Este es el reportaje al Jefe de Gabinete, Marcos Peña, publicado hoy en La Nación.
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-¿Un año más movido que lo esperado?
-En los tiempos que vivimos, siempre gobernar va a ser en tiempos movidos. Más en la Argentina. Pero creo que arrancó en un contexto positivo. Nosotros somos optimistas. Entramos en un segundo año de crecimiento consecutivo. Y 2018 va a ser mejor que 2017.
-¿Mejor en qué?
-Para la gente: va a seguir la economía, el crédito, el acceso a vuelos más baratos, la inversión pública y privada. Estamos dejando atrás una Argentina en sensación de crisis y parálisis.
-El año arranca también con una inflación alta, en febrero rondará el 2%, y Carlos Melconian, expresidente del Banco Nación, acaba de decir que hasta mitad de año no va a bajar la inflación.
-Es un error entender la inflación sin la adecuación que se tuvo que hacer en las tarifas. La inflación núcleo vino bajando este último año y va a seguir en ese camino. Hay que estabilizar la Argentina en forma gradual. Algunos creerán que hay que hacerlo con un ajuste muy fuerte contra la población. Nosotros no lo consideramos así. No creemos que sea bueno para la economía ni sustentable socialmente.
-¿Se resignó inflación a cambio de crecimiento?
-La corrección de la meta inflacionaria siempre fue potestad del Poder Ejecutivo. Lo fue en enero de 2016 cuando se pusieron las metas y cuando se corrigieron ahora. Se calibró de acuerdo a metas más creíbles, por un lado, y se extendió un año porque consideramos que era lo mejor como señal en general para la economía.
-La presencia de su titular, Federico Sturzenegger, en la conferencia donde se anunció la corrección de las metas, ¿no perjudicó la independencia del Banco Central?
-Para nada. La independencia del Banco Central está garantizada. Y como explicó Federico, en el mundo hay contextos donde en países desarrollados el presidente del Banco Central acompaña al Ejecutivo para mostrar que hay un camino común.
-¿No prevén un año de mayor conflictividad?
-Esa pregunta la venimos respondiendo hace dos años. Y la verdad es que la conflictividad sindical y laboral fue menor en los últimos dos años, que fueron más duros. Hay una economía mucho más sana y robusta, con vulnerabilidades que debemos corregir.
-Y sin embargo el déficit comercial fue récord, a la Argentina le sigue costando venderle al mundo.
-Hay que desagregar eso. Se dio en el contexto de la mayor importación de bienes de capital. No es todo lo mismo cuando se habla de la balanza comercial. Es más maquinaria para producir y generar empleo en la Argentina. No es un desequilibrio estructural.
-Desde la lectura del Gobierno, ¿cuánto de la marcha convocada por Camioneros responde a los problemas judiciales de la familia Moyano y cuánto a las razones genuinas de la situación económica?
-Hay que enmarcar algunas de estas situaciones en una teatralidad. No creemos que haya un clima de conflictividad en los trabajadores ni en la sociedad en general. Hay una utilización de una herramienta política, válida y legitima, para transmitir un mensaje. ¿Qué mensaje quiere transmitir Moyano y los dirigentes más ultrakirchneristas? Lo tendrán que decir ellos. Si creen que se puede condicionar a la Justicia con poner mucha gente en la calle, se equivocaron de la lectura de la realidad de una Argentina que cambió.
-¿Y cuánto tiene que ver el Gobierno en su situación judicial, si se tiene en cuenta que hay oficinas como la AFIP y la UIF que aportaron información determinante a los jueces?
-Hay una decisión del Presidente desde el primer día de que haya un normal flujo de información hacia la Justicia. Empezando con información sobre el propio presidente o cualquier funcionario. La pregunta es por qué antes no ocurría esa cooperación. No parece que el sindicalista Balcedo forjó su riqueza solo en los últimos dos años. Las explicaciones las tienen que dar ellos. Lo normal es que las instituciones cooperen, que la UIF tenga acuerdos con todo el planeta para que haya información disponible.
