Palabras del Presidente de la Nación, Javier Milei, en la condecoración con la Orden de Mayo al Dr. Jesús Huerta de Soto

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Palabras del Presidente de la Nación, Javier Milei, en la condecoración con la Orden de Mayo al Dr. Jesús Huerta de Soto

Buenos días a todos. Es para mí un placer y un honor mayúsculo tener la posibilidad de distinguir a este coloso de las ideas de la libertad, que es el profesor Jesús Huerta de Soto. Como digo siempre, junto a nuestro máximo prócer de la libertad, el profesor Alberto Benegas Lynch (hijo), son mis mentores intelectuales.

Los errores son míos, pero la parte buena se las debo a ellos. Y no es solamente esta distinción por una mera cuestión de algo personal o algo por el estilo; es por la enorme contribución que están haciendo a la humanidad con sus maravillosas contribuciones, por sus clases online y por todo lo que estamos aprendiendo todo el tiempo de ellos. Ya sea dentro de las aulas, como fuera de las aulas.

Y, además, dado el momento de Argentina, yo estoy muy involucrado con una de las contribuciones del profesor Huerta de Soto que es la teoría de la eficiencia dinámica. Y por eso mismo es que hoy quería contar lo importante que es ese concepto - está el profesor Martín Krause, otro coloso. Muchísimas gracias. Tremendo lujo me estoy dando. Y miren, tienen a uno de los intérpretes de las ideas, que es el doctor Federico Sturzenegger, que está desregulando a diestra y siniestra. O el profe Espert que defiende los recortes en el Congreso. Más allá de eso, nosotros hemos sin lugar a dudas logrado el caso de estabilización más exitoso en la historia del mundo. Hicimos un ajuste fiscal de 15 puntos del PBI; 5 en el Tesoro, 10 en el Banco Central, la inflación mayorista del 54% mensual pasó al 1 y medio; y si le limpiamos el crawling peg que estaba vigente, es del 0,5%; quiere decir que, en términos anuales, pasamos del 54.000 anual al 6 anual. Pero no solo eso, porque cuando empezamos a hacer todo esto dijeron que el ajuste era imposible, y tal como señala brillantemente el doctor Sturzenegger, dijo: “rompimos tres dimensiones de la naturaleza del ajuste”. La primera es el quantum y el tiempo. A Federico lo suelen llamar para decir, bueno, el ajuste que tengo que hacer. Bueno ¿Qué podés hacer? Y le dicen, no, bueno, un punto por año. Y Federico le contesta: ¿Qué tal si haces cinco en un mes? Es lo que hizo Javier. Y, además, a los 6 meses también habíamos terminado con el déficit del Banco Central - tenemos presente a Furiase aquí, que es parte del Banco Central y de ese logro enorme también. Pero no solo eso. Cuando hicimos el ajuste y empezaba a bajar la inflación, dijeron que íbamos a meter a la economía en una gran depresión y que el PBI se iba a destrozar; y que acorde a que había habido ajuste de la mitad del tamaño y habían hecho caer 15 puntos el PBI, por lo tanto estábamos para hacer un desastre. Y, después empezaron con que bueno entonces iba a ser una L: iba a caer y luego iba a quedar plano ahí. Después empezaron con que iba a ser la pipita de Nike, muy suave. Después la pipita se puso más fuerte. Después era en V. La realidad es que es un tilde. Y perdón la licencia poética, pero la economía argentina sube como pedo de buzo y se ven la burbujitas por todos lados.

Y eso es, cuando ustedes miran los datos de diciembre contra diciembre, en términos desestacionalizados en el EMAE, que es el Estimador Mensual de Actividad Económica, o sea un proxy del PBI, creció 6%. El último dato disponible es del 5,7%, pero el desestacionalizado es 0,8. Es decir: Argentina hoy viene creciendo a una velocidad del 10%. ¡Vaya que sí que lo estamos logrando!

Y también dijeron que éramos un gobierno inhumano, sin sensibilidad, que no nos importaban los más vulnerables. Una vez que sinceramos el desastre que nos dejó el gobierno anterior… Obviamente sincerar los precios hizo que claramente la pobreza saltara al 57%. Hoy ese número gracias a la baja de la inflación, la recuperación de la actividad y el recorte de los curros de la política, llevado a cabo por la ministra Pettovello, que no está porque quedó reventada del viaje que venimos de Roma, todos insolados, además, cosa que no se nota gracias a que Lilia hizo una cosa prolija en mi cara -magia hizo directamente- la pobreza cayó en más de 20 puntos porcentuales. Es decir, que en un año hemos sacado de la pobreza a más de 10 millones en la Argentina. Vaya si no es tener sensibilidad llevar adelante las ideas del libre mercado.

Y como si fuera poco, a lo largo de los 500 primeros días de gobierno hicimos 2.000 reformas. Es decir, cuatro reformas por día durante 500 días, parafraseando al ministro Petri. Una verdadera máquina de desregular y sacarnos de encima la pata opresora del Estado. Así es que, creo que le estamos haciendo honor a mis mentores al profesor Huerta de Soto, al profesor Benegas Lynch y al profesor Krause con todo esto que estamos haciendo. Igual les aviso que vamos por más.

