Palabras del Presidente de la Nación, Javier Milei, en la Cámara Argentina de Comercio y Servicios
Hola a todos. Bien, para mí es un honor y un placer tener el privilegio de poder estar dando este discurso y lo quiero hacer en honor a quién fue presidente de la cámara de comercio en el año 1957, el doctor Alberto Venegas Lynch, padre de nuestro máximo prócer de las ideas de la libertad, es decir, Alberto Venegas Lynch hijo que además fue asesor económico de la Cámara de Comercio y que además es el papá, el primer Alberto, digamos, el abuelo de nuestro queridísimo diputado, el brillante, Bertie Benegas Lynch. Así es que para mí esto es un honor. Y quiero dar este discurso en honor a los Venegas Lynch que tanto bien le han hecho a la Argentina. Además, quiero darles las gracias a las autoridades de la Cámara de Comercio por haberme invitado a conversar aquí, hoy, con ustedes. Hoy vengo con un mensaje muy particular que quiero transmitirles a ustedes y a todos los argentinos, ese mensaje es que la recesión ha terminado y el país ha comenzado a crecer.
Quiero empezar este discurso agradeciendo a todos los argentinos por el inmenso esfuerzo que han hecho hasta este año. A quienes nos acompañan hoy, pero, en especial, a los argentinos de pie, a los asalariados, a los cuentapropistas que tienen un pequeño comercio o emprendimiento, a quienes tienen más de un empleo, a quienes mantiene con un enorme esfuerzo una familia entera, a quienes hacen changas y a quienes tratan de salir adelante día a día. A todos estos argentinos que han sido olvidados por un sistema diseñado para el beneficio puro y exclusivo de los políticos y sus amigos. Apenas entré en política entablé con todos ustedes un código de honor: les dije que siempre iba a elegir decirles una verdad incómoda antes que una mentira confortable. Vaya problemas que me trajo también, ¿no? Por eso, cuando asumí el mando presidencial en diciembre, les advertí que para sacar al país de la miseria en la que hundió la casta política, íbamos a tener que atravesar primero un intervalo duro, de esfuerzo y dolor. Quiero agradecerles a todos por haber aceptado con la frente en alta el desafío que nos tocó atravesar. Y por haber confiado en el rumbo que este gobierno les propuso. Hoy tengo el orgullo de decirles que ese intervalo de dolor terminó. La recesión terminó. Estamos saliendo del desierto, el país finalmente ha empezado a crecer.
Esto no quiere decir que hayamos llegado a nuestro destino, tampoco quiere decir que le hayamos puesto fin al esfuerzo que tenemos que hacer para llegar al país que queremos ser, que es que sea verdaderamente una gran potencia mundial. Es demasiado lo que nos han quitado en las últimas décadas y no tengo dudas de que todos los argentinos con suficiente edad aún tienen el recuerdo de haber vivido épocas mejores, pero sí quiero decir que, de aquí en adelante, todos los días vamos a estar un poco mejor que el día anterior. En vez de ser cada día más pobres, seremos cada día más ricos, nos seguiremos esforzando? Sí, pero con la tranquilidad de que ese esfuerzo estará de una vez de una buena vez al servicio de estar cada día mejor. Porque el esfuerzo es un condimento necesario del progreso, pero ese esfuerzo debe servir a un propósito, a una meta, a un objetivo, ese esfuerzo debe implicar progreso porque si no, no es sacrificio es un martirio. Ya hay varios sectores de la sociedad que perciben una mejora incipiente en su economía cotidiana, pronto esta percepción de muchos será una realidad para todos los argentinos. por qué lo digo con tanta certeza, porque el programa económico que nos planteamos en diciembre funcionó y funciona, pese que le moleste a muchos econochantas que vienen errándole sistemáticamente desde el mes de diciembre cuando nosotros llegamos a la función.
