Palabras de la Presidenta en el acto en la provincia de San Salvador de Jujuy

PALABRAS DE LA PRESIDENTA DE LA NACIÓN CRISTINA FERNÁNDEZ, EN EL ACTO CON MOTIVO DEL 198 ANIVERSARIO DEL ÉXODO JUJEÑO, EN LA PROVINCIA DE SAN SALVADOR DE JUJUY

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Muy buenas tardes a todos y a todas;  señor Gobernador de la provincia de Jujuy; señor Intendente de San Salvador de Jujuy; señor presidente de la Cámara de Diputados; amigos y amigas; compañeros y compañeras: quiero decirles que quise hoy, en este 198 aniversario del Éxodo Jujeño, traer - como presidenta de la República, como presidenta de la Nación Argentina - el reconocimiento de todos los argentinos a esa verdadera hazaña épica que dio el pueblo del Jujuy en 1812. (APLAUSOS).

 

Cuando estaba allí abajo sentada y veía la magnífica puesta en escena de actores locales interpretando a todo el pueblo del Jujuy, e interpretando a ese argentino increíble, que fue Manuel Belgrano, me pregunta porqué siempre que recordamos a los grandes hombres, como San Martín o como Belgrano la historia oficial los recuerda en el día de su muerte. ¿Por qué no recordarlos cuando vivos condujeron a sus pueblos a las victorias más importantes de las que tengamos memoria en estos 200 años de historia? Siempre pienso que tal vez hay una intención tácita, oculta, tal vez no de mala fe, pero de que no conozcamos de lo que hemos sido capaces los argentinos en esos 200 años de historia para construir una Patria libre e independiente.

 

Si ustedes me dijeran: "qué día tenemos que recordarlo a San Martín", elegiría el Combate de San Lorenzo o el Cruce de los Andes; si me dijeran: "qué día tenemos que recordarlo a Belgrano", elegiría el del Éxodo Jujeño o el de la Batalla de Salta, o el de la Batalla de Tucumán. ¿Por qué? Porque son los hombres vivos, los hombres y las mujeres de carne y hueso, con sus defectos y sus virtudes, con sus miserias y con sus grandezas las que son capaces de construir la Patria. Tal vez haya algo de intención en eso de que no conozcamos la verdadera historia. Por eso también este próximo 20 de noviembre vamos a celebrar la Vuelta de Obligado, Día de la Soberanía Nacional, como también lo recordamos en ese 25 de mayo al Éxodo, al Cruce de los Andes, porque son nuestras grandes victorias. Y también recordamos ese 25 de mayo nuestros fracasos.

 

 Porque la historia no se escribe únicamente con letra pareja y sobre el renglón, muchas veces la letra es despareja y sale por abajo del renglón también, y tenemos victorias pero también tenemos tragedias. Lo bueno es no ocultar nada debajo de la alfombra y mostrar todo tal cual pasó para entender, para aprender y en todo caso para replicar en esta historia contemporánea y en este momento histórico que nos toca vivir a cada uno de nosotros que también somos capaces de grandes hazañas.

 

Al venir hoy aquí una vez más al Jujuy a inaugurar la Escuela No. 50; a entregar neetbooks a nuestros chicos de las escuelas secundarias públicas; a inaugurar viviendas, a inaugurar obras de infraestructura como nunca se han visto a lo largo y a lo ancho del país; esta escena puede multiplicarse por ciento y por miles, siento que también en estos años que han corrido - del año 2003 a la fecha - donde el país parecía desintegrarse los argentinos también hemos construido una hazaña épica: la de renacer de nuestras propias cenizas para levantarnos orgullosos como una nueva y gloriosa Nación. (APLAUSOS).

 

Lo siento en los millones de argentinos que volvieron a tener trabajo; lo siento en los miles de chicos que hoy están en escuelas nuevas, con materiales didáctico; lo siento en ese 25 por ciento nuevo de matrícula que hemos logrado a partir de la Asignación Universal por Hijo para todos aquellos, a los cuales todavía no ha podido llegar el trabajo o el trabajo decente; lo siento en los millones de jubilados que vieron recobrar su movilidad jubilatoria y también aquellos otros que pensaron que tal vez nunca iban a tener ese beneficio porque no habían aportado o porque habían sido estafados, o porque habían sido expulsados del mercado del trabajo. Siento entonces que en el momento en que también se decidió una política de desendeudar definitivamente a la República Argentina para que nadie más viniera desde afuera a decirnos cuáles eran las políticas económicas o sociales que teníamos que aplicar también estábamos cambiando la historia. Porque también - bueno es decirlo - las batallas son diferentes a las de aquella independencia y liberación, pero los que siempre tuvieron que poner la sangre en todas las batallas fueron los que menos tuvieron, fue siempre el pueblo.