-Pero la mayoría de los informes presentados fueron sobre sindicalistas.
-Eso se ve desde la comunicación. Pero muchos informes fueron sobre las denuncias truchas que nos hicieron, y el resultado era negativo. En cambio, en estos aparecían problemas.
-¿No hay una búsqueda de disciplinamiento político?
-No creemos en el disciplinamiento como concepto, porque nuestro contrato central es el fortalecimiento de la República y la transparencia. El problema es de quienes no pueden explicar su patrimonio, su riqueza.
-Cuando Moyano habla del padre del Presidente, cuando impulsa una protesta, ¿el Gobierno percibe que es un apriete o una extorsión para que cesen las causas judiciales en su contra?
-Creo que si él o cualquier sector piensa que una marcha debe condicionar a la Justicia comete un grave error. Es un error de cálculo porque en la Argentina de hoy eso ya no va más. Y es mejor que pongan el foco donde lo tienen que poner y nos sentemos en una mesa a arreglarles la vida a los trabajadores. Llevamos 10 años gobernando: ocho en la Ciudad y dos en la Nación, y hemos tenido infinitas oportunidades de construir consenso, incluso con el propio Moyano. Valoramos enormemente la tarea del sindicalismo y no creemos en un mensaje antisindical. Nuestro objetivo es generar trabajo en un mundo en transformación del mercado laboral. No pasa por si atacamos a uno u otro, pero tampoco aceptamos aprietes, y si alguno cree, como lo hizo el Pata Medina diciendo que iba a prender fuego La Plata, que vamos a retroceder, les decimos: "Muchachos, eso no va más".
-Algunos funcionarios cuentan en off que Moyano les dice que si el Gobierno para las causas judiciales, él frena la ofensiva.
-Yo no recibí eso mensaje y si lo recibiéramos les diríamos: "No hablen con nosotros, hablen con la Justicia. Explíquenle lo que tengan que explicar". Haríamos muy mal nosotros si transmitimos un mensaje de que es viable ese camino para resolver problemas judiciales.
-¿Es posible aún construir consensos con Moyano?
-Siempre, y con todos. Pero son carriles distintos la discusión de los problemas judiciales que cualquiera puede tener con la discusión para lograr más productividad, mejorar la logística, cómo generar mejor trabajo en cada uno de los rubros donde está presente el sindicato de camioneros.
-¿Perciben que en la Justicia todos están dispuestos a avanzar?
-Es un tema de la Justicia. Pero está claro que aún hay mucho por hacer en la Justicia y lo venimos hablando.
-¿Están conformes con el ritmo al que avanzan las causas en la Justicia?
-No nos corresponde evaluar el ritmo. Me parece que lo bueno es que se avance. Es cierto que el ritmo es desparejo, pero también hay problemas estructurales de la Justicia.
-Si no hubiera existido el caso Triaca, ¿habrían limitado la designación de familiares?
-Lo veníamos analizando desde hace tiempo. Claramente conviven situaciones distintas. Hay situaciones de nepotismo, como hemos visto en muchos lugares del país, y otros casos en los que hay personas idóneas, que son familiares, para ocupar un cargo público. Lo que interpreta el Presidente cuando decide esto es que la sociedad tiene un hastío con el contexto general del tema.
-¿Le satisfacen las explicaciones que dio Triaca y considera que la sociedad las aceptó?
-Hay dos planos. Uno que nos toca a nosotros, que es la evaluación de su integridad, su idoneidad y su competencia, y en ese marco él dejó claro que no ha habido delito ni ha habido mala gestión en el SOMU, ni una intención de él de agredir a una empleada. Respecto de la sociedad, les pedimos que confíen en nosotros también en términos de saber el valor que tiene el trabajo en equipo y formar y tener dirigentes que tengan la integridad de hacer su tarea como lo viene haciendo Jorge y todo el gabinete.
-¿No afecta a su gestión lo que pasó?
