Visita al Centro de Estudios Legales y Sociales

PALABRAS DE LA PRESIDENTA DE LA NACIÓN, CRISTINA FERNÁNDEZ, AL TÉRMINO DE SU VISITA AL CENTRO DE ESTUDIOS LEGALES Y SOCIALES (CELS), EN LA CIUDAD AUTÓNOMA DE BUENOS AIRES

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Muy buenos días a todos y a todas.

Señora de Rimel, mamá de Eduardo Kimel; su hija: gracias por las palabras que me dijo usted sobre lo que su hijo pensaba sobre mí. Muchas gracias, ese es el mejor reconocimiento que puedo tener y vengo a cumplir lo que sería el último acto de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, en este caso emblemático en la República Argentina porque no es solamente el caso de un periodista que fuera condenado por su opinión, es algo mucho más profundo y mucho más serio, pone en blanco y negro lo que ha sido la Argentina de las últimas décadas.

Horacio Verbitsky relataba lo que fue la actuación de la Justicia durante la dictadura. Siempre hubo en la sociedad toda, luego que culminó el proceso militar, una fuerte tendencia a focalizar únicamente hacia aquellos que habían torturado o desaparecido como únicos responsables de lo que había pasado. Esto es una gran mentira y todos lo sabemos. Lo que Eduardo Kimel denunciaba en la masacre de los palotinos era precisamente eso, la complicidad de un sector de la Justicia -tampoco sería justo involucrar a todos pero sí de un sector de la Justicia- en lo que pasó en la Argentina.

En estos días también ha comenzado una causa emblemática en Córdoba, la de la UP1, donde más de 30 detenidos legales que había en Córdoba, con jueces a cargo de ellos, obviamente porque eran causas, no eran detenidos desaparecidos, fueron sacados de la UP1 y fusilados, y se va a poner también blanco sobre negro esta cuestión.

Ustedes recordarán los festejos del Bicentenario, recordarán la parte del desfile para simbolizar o representar lo que habían sido los procesos militares en la Argentina, que por cierto debemos decirlo también, empezaron en 1930 y fueron convalidados por la Corte de entonces en la famosa doctrina de gobiernos de facto, de validez de los actos de los gobiernos de facto, ahí es el verdadero huevo de la serpiente. Integraba aquella Corte José Figueroa Alcorta que había sido presidente de la Nación, vicepresidente de la Nación y luego culminó la carrera en la presidencia o en la integración de la Corte. A nadie le pareció allí por ejemplo que había una interrelación demasiado estrecha entre la política y la Justicia. Es que cuando la interrelación es entre el poder económico, el establishment y la Justicia, lo de la división de poderes pasa a ser un cuento chino. La división de poderes sólo se agita cuando se trata de gobiernos populares y democráticos para denostarlos y es precisamente tal vez cuanto mayor división de los poderes legales y fácticos haya en la República Argentina, porque son los gobiernos que precisamente muchas veces afectan intereses de pequeñas minorías.

Pero volvamos al caso Kimel y a los festejos del Bicentenario. Ustedes recordarán que en una parte del desfile, para simbolizar esa etapa tan dura de la vida de nuestro país, se incendiaba la Constitución, se incendiaban las urnas que eran el símbolo de la representación popular, en las urnas se elige al presidente y en las urnas se elige al Poder Legislativo, a nuestros legisladores. Cuando vino la propuesta original, porque yo intervine en todo el diseño, se incendiaba también la balanza de la Justicia, y yo les dije que no, que no se incendiara la balanza de la Justicia, porque los golpes militares habían echado y encarcelado presidentes, habían cerrado el Congreso, pero la Justicia había seguido, y tal vez allí encontremos en esa sedimentación, que no es del último golpe militar sino que viene históricamente desde el fondo de la historia desde 1930, podamos explicar algunas cosas, como la sentencia contra Kimel por ejemplo. No es un juez, siempre tenemos una tendencia a identificar las cosas en una persona o en dos y que si esa persona no estuviera o no fuera, las cosas hubieran sido distintas. Si no hubiera habido un Rivarola, hubiera habido un Segundola o un Tercerola, pero el tema era el sistema tal cual se había armado y se sostenía.

Por eso le pedí al grupo que representaba y actuaba ese relato histórico de nuestros 200 años, que no incendiara la balanza, que simplemente oscureciera la luz sobre esa balanza y la desbalanceara. Esa fue un poco la simbología, tal vez pasó inadvertida, tal vez fue demasiado sutil, pero esta fue la razón por la cual se incendiaba la Constitución y las urnas pero la balanza de la Justicia sólo se oscurecía.

