Estas son las entrevistas a Jorge Faurie, ministro de Relaciones Exteriores, publicadas hoy en La Nación.
-Si bien hace sólo 20 días que asumió el cargo, ¿cuál es su primera impresión?
-Es sumamente positiva porque comprobé que el país ha vuelto a ocupar un lugar de relieve y en algunos casos protagónico en la región y en el mundo.
-¿Qué le pidió el Presidente?
-A ver... un trabajo rápido, eficaz y sobre todo que consolidemos esta inserción de la Argentina en el mundo para un incremento sobre todo de la colocación de su producción. Y así generar fuentes de mayor trabajo acá e inversiones para consolidar esas fuentes de trabajo.
-¿Está preparada la Cancillería para estos desafíos?
-Tenemos condiciones para hacerlo, pero tenemos que organizarnos para hacerlo de esta manera.
-¿Eso implica algún tipo de reestructuración?
-Estamos tratando de aliviar el proceso decisorio de manera tal que sea más rápida la respuesta. Los desafíos que tiene el mundo hoy son, por razones tecnológicas, muy demandantes. La idea es que la Cancillería esté adecuada. Pero nuestro objetivo principal es pensar qué es lo que Argentina necesita respecto del mercado y cómo nos adecuamos para ofrecer esa respuesta.
-¿Habrá un control más estricto sobre las embajadas?
-No es una cuestión de premios o castigos, sino de fijar objetivos y ver cómo los alcanzamos. Soy demandante en que todos pongan su mejor esfuerzo. En este momento la prioridad número uno de la Cancillería es lograr más mercado para nuestros productos.
-El sello de Malcorra, según el Presidente, fue la inserción del país en el mundo después de años de aislamiento. ¿Coincide con que el país estuvo aislado durante la última década?
-Sin duda. Fue una época de un aislamiento que nos empobreció y nos limitó.
-¿Cuál es el principal desafío que se planteó usted?
-Mi objetivo es consolidar la presencia de la Argentina en el mundo, pero con hechos. Porque una cosa es abrirla, pero otra es conseguir resultados.
-¿Cuáles son las prioridades?
-Estamos haciendo todo el esfuerzo por cerrar un acuerdo entre el Mercosur y la Unión Europea. Pero a nivel bilateral tenemos en marcha negociaciones con Colombia, México y el diálogo con la Alianza del Pacífico. Tenemos que consolidar todo esto. También se han abierto posibilidades comerciales con Estados Unidos.
-¿Es posible que se firme un acuerdo con la UE este año?
-Es una gran expectativa. Sería una señal muy importante que tienen que dar la Unión Europea y el Mercosur frente a un momento en que algunos líderes hablan de cerrarse sobre sus intereses. La Argentina lo hizo por 12 años y no produjo ningún resultado más que el achicamiento del aparato productivo y el empobrecimiento de la sociedad.
-Inversores, embajadores y empresarios deslizan que las elecciones de octubre son un condicionante para el arribo de inversiones. ¿Es así?
-El Gobierno está dando los pasos en función de hacer reformas que signifiquen una adecuación del país a lo que está viviendo el mundo. Tomá el ejemplo de la OCDE, estar ahí nos permitirá vincularnos con mayor credibilidad ante los principales socios de la economía mundial.
-¿Cómo definiría lo que ocurre en Venezuela?
-Venezuela es una llaga.
-Las declaraciones de Maduro de esta semana, donde advirtió que responderá con las armas, no deja mucho margen de negociación. ¿Qué puede hacer la comunidad internacional?
-Tenemos que seguir insistiendo para que se sienten a dialogar. Tratar de que el gobierno venezolano se persuada que las armas no son una solución. Pero es la sociedad venezolana la que debe actuar, nosotros vamos a ayudar para que encuentren un punto de diálogo.
-Con la salida de Malcorra del ministerio da la sensación de que hay más armonía entre el discurso que emana de la Casa Rosada y la Cancillería sobre el régimen de Maduro. ¿Es así?
-Hoy no es sostenible decir que hay un tiempo más para esperar. La democracia está completamente alterada y violentada.
-¿Qué hace falta para que Gran Bretaña se siente a la mesa de negociación por las islas Malvinas?
-Uno se sienta a discutir temas sensibles cuando tu interlocutor está atraído a ese debate. Debemos pensar en una relación que sea también más rica. Tenemos un contencioso de soberanía en el cual los dos países conocemos exactamente el sentido y la expectativa. Nuestra mirada ahora es de enriquecer la relación.
-¿Qué representa el traspaso de la presidencia que la Argentina recibirá de Alemania en la próxima reunión del G-20 para nuestro país?
-Es una gran oportunidad. Estamos sentados a la mesa con los grandes líderes del mundo. Además, nos dará una gran visibilidad.
-¿Cuándo definirá las designaciones de las embajadas de Estados Unidos, Francia, Paraguay?
-Todavía estamos trabajando en los nombres; será en el corto plazo.
-¿Cuánto le molesta que digan que fue menemista?
-No soy peronista ni radical. He trabajado en las administraciones porque el sentido de una diplomática es estar al servicio del Estado.
-Usted que lo conoce, ¿por qué cree que no viene el papa Francisco a la Argentina?
-Está en la cabeza de su Santidad las razones por las cuales decide hacer en este momento un viaje por Perú, Chile y Colombia. Una de las cosas importantes del Vaticano es tener una visión sobre cuándo es el momento apropiado para hacer cada cosa.
-¿Qué recuerdos tiene de Bergoglio como profesor?
-Fui alumno cuando era muy chiquito; apenas tenía 12 años. Cuando él estaba en Santa Fe como maestrillo, era prefecto de disciplina. Cuando lo veíamos venir, corríamos para otro lado, todos lo respetábamos, le temíamos. Nos conocía a todos. Pero a esa edad, cuando te dan religión, uno escucha. A esa edad la frase era: "No nos metamos en lío con el cura".
-Algo similar a lo que pasa ahora. No nos metamos en líos con el cura, que venga cuando quiera...
-(Risas) A ver... él va a encontrar el momento oportuno para decidir. Esta es su patria, el sabrá cuándo tiene que acercarse a los argentinos.