Pero más allá de los resultados de un programa de estabilización exitoso y de las cosas buenas que vienen para adelante para los argentinos, me parece que -y más allá que a mitad del año que viene la inflación habrá sido dejada como un problema del pasado, dados los rezagos de la política monetaria, ya que nosotros dejamos la cantidad fija de dinero a partir de la mitad del año pasado, así que es de esperar que para mitad del año que viene la inflación haya dejado de ser un problema en Argentina, es hoy entonces el tema central del debate, y por eso este es el tema que a mí me gustó tratar, en honor al profesor Huerta de Soto, el tema del crecimiento. Es decir, lo que se viene ahora es el crecimiento en serio. Es decir: ¿Cómo vamos a hacer para que Argentina sea grande nuevamente? Y aquí hay un rol muy importante en materia de las ideas. Y les puedo asegurar que es mucho más importante el debate de las ideas, y tener claro el rol de los valores éticos y morales de una sociedad, que es lo que va a hacer que Argentina vuelva a ser grande nuevamente. En este sentido, de lo que voy a hablar es de crecimiento óptimo y eficiencia dinámica.

Y el primer punto, me la voy a agarrar con alguien que suelo agarrármela regularmente, que es con el señor Vilfredo Pareto y su definición del óptimo de Pareto. Básicamente ¿Cómo se suele definir una situación de un óptimo de Pareto? Es cuando se agotan las posibilidades de ganancias de bienestar. Concretamente, si ustedes están en una situación que no es óptima y ustedes pueden mejorar a alguien sin empeorar a nadie, eso se llama mejora paretiana. Y cuando eso se agota, quiere decir que ustedes están en el óptimo. Y eso es el óptimo de Pareto. Es decir, vendría a ser algo así como cómo nos movemos de algún punto de adentro de las fronteras de posibilidades de la producción hacia el límite de la frontera de las posibilidades de la producción. Y después hay toda una discusión sobre la optimalidad moviéndonos sobre la frontera de la posibilidad de la producción. Y entonces ahí -y esto es un punto que está excelentemente tratado por el profesor Huerta de Soto- él va y ataca directamente a los dos teoremas de la economía del bienestar. El primero de los teoremas dice que el sistema de competencia perfecta es eficiente en términos de Pareto. Y ahora, dentro de un rato, vamos a ver la cantidad de monstruosidades que implica ello. Porque asociado a esto, la discusión que yo planteo en “Capitalismo y Socialismo y la Trampa Neoclásica”, que digo que cuando el modelo no mapea con la realidad, en lugar de cambiar el modelo se enojan con la realidad y lo llaman fallo de mercado. Esa atrocidad deriva del primer teorema de la economía del bienestar y es que el equilibrio competitivo es óptimo de Pareto. Y entonces cuando la realidad no se mapea con esa monstruosidad, entonces se la llama fallo de mercado y ahí es donde nacen todas las monstruosidades de la intervención.

Y el segundo, que también es otra monstruosidad, y que es clave en el trabajo de Huerta de Soto, es el segundo teorema de economía del bienestar, y es que la eficiencia paretiana es compatible con distintos tipos de dotaciones iniciales. Dicho de otra manera: ustedes esa idea llevada al extremo -y en los manuales de microeconomía o teoría de los precios, como ustedes quieran decirle, está- es el hecho que la optimalidad es independiente de la distribución. Una idea que el primero que la instaló fue John Stuart Mill. Bueno, eso es verdaderamente una aberración. Y con eso se mete directamente el profesor Huerta de Soto en algún momento. Porque todo el debate entre el capitalismo de libre mercado, el modelo de libre mercado, la sociedad de libre mercado, versus el socialismo o el estatismo, en sus distintas versiones, de derecha o de izquierda, pero todos estatistas en el fondo… lo que sabemos no es trivial. No es independiente el resultado de la distribución. No lo es en términos estáticos, lo cual es grave; pero además es mucho peor en términos dinámicos. Y si nosotros comprendemos este punto, vamos a tener claro que abrazar las ideas del socialismo puede destruir una sociedad. El mejor ejemplo es Argentina: de ser uno de los países más ricos del mundo, los distintos pelajes del socialismo hundieron a la economía y nos dejaron plantado un desastre que hubiera sido la peor de las crisis de la historia argentina, porque combinaba lo peor del Rodrigazo, lo peor de la híper de Alfonsín y lo peor de la salida de la convertibilidad del 2001.

Entonces, ya no es solo que no es factible eso, y que es falso, y que puede generar un desastre en términos estáticos; sino que las consecuencias dinámicas son atroces. Es decir: es falso que la eficiencia ustedes la puedan separar de la cuestión de la propiedad. Y eso es un punto central. Ahora me voy a meter con el primer punto. El primer punto es cuando no se cumple el primer teorema del bienestar, o sea, aparece un fallo de mercado. Ahora, si ustedes se fijan, todos los fallos de mercado son problemas con los cuales nos metemos con la matemática del equilibrio, no con problemas de la vida real. El primero es las no convexidades. Es decir, la contraparte de este nombre técnico, no convexidades, es la existencia de estructuras de mercados concentrados, o si ustedes quieren, en el caso más extremo, monopolios. De hecho, siempre cuento que me convertí a la escuela austríaca leyendo el artículo “Monopolio y Competencia”, de Murray Rothbard, que está en el libro “El hombre en la Economía y el Estado”, cuya traducción al español la ha hecho el padre del prócer Alberto Benegas Lynch; o sea el papá del prócer, abuelo de Bertie. Entonces, básicamente tiene que ver con una caracterización por la matemática del modelo de equilibrio general para que sea un óptimo, y las estructuras matemáticas subyacentes para que ese resultado sea un óptimo. Pero eso es un problema de la matemática, es un problema en la cabeza de los economistas; eso no tiene nada que ver con la vida real de los individuos. Es decir, los monopolios solamente son malos sí solo sí fueron creados artificialmente por el Estado. Sino, como decía Mises: si hay un solo oferente ¿Qué? ¿Me voy a pelear con el único que hay?

