Muy buenas tardes a todos y a todas: señor Primer Ministro de Trindad y Tobago, quiero agradecer a usted y a su pueblo la hospitalidad con que nos han recibido, y dirigirme a todos los jefes y jefas de Estado, primeros ministros y primeras ministras, hombres y mujeres que concurrimos a esta V° Cumbre de las Américas, con la esperanza de poder ser este el primer paso para un nuevo orden regional.
Quien me presentó me anunció como la presidenta del país donde se celebró la IV° Cumbre de las Américas en la Ciudad de Mar del Plata. Aquella reunión, verdadero punto de inflexión en las relaciones del continente, tal vez sea recordada como la Cumbre en la cual distintos países de nuestras Américas, con distintas experiencias históricas y tal vez también con distintas ideas, le dijimos no al ALCA. Pero yo creo que hubo algo más que eso, creo que aquella reunión de Mar del Plata simbolizó el nacimiento de una nueva forma de relacionamiento entre los países de nuestras Américas, es que décadas de historia de nuestro continente nos daban la experiencia fundamental de que muchas veces desde los Estados Unidos de Norte América se concebía a la relación con nuestros países como una forma de subordinación a crítica, a toda propuesta que se nos hiciera. En aquella oportunidad creo que inauguramos una nueva forma en el sentido de plantarnos en nuestras ideas, en nuestras experiencias, y dar una respuesta a lo que durante muchísimas décadas fue una relación traumática. Primero por la guerra fría que dividió el mundo y lo constituyó en algo bipolar, en un conflicto este-oeste que significó para nuestra región duras dictaduras, intervenciones militares, y también paradojas como por ejemplo fue la expulsión en el año ´62 de la OEA de la hermana Republica de Cuba. Entre los argumentos para esa expulsión se adujo que su adhesión al marxismo-leninismo, su adhesión al bloque de la Unión Soviética -en ese momento el otro polo de conflicto- ponía en peligro la unidad hemisférica y violaba el principio de unidad hemisférica consagrado por el Tratado de Interamericano de Asistencia Recíproca, el TIAR. Y digo paradoja porque 20 años más tarde, en 1.982, mi país la República Argentina resultó agredido por un país que no pertenecía al hemisferio y allí no se aplicó la doctrina del TIAR. Lo presento no con ánimos de polémica sino simplemente como un ejemplo de doble estándar o paradojas de cómo nos hemos sentido los pueblos de América frente a esta conflictividad. Luego de aquello vino el consenso de Washington y lo que constituyó la tragedia social de nuestras economías.
Quiero decirle al presidente Obama de los Estados Unidos que de ninguna manera esto significa un reproche hacia él, en absoluto, él no fue responsable ni del consenso de Washington ni de aquel mundo bipolar; ni de las injusticias que sufrimos muchísimos ciudadanos americanos, al contrario, tal vez él también fronteras adentro de su propio país haya sentido pisoteado sus derechos civiles, económicos o políticos por el color de su piel. Por eso no esto un reproche, es simplemente un ejercicio de comprensión de las cosas que nos han pasado, no para enfrentarnos, no para tener estridencias o artillería verbal, sino para entender las cosas que nos han pasado y que nos permitan entonces, a partir de este momento, construir algo diferente.
Han pasado cuatro años desde aquel 2.005, cuatro años en los que el mundo ha cambiado profundamente, tan profundamente que -como usted presidente Obama lo dijo en la reunión del G20- hoy Estados Unidos tiene un presidente que se llama Barack Obama, eso también es producto del cambio. Como somos nosotros, muchos gobernantes de las Américas, el producto de las transformaciones que doctrinas económicas impusieron a nuestros países, y que finalmente produjeron el surgimiento de gobiernos que hubieran sido impensables en la década de los ´90, un dirigente sindical como Lula en Brasil, un miembro de los pueblos originarios como Evo Morales en Bolivia. Todos somos producto de un gran cambio, es hora que nos decidamos también a ser sujetos de este cambio que se ha operado en el mundo.
En estos cuatro años, precisamente, se ha derrumbado aquel mundo que existía en el año 2005 de pensamiento único en materia económica, donde el Estado había desaparecido y el mercado todo lo arreglaba, sin regulaciones, sin controles, produciendo exceso en la concentración económica y también burbujas financieras que, finalmente, se desplomaron en el mundo.
