Fin del Cepo: Cadena Nacional del Presidente Javier Milei

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Fin del Cepo: Cadena Nacional del Presidente Javier Milei

Queridos Argentinos: tengo el agrado de dirigirme a ustedes con una noticia que muchos estábamos esperando hace mucho tiempo. Hace unas horas el Ministerio de Economía de la Nación y el Banco Central de la República Argentina han terminado de romper el último eslabón de la cadena que mantenía nuestra economía nacional atada al piso hacía ya 15 años. Desde este momento, eliminamos el cepo cambiario de la economía argentina para siempre.

Cuando les pedí el voto les dije que venía a arreglar la economía de raíz, sin atajos ni gradualismo, bajo la premisa de que una economía sana y sostenible tiene tres fundamentos: orden fiscal, orden monetario y orden cambiario. Luego de un duro primer año de trabajo, hoy podemos dar por concluido el proceso de saneamiento macroeconómico argentino habiendo traído orden a estos tres pilares fundamentales.

Por eso, me gustaría agradecerles primero por haber tenido el coraje de cambiar el rumbo de su destino como argentinos y agradecerles, aún más, por haber atravesado las turbulencias que atravesamos durante este casi año y medio que llevamos como gobierno de la forma que lo hicieron. También quiero agradecerles a aquellos actores de la dirigencia política que sí entendieron el proceso de cambio que estábamos viviendo, sin mezquindades ni condicionamientos.

Por ejemplo, aquellos 87 héroes que defendieron el superávit fiscal, defendiendo los vetos que fuimos forzados a realizar para frenar la demagogia populista de algunos otros. Sin distinción de colores políticos cada uno de los 46 millones de argentinos que habitan este suelo tuvieron que atravesar una prueba de fuego. Y hoy, con mucho orgullo, podemos mirar hacia atrás y decir que la hemos superado. Han tenido la valentía de elegir la libertad por sobre la servidumbre y así abandonaron la lenta agonía en la que estábamos sumidos hacía casi 15 años, para pasar el trago amargo de una sola vez y para siempre, sabiendo que sería definitivo.

Esto no fue por un capricho de nuestra parte, sino un paso necesario para corregir décadas de horrores económicos que nos trajeron hasta el 10 de diciembre de 2023. Así pasamos de ser el peor alumno del mundo en materia económica a hacer los deberes y pasar a ser el alumno ejemplar.

En primer lugar, aprobamos el examen fiscal: pasamos de más de 100 años de déficit fiscal crónico a ser uno de los cinco países del mundo que solo gastan lo que recaudan y ni un peso más. En segundo lugar, aprobamos el examen monetario: pasamos de ser un país con inflación descontrolada por décadas, al punto que destruimos cinco signos monetarios, a haberle puesto un tope a la cantidad de pesos emitidos, que ha hecho caer la tasa de inflación entre 10 y 25 veces, según se mire el índice de precios al consumidor o el índice de precios mayoristas, lo que nos hizo ver una apreciación del peso sin precedentes, con su consecuente caída de la pobreza. Y hoy, en tercer lugar, pudimos sacar la última espina que nos infligía un dolor profundo, nos deshicimos del cepo cambiario que era una aberración que nunca debería haber existido.

Hace algunos minutos el Fondo Monetario anunció un programa inédito para la Argentina que cumplirá un papel importante en hacer esto posible. Digo inédito porque es la primera vez en la historia que el Fondo aprueba un programa que no es para financiar la transición de una macroeconomía desordenada a una ordenada, sino para respaldar un plan económico que ya ha rendido sus frutos. Por ese voto de confianza quiero agradecerle a todo el board del Fondo Monetario Internacional y en especial a Kristalina Georgieva la presidente del organismo.

