Palabras del Presidente de la Nación, Javier Milei, en el Meta Day Argentina, desde el Palacio Libertad Domingo Faustino Sarmiento
Buenos días a todos; para comenzar quiero saludar y agradecer al equipo de Meta por la organización de este evento y por la invitación; es un orgullo para mí - como optimista ferviente de la creatividad humana - poder dirigirme a un público, que se desvela, todos los días, pensando en el mañana y buscando nuevas soluciones, a sabiendas de que mejorarles la vida a sus usuarios nos mejora la vida a todos. Les deseo a todos ustedes mucho éxito en todos sus proyectos.
Hoy estoy aquí porque yo también quiero hablar de nuestro futuro. Pero para enfocarme en él, es menester – primero - entender cómo llegamos hasta acá. Se estima que los humanos llevamos aproximadamente 300,000 años en esta tierra, de los cuales 290,000 fuimos cazadores recolectores, viviendo en harapos, sin ingeniería, ni agricultura, mucho menos escritura. Era una vida basada en el instinto de supervivencia más básica del reino animal, si cazo sobrevivo, si no cazo me muero de hambre. Igual refuerzo que es con z, digo yo porque hay algunos contratos que me dan, un poco, de aversión. Cuando los lazos son fuertes, no se necesitan contratos.
Hace cerca de 10,000 años descubrimos la forma de cultivar la tierra y esto nos permitió alimentar, entre 10 y 100 veces más personas, por hectárea, lo que nos llevó a reorganizarnos en sociedades más complejas. Este trajo un aluvión exponencial de desarrollo, con el que terminamos conquistando el planeta entero. Salimos de las cuevas para reunirnos en poblados y ciudades; navegamos todas las aguas; construimos monumentos impensados; conquistamos selvas, bosques y montañas; desarrollamos la Matemática y la escritura, y - en 1450 - un señor llamado Gutenberg descubrió la imprenta moderna.
Para aquellos que estén interesados en los modelos de crecimiento económico y en cómo se puede explicar la historia, del PBI per cápita, en la historia de la humanidad, y sugiero - enfáticamente - leer un libro, que se llama: “La teoría unificada del crecimiento”, de Oded Galor. Es un modelo de crecimiento económico endógeno, que tiene un punto de quiebre de 1.000 millones de seres humanos y, previo a ese equilibrio, es un equilibrio malthusiano; después, es un equilibrio de crecimiento endógeno acelerado. Digo, para los que les interesa, como a mí me divierten este tipo de cosas, entiendo que no es una preferencia generalizada. Pero, además, Oded Galor me sigue a mí en Twitter. Así que estoy chocho con eso.
Dicho invento aceleró nuestro desarrollo exponencialmente, al punto de que – aproximadamente - el 95% de los inventos de la humanidad se dieron en los últimos 0,2% de su historia, o sea, en los últimos 575 años. La consecuencia de esto es que – hoy - un ciudadano promedio tiene mejor calidad de vida que un emperador romano.
Imagínense que, en 250 años, pasamos de que el 95% de la humanidad pasara hambre a que hoy existe un problema generalizado de obesidad, a nivel mundial. O sea, la tecnología es la mayor muestra de las capacidades que tiene el ser humano, tanto a nivel individual, como a nivel colectivo. Cada innovación tecnológica es un paso más que ha dado el hombre para solucionar un problema, permitiéndose tener tiempo ocioso para resolver el siguiente. A su vez, los grandes inventos de la humanidad se sienten como milagros en vida. Si le dijéramos a un faraón egipcio que el humano puede volar, que llegó a la Luna o, incluso, que puede comunicarse a miles de kilómetros en fracciones de segundo, gracias internet, creería que somos dioses. Si le dijéramos, a Aristóteles, que tenemos todos los libros de la historia en el bolsillo, creería lo mismo. Cada uno de estos milagros eleva a los hombres, a los ojos del pasado, al lugar de dioses; y nunca hubo mejor momento para el ser humano que hoy, por más que los agoreros de turno nos quieran asustar con que el mundo se va al demonio. Lo mismo sucede con la internet y la democratización del conocimiento, que nos permite romper monopolios históricos como, por ejemplo, el monopolio de la verdad, llámese los micrófonos ensobrados, le paso el subtítulo.
Hoy cualquier persona con un celular es portadora de una voz pública que puede publicarse hasta el infinito y también es portador de un archivo de memoria colectivo inmenso. Así se vuelve más fácil desentrañar las mentiras perversas, de quienes - hasta hace pocos años - eran la única voz autorizada sostenidos a base de pauta estatal. Parece que al cortárselas también se pusieron bastante violentos, es decir, como dice alguien, el órgano más sensible del ser humano es el bolsillo, y parece que el de los periodistas un poquito más. Yo mismo lo viví, durante la campaña presidencial, pues se me acusó de cualquier tipo de barbaridad y fue gracias a la voz de la gente - en las redes - que fui el presidente más votado en la historia argentina, a pesar de no tener gobernaciones, ni intendencias, ni medios a mi favor, y a pesar de haber llevado la campaña electoral más austera de la historia. Pero, como dice la frase de los Macabeos: “la victoria en la batalla no depende de la cantidad de soldados, sino de las fuerzas, que vienen del cielo”, y vaya que tiene razón.