La otra es la de los bienes públicos, con esta cuestión de la rivalidad y la exclusión, donde claramente Ronald Coase se les rió a todos mostrando cómo eran los faros, que era un típico caso de bien público, en el siglo XIX. Se tomó el laburo y fue uno por uno a chequear: eran todos privados. Es decir, con lo cual está pésimamente definido el rol del empresario dentro y la naturaleza de la empresa. Por eso es tan importante el trabajo de Coase. Es más, en una brillante charla al respecto de Martín Krause él señala: va y revisa el mejor libro de microeconomía del momento, que sin lugar a dudas es el de Varian, a nivel intermedio, y busca el concepto empresario. No estaba. Entonces busca empresa. Bueno, aparece cuatro veces. Empresa y firma. Cuatro veces. Bueno, entonces no es difícil de entender que tengamos un punto en contra de eso y de lo ridículo… es más, hay una frase de Israel Kirzner, quien ha trabajado tan fuertemente como lo ha hecho el profesor Huerta de Soto, por ejemplo en su tesis doctoral “Socialismo, cálculo económico y función empresarial”, hay una frase en el libro de Israel Kirzner que es “Creatividad, Capitalismo y Justicia Distributiva”, donde dice que el modelo de la competencia perfecta es como que estuviera implícito en los parámetros profundos, tal como decía Robert Lucas Jr., que en paz descanse. Es decir, preferencias, tecnología y dotaciones. Era como que el auto estaba implícito en la cantidad de acero, caucho, vidrio, cuero… una estupidez. Pero claro, hay que verlo. Bueno nosotros vivimos lidiando con gente que no la ve.

El otro tema es el tema de las externalidades. Las de consumo tienen que ver con un problema de circularidad, de resolver el modelo de equilibrio general. Claro, porque si el consumo de un individuo depende de lo que consume otro, si eso estuviera cruzado genera una circularidad y no se puede resolver modelo. Pero hay un caso más divertido que cita el profesor en el artículo. Por ejemplo, el caso de la envidia. Y entonces, eso también sería un problema interesante en la resolución de los modelos. Y hay tantos de esos. Bueno, después está en producción, analizar este este tema me ha traído lugar a tantas malas interpretaciones maliciosas. Y obviamente que están los problemas de información asimétrica, el riesgo moral, la selección adversa, cómo se resuelve esto con el signaling; pero más divertido también dentro de esta familia- y que suelen usarla mucho los neokeynesianos para molestar con sus intervenciones- es la idea del dilema de los prisioneros, que está detrás de todos los que se llaman los problemas de fallo de coordinación.

Y ese es uno de los problemas. El otro problema es que el óptimo de Pareto se da de patadas con el crecimiento económico. Es decir, lo planteo de una manera más simple: estamos a finales del siglo XIX y aparece un señor llamado Thomas Alva Edison e inventa la lamparita. Entonces hay un montón de tipos que van a la quiebra, llamados fabricantes de velas. Si ustedes se ponen a pensar en términos de óptimo de Pareto, la situación para esas personas es desastrosa. Es decir, no hay nada más anti-pareto que el progreso tecnológico. Ahora, ustedes matan el progreso tecnológico y van a estar matando los últimos 250 años de historia de la humanidad, que son los mejores 250 que haya habido el hombre en toda su existencia. Ya que previo a la revolución industrial la condición natural del hombre era la pobreza. Y en una situación donde de arranque el 95% de las personas vivían debajo de la línea de pobreza extrema, la línea de pobreza extrema tiene que ser cambiada todo el tiempo porque se ha vuelto absolutamente irrelevante. Vaya que ha traído beneficios el capitalismo de libre empresa, a pesar de todas las intervenciones que hay.

Entonces básicamente hay un par de problemas ahí. El primer problema es que el crecimiento se ha dado por el progreso tecnológico. Y si nosotros en lugar de tratarlo como una bendición lo vamos a perseguir por la segunda cuestión derivada, que es la distribución del ingreso, lo que vamos a estar haciendo es matar el crecimiento económico, porque vamos a estar persiguiendo a aquellos que generan riqueza. Por eso es que quiero hacer tanto énfasis en este punto, y me ponga como algo pesado y denso, pero es el desafío que tenemos a futuro. Porque ahora viene el problema o la cuestión del crecimiento económico. Y por eso es tan importante la batalla cultural. Porque si dejamos permear las ideas de los zurdos, lo único que van a hacer es abortar el crecimiento económico, como lo hacen cada vez que se meten. Fíjense que, en línea a este problema, hay un artículo muy lindo dentro del libro de “La economía en una lección”, de Henry Hazlitt, que ataca a la falacia ludita y que es justamente el odio a la máquina. Justamente es esto y ese libro está inspirado en Bastiat, en lo que se ve y lo que no se ve. Y si uno lo quisiera poner en terminología neoclásica, cuando Hazlitt distingue entre el buen y el mal economista dice: ¿Qué es el mal economista? El que mira solamente el equilibrio parcial, mira solamente un mercado y de manera estática. La diferencia con el buen economista es que el buen economista mira el equilibrio general y lo mira en términos dinámicos. No solo mira un solo mercado hoy, sino que mira todos los mercados hoy y en el futuro. Después podemos discutir otras cuestiones, pero conceptualmente, para ponerlo en el lenguaje que manejamos todos… Por eso hago la traducción neoclásica.