Históricamente los programas del Fondo Monetario Internacional estaban diseñados para financiar el desequilibrio fiscal ante la imposibilidad de conseguir financiamiento en el mercado de capitales. Al mismo tiempo, la corrección fiscal siempre se llevaba a cabo mediante suba de impuestos. Sin embargo, con nosotros, esto cambió. No solo pusimos las cuentas fiscales en orden en tiempo récord, sino que además casi la totalidad del ajuste recayó en el Estado y no en los argentinos de bien. Este programa, entre Fondo Monetario Internacional, Banco Mundial, BID y un repo del Banco Central, asciende a 32.000 millones de dólares, de los cuales 19,600 millones serán desembolsados de modo inmediato. De esta manera, para el mes de mayo, las reservas brutas del Banco Central estarán en torno a los 50,000 millones de dólares.

Con este nivel de reservas podemos respaldar tranquilamente todos los pesos existentes de nuestra economía, brindándole más seguridad monetaria a nuestros ciudadanos. Para explicarlo, el Banco Central como cualquier agente de la economía tiene un balance patrimonial, cuya identidad contable señala que el patrimonio neto del mismo viene dado por la diferencia entre sus activos y pasivos. Los activos del Banco Central se componen de reservas internacionales y títulos públicos emitidos por el Gobierno Nacional. En cuanto al pasivo ahí encontramos la base monetaria, esto es el dinero que está en manos de los individuos y los bancos como encajes; y la deuda remunerada, las famosas Lebacs, luego Leliqs y después pases. En este sentido, cuando suben los pasivos del Banco Central, ya sea por emisión de pesos contra títulos públicos que no tienen mercado, es decir emisión espuria o por el devengamiento de intereses de los pases, el patrimonio del Banco Central se deteriora.

De este modo, en la medida que el patrimonio neto se hace cada vez más negativo, se necesita un mayor nivel de precios para licuar las deudas del Banco Central, tal que se ajuste al tamaño real de los activos del mismo. En este sentido, en la medida que el tesoro se financia colocando títulos sin valor en el Central, el nivel de precios de largo plazo es más alto y, con ello, mayor la tasa de inflación en el presente. Puesto así es muy fácil entender por qué desde la salida de la convertibilidad el precio del dólar se multiplicó por 1200 veces. En los últimos 25 años, la política vía el Banco Central, le robó a los argentinos más de 100 mil millones de dólares. Por lo tanto, ante semejante destrucción del activo, no debería sorprender el desastre inflacionario que hemos vivido en los últimos 20 años. Y, dado que el dólar es un precio más de la economía, es casi natural que se haya disparado sistemáticamente, sin encontrar techo.

El presente acuerdo lo que busca es restaurar el activo del Banco Central y con ello su patrimonio, para que de este modo la inflación sea solo un mal recuerdo del pasado. Así, el dinero que ingrese al tesoro nacional, el mismo lo usará para cancelar su deuda con el BCRA. Es más, dado que estos títulos no cotizan a paridad, la deuda bruta del tesoro caerá.

Puesto, en otros términos, en los próximos días vamos a un nivel de reservas brutas tal que se podría rescatar la base monetaria a un tipo de cambio de 650 pesos, mientras que, si tomamos la definición de base monetaria amplia, se podría hacer a 911 pesos. Es más, si utilizamos el techo de la banda presentada por el Ministro Caputo, no solo podría rescatarse toda la base monetaria amplia, sino que sobrarían cerca de 15 mil millones de dólares.

En consecuencia y retomando lo que mencionaba anteriormente, estamos finalmente aprobando el examen cambiario. Nos hubiera encantado eliminar el cepo cambiario más rápido, pero siempre les dijimos que preferíamos eliminarlo bien y definitivamente, por sobre eliminarlo rápido y que este apuro significará que la medida fuera transitoria como sucedió en el pasado. Esa fue una de las tantas verdades incómodas que le planteamos a la sociedad al principio de nuestro mandato y que supieron aceptar con determinación y paciencia. Quiero ser claro con algo: nunca jamás en los últimos 120 años tuvimos orden fiscal, orden monetario y orden cambiario a la vez. Nunca, esta es la primera vez. Por eso, no vengan a decir que ya la vieron, porque esta vez verdaderamente sí es diferente.

