Señora Presidenta; señor Vicepresidente; señores Gobernadores; señores ministros; demás autoridades buenas tardes a todos: en los últimos diez años hemos vivido un proceso de cambio profundo en lo que es la producción agropecuaria. Este proceso tiene que ver con el propio mapa productivo, pero también con la distribución. Obviamente que hay efectos muy buenos, como haber llegado a los 95 millones de toneladas de cosecha; haber duplicado, desde el año 2003, las exportaciones de agroalimentos y el crecimiento de todos los bienes y servicios, asociados a esa producción como por ejemplo las ventas de maquinarias agrícolas, tanto interna como externamente.
Pero el proceso tiene también otros impactos, que tienen que ver con el propio mapa de la producción, en el interior, e impacto distributivo que tiene que ver con la generación de empleo, con los precios y también con la concentración de la tierra. Ya nos ha ocurrido, en otras oportunidades, que la pérdida de nuestra identidad productiva y la concentración afectó las bases más profundas de nuestro quehacer como sociedad.
La soja, en particular, hace 10 años era un tercio de la superficie cultivada, mientras que el resto de los granos ocupaban dos tercios. En este tiempo la soja creció 142 por ciento, mientras el resto de los granos cayeron en su superficie sembrada. Nadie dice que la soja es mala, obviamente que algo que nos demanda el mundo y que nosotros podemos producir a muy buenos precios no tiene nada de malo per se, pero si tiene profundos efectos en el resto de la actividad productiva.
Desplaza y encarece otras actividades porque encarece el precio de la tierra; tiene efecto sobre el propio suelo como monocultivo; tiene un impacto laboral muy bajo. A pesar de todo el boom agropecuario, el empleo en el sector uno y medio versus el 17 por ciento en el resto de la economía. Tan sólo por comparar 100 hectáreas de soja generan un puesto de trabajo, genera 15 en el algodón o generan 50 puestos de trabajo los cítricos.
Lo que estamos diciendo es que no es lo mismo producir soja que leche y que si no cambiamos el rumbo que tenemos, a la larga lo que vamos a tener es menos leche, menos carne, menos trigo, menos maíz y mucho más caro para todos.
La soja subió, en los últimos 6 meses, 70 por ciento; en el transcurso del último año creció 90 por ciento. Sin retenciones el precio doméstico de la soja sería de 70 por ciento superior, y al ser 70 por ciento superior, el alquiler de los campos, para otras actividades, sería mucho más caro, producíamos menos trigo, menos maíz, menos carne, menos leche y mucho más caro para todos aquellos que nos alimentamos de eso, como ocurre en la Argentina.
No hace falta más que comparar lo que ocurre con los precios de estos bienes en los países vecinos. La leche, el aceite, el pan y la carne cuestan entre dos y tres veces más en los países que nos rodean.
Cuando se decidió la siembra de soja el precio que esperaba percibir un productor eran 237 dólares por tonelada. Hoy ese precio neto de las retenciones es de 279 dólares por tonelada, es un 18 por ciento más.
¿Por qué utilizamos las retenciones y las compensaciones? Si nosotros tuviéramos que enfrentar los precios internacionales - como dije antes - los precios domésticos serían muchísimos más caros. Las retenciones, junto con las compensaciones, en la cuales el Estado lleva gastado 1.500 millones de pesos para contener la evolución, que tienen fuera los alimentos, implican que un vasto porcentaje de la población pueda acceder a los alimentos a los precios que les corresponde. Precisamente por eso es que el Gobierno Nacional utiliza el mecanismo de retenciones y compensaciones.
¿Por qué implementamos retenciones móviles? La retención móvil no es otra cosa que una retención que sube, cuando el precio internacional sube y por ende genera mayor estabilidad y que baja, cuando el precio internacional baja, generándole mayor seguridad al productor.
Para que nos demos cuenta de cómo funciona, cuando se implementaron, el 11 de marzo, las retenciones móviles implicaban para la soja una retención del 44 por ciento, hoy está en 41 y medio y seguimos discutiendo mediàticamente como si fuera 44 por ciento. Lo que digo es que cuando sube o baja el precio internacional las retenciones móviles acompañan esto. No está en el corazón de la retención móvil poner un precio máximo o desincentivar la producción, si reequilibrar cómo es nuestro mapa productivo y tener, cada vez, una producción más diversificada.
Como dije antes, el precio neto, después de retenciones, hoy es un 18 por ciento más que lo que se esperaba cuando se sembró. Esto quiere decir que nadie está perdiendo plata con respecto a lo que esperaba.
En particular, si uno observa cómo es la estructura de la producción sojera, hay 4.000 productores que tiene más de la mitad de la producción. Esos productores esperaban llevarse 5.800 millones de dólares de facturación. Hoy se están llevando 1.000 millones de dólares más, inclusive neteando por las retenciones.
