Los especialistas del Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI) desarrollaron nuevas técnicas para evaluar los envoltorios de celulosa, que es la materia prima más utilizada en la comercialización de comida.
El objetivo es evitar la migración de algunos de sus componentes a los alimentos, y por ese motivo los materiales que se utilizan para los envoltorios deben pasar por una serie de controles.
La nueva metodología consiste en hacer una extracción en cloroformo (líquido incoloro, derivado del metano) sobre la muestra de papel, y luego se determina el contenido de antraquinona en el extracto por cromatografía líquida.
En el caso de materiales no reciclados, los fabricantes deben presentar una declaración jurada con los aditivos que aplicaron para la producción del papel.
Para los papeles realizados con celulosa reciclada, se suman otros ensayos porque el material es más complejo. Se evalúa no sólo la migración específica de metales pesados, sino también si contienen tintas, si se transfiere materia prima al alimento o algún componente de las mismas y se buscan elementos potencialmente cancerígenos.
Con el desglose de los componentes, los técnicos solicitan un detalle del tipo de producto que se va a transportar, el tiempo, la temperatura, y realizan una simulación del contacto. Si el papel reciclado va a acompañar un alimento acuoso-graso, como puede ser una pizza, suman análisis de otros compuestos incluidos en la última Reglamentación Mercosur.
Estos estudios son de carácter obligatorio y son certificados por el Instituto Nacional de Alimentos (INAL) o el Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (SENASA), en el caso de tratarse de productos cárnicos o vegetales.
En tanto, para los productores que desean exportar a Estados Unidos o Europa, contar con estos informes es vital para cumplir con los requisitos exigidos en los países de destino.