Palabras de la Presidenta XVI Conferencia Latinoamericana de Ministros de Trabajo

PALABRAS DE LA PRESIDENTA DE LA NACIÓN, CRISTINA FERNÁNDEZ, EN LA XVI CONVENCIÓN LATINOAMERICANA DE MINISTROS DE TRABAJO, EN EL PALACIO SAN MARTÍN, CIUDAD AUTÓNOMA DE BUENOS AIRES.

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Muy buenas tardes a todos y a todas; en principio darles la bienvenida a todos los señores y señoras ministras de Trabajo de las Américas; dirigentes sindicales; empresarios; señor director general de la OIT, querido amigo Juan Somavia; señor representante de Miguel Insulza, de la Organización de Estados Americanos: antes que nada y  referido a su alocución en cuanto a la no presencia de Miguel Insulza, aquí, quiero manifestar una vez más el enfático apoyo y tambièn el enfático rechazo a lo que sucedió en Honduras y sé que durante varias intervenciones se hizo mención a esta cuestión, en la cual pareciera tal vez que sería ajena a una cuestión como la de hoy, en donde estaría hablando de trabajo.

Pero yo creo sinceramente que los problemas del trabajo y los problemas que ha tenido el mundo no son problemas circunstanciales de la economía, sino son la consecuencia de un sistema de ideas que comenzó a imperar, fundamentalmente a fines de las década de los 80 y de los 90, y que consagró el reinado del mercado, la teoría del derrame y la desaparición del Estado, la desaparición del trabajo decente.  La precarización laboral que sufrió todo nuestro continente no fue el resultado de un sistema económico, sino profundamente de un sistema de ideas.

Aquí en este ámbito precisamente, en este mismo salón tuvo lugar la génesis de la presencia de la OIT en el G-20, fue durante un encuentro de la OIT con un delegado del señor director general, aquí, donde presenté la moción precisamente para que en la próxima reunión del G-20, la que se iba a realizar en Pittsburgh estuviera la OIT. ¿Y por qué fue el motivo de esa ponencia, que luego fue acompañada tambièn por mi querido amigo, el Presidente Lula, del Brasil? Porque durante las dos reuniones del G-20 que tuvieron lugar, la primera en Washington, y la segunda en Londres, se había hablado estrictamente de la crisis como una crisis del sistema financiero y todas las medidas y todas las decisiones y todas las políticas estaban encaminadas a solucionar el problema de los bancos, en definitiva, el problema financiero.

Inclusive durante la reunión en Londres tuvimos, junto a Lula, una dura discusión porque se quiso introducir, como una de las posibles soluciones, la flexibilización laboral, este era el término textual, que se pretendió introducir en el documento de Londres y que motivó una verdadera rebelión de los suramericanos. Lula y yo dijimos que en esas condiciones no podíamos suscribir el documento porque no podíamos volver a nuestros países directamente, no era siquiera una cuestión ideológica, sino una cuestión de poder retornar a la casa de uno y hacerlo a salvo también.

En definitiva todos sabíamos y fundamentalmente nuestros países, cuál había sido la consecuencia precisamente de las flexibilización laboral, que en realidad se quiso siempre presentar como un modo de incentivar la generación de trabajo, algo absurdo realmente porque nadie pueden entender cómo los trabajadores van a estar mejor, si realmente empeoran todas sus condiciones laborales. Y si empeoran sus condiciones laborales y salariales cómo vamos a impulsar el mercado interno, el consumo, el desarrollo y la economía si los consumidores han sido precarizados absolutamente en sus condiciones laborales.

En el fondo es una grave contradicción, digo yo, de la lógica capitalista el pretender un sistema basado en el consumo, a través de la reducción del consumo de las grandes mayorías nacionales, en cada uno de los países. En realidad, contradice la más elemental lógica capitalista pretender que la reducción del poder adquisitivo de los trabajadores o de las condiciones de vida de los trabajadores va a mejorar el sistema económico; al contrario, lo empeora y lo hace además en términos no solamente de sustentabilidad económicas sino esencialmente también en sustentabilidad política e institucional. En nuestro país tuvimos una implosión social, allá por el año 2001, que no vale la pena recordar, pero que todos conocemos.

La lógica entonces fue pedirle al Presidente Obama que invitara a la Organización Internacional del Trabajo, organización multilateral donde se nuclean trabajadores, empresarios y también se institucionaliza el diálogo tripartito precisamente entre el Estado, los trabajadores y los empresarios.

La mención que el Presidente Obama hiciera en su discurso de asunción, en torno a que los sindicatos no eran el problema, sino que al contrario, eran parte de la solución nos animó también a esa presentación que finalmente tuvo una favorable acogida y así pudo participar la OIT. Pero lo más importante de todo es que entre aquella Londres de la precarización laboral y esta Pittsburg hubo algo que no solamente fue la inclusión de la Organización Internacional del Trabajo.

Si en aquella Cumbre habíamos terminado discutiendo que no se incluyera la palabra flexibilización laboral; en esta otra Cumbre se pivoteó y toda la introducción del documento está dada sobre la necesidad del trabajo decente. ¿Qué es lo que ocurrió en esos casi cinco meses, entre el 2 de abril, en Londres y este septiembre de Pittsburgh? Lo que sucedió durante nuestras discusiones como miembros del G-20, en el cual veíamos que lo que nosotros sosteníamos allá en Londres, la necesidad de que se llegara a la economía real, porque en realidad podíamos solucionar los problemas de los bancos, pero si no solucionábamos los problemas de las empresas y éstas se cerraban o despedían trabajadores y si no se solucionaban los problemas de los trabajadores sosteniendo su empleo y sus ingresos íbamos entonces a conocer lo que era el verdadero impacto de la crisis en la economía real, que es lo que sucedió en este interregno entre Londres y septiembre.

