Discurso de Cristina Fernández en Bahía Blanca

PALABRAS DE LA PRESIDENTA DE LA NACIÓN, CRISTINA FERNÁNDEZ, EN EL ACTO DE SUSCRIPCIÓN DEL ACTA DE COMPROMISO DEL ENTE PROMOTOR "CORPORACIÓN BAHÍA BLANCA 2010", EN BAHÍA BLANCA, PROVINCIA DE BUENOS AIRES    

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Señor Gobernador de la provincia de Buenos Aires; señor Intendente de la querida ciudad de Bahía Blanca, como me gusta decirle, mitad patagónica y mitad bonaerense: escuchaba atentamente a Daniel y al señor Intendente primero, y cuando Daniel enumeraba las obras que entre provincia y Nación proveyendo recursos, permiten que hoy se estén desarrollando obras muy importantes en materia de infraestructura económica y social aquí en Bahía Blanca, y yo comentaba en voz baja con el Intendente que se ha hecho en estos tres años lo que no se ha hecho en Bahía Blanca en treinta años (APLAUSOS).Y Déjenme contarles ustedes como parte de esa Argentina profunda que estas descripciones, estas reflexiones, se suceden a lo largo y a lo ancho del país. Ayer estuve en la otra punta, en Formosa, inaugurando una planta de agua potable ya que databa la que tenía la ciudad del año 1942, es decir que desde hace más de 60 años no se había vuelto a agregar un solo caño, un sólo metro cúbico de agua potable. Podría contarles y relatarles a todos ustedes esta noche historias similares a lo largo y a lo ancho del país.

Pero yo quiero detenerme en algo que usted mencionó insistentemente, y que es lo de una sociedad inclusiva y al mismo tiempo protagonista. Y las frustraciones que durante tanto tiempo que vivieron los hombres y mujeres de Bahía Blanca, que no son diferentes a las que durante décadas vivimos millones de argentinos. Porque hubo otro tiempo, otra Argentina, cuando Bahía Blanca fue protagonista del sur, pero pudo ser protagonista porque la Argentina el país en el cual Bahía Blanca está, también era protagonista; cuando desarrollamos nuestras industrias, cuando desarrollamos nuestro perfil industrial, cuando se construyeron los puertos, cuando se extendió esa Argentina que agregaba valor a sus productos, tanto en sus recursos naturales como en sus productos industriales. Bahía Blanca fue expresión de esa Argentina, punto nodal también de la actividad de recursos naturales, del puerto. Y este resurgir al que todavía le falta, porque también todavía le falta a la Argentina, es producto de un modelo de país que con aciertos y con errores, pero con una profunda convicción y certeza en el destino nacional y la grandeza de la Nación, comenzó un 25 de mayo del año 2003.

Muchas veces escuchábamos que este modelo que plantea una matriz diferente a la de acumulación, donde queremos agregar valor a nuestros productos, donde queremos trabajo para los argentinos, porque una de las claves de la inclusión y una de las claves de la mejor seguridad es que nuestros jóvenes puedan ir a la escuela y cuando salgan de allí tengan trabajo, créanme que este es el gran proyecto. (APLAUSOS)

Por eso uno de los ejes fundamentales que nos planteamos fue mejorar el financiamiento de la educación. Yo veía recién a estos artistas jóvenes que tuvieron quizás la suerte de poder estudiar en un hogar que los contuvo; y me imagino a los otros, a los que sus padres perdieron el trabajo durante décadas y que no pudieron ser contenidos, y que a lo mejor tengan las mismas virtudes pero no las pudieron desarrollar, porque la sociedad, porque las historias de familia, porque la historia del país no les dio la oportunidad. Esta es una de las cosas en las cuales quiero comprometerme y me he comprometido fuertemente como presidenta de todos los argentinos; primero saber que no todos somos iguales, pero sí saber que todos tenemos derecho a tener igualdad de oportunidades, de poder elegir cada uno la vida que tenemos (APLAUSOS).

