Muy buenas tardes a todos y a todas. Señores representantes de los distintos países que integran la Organización de Estados Americanos, especialistas en un tema como es el de la trata de personas que, en un primer abordaje podría parecer algo de carácter policial más vinculado a cuestiones de persecución, de delincuencia, etcétera, pero que, en realidad, obedecen a cuestiones y razones más profundas tal vez y, por eso, más difíciles de combatir y erradicar definitivamente.
Recién el señor Ministro de Seguridad, Justicia y Derechos Humanos hablaba de lo que comúnmente se conocía como trata de blancas y que era por el hecho de que había países que permitían la esclavitud, la reconocían como tal. Y entonces me parece que la primera cuestión que tiene que ver con la trata de personas hace a la propia historia de la Humanidad y creo a la propia condición humana si se me permite la licencia, porque la trata de personas es una variable reducida, en todo caso, y acotada a la noción de esclavitud pero, en definitiva, si partimos de la historia de la Humanidad, Platón y Aristóteles sostenían la existencia de la esclavitud como una razón importante del Estado, estamos ante un tema difícil, duro y que tiene, además, un componente que no solamente involucra a los Estados y a sus organismos de seguridad y justicia, o a sus organismos legislativos cuando tipifican y cuando persiguen este delito, sino esencialmente a la sociedad. Porque es básico admitir que sin la existencia, como señalaba el Ministro, de los clientes o sea, de las personas que pagan para poder acceder a personas que están sometidas a esclavitud sexual o de otras características sería imposible que esto se cometiera. Con lo cual, el abordaje exige por parte de todos nosotros hacerlo sin eufemismos, sin hipocresías y sabiendo que es fundamentalmente un problema de carácter social y con fuerte componente de las características de la condición humana.
Esto no nos puede llevar tampoco a la, digamos, minimización ni al reduccionismo de pensar que basta enumerarlo como un problema social o de la condición humana para bajar los brazos y pensar que no se puede combatir o que no se pueden construir los instrumentos, las políticas activas tendientes a combatir, no digo desaparecer, porque no me gusta decir cosas que sé que no se van a poder lograr, tengo ese defecto, no acostumbro decir lo que no pienso. Si viniera frente a ustedes aquí y les dijera que vamos a trabajar para que desaparezca la trata de personas, en el fondo sería una mentirosa., a llo mejor alguien lo puede lograr, pero yo sinceramente creo que tiene que ver con estas cosas que les decía y que sí el compromiso de los estados, de la sociedades, de todos nosotros debe ser profundizar las políticas, profundizar los instrumentos, la legislación, la articulación también entre los distintos países para combatir este flagelo., que también, junto por ejemplo al combate con el narcotráfico, es otro tema vinculado; normalmente hay profunda vinculación en aquellas redes delictivas que están vinculadas al narcotráfico, que están vinculadas a la trata de personas, que están vinculadas al contrabando de armas; no por casualidad la trata de personas constituye en materia de ingresos provenientes del delito la tercera fuente de ingresos luego del tráfico de drogas, el tráfico de aras, y el tráfico de personas, con lo cual todo está íntima y directamente vinculado.
También, por qué no decirlo ya que me ha tocado hablar con presidentes, con colegas de países donde la lucha en materia de narcotráfico está adquiriendo ribetes dramáticos, exige también por parte de los grandes países desarrollados, un compromiso muy fuerte, porque normalmente estas redes, estas organizaciones, tienen también vinculaciones, financiamiento y finalmente lugar de radicación de sus grandes rentabilidades y ganancias, en los países desarrollados. No me estoy refiriendo a un prostíbulo en una provincia, que debe ser castigado y perseguido, estoy refiriéndome a todo lo que ustedes saben y conocen como expertos participantes en este tipo de políticas, de instrumentos y de reuniones.
Por eso no quería dejar de estar con ustedes aquí, yo no soy un especialista en el tema, ustedes lo son, pero sí creo tener la visión y la comprensión de que se trata de un problema que excede el marco de la política de seguridad o de persecución de delincuentes. Tiene que haber un compromiso muy serio y muy profundo de países centrales para poder llevar a cabo con éxito ese combate. Sí quería estar aquí junto a ustedes, porque como dijo recién el Ministro, es darle visibilidad a estos temas. Un presidente de la nación, una presidente en este caso, no solamente viene aquí por una cuestión de cortesía, que es importante hacia los estados que nos visitan hoy aquí, a la deferencia que ha tenido el Uruguay al permitir que la reunión se hiciera en nuestro país, cuando creo que correspondía que se hiciera en la hermana República Oriental del Uruguay.
Quería saludarlos a todos ustedes y además, ante la sociedad, darle visibilidad a una política y a un problema en el cual están comprometidos todos los gobiernos y que debemos necesariamente darle mayor densidad social para poder combatirlo con éxito, porque sino, transcurre casi en encuentros que tienen que ver con lo académico, con lo institucional, con lo instrumental.
Necesitamos, como en todos los grandes combates que hay que dar y que ha dado la humanidad en la vida contra grandes flagelos, la activa participación y compromiso de toda la sociedad y para eso la sociedad tiene que estar viendo lo que se está haciendo y sabiendo también lo que está pasando, colaborando activamente en construir políticas que ayuden, reitero, no sé si a hacer desaparecer el problema, pero sí, por lo menos, a reducir el impacto que significa la violación de los derechos humanos de mujeres, de menores de edad o en situaciones francamente muchas veces inimaginables, porque todos tenemos una fértil imaginación, sobre todo, cuando está vinculada a determinados temas.
Cuando uno escucha algunos relatos o algunas experiencias de las personas que han sido recuperadas luego de una vida de esclavitud, advierte hasta qué punto la condición humana puede ser la peor enemiga de la dignidad humana.
Entonces, quiero agradecerles a todos ustedes la presencia aquí, en nuestra querida Ciudad de Buenos Aires, en nuestra querida República Argentina, e invitarlos a seguir trabajando con mucho ahínco, con mucho compromiso en esto que es una tarea que viene desde el fondo de los tiempos, porque luchadores contra la esclavitud, tal vez contra esclavitudes más masivas basadas en el color de la piel o en el origen étnico o religioso, existen desde el fondo de los tiempos.
Lo cierto es que hemos ido reduciendo a los sujetos y esto creo que sí es un avance importante en la historia de la humanidad pero como siempre digo, cuando se logra una cosa suelen aparecer otras y cada vez se corre un poquito la meta para poder vivir en un mundo que soñemos podamos llegar algún día en donde la violación de los derechos humanos sea solo una experiencia mínima y tal vez no vivible.
Pero, reitero, quiero decirles con mucha orgullo, con mucha pasión, con mucho compromiso en la tarea que ustedes hacen, que hay que seguir trabajando, hay que seguir haciéndolo con la esperanza y con la convicción de que podemos cambiar las cosas.
Cada persona que recuperemos, cada mujer o cada menor al que podamos sustraer a esa vida -si es que se le puede denominar vida, de algún modo hay que llamarla- es una victoria que se hace en la lucha permanente por los derechos humanos que viene desde el fondo de la humanidad y que seguramente, seguirá durante mucho tiempo más.
Muchas gracias y muy buenas tardes a todos. (APLAUSOS)