En el mes sanmartiniano, recordamos con orgullo el uniforme histórico de los Granaderos a Caballo "General San Martín", utilizado durante las guerras independentistas, y su evolución hasta el presente. Cada elemento del uniforme fue cuidadosamente diseñado por el Padre de la Patria, no solo por su estética, sino por su funcionalidad en combate.
El uniforme, símbolo de valentía y responsabilidad, ha cambiado con el tiempo. Actualmente, se compone del morrión, la chaquetilla, guantes blancos, pantalón y botas. Cada una de estas piezas tiene un propósito específico.
El morrión, es un casco alto con un penacho bordó, la escarapela nacional, el escudo con la granada, los cordones, las galápagos, la visera y las carrilleras. Cada una de sus partes fue diseñada para brindar protección en combate. Originalmente estaba hecho de suela negra y actualmente está forrado en tela azul.
El penacho diferenciaba a los distintos regimientos y batallones del Ejército de los Andes durante la Guerra de la Independencia. Los galápagos, ubicados solo en el lado izquierdo del morrión, protegían ese lado de la cabeza, ya que los granaderos sostenían con la mano izquierda las riendas del caballo y con la derecha el sable. Estos elementos eran dos círculos de metal sostenidos por cordones de hilo de metal.
La carrillera, compuesta por escamas de metal dorado, sostiene el morrión a la cabeza y protege el rostro de los granaderos contra las heridas de armas blancas. Originalmente, estas eran más anchas y cubrían casi toda la mejilla. La visera, además de proteger del sol, mantenía la vista erguida contra el enemigo, ya que bajar la vista se consideraba un acto de cobardía, castigado severamente con la expulsión deshonrosa del Regimiento.
Durante la Guerra de la Independencia, el morrión llevaba la Escarapela Nacional y una granada de bronce con la leyenda "Libertad y Gloria". Actualmente, el morrión lleva un escudo de bronce con el Escudo Nacional, rodeado por las banderas de los países que libertó y una granada con la flama representativa del Regimiento.
La chaquetilla azul, con vivos carmesí, posee una pechera del mismo color con una fila de botones a ambos lados y granadas de telas en los baldones. El cuello de la chaquetilla servía de protección contra heridas de armas blancas y estaba hecho de cuero duro para asegurar una buena postura. Las charreteras protegían los hombros y estaban hechas de cuero duro o chapa de bronce o cobre.
Sobre la casaca se coloca la bandolera, un correaje de cuero blanco, que sostiene el porta canana, la cartuchera de cuero negro donde antes guardaban las municiones de las carabinas.
El cinturón, de cuero blanco, sostiene el tahalí que sostiene el sable. Lleva una hebilla de bronce con el relieve de una granada y la leyenda "Regimiento de Granaderos a Caballo". El tahalí, también de cuero blanco, lleva un gancho de bronce donde se coloca la argolla de la vaina.
El sable que usan los granaderos es un modelo alemán para la caballería de 1898, compuesto por una hoja de un solo filo cromada, una cazoleta que protege las manos y una vaina con argolla pintada de negro mate, utilizado solo para ceremonias. La dragona, un tiro de cuero blanco, se ata a la cazoleta del sable y se ajusta a la muñeca derecha del granadero, evitando que el sable caiga al suelo en combate.
Las botas son altas de cuero negro con espuelas, protegiendo las rodillas y muslos. Las espuelas, diseñadas por el General San Martín, mejoraban el manejo de los caballos, adecuados para los granaderos altos y los caballos de media alzada.
El escudo en la manga izquierda de la chaquetilla representa al escuadrón del granadero.
El uniforme de los granaderos, diseñado por el General San Martín e inspirado en los granaderos franceses, es un legado histórico que simboliza la independencia argentina. Aunque los materiales han cambiado, cada elemento rememora su uso en tiempos pasados.
El Regimiento de Granaderos a Caballo General San Martín es un testimonio vivo del glorioso pasado argentino. Hoy, además de ser el Regimiento Escolta Presidencial, siguen presentes en actos patrios y ceremonias, encarnando los valores de libertad y soberanía que San Martín inculcó en sus soldados. El Libertador, consciente de la necesidad de hombres comprometidos con la patria, no solo los preparó para la guerra, sino que también fortaleció sus valores, pilares fundamentales del naciente Ejército, que con, valentía, coraje, esfuerzo y sangre, sembró los ideales de libertad en América.