Yo pude elegir, yo fui y soy una argentina afortunada, no solamente porque mis compatriotas me han conferido el más alto honor que se le puede dispensar a un argentino o a una argentina que es ejercer la Primera Magistratura, sino porque pude elegir mi vida en un hogar de trabajadores, pude estudiar, pude acceder a una universidad, en una Argentina donde el estudio era sinónimo de progreso, pero era también una Argentina donde el trabajo valía y donde los argentinos estábamos convencidos de que para progresar había que trabajar, y que si además le poníamos estudio y capacitación seguro que podíamos aspirar a cualquier cosa, aspirábamos a lograr el mundo. Esas cosas se acabaron, hubo un país que clausuró las esperanzas y las ilusiones de millones de argentinos, porque creyó que podía vivir siendo un país de servicios, porque apostó a teorías donde nos decían que el ajuste era lo permanente, porque además hasta pasó que nos querían que todo lo que se construía en el país era malo y no servía. Por allí debe haber algún comercial de los más viejos en el que un argentino se sentaba en una silla que decía "Argentina" y se rompía, y se sentaba en otras sillas que eran extranjeras y éstas valían; si eso se hubiera hecho en un país como Alemania o como Suecia tal vez hubiera sido deportado el que lo hizo por alta traición a la patria; pero estas cosas ocurrieron aquí en la República Argentina (APLAUSOS).

Nosotros tenemos que pensar qué nos pasó, no con el ánimo de fiscales ni con dedos acusadores, simplemente qué nos pasó para que pudieran convencernos, por lo menos aquellos que tenían la responsabilidad de adoptar las grandes decisiones nacionales, de que nosotros los argentinos no éramos capaces de hacer buenas cosas, de producir buenas cosas, de trabajar, de generar una sociedad de crecimiento, de valor agregado, de industrias, de trabajo, como uno puede ver en los grandes países desarrollados. Estas son las cosas que vinimos a transformar un 25 de mayo del 2003, y con las cuales yo estoy comprometida desde muy joven, con el aprendizaje que hemos hecho en estos años de que la historia no empieza cuando uno llega y se termina cuando uno se va; que es necesario poder construir de una vez y para siempre un modelo de país en el que quienes lo dirigen o que tienen la suerte de acceder por el voto popular a una intendencia, a una gobernación o a una presidencia, lo hacen convencidos con matices o con diferencias, de que ese es el sendero y ese es el camino. Porque hemos cambiado demasiadas historias durante mucho tiempo, teorías de que era mejor lo que venía de afuera, hasta llegaron a hacernos creer que un peso valía lo mismo que un dólar.

Todas estas ficciones y todas estas teorías tuvieron un costo, que por supuesto pagaron otras generaciones que no tuvieron que ver en esas elecciones, que no tuvieron que ver en esas decisiones, pero que como son los sectores más vulnerables de la sociedad los primeros que perdieron el trabajo, los que no pudieron acceder a la vivienda, los que no pudieron tener educación, finalmente terminan siendo el objeto y sujeto de la crisis. Y por si fuera poco después esa sociedad que generó eso los convierte su enemigo. Esto significa que nosotros tenemos que tener una actitud diferente, saber que en la educación y en la capacitación de nuestros jóvenes va a estar la clave para vivir en una sociedad más libre, más democrática. Porque cuando uno puede con educación elegir la vida, cuando uno puede con educación acceder a un trabajo, es entonces absolutamente libre.

