El 9 de Julio no es una fecha más para los argentinos. Es un día que tiene que ver con nuestro pasado, pero también con nuestro presente y nuestro futuro. Una fecha que habla de lo que fuimos, de lo que somos y lo que podemos ser. De nuestros valores y nuestra identidad. De lo que nos hace decir con orgullo “soy argentino”.
Es inevitable mirar hacia atrás para reflexionar sobre nuestra historia y aquellas cosas que nos trajeron hasta esta Argentina. Muchas veces intento ponerme en los zapatos de quienes hace 200 años declararon la independencia e imaginarme qué significaba esa independencia para ellos.
La independencia significaba separarse de España para que nosotros mismos tomáramos las decisiones sobre nuestro futuro. Significaba, como acto de liberación, la enorme apertura al futuro y a las posibilidades de un país incipiente como el que empezaban a ver allá por 1816. También significaba unir a todas esas provincias para ser algo mayor a la suma de las partes.
Ahora, a la distancia, es frecuente ver a esos hombres de 1816 como héroes invencibles, pero estoy seguro de que tenían incertidumbres y dudas. Para ellos, formados en el siglo XVIII, el paso que estaban tomando era enorme. Pero, a pesar de esto, decidieron seguir adelante porque junto a las dudas había ilusiones, había algo que los llamaba a imaginarse un futuro diferente y nuevo si lo encaraban juntos.
Estamos celebrando 200 años como nación independiente. Y estoy convencido de que hoy nuestra independencia se juega a nivel país, pero sobre todo en cada uno de nosotros. Ser independientes significa que dependemos de nosotros mismos. Significa que la Argentina que viene depende de cada uno de nosotros, de nuestros talentos, de nuestros valores, de nuestro trabajo en equipo, de nuestras ganas y de nuestra participación.
Un país independiente y protagonista es un país de personas independientes y protagonistas. Ese es el país que quiero.
Quiero una Argentina donde no haya personas en la pobreza, donde cada uno pueda elegir con libertad de qué y dónde vivir. Una Argentina donde la educación equipare oportunidades, donde los chicos puedan soñar y recibir los conocimientos y las herramientas que necesitan para hacer realidad esos sueños. Quiero un país en el que todos accedan a un sistema de salud de calidad y el Estado acompañe a los más vulnerables. Un país libre del narcotráfico y de la inseguridad, donde cada persona pueda vivir tranquila y construir un proyecto de vida. Estoy seguro de que somos millones los argentinos que queremos esa Argentina, y que queremos trabajar para dejarles ese país a nuestros hijos y nietos.
Nuestros próximos 200 años empiezan hoy. Está en nuestras manos la posibilidad de ser la generación que logre construir un país unido, pujante, que confía en su gente y en sus capacidades, donde todos crecen a la par. Un país donde día a día podamos encarar el futuro con optimismo.
Podemos lograrlo si estamos juntos. Porque unidos somos más.