Siempre faltó algo, por eso cada vez que nos encaminamos a hacer las cosas bien nos terminamos quedando cortos y así nos terminamos golpeando con la realidad. Lo peor es que nos ilusionamos tantas veces que muchos argentinos se resignaron a no volver a ilusionarse. Por eso hoy se termina, hoy rompemos la rueda, la desilusión y el desencanto y comenzamos a caminar de una vez hacia adelante. Porque finalmente por primera vez en la historia la Argentina tiene una macroeconomía con todas sus asignaturas en orden.

Esta nueva realidad fiscal, monetaria y cambiaria, significa dos cosas para el país: por un lado, que de aquí en adelante no hay razón para que la Argentina tenga turbulencias autoinfligidas. Y, en segundo lugar, que también estamos en mejores condiciones que nunca para resistir turbulencias externas. Nunca la Argentina estuvo tan bien equipada en sus fundamentos económicos para resistir las tensiones de la economía global. Esto no nos vuelve impermeables, ningún país del mundo lo es. Pero significa que, en caso de que algo ocurriera, absorberemos menos daño que en cualquier otro momento de nuestra historia y nos recuperaremos a una mayor velocidad.

No hay que subestimar esta ventaja con la que otros no cuentan, porque hoy estamos siendo testigos de una transición importante en cómo funciona la economía global. No solo en Argentina la historia se está reescribiendo, sino también en Estados Unidos y en el resto de los países del mundo. Hay placas tectónicas que se están desplazando rápidamente luego de décadas de quietud. El orden internacional tal como lo conocemos después de la Segunda Guerra Mundial ha terminado y procesos de cambio como estos siempre conllevan intervalos de mucha volatilidad.

En este sentido, en un mar de volatilidad, ya no somos una balsa de madera a la deriva; somos un verdadero acorazado. Es más, frente a la posibilidad de que el shock externo se agudice, responderemos con mayor ajuste fiscal reduciendo el gasto público. Concretamente cuando estos shocks ocurren, se requiere que la economía mejore su cuenta corriente. A su vez, dado que nuestro compromiso de honrar nuestras deudas es inquebrantable, eso implica mejorar la balanza comercial. Esto es tiene que bajar la absorción doméstica.

Sin embargo, en Argentina esto se hizo siempre devaluando la moneda, castigando así a los sectores más vulnerables. En otros momentos se lo hizo subiendo impuestos para repartir la carga del ajuste. En nuestro gobierno la absorción caerá por una reducción del tamaño del Estado, de modo tal que el ajuste no impacte sobre el sector privado, el verdadero motor de la economía.

En este sentido, si bien para asegurar el déficit cero necesitamos un superávit primario del 1,3% del PBI, a la luz de los acontecimientos internacionales recientes, hemos decidido elevarlo al 1,6%. Ya eliminado el riesgo fiscal, ya eliminado el riesgo monetario y ahora también eliminando el riesgo cambiario, han quedado asentadas las bases para la estabilidad y el crecimiento sostenido para el mediano y largo plazo. De aquí en más la economía real de los argentinos mejorarán el marco de dicha estabilidad y crecerá como nunca antes.

El ahorro de 15 puntos del PBI que antes dilapidaba la política ha sido devuelto al sector privado, lo que aumentará la inversión y el consumo. Además, la normalización de la macroeconomía argentina que hoy culmina implicará necesariamente la baja del riesgo país y en consecuencia de la tasa de interés, abaratando el costo del crédito privado y produciendo también más inversión.

De hecho, el ajuste fiscal llevado a cabo nos asegurará un piso de crecimiento de largo plazo del 4,5%, a lo cual deberíamos sumarle las reformas estructurales que hemos implementado con el DNU 70/23, la Ley Bases y las desregulaciones realizadas por el Ministerio de Desregulación, que sumadas en el primer año de gestión ascienden a más de 1700 reformas estructurales. En el corto plazo, la economía seguirá creciendo por la recomposición de los stocks de las empresas, los cuales habían sido utilizados para protegerse de la inflación.