Y por eso uno de los ejes más importantes fue el tema del financiamiento educativo. El año que viene cuando lleguemos al Bicentenario la Argentina habrá destinado el 6 por ciento de su Producto Bruto Interno al sector educativo (APLAUSOS). Me tocó a mí tener la posibilidad como presidenta de poner en marcha también el plan de becas universitarias, con orientación tecnológica fundamentalmente vinculada con nuestras ciencias duras, con ingeniería, con agronomía, con las carreras que tienen que ver con el modelo productivo, con un modelo de desarrollo, y pasar de las 2 mil que había en el 2003 a 10 mil en el 2007 y a 42 mil becas en el Plan de Becas Universitarias más importante de nuestra historia. (APLAUSOS). Ni que hablar de la reapertura de nuestras escuelas técnicas; allá en Santa Cruz en la Patagonia, cuando se cerraban las escuelas técnicas de todo el país el entonces gobernador Kirchner -y más tarde presidente de los argentinos- decidió que no se iban a cerrar en Santa Cruz, nunca se cerró una escuela. Y uno de los objetivos que nos propusimos cuando llegamos al gobierno fue abrir nuevamente escuelas técnicas. Abrir nuevamente escuelas técnicas.

Por eso, Christian, esta escuela, esta ONG que vos me contabas hoy con orgullo, que estuvo a punto de cerrarse, de clausurarse, de dejar sin trabajo a las personas que allí se desempeñaban y al mismo tiempo, cerrar un lugar de capacitación, tiene que ser complementado y fortalecido también para que esos jóvenes, no solamente tengan la salida corta de la capacitación, si no ver si también luego, a través de un sistema de becas, podemos incorporar a esos chicos a terminar la escuela secundaria y a darles una capacitación de carácter más estratégico todavía.

Este les puedo asegurar que es uno de los grandes desafíos que tenemos, porque nos ha pasado, sobre todo el año pasado donde culminamos y llegamos a completar el ciclo de crecimiento económico más importante de nuestros últimos doscientos años, que muchos empresarios que por allí demandaban mano de obra, no tenían y no encontraban el personal capacitado. No fue casualidad, precisamente, que uno de los sectores que más se desarrolló durante estos seis años haya sido el sector de la informática y del software donde aumentamos exponencialmente, como en todos los rubros de la producción argentina, nuestras exportaciones. Otra clave también para el desarrollo, no solamente del país, si no también aquí de Bahía Blanca.

El año pasado pudimos batir récord en la historia de exportaciones, más de 71 mil millones dólares exportamos los argentinos con un superávit comercial superior a los 13 mil millones y, al mismo tiempo, fuimos también -destino- el quinto país emergente en el mundo en aumento de inversión extranjera directa con respecto al año anterior. Datos de la CEPAL, datos también del crecimiento que ha tenido la República Argentina.

Luego se produjo la crisis más formidable de la cual recuerda el mundo, por lo menos desde que yo me he dedicado a la política hace unos cuantos años también. Dicen que después del '30, esta ha sido la crisis más grave que ha atravesado la economía global.

Y curiosamente quienes durante estos seis años, en los cuales hemos hecho el plan de infraestructura más importante del que se tenga memoria, por ejemplo, en materia energética conectando a la Patagonia.

Ustedes saben que el Sistema Interconectado Eléctrico llegaba únicamente a Choele-Choel, Río Negro; extendimos la línea de alta tensión de 500 con una inversión multimillonaria para llegar hasta Pico Truncado y estamos lanzando ya la comunicación para llegar a la punta del continente, de modo tal de poder integrarnos energéticamente.

Infraestructura en materia energética, en materia de viviendas, en materia de autovías que también han generado un gran crecimiento de la actividad económica.

Pero yo les relataba que vino la crisis del mundo y entonces fue necesario poner a prueba -un desafío verdaderamente- este modelo de acumulación, este modelo que yo denomino "político, económico y cultural" al que desde el año 2003 a la fecha le habían venido augurando que era un veranito y que se acababa en la próxima estación. Y planteándonos muchas veces, tal vez convencidos -yo no creo que haya habido mala fe, por qué pensar mal pudiendo hacerlo bien- porque veían, con esa mente de pensar que siempre es mejor lo que viene de afuera que lo propio, que otros eran los modelos a imitar y esos modelos que muchas veces se nos proponía imitar, se desplomaron. Se desplomaron porque vivieron la ficción también que algún momento vivió la Argentina, la de la economía casino, la de la economía basada en lo que vulgarmente se denomina la timba financiera, como si el dinero se pudiera reproducir a sí mismo sin pasar por el circuito del trabajo, de la producción, de los servicios. Una experiencia que ya nosotros habíamos tenido.