Entonces, el primer problema que tenemos es… ya digamos, hay un problema de tratamiento de la optimalidad con el tema del crecimiento económico, porque se va de patadas. Pero no solo eso, sino que podemos seguir ahondando sobre la naturaleza de los modelos de crecimiento, como el modelo a la Ramsey. Ahora, es interesante, porque si ustedes se fijan -y ahí vuelve a aparecer el germen intervencionista de vuelta, con el primer teorema de la economía del bienestar-, si ustedes plantean el modelo de Ramsey -de hecho, en el libro de Xavier Sala i Martín está planteado: plantea el modelo de Ramsey y plantea la solución socialista. ¿Y adivinen qué da? Lo mismo. Por lo tanto da lo mismo, si ustedes tienen un modelo competitivo, más allá de las diferencias que podamos tener con los neoclásicos respecto a qué definen como competitivo, sucede que el resultado es el mismo. Pero, es más, cuando avanzan y, por ejemplo, tratan el tema de la educación, tema que no es no es menor; porque todo el debate del crecimiento endógeno, cuando reinicia a mediados de los 80 a partir de la tesis de Romer y el impulso que le da Robert Lucas Jr., que empieza todo un debate, y que ese debate culmina en un paper empírico de, Mankiw, David Romer y David Weil, y demuestra que 70 puntos del crecimiento económico son explicados por el capital humano. Entonces se acabó el debate, dicen. Esto es capital humano. Pero sucede que cuando aborda la cuestión del capital humano dice, bueno, pero tiene la característica de un bien público. Entonces para maximizar el crecimiento hay que meter al Estado.

Voy a adelantar una frase del profesor Huerta de Soto que es una maravilla. Porque no puedo esperar: “Justicia y eficiencia son dos caras de la misma moneda, ya que lo justo no puede ser ineficiente y lo eficiente siempre debe ser justo”. Y acá lo que estamos hablando es que va a aparecer un tipo a robarle a alguien, meterle la mano en el bolsillo a alguien, para transferírselo a otro. Es decir, en el propio sistema, donde queremos corregir ese problema estamos sembrando las raíces de la destrucción. Y ni que hablar cuando además se meten con la educación pública; sea de gestión privada o de gestión estatal. Y ahí el ejército de intervencionistas que va creando el Estado.

Entonces ese es uno de los problemas. El otro, que es el que a mí me apasiona y en el que estoy trabajando, tiene que ver con la presencia de los rendimientos crecientes. Cuando ustedes miran los datos del PBI per cápita, llevan el formato de un palo de hockey. Entonces van a ver que hasta el año 1800 el PBI per cápita estaba prácticamente constante, y de repente empieza a subir enormemente, con la llegada del capitalismo de libre empresa, a pesar de todo lo que intervienen los intervencionistas. Es decir, la presencia de rendimientos crecientes. Ahora, la presencia de rendimientos crecientes, para la economía neoclásica, es sinónimo de estructuras concentradas. Y esas estructuras concentradas, en el límite monopolios, se supone que son malas, no son óptimas de Pareto; y por lo tanto hay que regular. ¿Y cuál es la característica de la regulación? La regulación hace que las empresas se terminen comportando como si fuera el modelo perfectamente competitivo. Es decir, revientan, están matando los rendimientos crecientes. Y, como consecuencia de ello, se termina matando el crecimiento económico.

Yo recuerdo que en una de las reuniones que tuve con la directora del Fondo Monetario Internacional, Kristalina Georgieva, a raíz de la charla que habíamos tenido en el G7 mientras que estábamos esperando para hacer la foto de familia… estábamos esperando al difunto Papa Francisco, que en paz descanse. Entonces nos pusimos, mientras que lo esperábamos, porque se había roto el carrito en el que venía con Meloni, nos fuimos a un costado y nos pusimos a hablar sobre la Inteligencia Artificial, el crecimiento y demás, y en ese en ese contexto ella me citó un paper de Keynes, que es el de “La economía de mis nietos”. Y bueno, estuvimos charlando sobre eso. Y a la otra reunión yo le expliqué esta argumentación teórica. Y lo más divertido es que cuando fuimos a la otra reunión, no habíamos empezado la reunión y me dijo: “Presidente usted tiene razón”. Y yo le dije, “¿De qué?”. Dije, con todos los logros económicos, quizás tenía que ver con eso. Y era sobre este punto. Además, había hecho la estimación empírica de cuánto le costaban las regulaciones a la economía; y se estima que hace perder productividad total de los factores por más de un punto. Lo cual es un montón. Es un montón. Un punto de crecimiento por año. Es un montón. Entre un punto y un punto y medio. Y donde si tienen un buen ejemplo para esto es Europa. Europa no crece porque está atestada de regulaciones.

Y ahí fue que me pidió autorización para para convocarlo al doctor Sturzenegger, que es nuestro hombre de la desregulación. Por eso, es un punto que a mí me importa tanto. Y es ahí entonces donde quiero entrar ya, en la última parte de esta charla. Porque entonces ¿Qué podemos hacer para maximizar el crecimiento? Como una forma de alcanzar la eficiencia dinámica. Y ahí es muy importante cómo lo define el profesor Huerta de Soto. Lo voy a citar textual: “El sistema económico será más eficiente conforme más y mejor impulse la creatividad y la coordinación empresarial”. De modo tal que mueva continuamente hacia afuera la frontera de posibilidad de la producción. Es decir, cuál es el sistema institucional, cuál es el marco en el cual yo puedo empujar con más fuerza la frontera de posibilidades para la producción. Es decir, cómo me expando. Y que básicamente tiene que ver con la creatividad, con la función empresarial ¿Cómo maximizo eso? ¿Cuál es el marco institucional que maximiza eso? Se lo voy spoileando: obviamente el capitalismo de libre empresa, o sea, el anarco-capitalismo.

