La Quinta de Olivos es un predio de 30 hectáreas que perteneció al vocal de la Primera Junta de Gobierno, Miguel de Azcuénaga, y que fue donado al Estado Nacional en 1918 por uno de sus descendientes, Carlos Villate Olaguer. El 30 de septiembre de ese año, el Presidente Hipólito Yrigoyen firmó el decreto por el que aceptó la donación:
El Poder Ejecutivo de la Nación decreta: Acéptase el siguiente legado hecho por el señor Carlos Villate Olaguer: Al Gobierno Nacional de mi Patria, para que pueda hacer asiento o residencia veraniega, lego parte de mi propiedad denominada Cabaña Azcuénaga, situada en Vicente López, con los límites siguientes: por el Norte con la calle denominada Carlos Villate, por el Sud con la calle denominada Antonio Malaver, por el Este con el Río de la Plata y por el Oeste con la Avenida Centenario, que consta más o menos una superficie de treinta y cinco hectáreas. En caso de que el gobierno no aceptara esta donación, es mi voluntad sea construido un gran parque, donándolo al Gobierno Nacional para beneficio público y pulmones de la población, que se denominará Parque Azcuénaga. Yrigoyen-Gómez. (B. O. 5-4-1919).
Así, este histórico predio pasó a ser utilizado por el Estado Nacional. Funcionó como residencia de verano de los presidentes, como espacio para colonias de vacaciones infantiles y, finalmente, a partir de 1955, como residencia presidencial permanente. Además de la casa que aloja a las familias presidenciales, obra del arquitecto Prilidiano Pueyrredón, la mayor riqueza de la Quinta es la variada y valiosa vegetación de su hermoso parque, que aporta un natural y reparador microclima a quienes la visitan.