Hicimos un ajuste de shock focalizado, principalmente, en un sector público que se sostenía a base de déficit fiscal y emisión monetaria. Y lo hicimos tal como lo dijimos que lo íbamos a hacer. Tuvimos una recesión en unos meses, tal como anticipamos que iba a suceder producto de las atrocidades cometidas por la anterior administración, y también dijimos que después de la economía, la economía subiría como pedo de buzo. ¿Y adivinen qué? Las burbujas están empezando a verse. Digo… no puedo dejar de ser Milei, vamos. O sea, ya venía demasiado formal. Ya bastante que hago caso que trato de leer todos los discursos. O sea, encima quieren que me pongan formal. Es demasiado. De hecho, digo, con todos los milagros que estamos haciendo, digo, dejenme algunas licencias.
No es casualidad que muchos indicadores ya están nuevamente en valores similares o superiores a los de diciembre. El estimador mensual de actividad económica encontró su piso en abril y ya en agosto que es el último dato disponible se encontraba prácticamente igual al de diciembre, esto nos lleva a suponer que dado el veloz avance de la economía en septiembre y octubre que ya hemos superado dicho valor. Quiero también hacer acá una disgresión numérica, porque yo no sé si en los medios de comunicación, producto de que le cortamos la pauta, digo, ustedes leen los editoriales el fin de semana parece que tuviéramos en medio de una guerra, o sea, todo está mal, está todo mal, pero yo a veces no sé si lo hacen con mala intención, o por ignorancia, o porque verdaderamente está muy ardidos porque sacamos la pauta. A ver, para tener un orden de magnitudes, a veces dicen, no qué número pobre, digamos, sí. Primero cuando ustedes están saliendo de una recesión, ustedes tienen que mirar el desestacionalizado mes sobre mes para ver si la economía está saliendo, obvio que si van a comparar el año sobre año les va a dar negativo porque están saliendo de una recesión, digo, es bastante obvio.
Una de las cosas que pasa es que, como ya los estacionalizados hace 6 meses que vienen, sistemáticamente, creciendo; entonces algunas series lo que van a empezar a ver, y se está viendo, es que con respecto al año anterior ya los números están neutralizados. Entonces empiezan a hablar del acumulado del año. O sea, todo para mostrarlo mal. Es más, recuerdo cuando salió el dato del EMAE, no este último, sino el anterior, que había sido 1,7%, “sí, se recupera pero es muy amarreta, es muy lento, es muy poco”. Yo les hago una pregunta, si yo les dijera que la economía va a crecer al 5%, me dirían, seguramente, “¿Dónde firmo?”, ¿no? Está claro eso, ¿no? Bien. 5% de crecimiento anual implica que el desestacionalizado, en el mes, estaría creciendo 0,4%. Por lo tanto, si ustedes pensarán el anualizado de 1.7%, que les parecía poco, eso si ustedes lo anualizaron da como 23%.
¿Eso les parece poco? O sea, ¿no se dan cuenta que es un disparate? También recuerdo que un día fui a un programa a la mañana, entonces expliqué que los salarios reales estaban subiendo y que lo estaban haciendo de manera fuerte, y el periodista del siguiente programa dijo “No, no. Lo que está diciendo de los salarios no es así”. Entonces los salarios vienen creciendo al 3.5% mensual real Si eso ustedes lo anualizaran, da 51% real. Se dan cuenta que son números no grandes, son enormes.
Es más, si ustedes replicaran ese ejercicio durante 4 años y medio, alcanzaríamos Estados Unidos. Se dan cuenta que los números no son grandes, son enormes. Entonces, yo no sé si verdaderamente es un problema de ignorancia, es decir, o es un problema de muy mala intención porque les cortamos la pauta definitivamente. No lo sé, pero digamos por lo menos tengamos cuenta digamos, de qué significan los números, no, porque para que la discusión sea una discusión razonable, pero tampoco uno les puede pedir mucho, no.
