Gracias, muchas gracias; señor Gobernador de la provincia de Salta; señor Intendente de Santa Victoria Este; señor ex Gobernador; amigos y amigas que hoy nos acompañan: cuando venía bajando, en Santa Victoria Este, al llegar al aeropuerto, me recibieron dos hermanas franciscanas: Luisa y Nora. Luisa me regaló este rosario, que tengo colgado en el cuello, y junto con ellas, nos acercamos a quienes desde muy temprano nos estaban esperando.
Cuando uno está aquí, en el corazón de la Patria, hay muchos corazones como este, a lo largo y a lo ancho del país, lugares - como decía el Gobernador - olvidados, durante décadas.
Hoy, déjenme decirles y contarles a ustedes - al cacique Sarabia, que nos recibió allá, en Santa Victoria Este, a las maestras Beatriz y Lidia, que dieron clase esta mañana, a Adriana, la médica que también se acercó a saludarnos, que trabaja en el Hospital de Santa Victoria Este y a todos ustedes, que hoy aquí, en este lugar, como esos alumnos y maestros que recién vimos en la Antártida, en el Chaco chaqueño o en San Juan, construyendo - como que yo digo - igualdad de oportunidades para todos los argentinos porque eso es lo que estamos haciendo hoy aquí, inaugurando este establecimiento de doble propósito, que no solamente va a ser colegio, sino además escuela agrotécnica para precisamente dotar de los instrumentos, de las herramientas del conocimiento para que sea el trabajo, junto a la educación, los dos grandes ejes que modifican y dignifican la vida de nuestros compatriotas.
En lugares como este, que como recién decía el Gobernador, faltan tantas cosas, es donde se entiende en toda su extensión, en toda su dimensión, lo que nosotros denominamos la necesidad de redistribuir el ingreso, de construir una Argentina más justa, más equitativa, que. muchas veces se dice en los discursos o se escribe en una propuesta electoral, pero el desafío es llevarlo a cabo y para llevar a cabo esa construcción de un país más justo, más digno, más equitativo, muchas veces tenemos que afrontar descalificaciones, agravios de los que no entienden la necesidad de millones y millones de argentinos, que no tuvieron la suerte, que tuvieron otros, de nacer en los grandes centros urbanos o, tal vez, nacer en el seno de una familia que les pudo proveer todo: educación, casa, salud, vestimenta, zapatos.
Por eso, cuando hoy el directivo de la escuela, dijo: "hoy el Estado tiene presente", es la verdadera extensión de lo que nosotros queremos y concebimos el rol que tiene que cumplir ese Estado. Pero el Estado - tal cual lo dije ayer, al inaugurar la sesión del Parlamento argentino - no es Jesucristo, no puede multiplicar los peces y los panes. Necesita a través de una de las herramientas más importantes, en materia de distribución del ingreso: la parte impositiva, la parte de gestionar para que una parte de la riqueza que produce y genera un país pueda llegar a todos sus habitantes también tener políticas conducentes y efectivas.
Por eso, yo quiero agradecerles a todos ustedes la infinita paciencia de generaciones y generaciones de argentinos, de los pueblos originarios, que esperaron seguramente durante décadas para tener este colegio, y esperaron sin levantar el puño, esperaron sin agravios ni violencias, y esperaron sin descalificarnos. Al contrario, cuando uno baja en un helicóptero, levantando tierra porque no hay pavimento o porque la tierra está seca, lo reciben con la mano tendida, no el rostro lleno de sonrisas y diciendo: "gracias". Yo quiero decirles a todos ustedes que no le den nunca más las gracias a nadie, al contrario yo quiero decirles a ustedes, en nombre de todos los argentinos: perdón, perdón por tanto tiempo de olvido, perdón por tanto tiempo de egoísmo, perdón por tanto tiempo de avaricia.
Ustedes tienen el derecho de reclamar, a reclamar porque son los que carecen de todo, de toda posibilidad y por eso hoy, cuando venimos aquí, a inaugurar esta escuela, venimos a mitigar muy fuerte esa carencia de educación y de igualdad de posibilidades, casi me atrevería a decir de siglos y temo no equivocarme cuando hablo de siglos al estar a un escaso año de cumplir 200 años nuestro país como país.
Por eso, con todo el afecto y el agradecimiento por como son, por ser generosos compartiendo, estoy segura, absolutamente convencida que deben compartir los unos con los otros lo poco que tienen. Y esto los hace -créanme - grandes argentinos.
El gobernador me contaba, cuando el cacique Saravia se acercó a saludarme, que es una costumbre de nuestros pueblos originarios, aquí, que cada uno de los caciques tome los nombres de los grandes patriotas: Moreno, Belgrano; en este caso el "Chocolate" Saravia, lugarteniente de Don Martín Miguel de Güemes, necesitamos muchos argentinos más como ellos que estén orgullosos de la historia y de ser argentinos.
Quiero agradecerles a todos, en esta tarde, créanme para mí, muy calurosa, que estemos todos juntos aquí, que podamos mirarnos a los ojos, y que nos tendamos la mano, con la convicción de que es posible construir un país mejor. Pero que ese país mejor la primera la tiene el Estado y también aquellos que más tienen para poder seguir construyendo escuelas, hospitales, caminos, toda la infraestructura que necesita un país para desarrollar esa igualdad de oportunidades.
Por eso, en este 2 de marzo, donde aquí, en el corazón del Chaco salteño, estamos dando inauguración a este ciclo lectivo, en esta escuela agrotécnica de Santa Victoria Este, déjenme decirles a ustedes, muchas, pero muchas gracias, los estrecho muy, pero muy fuerte en mi corazón.
Gracias Santa Victoria Este, gracias "La Puntana", gracias, gracias, y una vez más: Perdón por haber tardado tanto. Muchas gracias.