Y aquí estamos, en un mundo donde, como señalaba el Gobernador y también como señaló creo que el Intendente, se destruyen masivamente millones de puestos de trabajo, se cierran empresas y miles y miles de personas quedan en la calle, aquí estamos, sosteniendo esta actividad económica, con una participación del Estado articulando con el sector privado en soluciones totalmente diferentes según los casos. Porque además hemos aprendido que los dogmas solamente sirven para los libros, que es necesario tener la apertura mental y la actitud de creatividad de saber que nada es igual a otra situación y que cada problema requiere una solución diferente.

El otro día estuve en Rosario -seguramente alguno de ustedes me vio- en la planta de General Motors, GM. La verdad es que si a mí alguien me decía que algún iba a ser presidenta de la República Argentina y que cuando lo fuera iba a terminar dándole un crédito para sostener a General Motors porque no se sostenía sola, yo le decía "mire, usted está diciendo tonterías, en primer término porque yo no le daría un crédito a una multinacional extranjera y, en segundo término, porque cómo General Motors va a quebrar". Pero el mundo ha cambiado y cuando el mundo cambia, exige también, por parte de todos nosotros, tener la suficiente aptitud e inteligencia de cambiar con ese mundo.

Y ahí estaba hace unos días en Rosario dando un crédito perfectamente garantizado de 70 millones de dólares para una empresa como General Motors, con el compromiso de incorporar en materia de autopartes todo lo que se produzca a nivel nacional y desarrollar nuevas autopartes por 300 millones de dólares para sostener también fuentes de trabajo, altamente calificada. Ustedes saben que un trabajador del sector automotriz requiere años de preparación.

El otro tema, lograr que empresas que se iban a cerrar no lo hagan y, tal vez, esas sean compradas por otros empresarios nacionales que tienen deseos de invertir y que siguen apostando al crecimiento del país.

Cuando otra empresa ha tenido problemas, como una papelera, construir un fideicomiso para que seiscientos y pico de trabajadores sigan sosteniendo esa fuente de trabajo y, al mismo tiempo, el papel no se produzca en forma monopólica y de esa manera se distorsionen los precios.

Son diferentes los problemas, diferentes las soluciones pero, por sobre todas las cosas, esto nos exige tener una actitud diferente.

Y volviendo entonces al principio, como siempre, de lo que planteaba el Intendente, este orgullo que siente Bahía Blanca y que yo lo entiendo porque es el orgullo de la pertenencia y de la identidad. Muchas veces, en las grandes urbes, donde el anonimato termina haciendo perder porque son excesivamente cosmopolitas de identidad, tener esa sensación de ser y de pertenecer, es también construcción de la personalidad de cada uno de nosotros.

Lo entiendo como patagónica, pero también aprendí, yo que era muy peleadora, porque allá éramos poquitos y si uno no peleaba no conseguía cosas o no podía construir, también aprendí que no hay posibilidades de realizaciones individuales, sectoriales o aisladas, si no se realiza el país en su conjunto. Esto es clave que todos también lo entendamos.

Porque hubo una sociedad -y lo quiero poner como ejemplo- allá por la década de los '90 donde a algunos les iba muy bien. Se empezaron a caer unos de un lado porque llegaron las privatizaciones y mucha gente quedó caída de los aparatos productivos; luego, se fueron cerrando empresas y luego se fueron cerrando comercios. Los que podían salvarse tenían la sensación de que, bueno, "no importa, a mí me va bien" y parecía que cada vez a cada uno de esos a los que les iba bien, les iba mejor hasta que, finalmente, el país terminó implosionando.