Porque cuando yo hablo que 54% de inflación en el mes de diciembre mayorista implica 17,000, dicen cómo puede ser si 54 por 12 no da eso, o sea, no saben la diferencia entre una función geométrica y una función aditiva. A veces es como que me cuesta diferenciar a qué se debe el problema. Es decir, porque, no, no quiero ofender a los monos, pero digo, pero si un neandertal hace eso le daría pena, no, entonces como que, no sé cómo seguir, pero bueno nada. Voy a seguir en el discurso porque si no vamos a seguir generando problemas. En definitiva, lo que quiero decir es que los datos indican que hoy ya estamos mejor que cuando asumimos, o sea, eso es un dato. Estamos mejor cuando asumimos.
Sugiero fuertemente ver un gráfico que publicó, creo que la semana pasada, Ramiro Castiñeira donde muestra el EMAE desestacionalizado mes a mes y la inflación, porque nosotros empezamos a bajar la inflación, entonces del 54% la bajamos al dos la mayorista, entonces que nos dijeron, nos van a hundir en la hiper recesión. Increíble, porque ya en agosto estamos en el nivel de diciembre, que, si no hundimos al país en una recesión, o sea, estamos bajando la inflación y no, casi le dirías sin costo, a la luz de haber hecho el ajuste macroeconómico más grande la historia de la humanidad, porque ajustamos 15 puntos del PBI. Entonces, digo, mientras que acá todavía siguen criticando lo que estamos haciendo, ya universidades prestigiosas del mundo se están dedicando a explicar el caso argentino y hablan del milagro argentino. Pero bueno, digamos, espero que la historia nos haga justicia y no digamos las basuras que escriben hoy.
Para poner algunos indicadores: las exportaciones crecieron entre enero y septiembre un 23,8% con respecto al período del '23, lo cual impulsó nuestro superávit comercial, que ya se consolidó como el más alto de las últimas décadas. No es casualidad que el Banco Central haya tenido el octubre más comprador de los últimos 20 años, que la liquidación del campo haya tenido el mejor octubre de los últimos 22 años y que la producción de petróleo se encuentre en los niveles más altos desde el año 2004. Y si vamos al mercado interno, las ventas minoristas vienen siguiéndole el paso: según el último informe de la CAME, el índice de ventas minoristas de octubre se posicionó un 7,4% por encima del valor de septiembre y un 2,9 % por encima del valor de octubre del año pasado, marcando su primer aumento interanual en dos años. Por mencionar un ejemplo más, también están volando los patentamientos de autos, la actividad inmobiliaria, la capacidad industrial de la siderurgia, el campo y sus derivados, y la producción minera. Esta realidad se refleja claramente en el sector privado, dado que los salarios reales del sector privado registrados ya se encuentran en valores de noviembre, y hay un boom inusitado del crédito privado que viene acelerando desde abril. Imagínese que ya hubo alrededor de 250.000 consultas por créditos hipotecarios. Para que se tome dimensión de la velocidad a la que estamos volando, el crédito hoy está creciendo más rápido que durante el auge de los créditos UVA de la gestión de Macri, que fue la última vez que hubo crédito en la Argentina.
Quienes también lo están empezando a notar son los sectores más postergados de la economía. Ellos fueron brutalmente castigados por el kirchnerismo, que, con una inflación inhumana, le robó más del 50% del salario a los trabajadores informales durante su última aventura trágica en el poder. Nosotros dijimos que no íbamos a dejar a la deriva a las víctimas del massazo y, por eso, aumentamos en términos reales la Asignación Universal por Hijo y el Plan Alimentar, mientras cruzamos el desierto que era este primer año. De hecho, hoy la suma de la Tarjeta Alimentar y la Asignación Universal por Hijo cubre la canasta básica de manera completa, mientras que el gobierno anterior, que tanto se preocupaba por los pobres, cubría la mitad.
Además, gracias al programa económico, desde agosto los salarios informales están creciendo a una velocidad incluso más alta que los formales, y son ellos quienes más van a mejorar en términos relativos en los próximos años. Ya se demostró en todo el mundo; se mostrará también aquí: no hay instrumento humano más potente para sacar a la gente de la pobreza que el capitalismo de libre empresa, el capitalismo de libre mercado. ¿Por qué menciono esto? Para que conste en acta y de mi boca que los datos indican que ya estamos mejor que en diciembre. Pero, además, con una macroeconomía ordenada, un Banco Central que se está terminando de sanear, la inflación y la deuda pública cayendo, y un superávit fiscal sostenido que luego se convertirá en baja de impuestos; el superávit fiscal permanente se va a convertir en baja de impuestos.
