempo redimensionar todos los recursos del Estado y también los privados, porque creo que ese es el gran desafío. Y en esto quiero agradecer especialmente al doctor Manzur, quien desde el primer día como ministro de Salud se puso como meta convocar a todos los científicos, a todas las sociedades científicas, a todas las academias, pero no solamente para una cuestión como la que sucedió el año pasado con la pandemia de la gripe o del dengue sino como una política de Estado donde el gobierno toma como parte del patrimonio de una nación el conocimiento de su científicos, de su profesores, de sus académicos, los articula con el Estado y al mismo tiempo con todo el sector privado, veo aquí también aquí a importantes empresarios en materia de laboratorios farmacéuticos.

Entonces creo que es vital que nosotros podamos dar esta propuesta de creación, de tener como la mayoría de los países del mundo un instituto específico para esta patología que sea el gran ordenador, organizador y promotor de mejorar la articulación de los recursos y al mismo tiempo desarrollar campañas de prevención, que es -todos los sabemos- vital. Para esto hay que sacar los miedos, y el miedo se saca cuando la gente puede conocer más las cosas, siempre se tiene miedo a lo desconocido, a lo que no es suficientemente explicado.

Por eso creo que la tarea que van a tener adelante va a ser maravillosa, una tarea que les va a requerir muchísimo tiempo pero que estoy absolutamente convencida va a tener excelentes resultados para todos los argentinos y creo que para todos los ciudadanos globales. Cuando hablamos de salud, cuando hablamos de patologías no hay fronteras, no hay nacionalidades, si algo tiene de maravilloso la ciencia es que no hace distinción entre nacionalidades, religiones, color de piel o demás, me parece que este debe ser uno de los rasgos más distintivos a imitar precisamente de nuestros científicos. Es que para ser científico hay que tener la cabeza muy abierta, hay que tener mucha apertura mental e intelectual, es una actitud frente a la vida, una predisposición que genera precisamente personas muy abiertas. También muy concentradas en lo que hacen y está bueno que así sea porque se exige poder de abstracción y concentración para poder investigar y estudiar, pero al mismo tiempo de mucha apertura mental, que fundamentalmente apunta a derribar tabúes y prejuicios, dos temas centrales en la lucha contra cualquier tipo de enfermedad o patología, derribar prejuicios, miedos y tabúes.

Creo que este instituto va a tener también como misión una de ésas, derribar los miedos que todavía tenemos algunos, formo parte de eso, no debiera decirlo pero soy sincera, puedo hablar de cualquier cosa, de otras enfermedades, pero esta es una palabra que me da cosita, como dicen los chicos, y creo que tenemos que contribuir todos a hacer una pelea muy fuerte contra todo eso y la contribución es del Estado Nacional como obligación, no es concesión ni es gracia presidencial, para nada, es obligación de poner en marcha este instituto para beneficio de la ciencia, no solamente aquí sino en todo el mundo y para todos los argentinos. Muchas gracias y muy buenos días a todos y a todas.