Muy buenas tardes a todos y a todas.
Señor Jefe de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, ingeniero Mauricio Macri; señor vicepresidente de YPF Argentina, ingeniero Enrique Eskenazi; amigos y amigas: la verdad es que con el ingeniero Eskenazi nos unen dos grandes amores: el amor a las rosas y el amor a la patria, el amor a Argentina. Lo conozco desde hace muchos años y es un hombre que siempre ha planteado todas las charlas -más que charlas reflexiones- que hemos mantenido en conjunto con una profunda frustración por no haber alcanzado nuestro país, como él dijo, los destinos de grandeza que por recursos naturales, por recursos humanos y por nuestra propia historia podríamos alcanzar. Realmente me conmovió mucho lo que acaba de decir en el sentido de que se siente como la generación que ha contribuido a eso.
Yo quiero decirle que no se sienta así. Creo que la historia no la construye solamente una generación, la historia la construyen muchas generaciones y muchos argentinos y argentinas.
Es cierto que hemos tenido muchas frustraciones, pero creo que el hecho de que hoy estemos aquí compartiendo este momento, donde una importantísima empresa destina también importantes recursos para recuperar un lugar emblemático e histórico para todos los argentinos, revela que tal vez estamos en tiempos diferentes, en tiempos de construcción, en tiempos de reconstrucción.
Ver hoy este magnífico lugar, con sus rosales -yo les decía también que comparto con él el amor por los rosales, tengo en El Calafate más de ciento y pico de rosales, que serán un poco más grandes por el clima, lo debe saber la diseñadora de aquí que es una experta-, con estos fantásticos agapantos, en fin, ver todo este lugar que está muy cuidado pero, por sobre todas las cosas, muy querido, revela que para que las cosas salgan bien, primero hay que quererlas y sentir placer al realizarlas. Cuando uno quiere las cosas y siente placer en lo que hace, normalmente el resultado suele ser excelente y es excelente porque la gente que financió esto y la gente que trabajó y diseñó, tiene el expertis para hacerlo, ama este lugar y porque lo ama y siente placer por su tarea, es que sale el resultado.
Este es un poco el paralelo que deberíamos hacer también, no ya con El Rosedal, sino con nuestro país, con la Nación Argentina: trabajar y cada uno en el lugar que la vida o su propia vocación le puso, puede ser un empresario exitoso, un político, un profesional, un estudiante, un intelectual o una experta en paisajismos.
Si cada uno de nosotros en el lugar en el que nos colocaron y que elegimos hacemos las cosas con responsabilidad, con amor, con placer, con fe en el país que es tener fe también en nosotros mismos, porque el país no es una entelequia abstracta, el país somos nosotros, los hombres y mujeres de carne y hueso que lo construimos o que los destruimos también, creo que podríamos, tal vez, hacer "cuerda", como dice el ingeniero, o tal vez también, como me gusta ejemplificar a mí, ser como un inmenso reloj donde cada uno de los engranajes tiene una función que cumplir pero que es preciso que cada uno la cumpla, porque basta con que uno no la cumpla para que el engranaje se deteriore y el reloj no funcione.
Por eso creo que este lugar que estamos compartiendo, esta acción que hoy estamos compartiendo puede ser tal vez la réplica de otras acciones en donde cada uno de nosotros, reitero, cualquiera sea el espacio y el lugar, pueda poner el esfuerzo para poder construir un país mejor. Sin lugar a dudas, quienes más beneficios hayan logrado de la vida o quienes tengan mayores capacidades intelectuales o económicas, tendrán también mayor grado de responsabilidad; sería injusto, además, pretender igualar y decir que todos tienen el mismo grado de responsabilidad.
Por eso, me gusta mucho estar hoy aquí y no quería faltar -pese a que de aquí me tengo que ir corriendo al avión para partir hacia Brasil al encuentro del MERCOSOR con países de Latinoamérica y del Caribe- por lo emblemático que tiene este acto donde la responsabilidad social de una empresa que vuelve a tener participación argentina, también sea demostrativo para que esa empresa que vuelve a tener participación argentina pueda reconstruir este lugar emblemático de los argentinos.
Espero que en el año 2017, cuando ya hayamos atravesado el Bicentenario de nuestro nacimiento como país y de nuestra independencia y se cumpla entonces el bicentenario de este lugar emblemático, podamos decir que cada uno de nosotros estuvo en "cuerda" o que cada uno de los engranajes que somos hemos cumplido con nuestra función para que el reloj funcione cada día mejor.
Felicitaciones, ingeniero, felicitaciones a la señora paisajista y a todos aquellos que han cumplido una función en la reconstrucción de este magnífico lugar.
Muchas gracias y buenas tardes a todos. (APLAUSOS)