No solo hicimos los deberes, sino que resolvimos los problemas más difíciles en menos de un año. Yo recuerdo que cuando hicimos campaña, mi campaña fue bien clara: tenía tres ejes. Tenía un eje en lo económico, un eje en lo que tiene que ver con la seguridad y un eje en lo que tiene que ver con nuestra política exterior. En lo referente a la política económica, eran dos símbolos. Un símbolo era el de la motosierra, y al final terminamos haciendo el ajuste fiscal más grande de la historia de la humanidad: 15 puntos del PBI, cinco en el Tesoro y diez en el Banco Central. Pero cuando nosotros decíamos que íbamos a ir a déficit
cero, decían que era imposible, que no se podía ajustar mucho más que un punto por año, que no se podía hacer. Es más, la verdad es que la evidencia empírica estaba del lado de los que decían eso, porque en 123 años, durante 113 tuvimos déficit, y los 10 que no lo tuvimos fue porque estábamos en default y no pagamos la deuda. Por lo tanto, en los últimos 123 años nunca estuvimos en equilibrio fiscal, y nosotros proponíamos alcanzarlo básicamente en un año. Nos decían que era imposible, y nosotros alcanzamos el equilibrio fiscal en un mes.
Entonces, los eternamente críticos, los pifiadores seriales, los “econochantas” empezaron a criticar, empezaron con la calidad del ajuste. Primero que no íbamos a poder sostenerlo: lo sostuvimos en febrero, lo sostuvimos en marzo; es más, lo sostuvimos hasta con el pago de aguinaldos. Empezaron a decir que era mucha “licuadora” y no había “motosierra”, que en realidad era una “tijerita”. Digo, cuando ustedes miran los números y que había caído sobre el sector privado. Mentira: el 95% del ajuste cayó sobre el sector público. ¿O acaso qué es eliminar de cuajo la obra pública? ¿Acaso qué es eliminar de cuajo las transferencias discrecionales a las provincias? Miren cuáles son los salarios que menos crecen: solo el salario del sector público. Además, echamos a 33.000 ñoquis; además echamos a 3155 hijos de put* que los perseguían desde la AFIP. Intercago, se hicieron los piolas, afuera 15 tipos.
No solo eso, damos de baja los contratos que se van venciendo y que no tienen verdaderas funciones. Vamos eliminando planes sociales fantasmas, estamos trabajando sobre la eliminación de todos esos privilegios que supuestamente tienen que ver con la discapacidad, donde hay ciudades que tienen más planes que gente. Ustedes se ríen, pero es cierto. Cuando ustedes ven la proporción de personas con discapacidad, es como si hubiéramos tenido dos guerras mundiales. Es más, decían además que era imposible terminar con los gerentes de la pobreza, y terminamos con los gerentes de la pobreza. Una de las claves era contener la cuestión social. Nosotros sabíamos que cuando hacíamos el ajuste, la confianza no iba a acompañarnos de inicio. De hecho, el Congreso no nos permitió sacar de inicio la Ley Bases. Entonces, sabíamos que el primer impacto iba a castigar el nivel de actividad económica y sabíamos que eso tendría un impacto sobre los sectores más vulnerables. Recuerdo que en ese momento, con gran criterio, la ministra Pettovello dijo: “La clave está en quitar la contraprestación del plan”. Porque ¿qué era lo que sucedía? Si bien las personas vulnerables que cobraban un plan, lo cobraban con una tarjeta, como tenían una contraprestación, cuando iban a verificar la prestación les quitaban la mitad del dinero. Entonces, ¿qué fue lo que hicimos? Quitamos la contraprestación. Me acuerdo que dijeron todo tipo de cosas sobre la ministra Pettovello, que éramos más populistas que los kirchneristas, lo cual era una ofensa complicada. Y en realidad, la clave de hacer eso fue que, al eliminar la contraprestación, las personas no tenían que ir a firmarles a los gerentes de la pobreza y, de repente, con la misma plata que pagaba el Estado, a la gente le llegaba. el doble. Es decir, le duplicamos la cantidad de plata que le llegaba sin aumentar un solo peso.