Entonces básicamente está construido sobre tres pilares. Uno es el tema de la función empresarial, el rol del descubrimiento… Hay toda una discusión sobre el principio de apropiación, sumamente rica, y no me quiero extender porque acá lo importante es que hable el profesor, no yo. Y esto lo combina con la idea de la destrucción creativa de Schumpeter, o sea con una forma proactiva de mirar este proceso en materia de innovación y descubrimiento. Si ustedes se fijan, lo que está proponiendo este hombre, piensen en los parámetros profundos de un modelo de equilibrio general. Estamos hablando de, cómo definiría Debreu una economía en términos de parámetros profundos. Sería: preferencias, que sabemos que pueden cambiar; tecnología, y obviamente que desterrar esta idea del progreso tecnológico en lo paretiano lo deja fuera. Entonces, lo que estamos diciendo es que la tecnología puede cambiar. Pero no solo eso, porque más o menos el tema de la tecnología, de alguna manera lo hemos incluido, pero hay algo más fuerte todavía: es que estamos viendo el conjunto de dotaciones. Y como si todo eso fuera poco, muestra que el esquema de propiedad -las citas de Jenofonte son un placer -, muestra que el armado institucional que yo tenga, motiva o no ese proceso de creación y descubrimiento.

Entonces, obviamente que esto lo aúna con el concepto de eficiencia adaptativa de North, donde son las instituciones que permiten que todo esto ocurra. Digo, si yo tengo socialismo esto no ocurre, porque no me puedo apropiar de los resultados de mi acto creador, de mi descubrimiento, de mi innovación. No lo voy a hacer, porque si no me lo apropia el Estado. Y bloquea esa capacidad creadora y de descubrir. En qué sentido lo voy a hacer, si no me lo puedo apropiar. Es todo costo si no. Y es ahí que combinando estos tres elementos llega a la teoría de la eficiencia dinámica y deja claro con esto además la imposibilidad del socialismo en términos estáticos -cosa que también discute en el libro que es su tesis doctoral -, la ineficiencia en lo estático, ya sea lo que tiene que ver con la cantidad de información, que es imposible procesar; pero que aun cuando fuera posible el problema es que en términos estáticos lo que más importa es el know-how. Es decir, puede venir el señor Michael Jordan a describirme cómo hace una volcada y no puedo, no puedo. Por ejemplo, el amigo Mike Boggiano no podría porque las diferencias en términos de estaturas son no triviales. Y aun así no todas las personas que midan 1,98 metros van a poder hacer eso tampoco ¿no? O sea, no te veo Manu haciendo volcadas. Y a vos Fede tampoco, que están en el rango.

Y después otra cosa fabulosa que plantea el profesor Huerta de Soto: los problemas dinámicos. Porque ustedes necesitan que se vaya creando esa información, pero la información que le llega al socialismo siempre es lenta. Y esta es la mejor parte de todas, porque ustedes se imaginarán que detrás de todo esto hay un andamiaje que ustedes tienen que saber de economía; tienen que saber en serio. Y qué es lo más brillante de la contribución del profesor Huerta de Soto: no necesitan saber nada de esto. Porque en realidad lo importante es la cuestión ética y moral. Por ejemplo, Argentina no se ha hundido por un problema de cómo hacíamos las cuentas. El problema es de índole moral. Son los valores. Cómo hemos prostituido nuestros valores. Dejamos de abrazar los valores de Occidente, los valores de la cultura judeocristiana, para abrazarnos al demonio del socialismo woke, y así es como nos hundimos. Y entonces, por eso es que toma más fuerza, ahora sí, esta definición. Porque podría haber un montón de senderos supuestamente por los que sería óptimo el crecimiento. No. Y en eso es muy claro. Hay un solo sendero que cumple con estas características. Por eso me gustó tanto esta definición: “Justicia y eficiencia son dos caras de la misma moneda, ya que lo justo no puede ser ineficiente, y lo eficiente siempre debe ser justo”. Y el único sistema que es justo es el capitalismo de libre empresa. Por lo tanto, si uno abraza los valores morales y éticos de que queda claro lo que está bien y lo que está mal, y uno se sigue por esos valores, y lo que es justo va a estar yendo por el sistema eficiente. Porque además, el único sistema que es justo es el capitalismo de libre empresa. En el libro de Israel Kirzner sobre distribución del ingreso dice ¿De qué se lo tacha al sistema capitalista? Se lo tacha de injusto. ¿Y qué es lo que dice Israel Kirzner? Dice: si eso fuera cierto, es decir, somos más eficientes productivamente; pero si fuera cierto que el sistema es injusto, no vale la pena defenderlo. ¿Y cuál es la prueba central en ese trabajo? Que el sistema capitalista no solo es más eficiente, sino que además, es el único sistema que es justo. Por lo tanto, abrazando las ideas de la libertad vamos a entrar en el sendero de crecimiento que va a hacer grande a la Argentina nuevamente. Muchísimas gracias a todos, y en especial a usted, profesor Jesús Huerta de Soto.


HUERTA DE SOTO.- Excelentísimo señor Presidente de la Nación Argentina, don Javier Milei: menuda clase de teoría económica, menuda clase. No sé, los economistas, desde luego que estén presentes, lo habrán podido apreciar; pero, por lo cual se lo digo, y los que nos están viendo fuera de aquí, es un lujo. En ningún lugar del mundo, ningún Jefe de Estado dispone de este conocimiento y, sobre todo, es capaz de explicarlo de una manera tan clara y sintética. Esto es una suerte, una bendición de Dios para la Argentina y para el mundo.