Está clarísimo que este no es el caso para todos porque lo que hace la suba del precio internacional es propender cada vez más a una concentración de la tierra. El 20 por ciento de los productores tienen el 80 por ciento de la producción y el restante 80 por ciento de los productores, se queda nada más que con el 20. Dentro de ese 20 por ciento que tiene la mayor producción de la Argentina, el 2,2 se queda casi con la mitad de la producción de soja de la Argentina. Repito: el 2,2 se queda casi con la mitad de la producción de soja de la Argentina.
Está claro que la situación no es igual, está claro que los precios internacionales propenden a una mayor concentración y está clarísimo que un gobierno que siempre ha luchado por generar una sociedad más igualitaria, tiene y tuvo en mente esta diferencia.
El 80 por ciento de esos productores, que solo tienen el 20 por ciento de la producción, son aproximadamente 62.500 productores. El día 11 de marzo, cuando se tomó la medida, se llamó a las entidades precisamente para discutir cómo era la implementación de un esquema que contemplara la situación de los pequeños productores. Lo mismo ocurrió el viernes pasado sin respuesta.
Un productor pequeño es el que produce menos de 500 toneladas y, repito, esto es el 80 por ciento de 62.500 productores, lo que equivale a tener en la zona pampeana 150 hectáreas. Esto es aproximadamente una facturación de más de 400.000 pesos por año, un valor de la tierra de casi 1.000.000 de dólares y un arrendamiento, es decir, un alquiler, si es que no se trabaja la tierra, de 20.000 pesos por mes. Está clarísimo que hay que diferenciar al pequeño, está clarísimo que tenemos que hacer que ese pequeño, sobre todo en las zonas más alejadas, tenga mejores condiciones y pueda competir con los grandes pooles de siembra.
Es por eso que el Gobierno nacional está tomando diversas medidas para propender a que esto ocurra.
La primera, es un reintegro automático de las retenciones para los pequeños productores de soja y girasol que equivalen al 80 por ciento del total de productores, que lo que hace es llevar el nivel de retenciones al que tenían previo a la medida preservando la rentabilidad esperada que tenían antes de que fuera tomada esta medida. El mecanismo es automático porque se hace con un sistema que los propios productores ya conocen que es la acreditación directa vía CDU, es decir, la acreditación bancaria. Se diferencia de esta manera claramente al pequeño del grande.
Asimismo, el Gobierno nacional está restituyendo para la zona del NOA y NEA algo que existía antes de 1991 y que es la compensación por el costo diferencial del flete. Como ustedes saben a un productor alejado le es mucho más costoso llevar hasta los puertos hacia donde tienen que llevar la producción precisamente por el costo del flete y lo que ese está haciendo es compensar por la distancia para que esta situación sea más igualitaria. En promedio, estamos compensando la mitad del costo del flete para todas las provincias del NOA y del NEA.
En tercer lugar, se está abriendo el registro de exportaciones de trigo y asegurando a partir de mañana que el productor perciba el precio pleno del trigo de la misma manera que garantizando que esto ocurra durante la próxima campaña.
En cuarto lugar, seguimos, como ya comenzamos desde hace un tiempo, a trabajar en mecanismos que, diferenciando por el tamaño del productor, compensen e incentiven la producción de valor agregado. En este caso es la producción lechera. Desde hace un tiempo y ya han comenzado a recibir los montos los productores, se viene trabajando con una compensación que es más grande cuanto menor es el tamaño del productor. En las últimas semanas se estuvieron recibiendo alrededor de 5.600 tamberos casi 10.000 pesos por mes en promedio cada uno de ellos para incentivar su producción.
En quinto lugar, se está lanzando en conjunto con el Banco de la Nación Argentina una bonificación de tasas a las líneas ya existentes en el banco para generar crédito a 5 años a tasa fija a un costo del 6 por ciento para aquellos que agregan valor. En este caso estamos comenzando otra vez por los tambos, es decir, toda la maquinaria que hace a incentivar la tarea de los tambos y, de la misma manera, con los galpones para pollos.
Por último, se crea la Subsecretaría de Desarrollo Rural y Agricultura Familiar que es un reclamo histórico del sector y que, precisamente, va a estar orientada a atender la situación de desigualdad que vive el pequeño productor y a que las políticas para que vayan creciendo agregando valor y estando en igualdad de situación de competencia con los medianos y grandes productores, puedan ser sustentables y mejorables año tras año.
Presidenta: la producción agropecuaria y su elaboración para agregar valor agregado es, sin duda, un elemento fundamental de la economía argentina y también una de las mayores posibilidades de crecimiento y mejora social que poseemos como país. Pero siempre debemos pensar en un país que nos incluya a todos, un país donde las enormes diferencias tiendan a diluirse, un país sustentable productiva y socialmente como es la convicción del Gobierno nacional.
Muchas gracias. (APLAUSOS)