Resumen
José Evaristo Uriburu (1831-1914) fue un abogado, juez y político argentino que asumió la presidencia de la Nación entre 1895 y 1898. Llegó al poder tras la renuncia de Luis Sáenz Peña en un contexto de crisis política y conflictos internos dentro del Partido Autonomista Nacional. Su gestión se caracterizó por la búsqueda de estabilidad institucional y la pacificación del país, en un momento en el que la oposición radical encabezada por la Unión Cívica Radical comenzaba a tomar mayor protagonismo. Durante su gobierno, promovió reformas económicas y consolidó la administración pública. Aunque no tuvo un rol protagónico en la política nacional tras su mandato, continuó ocupando cargos de relevancia y fue una figura respetada dentro de la esfera institucional argentina hasta su fallecimiento en 1914.
Biografía
José Evaristo Uriburu nació el 19 de noviembre de 1831 en Salta, en una familia de tradición política y militar. Estudió derecho en la Universidad de Buenos Aires y ejerció como abogado y juez en su provincia natal. Su carrera política comenzó en la década de 1860, cuando fue electo diputado nacional. Posteriormente, ocupó diversos cargos en la administración pública, incluyendo el de vicepresidente de la Nación en 1892, acompañando a Luis Sáenz Peña. Su carácter moderado y conciliador lo convirtió en una figura clave en la política de la época. Cuando Sáenz Peña renunció en 1895, Uriburu asumió la presidencia, con el desafío de restaurar la estabilidad política y contener las crecientes demandas de la oposición. Tras su mandato, continuó vinculado a la política, aunque sin asumir nuevamente el protagonismo que tuvo durante su presidencia.
Presidencia
Uriburu asumió la presidencia el 23 de enero de 1895, en medio de una crisis institucional y de la creciente presión de la Unión Cívica Radical. Su gestión se centró en estabilizar el país y reorganizar la administración pública, con el objetivo de restaurar la confianza en el gobierno. Durante su mandato, trabajó en la consolidación de la economía nacional, promoviendo políticas fiscales que permitieran la recuperación tras los desequilibrios generados en años anteriores. También incentivó la modernización de la infraestructura y la expansión ferroviaria, elementos clave para el desarrollo del modelo agroexportador. También tuvo lugar la reforma constitucional de 1898 pero con un alcance limitado. Aunque su gobierno no tuvo grandes reformas estructurales, fue fundamental para pacificar el escenario político y garantizar la continuidad institucional. En 1898, entregó la presidencia a su sucesor, Julio Argentino Roca, quien iniciaría su segundo mandato con una estructura estatal más fortalecida.
Post Presidencia y fallecimiento
Tras finalizar su presidencia en 1898, Uriburu se alejó de la política activa, aunque continuó desempeñando funciones públicas y participando en la vida institucional del país. Fue presidente de la Corte Suprema de Justicia y un referente en el ámbito legal y político. Su legado estuvo marcado por su papel en la estabilización política de Argentina en un momento de crisis y por su capacidad de mediación entre los distintos sectores del oficialismo y la oposición. En sus últimos años, se retiró a la vida privada en Buenos Aires, donde continuó vinculado a los círculos políticos e intelectuales. Falleció el 23 de octubre de 1914, a los 82 años. Su figura es recordada como la de un presidente de transición que contribuyó a consolidar las bases del sistema político argentino en un período de grandes desafíos y transformaciones.