Pero también quería señalar a los miembros de su gobierno, cómo no, al señor Embajador de España, don Joaquín de Arístegui, las autoridades, señoras y señores. En primer lugar, deseo manifestar mi emoción, mi emocionado y humilde agradecimiento por esta merecida y extraordinaria, Orden de Mayo al Mérito que hoy me concede la Nación Argentina, representada por su Presidente, don Javier Milei. Y quiero aprovechar esta oportunidad única para enviar un mensaje de ánimo, apoyo y esperanza a todo el pueblo argentino, y también, cómo no, a España y al resto del mundo, que hoy siguen con expectación y el máximo interés lo que está sucediendo en este gran país.

Y es que, desde que Javier Milei fue elegido por abrumadora mayoría como Presidente de Argentina, este país se ha convertido en un modelo a seguir por un mundo que, atenazado por el estatismo, se encuentra en la encrucijada histórica de poder optar, como se ha hecho en Argentina, por la libertad como única alternativa frente a los continuos conflictos políticos, guerras, y conmociones sociales y económicas de todo tipo, que son la consecuencia inexorable del estatismo y que hoy asolan a la humanidad.

La primera idea de mi intervención, hoy, es que el Estado no es necesario. La ciencia económica ya ha demostrado que el Estado no solo es una entelequia innecesaria, sino que, además, es científicamente imposible que pueda proporcionar lo que promete a la humanidad.

A nivel popular, se piensa que el Estado es necesario porque se confunde la existencia del mismo con el carácter imprescindible de muchos de los servicios y recursos que hoy, malamente, oferta con carácter exclusivo. Los seres humanos observan que las carreteras, los hospitales, las escuelas, el orden público, por ejemplo, son proporcionados por el Estado y, como son muy necesarios, concluyen, sin más análisis, que el Estado es también imprescindible. No se dan cuenta de que los recursos citados pueden producirse con mucha más calidad y de forma más eficiente, barata y, sobre todo, moral a través del orden espontáneo del mercado, la creatividad empresarial y la propiedad privada.

Además, caen en la trampa de creer que el Estado es también necesario para proteger a los vulnerables, indefensos, pobres y desvalidos, sin entender que las supuestas medidas de protección, sistemáticamente, tienen el efecto —como muestra la teoría económica— de perjudicar, en cada caso, precisamente a aquellos a los que se pretende proteger.

Por otro lado, es importante entender que la definición, adquisición, intercambio y defensa de los derechos de propiedad, que articulan e impulsan el proceso social, no requieren de una agencia monopolista de la violencia. Y no solo no la requieren, sino que, por el contrario, el Estado actúa pisoteando múltiples títulos legítimos de propiedad, defendiéndolos de forma muy deficiente y corrompiendo el comportamiento individual de respeto a los derechos de propiedad privada.

El sistema jurídico es la plasmación evolutiva que integra los principios generales del derecho, especialmente de propiedad, inseparables de la naturaleza del ser humano. El derecho, por tanto, no es lo que el Estado decida, democráticamente o no, sino que ya está ahí, inserto en la naturaleza del ser humano. Aunque se descubra y consolide jurisprudencial y, sobre todo, doctrinalmente de forma evolutiva y consuetudinaria. Y el Estado no solo no es preciso para definir el derecho, tampoco lo es para hacerlo valer y defenderlo. Y esto debe resultar especialmente obvio en los tiempos actuales, en los que el uso, incluso por muchos organismos gubernamentales —especialmente en mi país—, de empresas privadas de seguridad está a la orden del día.

No puede pretenderse que expongamos aquí con detalle cómo funcionaría la provisión privada de los que hoy se consideran como bienes públicos, y, de hecho, no pueden conocerse hoy todas las soluciones empresariales que un ejército de emprendedores daría a los problemas planteados, si se les dejase hacerlo. Pero lo que hasta los más escépticos han de reconocer es que lo que hoy ya sabemos es que el mercado, impulsado por la acción humana creativa y coordinadora, funciona, y precisamente lo hace en la medida en que el Estado no interviene coactivamente en su proceso social. Y que las dificultades y conflictos siempre surgen, precisamente, allí donde no se deja que se desarrolle libremente el orden espontáneo del mercado.

Por eso, y con independencia del esfuerzo que se pueda realizar imaginando cómo funcionaría la red anarcocapitalista de agencias privadas de seguridad, defensa y arbitraje, patrocinadoras cada una de ellas de sistemas jurídicos más o menos marginalmente alternativos, nunca debemos olvidar que lo que nos impide conocer con exactitud cómo será el futuro sin Estado, precisamente, el carácter creativo de la función empresarial, es, como dice Kirzner, lo que nos da la tranquilidad de saber que cualquier problema tenderá a ser superado al dedicarse a su solución todo el esfuerzo y la creatividad empresarial de los seres humanos implicados.

Pero el Estado no solo no es necesario, como acabamos de ver, sino que, además, y en segundo lugar, es una entelequia imposible. En el sentido de que no puede lograr lo que promete. Y es que es imposible que el Estado cumpla sus objetivos coordinadores en cualquier parcela del proceso de cooperación social en que pretenda intervenir, por los siguientes cuatro motivos que estudia con detalle la Escuela Austriaca de Economía, y alguno de los cuales me ha pisado el Presidente de la Nación Argentina.

Primero, por el enorme volumen de información que necesitaría para ello y que solo se encuentra de forma dispersa o diseminada en los ocho mil millones de personas que cada día participan en el proceso social.

Segundo, dado el carácter predominantemente tácito y no articulable, y por tanto no transmisible de forma inequívoca de la información que necesita el órgano de intervención estatal para dar un contenido coordinador a sus mandatos.