Otro monopolio histórico que la tecnología está resquebrajando es el monopolio de la moneda, porque los individuos del mundo se cansaron del señoreaje - impuesto a dedo - por burócratas de turno y comienzan a usar medios de cambio autónomos del poder central, pero aun así confiables, como son las criptomonedas. Igual, de todas maneras, no dejen que los Estados se hagan cargo y lleven adelante las criptomonedas los Estados; que se mantengan en el sector privado. Ya se apropiaron del papel moneda y nos estafan con la mayor estafa de la historia de la humanidad, que son los bancos centrales. O sea, vayan por las criptomonedas, pero que no permitan que el Estado meta la mano ahí, porque - a partir de ahí - nos van a convertir en esclavos. Sean muy cuidadosos con ese tema.
Y un tercero es el monopolio fiscal, dado que hoy - por poner un ejemplo - un ciudadano argentino puede decidir tributar en Estados Unidos, Paraguay, Uruguay, sin ningún problema; escapando de las fauces cleptómanas de un Estado Insaciable. En definitiva, la tecnología es una aliada para el ciudadano en su búsqueda cotidiana de libertad. Nos ayuda a ser más dueño, de nuestro tiempo y del fruto de nuestro trabajo. Paradójicamente, los argentinos para ir hacia el futuro tenemos que reencontrarnos con verdades, que están en el pasado profundo de nuestra Nación; verdades que nuestros héroes patrios en los albores de la Argentina conocían bien. No por nada Roca famosamente dijo: “el comercio sabe mejor que el Gobierno lo que a él le conviene”.
La verdadera política consistes pues en dejarle la más amplia libertad. La verdadera política es que no hagan nada, que se corran del medio. No la alta política de miembros de la casta negociando, a espaldas de los ciudadanos y arruinándole la vida para permanecer y tener privilegios. Eso no es alta política, eso es podredumbre que empobrece a la gente de bien. Yo elijo hacer eco de este reclamo tan antiguo como cierto, porque entiendo que es atrayendo el capital y no combatiéndolo que se prospera. Porque entiendo que es - a través de la baja de impuestos - y no de devaluaciones espurias, que empobrecen a la población, que se logra competitividad. Porque entiendo que hoy la carrera fiscal es igual de importante que la carrera aeroespacial o la carrera armamentística. Estados Unidos ya se dio cuenta y nos está copiando el modelo; de hecho, Elon Musk tiene conversaciones con Federico Sturzenegger para ver cómo desregular la economía estadounidense. Y, obviamente, el “Afuera” y la Motosierra son productos de exportación, así que es parte de la marca país: “Jefe, hacete cargo”.
Tenemos que ser punta de lanza, como lo supo ser Irlanda. En 1874, tuvo una de las hambrunas, más severas de la historia, diezmando aproximadamente un 25% de su población. Hace 40 años seguían siendo el país más pobre, de Europa Occidental, y - en la década del 90 - decidió abrazar las ideas de la libertad, recortando el gasto y bajando impuestos, lo que lo llevó a tener hoy un PBI per cápita 50% mayor que el de Estados Unidos. Es decir, se puede. De hecho, es el país más libre del mundo. Y nosotros - en este momento - luego de haber pasado la Ley Bases y el DNU, hicimos la reforma estructural más grande, de la historia argentina, aún 8 veces más grande que la de Menem, y eso nos permite escalar 90 puestos, en términos de libertad económica.
Sin embargo, para nosotros eso no es suficiente. Nos quedan todavía pendientes 3.200 reformas estructurales más, y seguramente, si los argentinos nos acompañan, en las urnas, vamos a hacer, de Argentina, el país más libre del mundo. Por lo que, dentro de 20, 30 o 40 años a más tardar, Argentina va a ser la máxima potencia mundial.
Argentina está frente a su propio momento bisagra porque, por primera vez, se están sentando las bases para que el crecimiento sea duradero. Poco a poco estamos saliendo del pozo séptico, en el que nos hundieron, y tendremos que acostumbrarnos todos a este nuevo paradigma. Cambiar de paradigma implica dejar de pensar a una semana y empezar a pensar a 5 o 10, 20 o 40 años. Dejar de tener la idea de emigrar constantemente porque hay un estado draculino mordiéndonos el cuello y poder proyectar un proyecto personal, aquí, en nuestras tierras. No es casualidad que, en menos de un año, hayamos logrado reinstalar los créditos hipotecarios. Es porque buscamos que vuelvan a ser dueños de sus propios destinos, sin estar corriendo detrás de una crisis, que les carcome el bolsillo - a cada segundo - con la inflación.
Por eso, vamos a garantizar que la propiedad será sagrada para todos y protegida con todo el peso de la ley, para devolverles a los argentinos la certeza de que, si no molestás a nadie, nadie va a venir a molestarte a vos, y de que, si asumís el riesgo de salir a solucionarle la vida al prójimo, el mercado te recompensará con un beneficio personal. Tal como dijo Warren Buffett: "el mejor momento para sembrar un árbol fue hace 20 años; el segundo mejor momento es hoy".
En definitiva, es abrazando las mismas ideas de la libertad, que alguna vez nos hicieron grandes, que Argentina será próspera; y no tenga ninguna duda que el futuro será mejor que el presente porque tenemos a la historia como nuestro mejor testigo.
Yo recuerdo que - en mi anterior vida - cuando me dedicaba a dar charlas de crecimiento económico y ese tipo de cosas, yo tenía una presentación sobre el progreso tecnológico y el crecimiento económico, y la presentación arrancaba diciendo: “No sabemos cómo será el futuro, lo único que sabemos es que será mucho mejor”. No tengan dudas que, si abrazamos las ideas de la libertad, ese futuro será muchísimo mejor.
Que Dios bendiga a los argentinos, que las fuerzas del cielo nos acompañen y ¡Viva la libertad, carajo! Muchas gracias.