Además, la caída de la inflación ha revalorizado los salarios y las jubilaciones, mejorando el poder de compra de todos nuestros ciudadanos. A su vez volvió el crédito privado y estamos viendo un boom sostenido de créditos hipotecarios hace más de un año. Al mismo tiempo, ya estamos transitando el camino de la baja de impuestos, volviendo más competitivo a nuestro sector privado. Y como si todo esto fuera poco estamos abriéndonos al mundo como nunca antes lo hicimos. En el largo plazo creceremos aún más, porque nuestro objetivo es convertirnos en el país más libre del mundo.

Para eso seguiremos reduciendo la carga impositiva total, ya sea, por la eliminación del impuesto inflacionario o por la reducción de impuestos directos que estamos encarando de la mano del superávit fiscal.

Por último, la normalización del mercado de cambios que estamos anunciando hoy que vuelve posible la inversión directa extranjera, dado que uno solo invierte cuando sabe que podrá disponer del fruto de su inversión como quiera, será un nuevo motor de crecimiento. Esto es, durante los últimos 15 años, la política le puso un cepo a la inversión y abrió la canilla del gasto público y de la emisión monetaria. Nosotros hicimos lo contrario, le pusimos un cepo al Estado, un cepo a la emisión y hemos liberado la canilla de la iniciativa privada para que las inversiones puedan finalmente llegar a la Argentina.

Por todos estos motivos la recuperación que venimos viendo hace meses se acelerará y se transformará en un crecimiento sostenido. En estas condiciones, Argentina será el país con mayor crecimiento económico de los próximos 30 años. En vez de hablar de crecimiento a tasas chinas pronto el mundo hablará de crecer a tasas argentinas. Y a este ritmo después de algunos años Argentina será grande nuevamente.

Esto no ocurrirá de la noche a la mañana. Nada valioso en la vida funciona así, pero sí poco a poco y con la certeza de que, tanto en el frente interno como el frente externo, tenemos los deberes hechos para mitigar lo más posible cualquier tipo de volatilidad. En el mediano plazo, dados los fundamentos del programa, la inflación no tiene ningún otro destino que colapsar, porque nunca más volverá a ver emisión de peso sin respaldo. La inflación va a colapsar indefectiblemente, pese a los intentos de generar inestabilidad de quienes todavía quieren detener el cambio.

Digo todavía porque, como hemos visto durante las últimas semanas, dada la volatilidad y la incertidumbre generada por quienes esparcieron mentiras sin ningún tipo de tapujo, este mes hemos visto una interrupción en el proceso de desinflación. Lamentablemente estos son los efectos de la aberración de la ley Guzmán que nos obligó a ir al Congreso a pedir autorización para aprobar este acuerdo con el Fondo, cuando eso no ocurre en ningún país del mundo. Atados por la reserva necesaria propia de estos acuerdos, tuvimos que ver cómo durante semanas los políticos y los economistas generaron pánico e incertidumbre en la población. Sin embargo, más allá de las victorias de corto plazo que puedan obtener, la inflación no tiene otro destino más que desaparecer, porque la inflación es siempre y en todo lugar un fenómeno monetario, que se produce por un exceso en la oferta de dinero, ya sea porque aumenta la oferta, porque cae la demanda u ocurren las dos cosas a la vez.

Como nuestro programa contempla eliminar la emisión de pesos sin respaldo para siempre, la inflación argentina tarde o temprano va a desaparecer. Salvo los más grandes, la mayoría de los argentinos no ha visto nunca algo así. Todo esto significa que despejando todos los factores de riesgo que históricamente complicaron que los argentinos pudieran salir adelante, podemos empezar a aprovechar como país todas las virtudes y ventajas comparativas que sí tenemos. Todo nuestro talento, todos nuestros recursos, toda la capacidad de cooperación, el esfuerzo y la ambición de los argentinos ahora encontrará un cauce de progreso y ya no se chocará con los obstáculos de siempre.

Tenemos una diversidad de ecosistemas envidiada por prácticamente cualquier nación del mundo. Cada uno de estos biomas representa diferentes oportunidades potenciales, desde el cultivo de la soja en la llanura a la extracción del petróleo, el turismo en los lagos o la minería en las montañas. Contamos con cientos de miles de argentinos distribuidos por el mundo que dan testimonio del talento argentino ocupando cargos jerárquicos de empresas líderes, ya sea en Silicon Valley, en medio oriente o en Europa, ansiosos de volver a reconstruir el país que los vio nacer y de ver crecer a sus hijos en su tierra natal.

