Desde las jornadas revolucionarias de mayo de 1810, los patriotas solían identificarse con cintas de diversos colores, especialmente rojas, también utilizadas por las tropas españolas desde comienzos del siglo XVIII. El 13 de febrero de 1812, Belgrano solicitó al Triunvirato que aprobara una única escarapela para así distinguir con claridad a las tropas patriotas de las realistas en batalla. El 18 de ese mismo mes, el Triunvirato aprobó la escarapela con los colores blanco y azul celeste como único distintivo para los ejércitos revolucionarios. Entusiasmado por este resultado, Belgrano ideó una bandera con los mismos colores.
«Siendo preciso enarbolar bandera y no teniéndola, la mandé hacer blanca y celeste conforme a los colores de la escarapela nacional», les comunicó a las autoridades del Triunvirato.
Por orden de Belgrano, la enseña fue jurada por primera vez el 27 de febrero de 1812, por las baterías Libertad e Independencia formadas frente al río Paraná, a la altura de la Villa del Rosario. La fórmula utilizada en esa ocasión aún conmueve:
«¡Soldados de la Patria! En este punto hemos tenido la gloria de vestir la escarapela nacional que ha designado nuestro Excelentísimo Gobierno: en aquel, la batería de la Independencia, nuestras armas aumentarán las suyas; juremos vencer a nuestros enemigos interiores y exteriores, y la América del Sur será el templo de la Independencia y de la Libertad. En fe de que así lo juráis, decid conmigo ¡Viva la Patria!».
Aunque el Triunvirato no aprobó inicialmente la bandera creada por Belgrano, poco después su uso fue autorizado, aunque no como bandera nacional sino como gallardete de las tropas del ejército del Norte.
Las primeras banderas no tuvieron un diseño único y definitivo, por el contrario, fueron muy diversas. Sin embargo, la popularidad de los colores azul o celeste y blanco para confeccionar enseñas militares se extendió velozmente entre las unidades revolucionarias. Para 1815, era también un símbolo político usado por los grupos más radicalizados contra el rey de España. Por esa razón, en 1816, el Congreso de Tucumán solo tuvo que oficializar una enseña que ya se utilizaba con frecuencia.
Sin embargo, el diseño siguió sin ser homogéneo, al menos durante el siglo XIX. La cuestión comenzó a definirse en términos oficiales recién a comienzos del siglo XX. Hoy la Bandera Nacional está compuesta por tres franjas horizontales, dos celestes y una blanca en el medio, en cuyo centro se reproduce el Sol de Mayo en color amarillo oro.