Palabras de la Presidenta de la Nación en la apertura del V Congreso de Traduccìón e Interpretación

PALABRAS DE LA PRESIDENTA DE LA NACIÓN, CRISTINA FERNÁNDEZ, EN EL V CONGRESO LATINOAMERICANO DE TRADUCCIÓN  E INTERPRETACIÓN, EN EL HOTEL PANAMERICANO, EN LA CIUDAD AUTONOMA DE BUENOS AIRES.

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Gracias, muy buenas tardes a todos y a todas; señor Secretario General de la Federación Internacional de Traductores; señora presidenta del Colegio Público de Traductores de la Ciudad de Buenos Aires; amigos y amigas de la gran Patria latinoamericana: permítanme darles, en nombre de todos los argentinos, la bienvenida a nuestro país en un momento muy especial, tan especial que este congreso latinoamericano invoca precisamente al Bicentenario como una de las causas más movilizadoras y a pocos días de nuestro 25 de mayo, nuestros primeros 200 años, déjenme decirles que estamos muy contentos de tenerlos a todos aquí con nosotros hoy, en este magnífico encuentro.

Mis felicitaciones a ustedes, señora presidenta, por haber organizado un evento de esta importancia. Yo me resisto a decir traductor, yo hablo de intérprete, me parece que la traducción siempre alude tal vez a algo muy mecánico y se confunde el trabajo, como si traducir fuera una simple tarea mecánico de decirle al otro, en el idioma del otro, lo que está diciendo uno. Creo que en cada tarea de traducción hay también un gran tarea de interpretación; yo por lo menos que el único idioma que hablo es el castellano, el español, y por lo tanto como Presidenta de la República ustedes son casi tan necesarios como el agua de cada día porque sino no podría comunicarme en ningún lado y especialmente quiero agradecer también a quien me invitó, mi traductor oficial, que por ahí debe estar, profesor Walter Kerr, un genio de la traducción. (APLAUSOS) ¿Dónde estás Walter? Acá te veo, no te pongas colorado. (APLAUSOS).

Yo quiero contarles un secreto, Walter nunca pasa inadvertido en las traducciones, como decía la señora presidenta. Les puedo asegurar que estando con representantes de Alemania, de Francia, de Inglaterra y no solamente institucionales que uno puede pensar que quieren quedar bien con la Presidenta o con el traductor, han elogiado la traducción de Walter, e inclusive se que ha tenido también ofrecimientos para ir afuera, y me acuerdo una de las mejores traducciones que me hizo, que fue cuando me visitó Madonna. Hasta a Madonna le llamó la atención mi traductor, mi intérprete. Por eso digo que no es simplemente una cuestión mecánica de traducción, es una interpretación. Y Walter es una persona que conoce mi forma de expresar, conoce mis ideas, puede dar los giros, los tonos, los énfasis que cambian el sentido de una frase. Una frase puede parecer inocua de una manera, puede parecer hiriente de otra y puede parecer casi un agradecimiento de otra.

Por eso digo que no hay que hacer ese simple reduccionismo de creer que un traductor es alguien que simplemente sabe muchos idiomas y los traduce mecánicamente sin poner esa garra. Y además porque cuando uno también conoce la historia de tantos intérpretes, como Jorge Luis Borges, como Julio Cortázar, como Pablo Neruda realmente entiende  que la traducción no es entonces un simple mecanicismo.

Por eso quería estar hoy aquí presente; yo estaba leyendo uno de los folletos del Congreso y sé que organizaron en otra oportunidad un congreso, que se llamó: "De Babel a Internet", me fascinó y por eso porque yo venía con la idea de hablar de Babel, porque en realidad el origen de los idiomas - como todos saben, aún aquellos que no profesan la religión católica, es que los hombres quisieron construir una torre, que llegara al cielo y Dios los castigó por su soberbia y fue allí donde todos empezaron a hablar distintos idiomas. Así que el origen de la necesidad de tenerlos a todos ustedes aquí reunidos, como un origen bíblico si se quiero. Pero me pareció muy sintetizadora esa expresión: "De Babel a Internet". Porque de un mundo en el cual era la necesidad de comunicarse, hoy vemos como la evolución, como la globalización ha dado lugar a otras formas de comunicación muy importantes, pero que, al mismo tiempo, también requiere de otras interpretaciones, que no son tal vez las que tienen que hacer ustedes como traductores, sino nosotros, de las profundas modificaciones que ha tenido nuestro mundo en materia económica, en materia de comunicaciones, en materia cultural.

