Palabras del Presidente de la Nación, Javier Milei, en la apertura de la Semana de la Inteligencia Artificial, en el Polo Científico Tecnológico
Buenos días a todos, es un orgullo para mí estar inaugurando esta semana de Inteligencia Artificial, en nuestro país, dado el cambio de época que esto significa tanto para nuestra nación, como para la humanidad, en su totalidad. Para entender el salto civilizatorio ante el que estamos debo remontarme – primero al origen de nuestra especie, hace cientos de miles de años – cuando no éramos más que un simple animal con la capacidad de reconocer patrones. Esto nos permitió desarrollar tecnología y construir sobre lo construido. Primero fue la conquista del fuego; luego la escritura; luego el dominio del metal; posteriormente la imprenta; luego la electricidad y así terminamos desarrollando la computación y la internet, que nos permite procesar y transportar, cada vez más, bites e información por segundo, al punto de hoy poder comunicarnos – en tiempo real – de una punta a otra del planeta, como si se tratara de telepatía.
La inteligencia artificial no es - ni más ni menos - que el último peldaño de esta larga cadena de destino humano. Una cadena que - como el desarrollo económico - tiene la forma de una función exponencial. Hoy, tanto el procesamiento de información, o sea, los microprocesadores presentes en cada placa de video, como también su transferencia, o sea, el ancho de banda de internet, como también las herramientas informáticas aumentan su capacidad de forma exponencial. Esta exponencialidad nos acerca a los hombres, cada día más, a la altura de lo divino, ante los ojos de nuestros antecesores.
Si yo le contara a Julio César que el humano puede volar, creería que nos convertimos en dioses; si yo le contara a mi abuelo que hoy le estamos enseñando a pensar a un conjunto de metales y piedras, pensaría lo mismo. Sin embargo, este recorrido nunca está exento de complejidades, como es de esperarse con todo gran descubrimiento, se enfrenta al temor del statu quo que nunca quiere que nada cambie o - peor todavía - que pretende subirse a upa del que innova y solo se dedica a restringir y regular actividades.
No por nada a Galileo lo persiguió la Inquisición. La verdadera novedad siempre aparece primero como herejía. Pero no podemos ni debemos nunca permitir que el miedo nos paralice porque somos siempre las personas quienes les damos el uso a las herramientas. Un destornillador puede ser utilizado para construir o como un arma homicida, pero no por eso vamos a prohibir los destornilladores. Como decía Antonio Escohotado: “Seguiremos en las cavernas si hubiéramos tenido que conquistar el fuego”. Y hay dos alternativas éticas: obrar racionalmente u obrar irracionalmente. ¿Y qué es obras racionalmente? Permitirnos explorar los nuevos horizontes que nos abre la inteligencia artificial. Sin ir más lejos, yo le debo mucho a ella dado que gracias a las imágenes que creaban mis seguidores con inteligencia artificial, nuestro mensaje de libertad llegó a más personas y así ganamos las elecciones, con la campaña más austera de la historia de la humanidad. Literalmente, no teníamos un mango, así que todo dependía de lo que hacían nuestros seguidores en las redes.
Y esos son simples generadores de imágenes, quién sabe las puertas que semejante poder de cómputo nos puede abrir, a nivel medicina, transporte, ingeniería, desarrollo energético, economía o en materia de salud, o al mismo nivel cotidiano, levante la mano quien no haya usado ChatGPT, en los últimos 30 días. Por otro lado, yo entiendo los riesgos que puede presentar esta tecnología en las manos incorrectas, no quisiera imaginar una inteligencia artificial súper poderosa en mano de un dictador comunista. Sin ir más lejos, fíjese el sesgo ideológico woke, que tiene muchas de las inteligencias artificiales más populares, pero eso nunca será motivo suficiente para frenar el progreso humano y cortar ese brote de cuajo, en un estadio tan primitivo. Sólo un alma pequeña puede pensar así, dejando de aspirar a lo mejor por temor a que ocurra lo peor. Si hay algo que abunda, en Argentina, son las almas grandes; para ponerlo simple, no hay que temer por lo que van a hacer lo malo porque los malos siempre van a estar y si ustedes restringen, a los malos no los van a restringir solamente van a restringir a los buenos, con lo cual todas esas medidas buenistas, que tratan de restringir cosas lo único que termina haciendo es favorecer a los malos; es decir, por querer cuidarse de los malos, terminan haciendo cosas que favorecen a los malos, como toda intervención estatal.
No por nada, pero - como decía - si hay algo que abunda en Argentina son las almas grandes. No por nada tenemos el mejor recurso humano del planeta, ese que saca agua de las piedras y sobrevivió, a cien años de aberraciones fiscales. El mismo que tiene la mayor cantidad de unicornios per cápita - en toda Latinoamérica -, a pesar de haber tenido la menor inversión producto de décadas de colectivismo. Y no es lo único que abunda, en Argentina, también abundan las tierras inhóspitas a baja temperatura - en toda nuestra Patagonia -, lo cual es una ventaja comparativa para montar servidores de inteligencia artificial. ¿Y saben qué otra cosa necesitan los servidores? Energía, mucha, otra cosa que abunda en nuestra Patagonia.