Cuando decidí enviar al Parlamento el proyecto de ley que despenalizaba el delito de calumnias e injurias, quise hacerlo para todos. Primero porque no creo en una supracategoría de ciudadanos por sobre el resto, creo que el artículo 16 de la Constitución es tal vez uno de sus puntos nodales, la igualdad de todos ante la ley.

Y cuando digo de todos es de todos obviamente. Todos tenemos derecho a ser criticados, los que estamos en la función pública, los que ejercen el periodismo, los que son empresarios, los que son sindicalistas, hasta un vecino tiene derecho a criticar al otro, y no puede haber en una sociedad democrática cárcel por hablar u opinar, cualquiera sea la opinión, aún cuando eso sea una mentira, como muchas veces vemos que sucede.

También me acuerdo que algunos legisladores plantearon que hacer esto significaría que cada uno puede decir lo que quiera. Claro, hacer esto significa que cada uno puede decir lo que quiere y nadie puede ser privado de la libertad. En todo caso podrá ser querellado por una cuestión económica, si alguien le hace una imputación a otra persona que lesiona su honor y esto es mentira, obviamente tiene derecho al resarcimiento económico. Esto es así en toda las sociedades democráticas del mundo. Porque tampoco seríamos una sociedad democrática si nadie se hace responsable por lo que dice o por lo que hace. Entonces hay que delimitar muy claramente lo que es responsabilidad penal, pena privativa de libertad, con responsabilidad ciudadana de hacerse cargo de lo que cada uno hace y de lo que cada uno dice; hay un principio fundamental del Derecho, que viene del derecho romano, que quien provoca un daño debe reparar ese daño.

Afortunadamente pudimos lograr, aunque no por unanimidad como dice Horacio, la sanción de esta norma y el reconocimiento que hoy le hacemos todas las instituciones del Estado, el Poder Ejecutivo, el Poder Legislativo y la Justicia, a Eduardo Kimel y a tantísimos otros. Porque hubo muchos otros que también fueron castigados con la muerte, con la desaparición forzada, por opinar, hay más de 100 periodistas detenidos desaparecidos en la República Argentina. Y creo que también tenemos que hacernos un reconocimiento como sociedad porque se están llevando a cabo los juicios que durante tantísimos años, y con absoluta paciencia y fe democrática, las organizaciones de derechos humanos, entre ellas el CELS, llevaron adelante y que hoy afortunadamente para la democracia y para la reparación que toda sociedad debe a las víctimas, se están llevando adelante. Cuando Horacio me propuso venir aquí, al CELS, a hacer este acto de reconocimiento, no lo dudé un instante.

Vivimos hoy en una Argentina con una libertad de prensa inédita en nuestra historia, yo me atrevería a decir que jamás hubo en toda la historia de la República Argentina una libertad de prensa similar a la que hoy gozamos, en la que cualquiera puede decir o escribir lo que se le dé la gana. Falta creo sí completar el otro derecho que es el de la libertad de expresión, que todavía desafortunadamente por el tema de la concentración monopólica, de lo que fue la Argentina también de los últimos años, tampoco se puede llevar a cabo y por eso la sanción de la Ley de Servicios de Medios Audiovisuales, que no es una ley de este Gobierno.

Como lo señalaba Horacio recibí allá por marzo si mal no recuerdo del 2008 a la coalición democrática, integrada por sindicatos, asociaciones de derechos humanos, asociaciones sociales, civiles, de todo tipo, una pluralidad, una diversidad pocas veces vista, que condensaba en esos 21 puntos democráticos lo que pensaban que debía contener en esencia una Ley de Servicios de Medios Audiovisuales que sustituyera a la vieja ley de la dictadura.

Muchos de ellos que vinieron tal vez no creían que íbamos a seguir adelante con ese proyecto, y fue el proyecto, me atrevo a decir también, más inédito en materia legislativa que tenga memoria la República Argentina. No hay una sola ley en la República Argentina que haya adquirido las modalidades de esa Ley de Servicios de Medios Audiovisuales; primero un anteproyecto elaborado entre el Ejecutivo y la multiplicidad de organizaciones que conformaban, con la idea mía de hacerlo anotado igual que el código civil de Vélez Sarsfield, para los que no son abogados anotar significa que cada artículo tenga una nota al pie, como tiene nuestro Código Civil, explicando cuál es el origen, el antecedente histórico en legislación comparada de esa norma. Hay una diferencia con el Código Civil, el Código Civil de Vélez Sarsfield fue aprobado a libro cerrado, nadie lo discutió, se levantó la mano y punto.

