Buenos días a todos y a todas. Señoras y señores docentes, hay rectores, directores, directoras, supervisores, en fin, todo el ámbito de la familia docente, miembros de las Fuerzas Armadas también; ministros de Educación, ahí diviso a una ex colega senadora de la provincia de Entre Ríos, hoy nuevamente ministra de Educación de esa querida provincia de Entre Ríos, donde este joven -me contaba recién el ministro de Educación- va en canoa, navegando a enseñar a sus gurises.
Yo quiero empezar por el final del discurso del docente que me precedió, por la reformulación de la figura de Sarmiento, que para nuestra generación era muy discutido políticamente pero finalmente -siempre la historia hace su saldo- nadie puede negar el lugar que ya ocupa definitivamente en la historia como el visionario que ubicó a la educación como un factor decisivo en la construcción del progreso de una nación. Este creo que es el gran legado sarmientino, es la gran labor que cumplió ese sanjuanino de convencer, porque primero estaba convencido él, que era precisamente la educación uno de los instrumentos fundamentales para poder mejorar la calidad de vida de todos los argentinos.
Y con esa convicción este gobierno abordó también desde el principio a la educación como una de las claves. Por primera vez se obtuvo una Ley de Financiamiento Educativo que permite hoy el financiamiento de la educación tal vez como nunca se había dado en décadas en nuestro país. No solamente garantizando los pisos salariales en las provincias, no solamente construyendo la mayor cantidad de escuelas con el Plan 700 y ahora con el Plan 1000 que se tenga memoria; no solamente formalizando la mejora en los salarios de los universitarios como también nunca se había registrado durante décadas, sino además dándole a la innovación tecnológica, al resurgimiento y recreación de nuestras escuelas técnicas, el doble rol que a nuestro criterio debe tener la educación.
Siempre hubo una discusión acerca de todo esto y se dio fundamentalmente durante los años 90 durante cuando se pensó que la educación debía ser solamente un instrumento para enseñar a trabajar a la gente, y creo que luego de todo lo que hemos vivido los argentinos hemos podido hacer la síntesis de lo que debe ser la educación.
La educación primero debe formar ciudadanos con poder de pensamiento propio y crítico frente a la realidad que nos circunda, más allá de lo que le muestren, de lo que le digan o de lo que puedan leer. Creo que es distintivo en nuestra generación que se formó en esa escuela enciclopedista, que la criticábamos cuando éramos muy jóvenes, que nos formaron el pensamiento abstracto, pero que nos permitió ser ciudadanos con un pensamiento propio, frente a un mundo que tal vez nos decía otras cosas. Me acuerdo que vivíamos en dictadura, leíamos y veíamos por televisión cosas en las cuales no creíamos porque estábamos formados precisamente en ese espíritu crítico de tener nuestro propio dictamen de la realidad; nadie nos escribía y nos mostraba la realidad, nosotros veíamos la realidad. Creo que esta es una de las grandes funciones que ha tenido la educación argentina que formó a nuestra generación.
Luego vino también la otra parte, la de solamente concebir a la educación como un instrumento que preparaba hombres y mujeres para el trabajo, independientemente de lo otro, y creo que hoy estamos haciendo una buena síntesis. Estamos volviendo a esa formación general de preparación de cada uno de estos alumnos y al mismo tiempo dotándolos de los instrumentos y de las herramientas básicas para que puedan competir en un mundo donde el mercado laboral tiene cada vez mayores exigencias.
Esa creo que es la síntesis, porque en definitiva el hombre es pensamiento y libertad, acción y trabajo. Creo que en esas cuatro cosas se sintetiza el proceso de educación.
Yo quiero agradecer la labor que cumplen todos ustedes, hombres y mujeres del país profundo, lo decía él casi poéticamente recién cuando me precedía en el uso de la palabra, las montañas, cruzando ríos, en los pantanos, los veo también en todas partes con mucho esfuerzo, con mucho compromiso, con mucha convicción.
Me acuerdo cuando fui a Salta a inaugurar el ciclo lectivo a una escuelita a pocos kilómetros de la frontera paraguaya y boliviana, una escuela de la que hicimos un hogar escuela agrotécnica muy importante, en una población de pueblos originarios. Donde durante horas estuvieron esperando allí que nosotros viniéramos, con un sol que partía la tierra, con esos docentes que estaban trabajando; en ese momento había un conflicto laboral en la provincia, pero los docentes allí frente a los chicos estaban paraditos cumpliendo su labor y su rol, en una población con muchas carencias.
Creo que en esa imagen, que no me la voy a olvidar por mucho tiempo, esperándome al rayo del sol, en el medio de una polvareda que levantó el helicóptero cuando bajamos, estaba ese maestro sufrido, sacrificado, que convive junto a las penurias, a las cosas que les faltan a cada uno de sus alumnos, que los entiende. También los vi el otro día en San Pedro, en Misiones, alojando a todas la familias que habían sido devastadas por el tornado, alojándolos en sus aulas, cuidándolos, vi al director cuidando a los chicos, a los padres.
Yo creo que ese es un poco el rol de la escuela, el segundo hogar, pero también quiero decirles a todos los argentinos que el segundo hogar solo no puede, necesita también la ayuda del primer hogar para completarse ambos y lograr el círculo virtuoso de formar buenos argentinos, virtuosos argentinos, buenos ciudadanos y buenos ciudadanas. Ese es su rol.
Y en el día de hoy, 11 de septiembre, felicitaciones a todos y a todas por la labor que cumplen. Muchas gracias y buenos días. (APLAUSOS)