A 54 años del Premio Nobel de Química a Federico Leloir

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El 27 de octubre de 1970, el médico y bioquímico argentino Luis Federico Leloir fue galardonado con el Premio Nobel de Química, un reconocimiento que consagró su trabajo pionero en el estudio de los nucleótidos del azúcar y su papel en la formación de hidratos de carbono.

Leloir obtuvo este prestigioso galardón por sus investigaciones sobre cómo los nucleótidos de azúcar juegan un rol fundamental en la biosíntesis de carbohidratos, compuestos esenciales para la vida. Su trabajo fue clave para entender la galactosemia, una enfermedad hereditaria que impide asimilar correctamente el azúcar de la leche y que, sin tratamiento, puede causar graves daños en órganos vitales como el hígado y los riñones, además de afectar el sistema nervioso central.

Luis Federico Leloir nació en París en septiembre de 1906, pero a los dos años se trasladó a la Argentina, país que lo adoptó y donde desarrolló toda su carrera. Se graduó como médico en la Universidad de Buenos Aires a los 26 años y comenzó su carrera en el Hospital de Clínicas. En 1947, gracias al apoyo de su mentor Bernardo Houssay, se convirtió en el director del Instituto de Investigaciones Bioquímicas-Fundación Campomar, hoy conocido como Fundación Instituto Leloir.

En ese instituto, junto a un equipo de colaboradores, Leloir realizó descubrimientos que transformaron el conocimiento de la biosíntesis de polisacáridos, esenciales en procesos como la formación de glucógeno y almidón, componentes básicos de la vida.

Uno de los mayores aportes de Leloir fue el descubrimiento del “camino de Leloir”, una ruta bioquímica que detalla cómo el cuerpo transforma los azúcares en energía. Esta ruta describe el proceso mediante el cual la galactosa, un azúcar presente en los lácteos, se convierte en glucosa, esencial para el funcionamiento celular. Su hallazgo permitió comprender mejor cómo el organismo almacena y utiliza la energía de los alimentos, revolucionando el conocimiento sobre los hidratos de carbono.

Los avances de Leloir no solo aportaron conocimiento teórico. Fueron un paso fundamental para comprender enfermedades metabólicas y sus tratamientos, contribuyendo al bienestar de millones de personas en todo el mundo.

Cuando Leloir recibió el Premio Nobel en Estocolmo el 10 de diciembre de 1970, se mostró sorprendido y humilde frente a la magnitud de la distinción:

"El honor que he recibido excede, de lejos, mi expectativa más optimista", expresó. Con su estilo modesto, reconoció la labor de sus colaboradores y no dejó de destacar que su trabajo fue posible gracias al apoyo de sus colegas y de instituciones científicas argentinas.

A pesar de haber alcanzado el mayor reconocimiento en su campo, Leloir siguió siendo un hombre sencillo, centrado en la investigación y en la formación de nuevas generaciones de científicos.

Hoy, a 54 años de haber sido distinguido con el Nobel, el legado de Federico Leloir sigue presente en la ciencia. Su "camino de Leloir" es estudiado en universidades de todo el mundo, y sus descubrimientos son una base esencial para las investigaciones actuales sobre el metabolismo y las enfermedades asociadas a los carbohidratos.