Premios Azucena Villaflor

PALABRAS DE LA PRESIDENTA DE LA NACIÓN, DRA CRISTINA FERNÁNDEZ DE KIRCHNER DURANTE EL ACTO DE INAUGURACIÓN DE LA PLAZA "DECLARACIÓN UNIVERSAL DE LOS DERECHOS HUMANOS" Y ENTREGA DE LOS PREMIOS "AZUCENA VILLAFLOR", EN ANTIGUA SEDE DE LA ESMA.

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¿Qué tal? Muy buenas tardes a todos y a todas; señor representante de la UNESCO, organismo de las Naciones Unidas, que nos ha distinguido, a los argentinos, reconociendo este lugar como un testimonio, también, del horror; señor Embajador de Francia; Madres; Abuelas; Osvaldo; Sara, amigos y amigas: es impresionante, yo siempre digo que creo mucho en las señales, hoy por la mañana estaba invitada y fui a comer a la AMIA. Allí, cuando llegué, luego de hacer homenajes a las distintas tragedias, se acercó un hombre a saludarme, un sobreviviente -como Sara - de Auschwitz.

Aquí hoy Sara, que no es distinguida, como bien dijo el señor Secretario de Derechos Humanos, por ser sobreviviente de Auschwitz, como una reparación porque hay cosas que obviamente no tienen reparación, sino que es distinguida esencialmente por su rol en los organismos de derechos humanos, en como ella acaba de decir, en la defensa de la vida.

Hoy debía ser un día, no digo de alegría, porque estás cosas no pueden recordarse con alegría, pero si de paz, de serenidad y de justicia, junto al señor Embajador de Francia, que vino a traernos también una muestra con motivo de la Declaración de los Derechos Universales del Hombre, que se va a exhibir simultáneamente aquí y en Francia. Digo que debería haber sido un día de paz, de serenidad, de reconocimiento y de reencuentro, pero una vez más, y aquí si no creo en señales ni en casualidades, sino tal vez en mensajes, que son muy fáciles de descifrar, justamente hoy la Justicia Argentina o miembros que pertenecen a ella, ordenan la libertad de las personas, que acusadas por violación masiva a los derechos humanos, en este mismo lugar, en este mismo espacio avergüenzan a la Argentina y a la humanidad. (APLAUSOS).

Justamente, cuando lo veía al señor Embajador de Francia, aquí, recordaba otro momento, en París, cuando me tocó acompañar, por primera vez, al entonces Presidente Kirchner, cuando se fue a entrevistar con el entonces Presidente de Francia, Jacques Chirac. Me acuerdo que uno de sus requerimientos fue precisamente, ante la inacción de la Justicia argentina, por la muerte y desaparición de las monjas francesas, aquí en la ESMA, por parte - no lo voy a nombrar, me resisto a nombrarlo - de ese que hoy fue ordenada su libertad. Por eso digo que hoy es un día de vergüenza y para la humanidad, y también para nuestro sistema judicial. (APLAUSOS).

Hace pocos días, en la Universidad de Pilar, hablaba de cómo vive la sociedad, nuestra sociedad la injusticia, ante libertades con las que luego se violan, se asesinan o se cometen otras violaciones también a la vida, a las libertad de los argentinos, esta vez por delitos comunes, tal vez, hoy más grave aún, por delitos de lesa humanidad, delitos imprescriptibles. No porque lo diga yo, como Presidenta o porque lo diga la legislación argentina, sino porque es legislación universal. Tiene que ver precisamente con el nombre que le imponemos a esta plaza: "Declaración Universal de los Derechos Humanos". (APLAUSOS).

Y digo que hay cierta perversidad porque la libertad es ordenada porque han transcurrido años sin que se los juzgue, pero no se los juzga por la inacción de otros tribunales. Entonces, en medio de esa maraña judicial, a la que los abogados somos tan afectos, en nombre de los derechos a que alguien sea juzgado en un determinado tiempo y forma, se libera porque no ha sido juzgado por los jueces inferiores. Quién puede entender esto, sino como una perversidad del sistema, que espero - y en esto no creo violar la independencia  de los poderes - que el propio sistema del Poder Judicial argentino lo resuelva, para honor y dignidad de todos los argentinos. Porque uno de los cuales su libertad ha sido dispuesta hoy ha sido condenado en Francia, aquí está con nosotros acompañándonos, por esas casualidades también hoy, el señor Embajador de Francia. Esa persona fue condenada en los tribunales de Francia y su captura es pedida a nivel internacional, sin embargo, aquí, nuestro sistema judicial lo libera. Yo no quiero que ningún juez, ni ningún Poder se sienta incómodo por esto pero es muy difícil explicar estas cosas, son muy difíciles de entender.

Pero para que no queden dudas, si alguno cree que de esta manera envía mensajes o piensa que, tal vez, pueda torcer la voluntad de la sociedad argentina, de que tengan juicio por las leyes de la Constitución y por los jueces de la Constitución, quienes han cometido tan terribles violaciones a los derechos humanos, si piensan que pueden tal vez amedrentarme porque soy una mujer, que lo olviden. Nunca lo van a lograr, y no porque sea muy valiente, nunca me gustó hacer ejercicio de valentía, todos tenemos nuestros límites a las valentías y a todo, pero hay límites que no estoy dispuesta a trasponer, que son el de la dignidad de las instituciones de la República Argentina y el honor del país ante la humanidad, ante el resto de las naciones (APLAUSOS).

Es una cuestión que tiene que ver con nuestra existencia como Estado de derecho, es algo que tiene que ver con nuestro buen nombre y nuestra capacidad de ser presentables ante la comunidad internacional, de ser capaces dentro de nuestras propias instituciones, con el Derecho argentino, de juzgar y castigar a quienes han violado las leyes. Me daría mucha vergüenza que fuera el tribunal de otro país, que fuera un pedido de extradición el que finalmente hiciera justicia porque los argentinos no hemos podido llegar a ella luego de más de 25 años de demanda y lucha de los organismos de derechos humanos. (APLAUSOS)

Yo confío en que las instituciones de la democracia, yo confío en que finalmente el Poder Judicial de la República Argentina, de la Nación Argentina, coloque a nuestro país en el lugar del que nunca debimos haber salido, y podamos sentirnos orgullosos miembros de la comunidad internacional, en donde el respeto de los derechos humanos es un baluarte no de un gobierno, ni de un partido, ni de un sector, sino de todos los argentinos.

Muchas gracias a todos y a todas, gracias Osvaldo, gracias Sara, y muchas gracias a estos miles de jóvenes que acá nos acompañan, muchas gracias, presente y futuro de la Argentina.