En fin, cómo ha impactado el conocernos y como recién señalaba el señor Secretario General, estar de un punto a otro del planeta, a él le costó 37 horas, pero fíjense que podemos comunicarnos "on line" con esos mismos lugares en forma inmediata. El impacto que esto ha tenido en el mundo, en nuestras costumbres, en nuestra forma de comunicarnos, yo creo que es de consecuencias impredecibles, no digo ni buenas ni malas, impredecibles.

Pero quiero decirles de la importancia que para ustedes tiene. Una de las cosas que me he arrepentido -me he arrepentido de pocas cosas en la vida, les digo sinceramente- es no haber aprendido un idioma. Mi mamá, como todas las mamás, me mandó a guitarra, a mi hermana a piano, a mí a inglés, bueno, era la época de "los yankees go home" y entonces, estudiar inglés era casi una afrenta. Pero ahora me arrepiento, qué tontería, qué estupidez. Pero bueno, todos en algún momento hemos cometido tonterías y estupideces y ahora ya estamos un poco grandes para subsanar, además me falta el tiempo.

Pero todavía tengo esperanzas de que cuando tenga tiempo, poder hacerlo, porque el placer de poder expresar las ideas, poder expresar lo que uno siente, lo que uno quiere es muy importante y ayuda mucho a mejorar la comunicación. Por eso, la tarea de ustedes, créanme, no es una tarea menor.

Es cierto eso de pasar inadvertidos para no molestar, para no intervenir, no aparecer entre los dos interlocutores, casi desaparecer, pero, precisamente, la maestría consiste en eso, en que no se note, pero cuando termina la entrevista, se den cuenta que han tenido una traducción fantástica.

Tan es así que, cuando voy a dar conferencias, exijo que la traducción la haga mi propio traductor porque si no, sería imposible que pudieran entender todo lo que quiero decir.

Para finalizar, quiero contarles, para reafirmar esta convicción, este concepto de que ustedes no son solamente traductores, sino que son realmente intérpretes de las personas a las cuales ayudan a comunicarse, una anécdota que me pasó en el año 2003 cuando estábamos en Nueva York, yo acompañaba al ex presidente Kirchner como senadora, y tuve una entrevista en Washington con Hilary Clinton que en ese momento era senadora. Pero claro, Walter no me pudo acompañar porque él era el traductor oficial del presidente. Así que, se quedó en Nueva York y yo tuve que viajar a Washington.

Allí, la Embajada contrató a una traductora, que seguramente debe haber sido una traductora excelente, pero que yo me daba cuenta que, aún con mis rudimentos de inglés, había cosas que yo expresaba con términos tal vez un poco argentinos, un poco con giros nuestros, que no alcanzaba a traducir.

¡Cómo te extrañé, Walter, esa vez! Dios solo lo sabe. Por eso, es un poco nuestro bastón, es mi bastón cuando salgo fuera de la Argentina.

También debo decir que hay otras compañeras de él en la Cancillería, son unas chicas que si no se van a poner celosas, que cuando él no puede me acompañan y también lo hacen muy bien porque, en realidad, ya conocen la forma de expresarme, nuestras ideas y entonces pueden hacerlo muy bien.

Pero quiero felicitarlos a todos por la excelente labor de comunicación y, fundamentalmente, de ayuda que hacen a quienes, bueno, por razones como las que conté, pero igualmente, aunque supiera inglés, normalmente se acostumbra a hablar en el idioma original para evitar confusiones, la ayuda invalorable que constituyen ustedes, en serio, en todos los rubros.

Ni qué hablar de que podemos leer y que podemos conocer el pensamiento a través de quienes se dedican, por ejemplo, como seguramente debe haber aquí, a traducir libros, textos, literatura, cosas a las que no podríamos acceder sin la valorable intervención de todos ustedes.

Por eso, no dudé ni un instante cuando Walter me pidió muy tímidamente: "¿Usted no vendría al Congreso Latinoamericano?". "Voy a estar ahí, Walter, porque yo te debo mucho y le debo muchos a todos los que pueden ayudar a comunicarnos".

Y si comunicamos bien, seguramente, también vamos a construir una sociedad y un mundo mejor y ustedes pueden colaborar mucho en esa tarea.

Muchas gracias y bienvenidos a nuestro país, la República Argentina.

Gracias. (APLAUSOS)