Contamos con capital humano de primer nivel aquí también, un capital humano que logró volverse competitivo a nivel global teniendo inflaciones mensuales que otros países no tienen en décadas. El mismo capital humano que logró sobreponerse a una de las presiones fiscales más altas del mundo. Los argentinos aprendimos a sacarle agua hasta las piedras y con todos los factores macroeconómicos en contra. Por algo somos el país con más unicornios tecnológicos per cápita de la región, aún con la menor inversión. Imagínese cómo nos puede ir con el viento a nuestro favor.

Desde hace un año contamos con el RIGI que ya nos volvía atractivo fiscalmente para inversiones de más de 200 millones de dólares, de las cuales ya aprobamos más de 12 mil millones de dólares. Ahora, sin control de capitales, ya no habrá ningún tipo de restricción cambiaria para ninguna inversión y todo este potencial podrá ser desatado y por si fuera poco contamos con una voluntad férrea de convertirnos en el país más libre del mundo.

La única conclusión que se puede sacar de todo esto es que, en los próximos años, en la Argentina será salir adelante. Convertiremos toda nuestra energía potencial contenida en energía cinética que nos llevará a ser un país pujante. Porque como dicen las sagradas escrituras: “Los últimos serán los primeros” y Argentina, luego de marchar durante décadas con los últimos, está destinada a recuperar su lugar entre los primeros.

Por eso, a todos los argentinos que trabajan, que ahorran, a los que son empleados, cuentapropistas, a los que tienen un negocio, a los que arriesgan capital e invierten y también a quienes observan desde afuera preguntándose si tiene sentido apostar por la Argentina, quiero decirles que vean nuestra gestión como un aliado, como una verdadera oportunidad. Si el sector privado es el tren que nos lleva a un mejor futuro, nuestra función es ser quienes quitan los estorbos del camino, eliminando todas las regulaciones, tasas, impuestos y aranceles que dificultan el trabajo, la inversión y la innovación.

Este tren del progreso ya está en marcha. Me animo a decir incluso que es imparable. Pero no queremos que sea un viaje para pocos, sus puertas están y seguirán abiertas y nuestra ambición es que ningún argentino se quede afuera. Hombres, mujeres, jóvenes, adultos, en Buenos Aires, en Santa Fe, en Tierra del Fuego, en todas las latitudes de la patria, creyentes y laicos, liberales, peronistas radicales, PRO, no importa el partido o credo al que adhieran. No importa a quién votaron. No importa, inclusive, si han conspirado para que este gobierno fracase. Si el país crece, a todos nos va a ir mejor. Les irá mejor a los que les guste nuestro gobierno y a los que no, también les irá mejor.

Durante demasiado tiempo la Argentina fue injustamente castigada por una larga lista de decisiones equivocadas de parte de una larga lista de políticos. Hicieron sentir chico a un país grande. E hicieron sentir impotente a un pueblo noble. Eso también se terminará. Todos los argentinos nos merecemos mucho más que eso y todos los argentinos tendremos finalmente lo que nos merecemos.

Tendremos un país en el que salir adelante sea fácil para el que hace las cosas bien, tendremos un país en el que, con esfuerzo, con trabajo o con talento le alcance a cada uno para poder perseguir su proyecto de vida. Y comenzará así una era dorada para todo aquel que quiera prosperar en el suelo argentino. Que pondrá a la Argentina nuevamente en el lugar que se merece en la economía global como un ejemplo de libertad y de prosperidad.

Todos tienen mi promesa inquebrantable de que no descansaremos ni un segundo hasta lograrlo. Tengan la tranquilidad de que todo marcha acorde al plan. Este es el futuro de la Argentina. Este es el futuro de los argentinos. Y este es el mensaje que quería traerles a todos ustedes hoy.

Que Dios bendiga a los argentinos y que las fuerzas del cielo nos acompañen. Muchas gracias.

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