Tercero, porque la información que se utiliza a nivel social no está dada ni es estática, sino que cambia continuamente como consecuencia de la creatividad humana, siendo obviamente imposible transmitir hoy una información que solo será creada mañana, y que es la que necesita el órgano de intervención estatal para que mañana pueda lograr sus objetivos.

Por último, y, en cuarto lugar, sobre todo porque el carácter coactivo de los mandatos del Estado bloquea la actividad empresarial de creación de la información, que es precisamente la que necesita como agua de mayo, la organización estatal de intervención para dar un contenido coordinador a sus propios mandatos.

Estas son las cuatro razones desarrolladas por la Escuela Austríaca de Economía para explicar el teorema de la imposibilidad del socialismo, mejor dicho, del estatismo, sea de izquierdas o de derechas.

Pero es que, además, una vez que existe el Estado, es casi imposible limitar la expansión de su poder. El Estado no ha dejado de crecer, y no ha dejado de crecer porque la mezcla del Estado como institución monopolista de la violencia con la propia naturaleza humana es literalmente explosiva. El Estado impulsa y atrae, como un imán de fuerza irresistible, las pasiones, vicios y facetas más perversas de la naturaleza del ser humano, que intenta, por un lado, evadirse de sus mandatos y, por otro, aprovecharse del poder monopolista del Estado todo lo que pueda.

Además, el efecto combinado de la acción de los grupos privilegiados de interés, los fenómenos de miopía gubernamental y de compra de votos, el carácter megalómano de la casta política y la irresponsabilidad y ceguera de las burocracias generan un cóctel peligrosamente inestable y explosivo, continuamente zarandeado por crisis sociales, económicas y políticas que, paradójicamente, son siempre utilizadas por la casta política para justificar ulteriores dosis de intervención que, en vez de solucionar, agravan aún más los problemas.

Pero, además de innecesario e imposible, el Estado, en tercer lugar, es esencialmente inmoral. El Estado se ha convertido en el ídolo al que todos recurren y adoran. La estatolatría es, sin duda alguna, la más grave y peligrosa enfermedad social de nuestro tiempo. Se nos educa para creer que todos los problemas pueden y deben ser detectados a tiempo y solucionados por el Estado. Nuestro destino depende del Estado y de los políticos que lo controlan, que deben garantizarnos todo lo que exija nuestro bienestar. El ser humano permanece inmaduro y se revela contra su propia naturaleza creativa, que es la que hace ineludiblemente incierto su futuro. Exige una bola de cristal que le asegure no solo conocer lo que va a pasar, sino además que cualesquiera problemas que surjan le serán solucionados. Esta infantilización de las masas se fomenta de forma deliberada por la casta política, pues así justifica su existencia y asegura su popularidad, situación de predominio y capacidad de control.

Además, una legión de intelectuales, supuestos expertos e ingenieros sociales se suman a esta arrogante borrachera del poder, y ni siquiera la Iglesia y las denominaciones religiosas más respetables han sido capaces de diagnosticar que la estatolatría es hoy en día la principal amenaza al ser humano libre, moral y responsable. Que el Estado es un ídolo falso de inmenso poder al que todos adoran y que no consiente que la humanidad se libere de su control ni tenga lealtades morales o religiosas ajenas a las que él mismo pueda controlar, ha logrado algo que a priori podría parecer imposible: ocultar sinuosa y sistemáticamente a la ciudadanía que él mismo, el Estado, es el verdadero origen de los conflictos y males sociales. Creando por doquier cabezas de turco como el capitalismo, el ánimo de lucro, la propiedad privada, a los que se culpa de los problemas y se dirige la ira popular y las condenas más serias y rotundas, provenientes incluso de los propios líderes morales y religiosos. Casi ninguno de los cuales ha dado cuenta del engaño ni se atrevido hasta ahora a denunciar que la estatolatría es la principal amenaza, en el presente siglo, a la religión, a la moral y, por tanto, a la civilización humana.

Quizás la principal excepción dentro de la Iglesia sea la incluida en la brillante biografía sobre Jesús de Nazaret, escrita por Benedicto XVI. Que el Estado y el poder político son la encarnación institucional del Anticristo, debe resultar obvio para cualquiera con mínimos conocimientos de historia que lea las consideraciones de Benedicto XVI sobre la más grande tentación que pueda hacernos el maligno.

Y cito a Ratzinger. Ahora le voy a citar literalmente. Página 66, 67. Dice lo siguiente Ratzinger: “El tentador no es tan burdo como para proponernos directamente adorar al diablo; solo nos propone decidirnos por lo racional, preferir un mundo planificado y organizado, en el que Dios puede ocupar algún lugar, pero como asunto privado, sin interferir en nuestros propósitos esenciales. Soloviev atribuye un libro al Anticristo, titulado El camino abierto para la paz y el bienestar del mundo, que se convierte, por así decirlo, en la nueva Biblia y que tiene como contenido esencial la adoración del bienestar y la planificación racional del Estado”. Y aquí termina la cita, sin desperdicio, de Benedicto XVI.

Y no así, no debe extrañarnos que, por ejemplo, el gran autor de El señor de los anillos (270 millones de ejemplares vendidos), J.R.R. Tolkien, que muchos de nosotros hemos disfrutado y cuyo anarquismo católico comparto plenamente, incluso llegara a decir que arrestaría a cualquiera por el simple hecho de atreverse a pronunciar la palabra Estado. Por tanto, como el Estado es siempre y en todo lugar una realidad de violencia y coacción sistemática en contra de la más íntima esencia del ser humano, que es su capacidad para actuar libre, creativa y espontáneamente, es ineludible concluir que el Estado es esencialmente inmoral y que el estatismo constituye la principal amenaza para la humanidad.

