César Milstein nació en Bahía Blanca el 8 de octubre de 1927. Sus investigaciones sobre los anticuerpos monoclonales, una técnica clave para el tratamiento de enfermedades como el cáncer, marcaron un hito en la medicina moderna y aún hoy sus aplicaciones continúan salvando vidas. Recibió el Premio Nobel de Medicina en 1984. Su compromiso con la ciencia y la humanidad lo llevó a rechazar la patente de su descubrimiento, convencido de que el conocimiento debía ser compartido.
Milstein creció en la ciudad de Bahía Blanca, donde desde joven mostró un profundo interés por la ciencia. A los 13 años, influenciado por el libro Los cazadores de microbios, decidió que su vida estaría dedicada al descubrimiento científico. Tras completar su educación secundaria, se mudó a Buenos Aires para estudiar Química en la Universidad de Buenos Aires, donde se doctoró en 1956.
A comienzos de los años 60, Milstein fue becado para realizar estudios postdoctorales en la Universidad de Cambridge, Inglaterra, donde trabajó bajo la dirección de Frederick Sanger. Allí desarrolló gran parte de su carrera, pero regresó brevemente a Argentina en 1961 para dirigir la División de Biología Molecular del Instituto Nacional de Microbiología. En 1962 regresó a Cambridge, donde alcanzó la cumbre de su trayectoria científica.
En 1984, junto a Georges Köhler, fue galardonado con el Premio Nobel por el desarrollo de los anticuerpos monoclonales, proteínas que han revolucionado la inmunología, la biotecnología y la medicina. Este descubrimiento permitió avances significativos en el diagnóstico y tratamiento de enfermedades como el cáncer, y abrió nuevas posibilidades para la investigación médica y el desarrollo de vacunas.
A lo largo de su vida, Milstein mantuvo un profundo compromiso social, defendiendo la idea de que la ciencia debía estar al servicio de la humanidad. Rechazó la idea de lucrar con sus descubrimientos y abogó por la universalidad del conocimiento. Falleció el 24 de marzo de 2002 en Cambridge, dejando un legado invaluable para la ciencia y el mundo.
En reconocimiento a su contribución a la ciencia, Milstein ocupa un lugar en el Salón de la Ciencia Argentina de Casa Rosada. Su legado es un orgullo nacional y un ejemplo a seguir para la comunidad científica a nivel global.