-Hemos tenido varios ministros a los que les ha tocado una situación de esas y con el tiempo se demostró que se terminan fortaleciendo, porque ha habido un aprendizaje y de mejora en la calidad de gestión.
-¿Qué tiene que hacer un ministro para que el Presidente le pida la renuncia? ¿Cuál es el límite?
-Está claro que un límite pasa por la corrupción, la comisión de un delito o cualquier cosa que vulnere la ley.
-El Gobierno tuvo una caída muy fuerte en la imagen desde diciembre para acá, Y es la más abrupta desde que asumieron. ¿A qué la atribuyen?
-Hay varias cuestiones. Pero tenemos mucha confianza en la relación que construimos con los ciudadanos, especialmente con los que nos apoyan. Tuvimos un alza muy abrupta después de las elecciones y ahora estamos en los niveles de julio de 2017. Creo que hay otro factor puntual que va a quedar saldado con el tiempo, y es que muchos creyeron eso de que los jubilados van a cobrar menos que el año pasado, pero ahora, y sobre todo en marzo, va a quedar claro que eso no era así. Lo mismo el miedo a que este año se parezca a 2016, un año de recesión y crisis, pero también van a comprobar que eso no es así.
-Antes dijo que hay sectores que quieren un ajuste más duro, ¿esos sectores tienen nombre y apellido?
-Aquel que cree que el gradualismo que hemos planteado no alcanza, sería más honesto si dijera cómo hacerlo, con un presupuesto que tiene 70% de inversión social, el nivel más alto de la historia. En voz baja dicen que hay que sacarles a los jubilados, sacar tal cosa, recortar tal otra. Comprendemos su alerta porque la Argentina no puede permanecer en un camino de déficit fiscal permanente. Pero también tienen que mirar que es la primera vez en 100 años que la economía nacional logra lo que logró en 2017 que es crecer, bajar el déficit, el gasto en términos reales y la inflación.
-¿Esos que piden en voz baja están o estuvieron en el Gobierno?
-Sí, puede ser. Yo me acuerdo una discusión con Melco [Carlos Melconian, expresidente del Banco Nación) en que él decía que no había ninguna posibilidad de que nos prestaran más de US$10.000 millones en 2016, por lo que era mentir que el gradualismo pudiera funcionar. Pero está claro que ocurrió y se podía. Y nosotros le decíamos que no había ninguna posibilidad de bajar 4 o 5 puntos el déficit en un año. Y no la hay. Porque los argentinos no lo soportarían y porque no sería bueno para la economía. Si queremos un proceso de crecimiento de 20 años necesitamos evitar shocks políticos o económicos.
-¿Qué proyectos enviará el Gobierno al Congreso?
-Confío en que va a ser un gran año parlamentario, con mucha producción de leyes muy valiosas.
-¿Cuáles?
-Hoy estamos trabajando en cien políticas, pero para avanzar en ellas el Gobierno no necesita de nuevas leyes. Las más importantes eran el presupuesto, el pacto fiscal y las reformas tributaria y previsional que se aprobaron el año pasado. A los ministros les dijimos, como bien dijo [Miguel Ángel] Pichetto, que tenemos que gobernar con las leyes que hay.
-A fin de año se vio que era difícil aprobar ciertas leyes y que el acuerdo con los gobernadores no se cumplió plenamente.
-Primero, gobernar en minoría parlamentaria tiene sus límites y jamás se había logrado en la Argentina. Segundo, las leyes que sacamos el año pasado no eran sencillas y salieron. Tercero, valoramos a la mayoría de los gobernadores que cumplieron su palabra.
-Hubo algunos que no cumplieron. ¿El gobernador de San Juan, Sergio Uñac, es uno de ellos?
-Sí, por ejemplo. Él tendrá su postura y deberá explicarlo, pero no invalida que seguiremos trabajando con todos.
-Uñac los acusa de tomar represalias...
-No somos así, nunca lo fuimos y jamás lo seremos.