Discurso del Presidente Javier Milei en la entrega de sables y medallas en el Colegio Militar

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Palabras del Presidente de la Nación en egreso de oficiales de las tres fuerzas militares

 

Javier Milei: Buenas tardes a todos. En primer lugar, y antes de comenzar el discurso, quiero referirme al secuestro ilegal de Nahuel Gallo en Venezuela. Fue detenido por las fuerzas de seguridad a cargo del dictador criminal Nicolás Maduro por el único delito de visitar a su pareja y su hijo. Exigimos su liberación inmediata y agotaremos todas las vías diplomáticas para devolverlo sano y salvo a la Argentina.

Volviendo a lo que nos convoca hoy aquí, quiero saludar al ministro de Defensa, Luis Petri; a los señores jefes del Estado Mayor Conjunto y de los Estados Mayores Generales de las Fuerzas Armadas; a los integrantes del Poder Ejecutivo Nacional presentes; y muy especialmente a los nuevos egresados en nuestras tres fuerzas: subtenientes, guardiamarinas y alféreces. También a todos aquellos que han venido a acompañarlos en esta inolvidable jornada.

Es un honor para mí, como presidente de la Nación y comandante en jefe de las Fuerzas Armadas, participar de esta ceremonia de egreso conjunto. Voy a dirigirme ahora particularmente a los graduados. Han finalizado la formación básica para el servicio a la patria que ustedes eligieron, y por eso tienen mis más sinceras felicitaciones. Hoy culmina su vida de estudiantes y, en simultáneo, inicia su vida profesional, en la que se les exigirá permanentemente. Es decir, termina una etapa dentro de su formación, pero comienza otra donde nunca dejarán de aprender y cuyas enseñanzas los acompañarán el resto de sus vidas.

En instantes se les hará entrega de los sables, que representan los máximos principios y valores de nuestros héroes emancipadores. Son el símbolo del mando que los acompañará durante toda su carrera militar. También hoy se les tomará juramento de fidelidad a la Constitución Nacional, un juramento que los comprometerá a una vida entera de servicio a la Nación. Recuerden bien este día y graben en su memoria los preceptos consignados en los tres vitrales de este techo: orden, valor y gloria. Son el norte para una vida al servicio de la patria. Si se atienen a ellos, no tengo duda de que lograrán que todos los argentinos de bien estemos orgullosos de ustedes.

Quiero referirme ahora al momento histórico que estamos atravesando como país, porque carga nuestras acciones y compromisos de un significado especial. Por demasiado tiempo, la casta política les impuso a todos los argentinos una realidad miserable que, con esfuerzo, hemos comenzado a revertir a lo largo de este año. Pero otro de los legados nefastos de la casta ha sido fracturar la relación entre la política y nuestras queridas Fuerzas Armadas. Durante décadas, los mismos que se llenaban la boca hablando de soberanía se dedicaron a desprestigiar y diferenciar a nuestras fuerzas, y eso nos hizo perder años valiosos en el desarrollo de nuestras capacidades militares. Pero, por suerte, no lograron destruir lo más valioso de todo, que es el afecto persistente que tiene la sociedad por las Fuerzas Armadas argentinas.

Nosotros estamos dando vuelta esta triste página de la historia y comenzamos a escribir una nueva, donde nuestras fuerzas tienen el respeto y el reconocimiento que se merecen. Estamos reconciliando las Fuerzas Armadas con la política. Esto tiene un significado particular para ustedes, porque esta nueva camada de egresados será testigo de algo inédito en las últimas décadas, incluso para sus camaradas de mayor experiencia y rango: contarán con un gobierno que los acompañará y hará todo lo que esté a su alcance para jerarquizar las tres fuerzas, honrando el legado que nos dejaron Roca y San Martín. Pero que también les exigirá como nunca antes, porque los desafíos que atraviesa nuestra patria nos exigen estar preparados y demandan que cada cual, desde su lugar, se desempeñe con coraje, decisión y responsabilidad.

No por nada estamos aquí hoy, donde tuvo lugar la batalla de Caseros, hace ya 172 años. En aquel momento, camaradas de armas como ustedes tuvieron que estar a la altura de un llamado histórico y prevalecer contra la tiranía rosista. Que su memoria sea parte para ustedes de un ejemplo, un modelo a seguir que los motive a dar lo mejor de ustedes en su servicio a la patria. Por eso, queremos decirles, estimados oficiales que hoy egresan: la Nación cuenta con ustedes. Ustedes pueden contar con la Nación.

Para finalizar, quiero hacer una especial mención a los hombres y mujeres de nuestras Fuerzas Armadas que contribuyeron a la formación de nuestros nuevos oficiales. Sobre ellos recayó la pesada responsabilidad de educar en competencias y valores a esta nueva camada. Espero que los graduados los hagan sentir orgullosos. También quiero agradecer especialmente a los familiares de nuestros oficiales por su acompañamiento y apoyo permanente. Sin más, les deseo que tengan una feliz Navidad y que planifiquen en grande para el próximo año. Que Dios los bendiga a cada uno de ustedes y a todos los argentinos, y que las fuerzas del cielo nos acompañen. Muchas gracias, felicidades a todos y ¡viva la Patria!