Las exportaciones de arándanos crecieron un 5 por ciento en 2017, y estos resultados se debieron a una mayor eficiencia gracias al recambio varietal y las mejoras en la poscosecha, con los aportes del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), que permitieron mejorar la calidad del cultivo.
“Las exportaciones de arándano en fresco alcanzarían las 18 mil toneladas, lo que representa un 5 por ciento de incremento respecto de 2016”, indica un informe del Comité Argentino de Arándanos, en el que se detalla que se proyecta exportar el 63 por ciento de la producción a Estados Unidos, Canadá, Inglaterra y Europa continental.
El INTA trabaja para acompañar el desarrollo de la actividad con investigación y transferencia de tecnologías para la producción sustentable, desde la plantación hasta la comercialización y por medio de evaluaciones de rendimientos, ensayos de fertilización, polinización, comportamiento de distintas variedades adaptadas a la región, ensayos de poscosecha, firmeza de fruta y acidez.
Además, el INTA colabora en diversos proyectos entre los que se destacan el almacenaje con atmósfera controlada, que permite retardar el proceso de maduración, y técnicas de manejo en cosecha temprana para conservar extender la vida de la fruta.
También se realizan estudios de diagnóstico nutricional, curvas de cosecha y de los efectos de los factores abióticos en la calidad y firmeza de los frutos, ensayos de manejo de alta densidad y fertirriego, y numerosas jornadas de capacitación en buenas prácticas de manejo y cosecha.
Tanto la cosecha como la clasificación de los arándanos son manuales, por lo que existe un alto requerimiento de mano de obra en todo el proceso de producción.
Las principales áreas de cultivo se encuentran en Buenos Aires, Entre Ríos y Tucumán, donde se concentra más del 90 por ciento de la superficie nacional, también hay plantaciones de menor relevancia en Córdoba, Salta, San Luis, Santa Fe, Río Negro y Chubut.