Este es un resumen de las declaraciones del Jefe de Gabinete, Marcos Peña, en la entrevista en radio Mitre y en su discurso en el Consejo de las Américas.
Mirar con perspectiva nos reafirma en el camino
- La diferencia es entre una película y una foto. Si uno mira la foto dice, 'claramente estos señores de este Gobierno no están logrando resolver todos los problemas en dos años y medio'.Creemos que esa foto es una foto muy parcial, lo importante es ver la evolución.
- Mirando las variables estructurales, la Argentina está en el camino correcto para resolver los problemas e ir hacia un camino de desarrollo y crecimiento. Hay muchísimos ejemplos, como lo que está pasando en diversos sectores de la economía en materia de inversión, el crecimiento de las exportaciones, el desarrollo del turismo; el desarrollo de uno de los sectores potencialmente más grandes de energía no convencional del mundo como Vaca Muerta, más las energías renovables, la revolución aérea, la inversión en telecomunicaciones, el crecimiento de todos los productos de economías regionales.
- Hay una transformación, no hay un fracaso. Y en esa transformación hay momentos más difíciles y hay momentos donde nos entusiasmamos más, pero nunca nos engañamos de las dificultades de resolver un problema como el que estamos encarando.
- Mirando la película más grande, el fracaso en la Argentina es que siendo uno de los países potencialmente más ricos del mundo tiene un 30 por ciento de pobreza. Es un fracaso que en 70 años no podamos resolver nuestro equilibro fiscal, que en 80 años no podamos resolver nuestro problema de inflación, que tengamos enormes cantidades de nuestro país donde no hay empleo privado de calidad.
- ¿La foto de ayer, del cortoplacismo? Lo vemos como parte de un proceso de recuperación en un contexto de enormes dificultades mundiales, pero donde el desajuste estructural es el fracaso que recibimos en diciembre del 2015 que estamos buscando resolver.
El cambio que pidió la gente es profundo y para siempre
- Siempre hubo una discusión entre los que creían que el cambio era un cambio de matiz, de algunos grados del rumbo. De una Argentina que se había acostumbrado a ser una economía cerrada, una democracia débil y en muchos casos autoritaria y corrupta. De una sociedad fragmentada, desigual. Esa visión de cambio parcial, muchas veces estaba alimentada por una visión cínica y resignada, de que la Argentina no cambia más. Un país un poco frustrado, acostumbrado a buscar en los fracasos del pasado la justificación para los fracasos del presente, un país quejoso y afecto a las teorías conspirativas respecto de un mundo que lo buscaba perjudicar.
- Nunca entendimos el cambio de esta manera, porque nunca entendimos que lo que pasó la década pasada fue el causal de nuestros males sino la expresión grotesca de síntomas que veníamos arrastrando hace mucho tiempo.
- Interpretamos al cambio como un cambio de raíz, profundo, de verdad. No porque vengamos como una serie de iluminados a querer reinventar la Argentina o a querer refundarla, sino porque escuchamos todos los días a los argentinos que nos dicen, claramente, que esto tiene que ser de verdad porque no nos resignamos más a tener parches de corto plazo y no tener la dignidad de saber que nuestros hijos y nuestros nietos pueden estar mejor que nosotros.
Cambiar tiene tensiones y las estamos atravesando con firmeza
- Cuando uno mira la perspectiva y las cosas que pasaron en la Argentina y en el mundo, lo que se encuentra es que todas las tensiones de ese cambio de raíz se fueron expresando de distintas maneras. Primero, con un respaldo muy contundente de la sociedad al rumbo que se venía planteando, incluso para sorpresa de muchos, que -subestimando a los argentinos- planteaban que las dificultades económicas iban a hacer que se abandonara el rumbo del cambio. Y los argentinos, con enorme madurez y responsabilidad, dijeron ‘no, acá estamos. Estamos confiados en que este cambio de verdad tiene que seguir adelante’. Después vimos cómo, a fin de año, nos encontramos con la dificilísima tarea de construir consensos cuando uno está en minoría, cuando tiene que dialogar con quien piensa distinto, en lugar de hacer lo que parece más fácil, que es imponer una visión.