Obviamente que cuando hicimos esto, ¿qué es lo que pasa? los gerentes de la pobreza se les caía la caja y entonces se sintieron agredidos y nos fueron a hacer una marcha y ahí de manera brillante entre el ministro de infraestructura de aquel momento, el doctor Guillermo Ferraro, la ministra, brillante ministra Patricia Bullrich de Seguridad y la ministra Pettovello, arrinconaron a los piqueteros, arrinconaron a los gerente de la pobreza. Y esto es interesante, porque ustedes cuando tienen una guerra hay tres tipos de guerra, hay guerra de stock contra stock, hay guerra de stock flujo y hay guerra de flujo, la guerra es toque stock pierde el que se le terminan primero las balas, la guerra de flujo no termina nunca y la guerra de stock flujo digamos, siempre pierde stock salvo que haga alguna maniobra fuerte. Nosotros estábamos en una guerra de flujo flujo. Los flujos del Estado y los flujos que recibían los gerentes de la pobreza, cuando le cortamos, se volvió una guerra de stock flujo. Teníamos todo para ganar y qué es lo que hicieron ellos? fueron con todo.
Amenazaron con que iban a ser 50,000 personas, porque esperaban 100,000. Y no pudieron juntar 3000. Había más denuncias que de hecho llegaron a 18,000 por extorsión, que la gente que fue. Y lo que era imposible, lo que nadie podía parar, porque le tenía miedo que hubiera un muerto, entre otros, nosotros terminamos con los piquetes desde el primer momento que se nos plantaron y a partir de ahora, hoy no hay más piquetes en Argentina.
No solo eso. Nadie hablaba del problema que había en el balance del Banco Central. Porque no tenían ni la más pálida idea de cómo resolverlo. Es más, hay muchos que hablan, que se candidateaban de ministro, que te digo, tienen todas las soluciones, hace 11 meses que le vienen pifiando. De hecho, hablaban que tenían plan, no solo que esa carpeta estaba vacía, les aviso, sino que además, no tenían ni idea de cómo arreglar el problema del Banco Central porque fueron a pedirle ayuda a quien hoy es mi ministro de economía.
Por lo tanto, me consta que no sabían cómo arreglarlo y los únicos y qué dijeron? que era imposible arreglarlo y nosotros hicimos el ajuste en el Banco Central en seis meses. Lo que parecía imposible nosotros lo hicimos en seis meses.
En definitiva, la verdad es que estamos haciendo los deberes y estamos resolviendo problemas en un año que parecían absolutamente imposibles. Es más, no solo hicimos todas estas cosas. La reforma estructural más grande que hizo Argentina en su historia la hizo Menem, y nosotros con 15% de diputados y 10% de la Cámara de Senadores hicimos una reforma estructural ocho veces más grande que la que hizo Menem. Hicimos la reforma estructural más grande de la historia, gracias a este gigante que tengo acá que es el doctor Guillermo Francos. Igual les aviso, tenemos 3200 más pendientes, con lo cual vamos a hacer de Argentina el país más libre del mundo. Y ni que hablar lo que hace Federico todos los días, ¿no? Es un placer leer el Twitter de Federico, todos los días una desregulación nueva. Voy a tratar de volver al discurso.