Ustedes saben que yo soy un hombre de fe y mi fe me lleva a ver la oportunidad histórica que tiene, nuestro país, como punta de lanza del desarrollo de la inteligencia artificial. No me parece casualidad que esta oportunidad se nos presente al mismo tiempo en que me tocó ser presidente porque otra cosa, que necesitan estos servidores son inversiones, y las inversiones necesitan estabilidad, a largo plazo.
Nosotros estamos ordenando la macro, le hemos puesto un candado al equilibrio fiscal y nos hemos tragado la llave. Esto traerá inversiones de todo tipo porque el capital se comporta como un ser vivo y busca las mejores condiciones para desarrollarse. Nosotros entendemos que tal - como en el siglo XX - hubo una carrera para construir en mayor estado de bienestar, que solo significó pobreza para los ciudadanos y bienestar para los políticos, la próxima carrera será la carrera fiscal y desregulatoria. Este tema no es para nada menor, cuando hablo del equilibrio fiscal y que nos hemos tragado la llave, básicamente, nuestra política de déficit cero implica que la relación deuda/producto es no creciente, es decir, significa que, Argentina, se convirtió en solvente inter-termporalmente. Eso hizo que - cuando asumimos - el Riesgo País fuera de 3000 y, hoy, sea de 750. Este tema, que parece un tema no menor, si ustedes hicieran un cómputo del precio en equilibrio de estado estacionario, implicaría que ustedes, en ese equilibrio los precios tendrían que ser suficientes para cubrir los costos, donde se definen los costos como el costo de operación y mantenimiento; el costo laboral; el costo fiscal y el costo del capital. Al bajar tanto el Riesgo País, la tasa de interés baja. Hoy hay empresas argentinas - de primera línea -que se están endeudando al 5,75% en dólares. Es decir, tasas verdaderamente bajas. Y eso significa que estas inversiones, que requieren tanto capital, que son tan capital intensiva, son viables en este entorno macroeconómico de solvencia y prudencia fiscal.
Vean también estamos frente a un hecho inédito, no sólo porque hemos hecho el ajuste más grande de la historia de la humanidad, en un contexto de recesión, que, además, si ustedes limpian el arrastre estadístico vamos a terminar neutros en términos de PBI, es decir que bajamos la inflación sin tener costo, en términos de actividad, motivo por el cual el caso se está estudiando en todo el mundo, sino que, además - de cara a un año electoral - vamos con una política de déficit cero y de emisión cero, es decir, no vamos a utilizar, hacer política monetaria y política fiscal para tratar de influenciar sobre el resultado electoral, y vaya que eso sí es nuevo.
Además, no sólo eso, sino que estamos contagiando a otros países. Estados Unidos se está inspirando, en nuestro Ministerio de Desregulación, y se lo van a dar a Elon Musk, nada más y nada menos que un pope de la Inteligencia artificial. Nosotros queremos que – Argentina - vuelva a ser un país donde se premie la innovación en lugar de castigarla; queremos que Argentina vuelva a ser un país, donde arriesgarse para solucionar problemas a otros sea recompensado y no motivo de escarnio público; queremos que Argentina vuelva a ser un país con reglas económicas claras e idénticas para todos; queremos que la Argentina pueda volver a acceder a la tecnología de punta a precios competitivos; queremos que los ciudadanos de este país aprovechen su espíritu creativo para crecer en lugar de tratar de sobrevivir; queremos volver a abrazar el capitalismo para que el capitalismo nos vuelva a abrazar a nosotros y no vamos a parar hasta lograrlo. Hay un libro muy interesante - escrito por Gombrich - que se llama “Breve historia del mundo”, que describe la historia del progreso humano dividida en 39 grandes eras desde la Prehistoria con el descubrimiento del fuego las herramientas y el lenguaje pasando por la época de Los Héroes como Alejandro Magno, Roma y el César; la Edad Media; el Renacimiento y Da Vinci; el Nuevo Mundo y las revoluciones democráticas. Es evidente que el mundo ha progresado, en función de la acción de algunos hombres con el coraje suficiente para empujarlo hacia una nueva frontera
Sepan que – hoy - nosotros, los que estamos aquí, somos esos hombres empujando el progreso humano hacia una nueva etapa de desarrollo, sobre la que - sin duda - se escribirá la historia de héroes del mañana, porque en el fondo no sabemos cómo será el futuro, pero lo único que sabemos es que será muchísimo mejor.
Que Dios bendiga a los argentinos, que las fuerzas del cielo nos acompañen y ¡viva la libertad carajo! Muchas gracias.