- Tuvimos un primer cuatrimestre de los más potentes en materia de crecimiento e inversión, y al mismo tiempo teníamos una tensión de ‘no se siente en la calle’. Es lo que pasa cuando uno empieza a crecer de verdad, estructuralmente, a partir de la inversión y de la exportación y no a partir de ilusiones ópticas que nos queman las reservas y los stocks, como la solución mágica de que solo se puede crecer a partir del consumo y pensando que la riqueza solo se genera en un circuito cerrado permanente.
- Después vinieron las turbulencias. Primero una sequía tremenda, la peor en 60 años. También a una suba del petróleo que dejó expuesta otra de nuestras vulnerabilidades producto del cortoplacismo, que era nuestro déficit energético. Tuvimos un cambio de contexto financiero y comercial en el mundo, centralmente a partir de la tensión entre EEUU y China. Todo esto dejó expuestas nuestras vulnerabilidades, no de hoy, no de la foto, sino de la perspectiva.
- Después entró en una dinámica de turbulencia Turquía y nuestro socio Brasil, y al mismo tiempo surgió una revelación del pasado, que como un grito fuerte apareció nuevamente en nuestro presente. Y no fruto de la casualidad ni de la conspiración, sino fruto de otra decisión política que tomó este gobierno, que era ir de verdad a una república institucional, transparente, con justicia independiente, con un Estado que pone reglas de juego claras y concretas para eliminar la corrupción, para promover la competencia, para generar transparencia. Y la llamada “Causa de los cuadernos” nos trajo el recuerdo de esos problemas estructurales que tenemos que resolver, como país.
- Eso nos generó más dudas y más turbulencias de vuelta, donde el mundo y los mercados nos exigen más cosas concretas. Y ahí, frente a las dudas sobre el financiamiento del año que viene, el más pequeño de los últimos años, se tomó una decisión política que comunicó el presidente ayer para adelantar nuestras metas para el año próximo, para reducir ese riesgo financiero, lo que va a llevar a que tengamos que seguir discutiendo también cómo acelerar la llegada al equilibrio fiscal. Pero entendiendo que eso nos va resolviendo un problema estructural y poniéndonos de acuerdo en no usar más atajos mágicos para resolver problemas coyunturales del dirigente de turno.
Son muchas décadas de tomar atajos, cambiar es asumir los problemas desde la verdad y dejar de repetirnos
- No hay una herramienta mágica rompiendo contratos, no hay una herramienta mágica que resuelva todos nuestros problemas. Hay que ir con la verdad, hay que solucionar de manera madura y responsable nuestros problemas, hay que mirar con perspectiva el camino hacia adelante. Es un camino de crecimiento y de desarrollo, no son ideas mágicas, son ideas concretas, realidades, cifras, proyectos.
- Eso requiere mantener el temple, la confianza. Y entender que esa tensión, probablemente la más difícil de resolver porque requiere de la convicción, es la tensión entre el cinismo, la resignación, el escepticismo contra la esperanza, la actitud positiva, la convicción de transformación, la convicción de que nuestros problemas tienen solución encarándolos de frente, diciendo la verdad y avanzando juntos hacia ese camino que podemos lograr los argentinos.
- Somos el país que más veces ha vulnerado sus contratos internacionales, somos el país que más ha mentido y engañado al resto y que demuestra una y otra vez, hasta ahora, que no está dispuesta a buscar el equilibrio fiscal para depender de sus propios recursos.
- Esto no es minimizar las angustias, las dificultades, los miedos que genera la volatilidad, la incertidumbre. De ninguna manera pensamos gobernar negando la realidad, al contrario. Es porque abrazamos la realidad que estamos convencidos de lo que podemos hacer, y vamos a hacer todo lo necesario, todo lo que haga falta, para salir adelante con más república, con más institucionalidad, con más democracia, con más integración al mundo, con más reglas de juego claras, con más competencia que genere más inversión, más espacio para los emprendedores, para una Argentina más federal, más desarrollada y con un enorme futuro por delante.