¿Por qué? Porque no hay ninguna sociedad, uno puede mirar claramente los que han tenido la suerte de recorrer el mundo, que una de las claves de los países desarrollados es que ustedes van a ver equilibrio y armonía en todo el país en materia de desarrollo y de posibilidades económicas y sociales.

Uno recorre esos países que son las primeras economías del mundo y no ve que hay una región que esté totalmente alejada y dejada de la mano de Dios y el resto es pujante. Esto no existe en ninguna parte. ¿Saben por qué? Porque rompe las reglas y las leyes de la naturaleza que es la armonía, el equilibrio y la equidad para poder funcionar, que es diferente a la igualdad. La igualdad presupone que todos somos iguales, pero no es cierto que todos seamos iguales y como todos no somos iguales, es el Estado el que tiene que tener una actitud diferente para aquellos sectores o para aquellas regiones que, al no ser iguales, al tener asimetrías históricas estructurales, requieren una atención, una política y recursos diferentes. Esa es la exacta distinción entre igualdad y equidad y por eso yo me quedo siempre con la equidad, la de una Argentina que pueda desarrollarse con armonía, con equilibrio y con equidad.

Faltan lograr muchas cosas todavía, muchas. Hemos generado 4 millones de puestos de trabajo pero todavía hay argentinos que no tienen trabajo o que teniéndolo, todavía no han sido formalizados o que aún siendo formalizados, no tienen el salario que les permita vivir con mayor dignidad. Y por eso tenemos que seguir apuntalando y desarrollando la industria nacional, cada vez tenemos que seguir fomentando más las exportaciones para que no se importe trabajo extranjero, si no que exportemos trabajo argentino. Esta es una de las claves en mi defensa irrestricta de la industria nacional.

Ya hemos construido casi 700 escuelas, pero faltan más escuelas y por eso vamos por el plan de 1.000 escuelas para seguir construyendo más educación, más igualdad, más equidad y hemos generado más de 20 mil empresas por año en estos seis años, pero tenemos que seguir generando más empresas, más pymes, más generadoras de trabajo, porque déjenme contarles Bahía Blanca que si ustedes sueñan con un Bicentenario donde Bahía Blanca tenga un protagonismo especial, yo quiero decirles que también sueño con una Argentina con un Bicentenario diferente a lo que fue nuestro Centenario.

Nuestro Centenario, que fue recordado por la historia oficial, como me gusta decirle a mí, con mucha pompa y circunstancia, fue un Centenario que se celebró con estado de sitio en la República Argentina porque había mucha miseria, había mucha pobreza, los trabajadores no tenían trabajo, había represión, éramos el granero del mundo, exportábamos mucho, pero sin valor agregado, no había trabajo y el resultado de esa formidable exportación solo la aprovechaban sectores muy pequeños y reducidos.

Por eso yo quiero en este nuevo Bicentenario tener y convocar a esta ciudad que ha crecido junto al puerto, junto a las industrias, junto a los recursos naturales, a celebrar un nuevo Bicentenario donde los ejes sean, precisamente, los del crecimiento económico, los de la diversificación económica y agregar valor a estos productos, la educación, la equidad, la redistribución del ingreso a nivel social y geográfico, el compromiso de construir una Argentina más justa.

Estoy absolutamente convencida de que de distintas historias y de distintas experiencias políticas, podemos confluir en esa Argentina nueva, diferente que todos nos merecemos. Sé que Bahía va a participar de esa Argentina porque ella va a ser también parte y protagonista de esa Argentina.

Quiero agradecerles estos momentos que me han concedido para reflexionar en voz alta; agradecerles también a sus jóvenes artistas el homenaje que sentí muy adentro demostrando talento y orgullo de ese talento bahiense; agradecerles la presencia a ustedes, señoras y señores empresarios, comerciantes, titulares de las Fuerzas Vivas, en definitiva, hombres y mujeres comprometidos con Bahía Blanca, con la provincia de Buenos Aires y con esta nuestra casa, la Nación Argentina.

Muchas gracias y buenas tardes a todos. (APLAUSOS)