Por eso, creo que - y esto se reafirmó aún más - porque uno de los planteos que nosotros hicimos que también hicieron otros mandatarios de los países desarrollados fue que fondeados los bancos igualmente estos fondos no están llegando en forma de financiamiento a las empresas y se siguen destruyendo puestos de trabajo masivamente en todo el mundo, con lo que esto trae aparejado.

Por eso creo que el debate, la discusión que seguramente tienen ustedes y vamos a seguir teniendo en torno al trabajo decente es la necesidad de políticas activas muy fuertes, por parte del Estado, que por supuesto generan problemas, que son complejas, que son difíciles porque hay tensión, porque hay intereses, pero que no podemos dejar de ver como la verdadera solución en materia de políticas contracíclicas, y que estas aparecen desde el Estado. Tantas décadas diciendo que el Estado lo complicaba, y que el mercado todo lo solucionaba, para venir a darnos cuenta que el mercado lo ha complicado todo y que el único que aparece a la hora de las soluciones, una vez mas y como siempre, es el Estado, o si les gusta más, la política.

Hubo durante este tiempo una curiosa paradoja, mientras más injerencia tomaban los economistas y las teorías del derrame, y el mercado como casi excluyente de la figura del Estado y la política, eran la política y el Estado los que cargaban con las consecuencias de la aplicación de estos sistemas, y paradojal, porque decidían desde la economía pero las culpas las ponían en la política. Y finalmente, cuando todo se desmoronó, tuvieron que venir la política y el Estado, estoy hablando en términos de institucionalidad, precisamente a dar las soluciones a través de políticas fuertemente contracíclicas en materia social, económica

¿Qué significa esto? ¿La teoría del péndulo, pasamos del mercado excluyente? No, porque una de las cosas en la cual hemos hecho mucho aprendizaje es a no ser dogmáticos, a no encerrarnos y enamorarnos de nuestras ideas y a entender la necesidad de equilibrar y, fundamentalmente, de los roles que tienen que cumplir Estado y mercado en una economía moderna.

El Estado, con las regulaciones, con el cuidado, con el seguimiento fundamentalmente de un sistema financiero que sea globalizado y que ha perdido de vista uno de los ejes fundamentales en lo que es, como yo digo, la economía capitalista y que es que el circuito financiero debe atravesar la producción de bienes y servicios, que el dinero no se reproduce a sí mismo, que termina siendo si no dinero electrónico y virtual que termina quebrando globalmente, como sucedió, el mundo.

Se necesita entonces de una fuerte dosis de realismo y también de pragmatismo para entender la necesidad de articular lo público y lo privado, el Estado y el mercado. La necesidad también de que, pese a la globalización, es necesario desarrollar fuertemente los mercados internos, con capacidad adquisitiva para los trabajadores, con condiciones laborales dignas en todos y cada uno de los países que ayuden a que las sociedades puedan querer sostener un sistema de vida.

Creo que el gran desafío que todos aquellos que tenemos responsabilidades es precisamente esto: dar la gran discusión porque es un gran debate de ideas, no es una cuestión de doctrinas o teorías económicas. Lo que se puso en crisis fue un sistema de ideas y lo que debemos hacer es poner, en lugar de ese sistema de ideas que entró en crisis, otro sistema de ideas que lo sustituya pero que no lo haga desde el antagonismo, desde la teoría del péndulo, como digo yo, sino desde el aprendizaje que es necesario articular, reitero, entre lo público y lo privado, entre Estado y mercado con los roles que le caben a cada uno.

Creo, sinceramente, que tenemos -y ya que estamos aquí los hombres y mujeres de la América- una oportunidad como economías emergentes de ser grandes protagonistas del sigo XXI. Porque otra de las cuestiones que ha dejado también esta crisis internacional, son nuevos protagonistas, es un nuevo escenario internacional con una nueva relación de fuerzas que comienza a insinuarse y que como todo cambio de relación de fuerzas uno sabe cómo empieza pero nunca se sabe cómo termina.

Pero creo que debemos estar todos muy atentos porque realmente la región está llamada a tener un protagonismo muy importante y, por eso, y termino como había empezado, la necesidad de fortalecimiento de nuestros sistemas democráticos. Porque es, precisamente, en el fortalecimiento de los sistemas democráticos donde la región ha comenzado a crecer.

Se nos podrá decir "bueno, durante la década de los 80 hubo democracia en América muy incipiente", realmente en nuestro país fue en el año '83NO, , más tarde tal vez en otros países, pero lo cierto es que el ejercicio continuado de la democracia, permitió profundizar procesos en la América latina que nos convirtieron en protagonistas en un crecimiento económico sin precedentes en la región y con una fuerte modificación también de indicadores sociales que parecían absolutamente congelados en el tiempo.

Por eso, defender las formas democráticas, defender el pronunciamiento de las sociedades en elecciones libres, creo que también es una de las claves del desarrollo de la región y del crecimiento de la región.

Finalmente, darles una vez más a todos ustedes la bienvenida aquí a nuestro país y convocarlos a seguir en esto que es un apasionante debate de un nuevo sistema de ideas que sustituya a un orden que, indudablemente, fracasó.

Muchas gracias y muy buenas tardes a todos. (APLAUSOS)