Cuando el año pasado les dije a los argentinos que soy especialista en crecimiento económico con y sin dinero, me refería precisamente a todo esto. Hoy tenemos el mismo nivel de actividad económica que hace un año, habiendo saneado la cuestión monetaria en el camino, sin haber tomado deuda nueva, habiendo acomodado los precios relativos de la economía, destruyendo la inflación y con un ajuste del gasto público de alrededor de 15 puntos del PBI. Y es por eso que hoy escuchamos a personas decir que este programa es como un milagro económico en marcha. Pero no es un milagro, fue sentarse a hacer los deberes como corresponde, sin dejarse correr por ningún grupo focal o encuesta, sin ninguna especulación ni miedo al “qué dirán”, sin priorizar nuestras necesidades políticas ni electorales, sin miedo a los ataques de quienes han vivido durante décadas de este modelo empobrecedor; solo con la convicción de hacer lo que hay que hacer, pero de verdad.
Digamos, una de las cosas más maravillosas que aprendí del profesor Juan Carlos de Pablo es mirar la economía como un proceso decisivo. Entonces, una de las cosas que a mí me gusta contarles es cómo tomo decisiones, porque creo que les puede ayudar a ver cómo veo estos procesos. Muchas veces me preguntaron qué es lo que siento al ser presidente, y yo digo que para mí es un trabajo más; me dieron un shot description, que era bajar la inflación, hacer crecer la economía y terminar con la inseguridad, y yo me dedico a hacer eso. Es decir, no me importa ni lo que digan las encuestas, no me importa nada. Yo hago lo que tengo que hacer.
Y les voy a hacer un ejemplo para que vean lo que está dentro del proceso de decisión. Recuerdo que, a pocos días de haber ganado la elección, el expresidente me invita a la Quinta de Olivos a desayunar para discutir el muerto que me dejaba. En un momento, nos fuimos a caminar por el parque y me mostró las instalaciones y todas las cosas. En un momento, Alberto me dice que se sentía como un rematador mostrándole la nueva casa al dueño de la casa. Y le dije: “No, Alberto, eso no es así. Yo no soy el nuevo dueño; yo soy el nuevo inquilino, por cuatro años y con opción a ocho”. Es decir, si el poder no sirve para arreglarle el problema a la gente, no sirve para nada. Entonces, esa es la idea: hay que hacer lo que hay que hacer, y si hay que pagar costos, se pagan. Es decir, para eso nos votaron, no para que llevemos una vida narcisista para ver cómo me veo en el espejo de las encuestas. En definitiva, lo que cuenta es cómo nos va a recordar la historia.
Por eso, muchas veces me gustó comentar el caso de Pellegrini; lo hice muchas veces en la campaña. Pellegrini asumió en medio de una terrible crisis y se mandó un ajuste homérico. Obviamente, cuando terminó, iba a salir por las escalinatas del Congreso, y un asesor le dice: “Don Carlos, no salga por acá porque la gente está un poquito enojada”. Y don Carlos, que tenía un carácter fuerte, se abrochó el frac, se calzó la galera, tomó el bastón, y se fue por las escalinatas, caminando hasta su casa, que eran a dos cuadras y media. Le dijeron de todo menos bonito, pero la historia lo recuerda como el piloto de tormentas. Eso es hacer lo que hay que hacer. Es decir, hay que hacer lo que está bien, que después el juicio lo haga la historia.
Esto no fue un milagro, fue sentarse a hacer los deberes como corresponde, sin dejarse correr por ningún grupo focal de encuesta, era lo que les había dicho recién. Sin ninguna especulación ni miedo al qué dirán, sin priorizar nuestras necesidades políticas ni electorales. Sin miedo a los ataques de quienes han vivido durante décadas de este modelo
empobrecedor, solo con la convicción de hacer lo que hay que hacer, pero de verdad, porque la economía tiene reglas y estas reglas no se pueden dibujar ni torcer. No somos dioses, no podemos desafiar la gravedad y la alquimia dejó de ser objeto de estudio hace varios siglos. Las reglas de economía tiene sus propias reglas básicas e ignorarlas tiene sus consecuencias, de hecho, Marshall decía, usted puede hacer lo que quiere, lo que no puede evitar es pagar los costos y vaya que los delirios de los políticos lo han pagado millones de argentinos, porque iniciamos el siglo 20 siendo uno de los tres países más ricos del mundo y hoy estamos en la mitad de la tabla, con la mitad de los argentinos pobres. Entonces, digo, este chiste no fue gratis. Es más, los países que cumplen estas reglas prosperan, los países que las transgreden como es el caso Argentina, fracasan y si tiene alguna duda de esto que digo analice los últimos 100 años de Argentina. Vean el país que la Argentina era cuando esta institución fue fundada allá por 1924 y miren el país que nos han dejado quienes creyeron que hacer política era reescribir las reglas. Bueno, con este gobierno damos por cerrada la era del chamanismo económico que reinó la Argentina durante décadas, se terminaron los chantas.