 

Por eso mi compromiso indestructible con todos aquellos trabajadores, estudiantes, intelectuales, comerciantes, empresarios que han puesto el hombro y lo siguen poniendo para construir una Argentina diferente. Y claro, podemos tener orgullos y logros, no habremos dado la Batalla de Tucumán o la Batalla de Salta, pero el año pasado nos tocó dar la batalla contra la malaria que venía de afuera y lo hicimos con fuerza, con ideas, con proyectos, con medidas porque teníamos un modelo económico, político y social que nos permitió sortear la crisis económica mundial más importante de la que se tenga memoria desde 1930. (APLAUSOS)

 

Y me siento orgullosa, porque estoy segura que muchos apostaban a que podíamos ponernos de vuelta el país de sombrero. Un poco porque siempre habían idealizado los modelos que venían de afuera y habían despreciado esto que es un modelo de crecimiento argentino y también un poco, tal vez, porque decían: "Una mujer, ¡cómo va a ser una mujer piloto de tormenta!".

 

No nos conocen, somos millones en la patria, somos millones de argentinos y argentinas que estamos dispuestos a defender esto que hemos construido porque nos ha costado generaciones de argentinos sin trabajo, nos ha costado generaciones de chicos sin colegio, nos ha costado generaciones de hombres y mujeres sin esperanza de una vida digna, con salud, con educación, con vivienda, con comida, sí, sí, también con comida.

 

Yo recuerdo el país allá por los años 2001, 2002 y lo recuerdo muy bien porque lo recorría contando que estábamos proponiéndole al país un proyecto diferente, que un hombre que venía del Sur y que había podido construir, pese a todo lo que había sucedido en la Argentina de los '90, una provincia donde la salud, la educación, la vivienda, el crecimiento eran posibles y que queríamos hacer lo mismo en el país.

 

Muchos nos miraban casi con, no desprecio, pero sí con incredulidad. Nadie o muy pocos, para ser más exactos, solo el 22 por ciento apostaron a que éramos capaces de hacer esas cosas. Y no se equivocaron, no se equivocaron porque, no es que seamos inteligentes o demasiado vivos o demasiado mejores que los demás, era que simplemente creíamos en la posibilidad de desarrollar, a partir de nuestras propias ideas, un modelo de país que nos perteneciera a todos, en el que todos puedan ganar, inclusive aquellos que ni siquiera están de acuerdo con este modelo pero que en estos años también se han cansado de ganar plata. (APLAUSOS)

 

Por eso decimos que es un modelo de inclusión. Esta es la gran diferencia. ¿Cuál es la diferencia entre un modelo de inclusión y otro de exclusión? ¿Un modelo de inclusión solamente lo es porque incluye a los que piensan como nosotros o a los que participan de nuestra idea política o a los que pertenecen a un determinado nivel social? No, nuestro modelo es inclusive porque inclusive incorpora a aquellos que nos critican y que no están de acuerdo o que tienen muchas diferencias y estamos muy contentos de que muchos argentinos estén mejor en el campo de las empresas, del comercio, porque eso también nos da trabajo para todos los argentinos y podemos soñar con un país más equitativo.

 

Esta es la gran diferencia con los modelos de exclusión. Los modelos de exclusión que durante décadas asolaron el país, solo pensaron en un solo sector social despreciando al resto y, finalmente, todos o casi todos, terminaron alcanzados por esa crisis terminal del año 2001.

 

Por eso, sostener, profundizar, incrementar este modelo de inclusión, no debe ser solamente una cuestión de sensibilidad o de generosidad, sino, por sobre todas las cosas, de inteligencia y capacidad de analizar la historia y saber cuál es el camino que debemos seguir todos los argentinos para seguir creciendo cada vez más, con mayor equidad, con mayor justicia y también con mayor libertad. (APLAUSOS)

 

Belgrano, San Martín, Moreno, Gorriti, que recién lo veía allí cuando bendecían la bandera, soñaron con la libertad, pero también soñaron con la igualdad porque para eso es la libertad. La libertad para morirse de hambre no sirve; queremos junto a la libertad la igualdad y para eso muchas veces hay que tomar decisiones que no caen simpáticas a todos o a todas.

 

Pero bueno, cuando uno se sienta en el sillón más alto de uno de los tres poderes del Estado, no es que haya venido a ser simpática o a quedar bien con los que más poder tienen.

 

No importa, yo quiero que todos ustedes, los que hoy están aquí, que integran este Jujuy diverso y plural, me recuerden como la primera Presidenta mujer que tuvo como objetivo que, junto a la libertad, tuviéramos la igualdad para construir un país mejor, el país que soñaba ese hombre que hoy nos mostraba la bandera y que es el país que estamos construyendo entre todos.

 

Gracias, Jujuy; gracias por estar todos los sectores presentes en unidad. Yo los convoco a todos los jujeños, a los de los movimientos sociales, a los de los partidos políticos, a los de los movimientos empresariales, comerciales, intelectuales, a la Iglesia, a trabajar todos juntos. Necesitamos del esfuerzo y la inteligencia de todos para seguir construyendo Patria, Nación, libertad e igualdad.

 

Muchas gracias, un beso y un abrazo muy grandes para todos. Los quiero muchos, en serio, cada vez que vengo acá, solo es afecto y cariño.

 

Muchas gracias Jujuy, muchas gracias. (APLAUSOS)