Este anteproyecto de Ley fue remitido a más de 25 foros regionales a lo largo y a lo ancho del país, que además propusieron modificaciones, muchas de las cuales fueron receptadas y luego recién de haber sido consensuado con organizaciones, con regiones, con provincias, con universidades, sindicatos, etcétera, fue remitido como corresponde al Parlamento para su tratamiento y resultó aprobado por abrumadora mayoría en ambas cámaras, con un corte transversal de votos también inédito.

Luego sucedió lo que sucedió, una vez más un sector de la Justicia decretó medidas cautelares que tornaban en algo inédito también, es una etapa de cosas inéditas ¿no?, inéditas en la Argentina, que tornaban inaplicable una ley sancionada por el Congreso. La Corte resolvió ahora obviamente la aberración que constituye, mediante una medida cautelar, impedir la aplicación de la sanción de una ley.
Esto también hubiera puesto muy contento, estoy segura, a Eduardo Kimel, como pone contentos realmente a todos y a cada uno de los hombres y mujeres que hacen del periodismo una vocación. Porque es esencialmente una vocación que en sus orígenes además estuvo muy vinculada a la política, aquí y en todas partes.

Ustedes recuerdan -a los periodistas presentes- su día el día en que se funda La Gaceta de Mariana Moreno, que no era un independiente precisamente, no era un objetivo, era un jacobino de la revolución Mariano Moreno. Como lo era también Benjamín Franklin, padre de la revolución norteamericana, que también era periodista y que también tenía un periódico; como fue la prensa de la Revolución Francesa, los revolucionarios franceses, porque el periódico, el diario, el periodismo estuvo vinculado a la difusión de las ideas, no eran páginas comerciales, no se anunciaba en La Gaceta de Mariano Moreno "compre jabón del español fulanito o del inglés menganito", eran ideas, siempre fueron ideas.

Luego vino la organización empresarial de la difusión y apareció obviamente la empresa que por supuesto está y tiene todo su derecho a estar, pero con las regulaciones que el Estado establece para que no haya concentración, para que no haya monopolio de la palabra y para que todos, absolutamente todos en la Argentina puedan expresarse con libertad. Por eso digo que es la parte que todavía nos falta poner y que es la aplicación de la ley que democratice la información y la palabra en la República Argentina.

Todo esto en homenaje a hombres como Eduardo Kimel, que denunció lo que muchos sabían, lo que yo creo que muchos sabían y todos en el fondo sospechaban o intuían de un modo u otro. Por eso creo que hoy es un día muy bueno para la democracia, para la defensa de las ideas, para que todo el mundo pueda expresarse con libertad, para reconocer lo que nos pasó, no con dedo fiscalizador, estar enojado, nadie está enojado, simplemente queremos justicia, hoy estamos haciendo una acto de justicia. Y esperemos que los actos de justicia se sigan haciendo en la República Argentina, que consisten básicamente en reconocer el derecho de las víctimas. Esto hace que una sociedad sea civilizada y democrática, y lo que nos diferencia de lo que yo denomino las sociedades predemocráticas.

Cuando es el Estado, a través de cualquiera de sus tres poderes, el que viola los derechos de los ciudadanos y las garantías de la Constitución, estamos en una sociedad predemocrática. Porque esto tenemos de tenerlo claro, una cosa es que las violaciones se hagan en nombre del Estado y otra cosa es que la pueda hacer un delincuente o cualquier otra persona como sucede en cualquier lugar del mundo o en cualquier parte. Esto es de lo que ha constituido en esencia la denominada doctrina de terrorismo de Estado y los delitos de lesa humanidad, que por eso son imprescriptibles.

Por eso en nombre de Eduardo Kimel y de tantísimos otros argentinos, estamos hoy cumpliendo un acto de reconocimiento a esa democracia. Quiero agradecer al CELS, al resto de las organizaciones que también están presentes, a las señoras y señores periodistas que se encuentran también presentes, y agradecerles a todos la confianza en que con mucha paciencia y con la justicia es el camino adecuado para llegar precisamente a la verdad y al reconocimiento.

Muchas gracias. (Aplausos)