Es más, les diría que le pusimos un candado al equilibrio fiscal y nos tragamos la llave. Ustedes se ríen, pero algo parecido hicimos cuando yo era diputado y sorteaba la dieta, nosotros armamos para poder hacer el sorteo de la dieta, armamos una base de datos donde la gente se escribía y para poder abrir esa base se necesitaban tres llaves, una la tenía el programador, otro la tenía mi hermana y la otra la tenía yo. ¿Y con mi hermana saben que hicimos? rompimos mi llave. No se puede tocar esa base, es una base de casi 3 millones de personas, imagínese si lo hubiera vendido, eran tres palitos verdes. Sin embargo, yo rompí la llave. En definitiva. No, no, es que la verdad es lo que pasó. Por lo tanto, ahora comienza una etapa de crecimiento para la Argentina y esta vez a diferencia de todos los gobiernos de los últimos 100 años, estamos sentando las bases para que el crecimiento sea duradero y, en definitiva, ¿qué se necesita para que un crecimiento sea duradero? en primer lugar dejar de votar delincuentes que venden espejito de colores. Plan integral, plan integral, se acuerdan? dijo que el dólar, digamos, iba a estar a 3000. Digamos, si yo ganaba. Quiere decir que hoy sería un dólar de 7000, $8000. Está en 1110, no. Le erró por un poquito. Ni que hablar de Tintorelli, llevando economistas que decían que iba a estar a 7000, o sea, el equivalente de 15,000 hoy. Pero bueno, ese digamos, ese delincuente con tal de llevar gente a ensuciarme digamos, con que dijera un disparate cada vez más grande, lo llevaba. Pero bueno, así le van los negocios y está por quebrar. En segundo lugar, una macroeconomía ordenada que sea sostenible a lo largo del tiempo. No se puede sostener una economía estable a lo largo del tiempo con déficit porque te vuelve frágil ante cualquier shock negativo, obligándote a incurrir en deuda y/o emisión. Esto es muy interesante.
Piensen cualquier otro momento de la Argentina, donde la tasa larga de Estados Unidos suba más de 100 puntos básicos, nos hubiéramos hecho crema. Todo el mundo en rojo. Los únicos en verde, ¿quiénes fueron? Nosotros. Somos las acciones que más crecieron en el mundo y son los bonos que más subieron en el mundo. Y cuando vino el resultado de la elección de Estados Unidos, por la percepción que hay acerca de la política fiscal y monetaria que va a llevar a cabo el gobierno de Donald Trump, los activos financieros de todo el mundo cayeron salvo los de Argentina. Es decir, el fly to quality es venir a Argentina. Menos aún se puede tener déficit con el historial crediticio de Argentina, lo que se traduce como emisión garantizada, con nosotros el déficit es historia del pasado.
En tercer lugar, se necesita un Estado lo más chico posible, que cumpla de manera eficaz y nada más que sus funciones básicas. Por eso mismo ya hicimos una reforma estructural ocho veces más grande que la de Menem, y aún nos quedan 3.200 reformas en cartera. Por eso creamos el Ministerio de Regulación y Transformación del Estado, porque en Argentina no falta Estado, sobra Estado. Dicho ministerio, bajo el liderazgo del coloso Federico Sturzenegger, avanza desregulando al ritmo de un decreto por día.
