Resumen
Hipólito Yrigoyen fue una de las figuras más influyentes de la historia argentina, conocido como el primer presidente elegido por el voto popular en 1916. Su liderazgo se destacó por su defensa de los intereses de las clases trabajadoras y la expansión de los derechos políticos, lo que lo convirtió en un referente del movimiento radical. Su gestión, inicialmente marcada por la reforma social y la modernización, sufrió las críticas de diversos sectores políticos y económicos, sobre todo por su enfoque hacia la justicia social. Fue presidente en dos periodos (1916-1922 y 1928-1930), y su segundo mandato terminó abruptamente con un golpe de Estado en 1930, el primero de una serie de intervenciones militares en la historia argentina. Su figura, asociada al radicalismo y al nacionalismo popular, sigue siendo objeto de debate: mientras algunos lo consideran el precursor de la democracia moderna en Argentina, otros critican su gestión económica y política.
Biografía
Hipólito Yrigoyen nació el 12 de julio de 1852 en la ciudad de Buenos Aires, en el seno de una familia de origen vasco. Su carrera política comenzó como dirigente del radicalismo, un movimiento que nació en oposición al predominio de los partidos tradicionales. Fue uno de los fundadores de la Unión Cívica Radical (UCR) en 1891, cuyo objetivo era promover la democratización del país y luchar contra la corrupción. En 1916, tras una ardua campaña, Yrigoyen fue elegido presidente, convirtiéndose en el primer mandatario argentino electo por sufragio universal masculino. Su formación como abogado y su experiencia en el Congreso le dieron las herramientas para liderar el país en un momento crucial. A lo largo de su vida, Yrigoyen mostró una firme convicción en los ideales democráticos y en la importancia de la justicia social, buscando siempre el bienestar de los sectores más vulnerables. A lo largo de los años, su figura creció en popularidad, pero también generó polarización política.
Presidencia
La presidencia de Hipólito Yrigoyen fue una de las más significativas en la historia argentina, marcada por un enfoque reformista y progresista. Durante su primer mandato (1916-1922), implementó políticas de carácter social, como la creación de la Ley de Jornales Mínimos y la regulación de la jornada laboral, además de un acercamiento a las clases trabajadoras. A nivel internacional, Yrigoyen intentó consolidar la autonomía de Argentina en el ámbito económico y diplomático. Sin embargo, su gestión fue criticada por su enfoque económico, que algunos consideraron excesivamente intervencionista. Su segundo mandato (1928-1930) estuvo marcado por dificultades económicas y la creciente oposición de sectores conservadores y militares. Su política externa también sufrió tensiones con los intereses de las potencias extranjeras, especialmente con Inglaterra. La crisis económica de 1929 agravó la situación interna, lo que llevó al golpe de Estado de 1930 que derrocó a su gobierno, poniendo fin a su carrera presidencial.
Post Presidencia y fallecimiento
Tras ser depuesto en 1930 por el golpe de Estado liderado por José Félix Uriburu, Yrigoyen pasó sus últimos años alejado de la vida política activa. Fue arrestado y luego liberado, pero su salud se deterioró a raíz del estrés y la incertidumbre provocada por la crisis política. En sus últimos años, se dedicó principalmente a sus estudios y a la reflexión sobre el destino político de Argentina. Su figura siguió siendo relevante en la política argentina, siendo considerado por muchos como un símbolo de la democracia popular. Hipólito Yrigoyen falleció el 3 de julio de 1933, a los 80 años, en Buenos Aires. Aunque su legado fue objeto de controversia, su influencia perduró a lo largo del tiempo, y su nombre sigue siendo un referente de la lucha por la justicia social y los derechos civiles en Argentina.