Argentina está dando vuelta la página. Lo digo con enorme orgullo y admiración por los argentinos, porque es gracias a ellos que este cambio fue posible. Hace un año los argentinos decidimos transitar juntos un camino nuevo; el camino hacia un país que trabaja en equipo, que dialoga, que respeta a las instituciones. Un país donde crecen los valores del consenso, de transparencia y previsibilidad que son la base del crecimiento y de la integración de nuestro país en el mundo, ocupando el lugar que merece en el escenario internacional.
Hoy la mayoría de los argentinos tiene esperanza, hay una visión optimista con respecto al próximo año y la mayoría de la gente cree que estaremos mejor como país. Muchos entienden que la resignación y el miedo paralizan; que las divisiones impiden generar relaciones de confianza y abrir oportunidades. Lo mismo vale hacia afuera del país, y en la medida en que generamos relaciones honestas y transparentes con los demás aparece la confianza y las oportunidades de un crecimiento mutuo.
Para poder sentar las bases de esta nueva forma de relacionarnos y de vitalizar e innovar nuestra economía fue necesario ordenarnos internamente. Comenzamos por eliminar los obstáculos que durante años habían impedido el crecimiento a largo plazo y nos habían llevado al estancamiento, como el cepo cambiario, las retenciones a las exportaciones y el default que nos mantenía fuera del sistema financiero internacional. Al mismo tiempo, buscamos crear una serie de medidas dirigidas a proteger a los sectores más vulnerables incluyendo el aumento en la Asignación Universal por Hijo y el establecimiento de tarifas sociales para los servicios públicos.
Transparentamos y sinceramos las estadísticas públicas de pobreza y desempleo para que los argentinos conozcan la verdad y para tener un punto de partida confiable con el cual podremos juzgar con el tiempo si hemos avanzado o no en el camino hacia un país sin pobreza, que es nuestro principal objetivo de gobierno. Hemos tenido que tomar decisiones difíciles, pero aun así hoy dos de cada tres argentinos confían en que el Gobierno tiene la capacidad para resolver los problemas del país y sabe que hacerlo llevará tiempo.
El Congreso argentino ha tenido uno de sus años más productivos en décadas, sancionando por ley muchas de las reformas mencionadas. Pocos creían posible esto al comienzo del año: en un Parlamento sin mayorías, el diálogo fue más fuerte que las diferencias. Y así es como está creciendo la confianza de los argentinos: como ejemplo, el sinceramiento fiscal aprobado por ley ha superado ampliamente las expectativas, lo cual es importante además porque la recaudación ayudará a saldar la deuda de largo plazo que tenía el Estado con 2,3 millones de jubilados y pensionados.
Creo firmemente que este cambio de valores ayuda a crear un mejor ambiente para la inversión, el desarrollo y la creación de empleo. La inflación que golpeaba el bolsillo de los argentinos ya muestra claras señales de desaceleración y crece el interés y la confianza en nuestra economía por parte de la comunidad internacional. En este 2016 que se cierra se anunciaron proyectos de inversión públicos y privados por más de 55.000 millones de euros. Además, la ley de participación público privada facilitará la financiación e inversión en proyectos de infraestructura vitales para potenciar el desarrollo hacia adelante.
Al mismo tiempo, comenzamos a consolidar nuestro lugar en el escenario global. Hemos estrechado nuestros lazos con el mundo, dando la bienvenida a muchos de los principales líderes internacionales, impulsando importantes relaciones comerciales bilaterales y multilaterales con países de todo el mundo. Aquí quiero destacar nuestro importante lazo con España, con la que compartimos una historia común de amistad y con la que podemos potenciar sectores clave de nuestras economías como el turismo, el comercio y las telecomunicaciones, entre otros, y que además es un aliado clave en el camino de un acuerdo entre el Mercosur y la Unión Europea.
Hoy el mundo necesita alimentos y energías sostenibles y nuestro país tiene muchísimo para ofrecer en estas áreas. Producimos alimentos para 400 millones de personas y esperamos doblar nuestra producción en los próximos cinco años. Nuestro potencial energético es enorme y los resultados de las últimas licitaciones para la generación en energías renovables dan cuenta del interés mundial por producir en Argentina. Y tenemos muchísimos más sectores de gran potencial en la industria, en los servicios, el diseño, la cultura y tanto más.
Más allá de las dificultades de la transición, sentimos que podemos o que hemos dado vuelta una página y que estamos en el camino para construir entre todos un país de oportunidades que está listo para ser parte de la solución a los grandes problemas globales.