Paradojalmente, en estos cuatro años, nuestras economías, las economías de la América del Sur y también de la América Central, estaban creciendo. Mi país registra en los últimos seis años el crecimiento más importante de sus doscientos años y eso significó grandes avances sociales, económicos y estructurales para muchos de nuestros países y para muchas de nuestras sociedades. Pero hoy vemos peligrar y amenazados estos logros, precisamente que tanto esfuerzo y sacrificio constaron a pueblos y sociedades, por el derrumbe en el cual en esta oportunidad no hemos tenido nada que ver.
Por eso creo que es importante plantearnos hoy como punto de partida la necesidad de construir un nuevo orden regional que dé cuenta de las transformaciones de ese mundo que no volverá a ser el mismo. Y dar cuenta de esta transformación, significa saber que tenemos que relacionarnos, no desde la subordinación, sino desde la colaboración y la cooperación. Asumir ese cambio, significa comprender que el gran desafío es la integración y no la injerencia en los asuntos internos de nuestros países violentando, muchas veces, nuestras soberanías nacionales.
También significa dar cuenta de ese cambio, comprender que nuestras economías, que se ven amenazadas como antes lo señalé por esta crisis sin precedentes y en la cual no tenemos responsabilidad, puedan contar con instrumentos que nos ayuden a dar sustentabilidad.
En este sentido, creo que se torna imprescindible dotar de fondos a nuestros organismos multilaterales de crédito como, por ejemplo, el Banco Interamericano de Desarrollo, para que, a través de planes de infraestructura, de planes de educación y de planes de capacitación laboral, podamos dar sustentabilidad y continuidad a un crecimiento de la economía a lo cual, como economías emergentes, hemos contribuido en los últimos años con las dos terceras partes de ese crecimiento.
Creo que también debemos dar cuenta de esas transformaciones, de esa supresión de la lógica del mundo bipolar, del anacronismo que significa hoy el bloqueo a la hermana República de Cuba y pedir su levantamiento. (APLAUSOS)
Reconocemos, presidente Obama, lo que usted ha hecho al establecer la anulación de las absurdas restricciones impuestas por la administración Bush en el año 2004, pero creemos que, a partir de escuchar inclusive a la hermana República de Cuba manifestar su apertura total para hablar con Estados Unidos acerca de todas las cuestiones, como derechos humanos, presos políticos, etcétera, estamos sinceramente en las Américas ante una segunda oportunidad de construir una nueva relación. No la dejemos escapar.
Creo que es parte de todos nosotros en el día de hoy saber que estamos ante un momento histórico y que es necesario abordar estos problemas, estas historias que son nuestras propias experiencias como países y como región, sin estridencias, sin artillería o pirotecnia verbal, porque lo único que logra con eso muchas veces, es radicalizar posiciones y nunca encontrar soluciones.
Yo creo que todos tenemos que hacer un gran esfuerzo, un gran esfuerzo que presupone inteligencia, coraje y valor para tomar decisiones. Decisiones que, por supuesto, no se pueden tomar de un día para el otro luego de décadas de inacción o de beligerancia total y absoluta.
Pero estamos convencidos, como hombres y mujeres que somos, que podremos construir un mundo más justo, un mundo donde el verdadero combate sea contra la pobreza y contra la exclusión social y donde sabemos que el narcotráfico y el terrorismo internacional sí los verdaderos flagelos que hoy azotan a la humanidad. Pero por sobre todas las cosas, debemos saber que es en la lucha contra la exclusión social, contra la miseria, contra la obscena concentración de la riqueza, donde encontraremos los instrumentos más adecuados para vencer a los otros flagelos que se apoyan, precisamente, en sociedades debilitadas por años de atraso, por falta de educación, por falta de vivienda para seguir constituyendo, entonces, una amenaza para la humanidad.
Finalmente, quiero decirles que tengo la esperanza de que este sea el punto de partida para empezar a construir ese nuevo orden regional; tengo la esperanza de que sea la segunda oportunidad que recuperen las décadas perdidas en construir una nueva relación entre las Américas. Va a depender de todos y de cada uno de nosotros, de nuestra inteligencia, de nuestro valor, de nuestro coraje y de nuestra memoria para no volver a cometer los mismos errores.
¡Qué así Dios lo quiera!
Muchas gracias. (APLAUSOS)