La revolución contra el Antiguo Régimen fue protagonizada por nuestros predecesores, los grandes liberales clásicos, entre los que destacaron en esta parte del mundo, por citar solo dos ejemplos el libertador José de San Martín que nos quiso transmitir en sus máximas a Merceditas el amor a la verdad, el odio a la mentira, el respeto a la propiedad ajena y el amor a la patria y, sobre todo, a la libertad.

O el propio padre del constitucionalismo liberal argentino el gran Juan Bautista Alberdi. Pues bien, si queremos ser leales a estos próceres y padres de la patria Argentina que nos han precedido, es nuestra responsabilidad culminar la labor que iniciaron y hacerlo, reconociendo que esta labor de los viejos liberales, hoy tiene su continuidad natural en la revolución anarcocapitalista del siglo XXI.

El anarcocapitalismo es la representación más pura del orden espontáneo del mercado, en el que todos los servicios, incluyendo los de definición del derecho, justicia y orden público, son proporcionados a través de un proceso exclusivamente voluntario de cooperación social. En este sistema, ninguna parcela se cierra al ímpetu de la creatividad humana y de la coordinación empresarial, potenciándose la eficiencia y la justicia en la solución de los problemas que puedan plantearse y eliminando de raíz los conflictos, ineficiencias y corrupción que genera todo Estado o agencia monopolista de la violencia.

Y termino: el mensaje del anarcocapitalismo es, pues, netamente revolucionario. Revolucionario en cuanto a su objetivo, el desmantelamiento del Estado y su sustitución por un proceso competitivo de mercado, constituido por un entramado de agencias, asociaciones y organizaciones privadas. Y revolucionario en cuanto a sus medios, especialmente en los ámbitos académico, económico, social y político. Primeramente, en el ámbito académico de la ciencia económica, que se convierte en la teoría general del orden espontáneo del mercado, extendido a todas las áreas sociales, y que es la desarrollada por la escuela austriaca de economía, incorporando el análisis de los efectos de descoordinación social generados por el estatismo en cualquier parcela en que incida. Y también el estudio de los diferentes caminos de desmantelamiento del Estado, los necesarios procesos de transición y de la privatización integral de todos los servicios que hoy se consideran públicos, y que, por tanto, constituye un campo prioritario de investigación dentro de nuestra disciplina.

En segundo lugar, la revolución económica y social. No podemos siquiera intuir los inmensos logros, avances y descubrimientos humanos que podrán alcanzarse en un entorno empresarial totalmente libre del estatismo. Incluso hoy, y a pesar del continuo acoso gubernamental, ya empieza a desarrollarse, en un mundo cada vez más amplio y globalizado, una civilización desconocida, con un grado de complejidad inabarcable e incontrolable para el poder político. Y es que la fuerza de la creatividad humana es tal que termina aflorando incluso por los resquicios más estrechos que nos dejan los gobiernos, y en cuanto los seres humanos vayan adquiriendo una mayor conciencia de la naturaleza esencialmente perversa del Estado que les coarta, y de las inmensas posibilidades que cada día se frustran cuando este bloquea la fuerza impulsora de su creatividad, los ciudadanos, los seres humanos, dejarán de creer en el Estado. Y se multiplicará el clamor social en pos de su reforma y desmantelamiento.

Y finalmente, pues aquí hay muchas personas protagonistas del campo durísimo de la política. Y finalmente, la revolución política. Es cierto que siempre habrán de apoyarse las alternativas menos intervencionistas en clara alianza con el esfuerzo de los liberales clásicos en pos de la limitación democrática del Estado. Pero la anarcocapitalista no se queda en esa labor, pues sabe que puede y debe hacer mucho más. Sabe que el objetivo final es el desmantelamiento total del Estado y ello impulsa toda su imaginación, agenda y acción política en el día a día. Los avances incrementales en la buena dirección son, sin duda, bienvenidos, pero sin caer en un pragmatismo que pueda dificultar el objetivo último de lograr el fin del Estado. Que, por razones pedagógicas y de influencia popular, siempre ha de perseguirse de forma sistemática y transparente. Se nos abre, pues, un futuro apasionante en el que continuamente se descubrirán múltiples nuevos caminos que nos permitirán avanzar en pos del ideal anarcocapitalista, ayudando a todos a salir de la droga del estatismo, para que podamos vivir en libertad y responsabilidad, y, en todo caso, no lo olvidemos, recibiendo siempre con los brazos abiertos a los que finalmente vean la verdad científica y moral, provengan de donde provengan.

Futuro este que, aunque hoy nos pueda parecer lejano, en cualquier momento puede ser testigo de pasos de gigante que incluso sorprendan a los más optimistas. ¿Quién fue capaz de predecir tan solo cinco años antes que, en 1989, se desmoronaría el muro de Berlín y, con él, todo el comunismo del este de Europa? ¿Quién hubiera podido siquiera imaginar que, hace escasamente un año y medio, el pueblo argentino optaría por asumir el liderazgo ideológico y político de la humanidad, eligiendo en libertad al primer presidente liberal libertario de la historia?

Y es que la historia ha entrado en un proceso acelerado de cambio que nunca se detendrá y que, como deseaba el gran Jorge Luis Borges, otro anarquista conservador o, como diría Rothbard, paleolibertario, nos abrirá un camino totalmente nuevo y esplendoroso para el género humano, cuando, por primera vez en la historia, este logre desembarazarse definitivamente del Estado y reducirlo tan solo a un oscuro recuerdo histórico. Muchas gracias a todos.