LA DISYUNTIVA: HACER LO FÁCIL MAL O LO DIFÍCIL BIEN
Los otros días, en Ensenada, dije que sería muy fácil usar todos los recursos que tenemos -que son pocos- y gastarlos en fomentar el consumo para crear un falso clima de crecimiento. Es fácil gastar un punto del PBI para crear una ilusión que dura un rato pero cuyas consecuencias después explotan en todas direcciones, como está sucediendo ahora mismo en Venezuela, donde el país se extinguió por las mentiras de un gobierno que destruyó todos los recursos hasta quedar sin infraestructura, sin alimentos, sin energía, sin salud… donde lo único que abunda es el sufrimiento de los venezolanos, la violencia y la paranoia en el poder.
Eso es fácil.
Como pasó en Argentina, es fácil pintar la fachada de un edificio para inaugurarlo usando la Cadena Nacional y dejarlo todo podrido por adentro. Es fácil, lo vimos durante años y vivimos hasta ahora las consecuencias destructivas de tomar ese atajo. ¿Qué quedó de hacer las cosas así? Un país con millones de personas que no tienen ni cloacas. No hablamos de 5G o de trenes super rápidos, el camino fácil después de 80 años dejó un país que no tiene ni cloacas.
Hacer algo de verdad, cualquier cosa que sea, a cualquier escala, en tu vida diaria, en tu casa, en una ciudad, en un país, definitivamente es difícil. Y cuanto más grande es lo que querés hacer, más determinación y confianza se necesita.
HACER LAS COSAS BIEN
En estos días vamos a inaugurar junto a la Ciudad de Buenos Aires el Viaducto Mitre. Una obra monumental que va a permitir a los trenes que atraviesan la Ciudad cruzar elevados como sucede en todas las grandes ciudades del mundo.
Para tomarlo como una parábola, seamos sinceros: hacer el Viaducto fue una pesadilla para todos los vecinos. Durante más de 18 meses complicadísimos tuvieron que soportar el movimiento de máquinas, el traslado de materiales, ruidos de todo tipo, polvo en sus casas, tierra, barro, calles cortadas; tuvieron que dar rodeos larguísimos por los desvíos y eso los obligaba a levantarse más temprano para ir a trabajar o a la escuela y los demoraba también a la hora de regresar. Fue muy incómodo, muy cansador, un fastidio.
Pero ahora, ahí está el Viaducto. En pocos meses ningún vecino recordará las peripecias que vivió. Su vida será mejor, sus propiedades serán apreciadas y valdrán más, los accidentes en las barreras se habrán reducido a cero, la gente viajará más rápido, sus vidas habrán cambiado y las dificultades que atravesaron para llegar a ese cambio serán olvidadas. Y lo más importante, ese cambio es el que permitirá después hacer otros aún más grandes.
LA DISYUNTIVA
Todos conocemos las circunstancias que vivimos, sabemos de qué pasado venimos. Por eso, este momento es una oportunidad inmensa. Podemos definirnos mucho más allá de la política, de la gestión, de la economía. Es una oportunidad para declarar qué clase de persona somos. ¿Somos de los que creemos que las cosas son fáciles y buscamos resultados inmediatos aunque sean falsos; o somos de los que sabemos que hacer algo, por pequeño o grande que sea, es complejo, pero que eso nos hará mejores, más poderosos y más libres?
Estoy convencido de que en lo más profundo de la mente de cada argentino ese dilema ya fue respondido.