Hay algo interesante… De hecho, la primera gran novedad que tuvo nuestro gobierno fue crear el Ministerio de Capital Humano, y tiene un sentido por qué hicimos eso. Cuando ustedes miran el debate sobre crecimiento económico, ese debate termina cerrado en un paper de 1989 de Mankiw, David Romer y David Weil, que explica que el factor fundamental del crecimiento económico es el capital humano. Por eso nosotros creamos directamente un Ministerio de Capital Humano, que se ocupara de cada una de las etapas del capital humano.
Por eso, Niñez y Familia, para recibir a los chicos cuando están formando su cerebro. Si bien íbamos a integrarlo con Salud, pero después, por problemas operativos, se puso aparte, trabaja de manera coordinada con el Ministerio de Capital Humano. A esto le sumamos la Educación y el Trabajo, porque, entre darles el pescado gratis y enseñarles a pescar, nosotros preferimos enseñarles a pescar. Dar el pescado gratis es símbolo de esclavitud, y nosotros no queremos esclavitud; Queremos argentinos libres. Eso fue revolucionario, y hoy ya en muchas partes del mundo se habla de la lógica de nuestro Ministerio de Capital Humano.
Otro ministerio que está haciendo furor en todo el mundo es el ministerio que comanda Federico Sturzenegger. De hecho, el propio Donald Trump incorporó a Elon Musk para replicar la experiencia de lo que está haciendo Federico Sturzenegger, y, de hecho, dentro de las cosas que habló y charló con Elon Musk, él ya está en contacto con Federico para replicar ese modelo. Es decir, estamos exportando el modelo de "La motosierra" y de la desregulación a todo el mundo. Estamos cambiando el mundo, estamos haciendo un mundo más libre. Y como si todo eso fuera poco, además nuestro ministro de Economía fue elegido el mejor ministro de Economía del mundo. Pero acá siguen tirándonos mierda todos los días; así somos.
Cuando uno mira las cosas enormes que está haciendo Federico, si bien algún decreto individualmente pueda parecer poco sustancial, es la suma de los mismos lo que día a día va mejorando la relación entre este Estado parasitario con el que nos encontramos y los ciudadanos, para así poder alcanzar la meta que nos propusimos, que es hacer de Argentina el país más libre del mundo. Miren, Irlanda cuando empezó el proceso de reformas de mercado, era el país más miserable de Europa. Cuarenta años después, tiene un PBI per cápita 50% mayor que el de Estados Unidos. Claramente, que se puede. Lo que pasa es que, para hacerlo, hay que saber qué es lo que uno quiere hacer, saber cómo hacerlo, y, sobre todas las cosas, tener coraje y bancarse lo que haya que bancarse cuando se vienen los orcos. Cuando ustedes hacen eso, arrancan con un riesgo país de 3.000 y hoy lo tienen en 850.
En cuarto lugar, se necesita orden y seguridad jurídica, amparados en la aplicación a rajatabla de los tres principios del liberalismo: la defensa de la vida, la libertad y la propiedad privada. Por suerte para los argentinos, tanto en la guerra de la macro como en los millones de escaramuzas de la micro, como en el ejercicio del orden, cuento con tres titanes, tanto en lo profesional como en lo personal, que son: Luis “Toto” Caputo, el mejor ministro de economía del Mundo, el coloso, Federico Sturzenegger, y la maravillosa ministra de Seguridad, Patricia Bullrich.
Y por más que sea reiterativo y reiterativo y reiterativo, la realidad es que nunca me voy a cansar de agradecerles a ellos y a sus equipos, como a todos mis ministros, porque la verdad, trabajar con el conjunto de personas y grandes talentos que tengo en el gabinete, la verdad es que es un lujo. Es más, mientras que un idiota del círculo rojo analógico dice que me rodeo de mediocres para lucir mejor, en todo el mundo reconocen que mi gabinete es un gabinete de lujo. Fíjense, tengo al mejor ministro de Economía del mundo; lo tengo un Sturzenegger, que es profesor en Harvard; Mi jefe de asesores es Demian Rydel. Ey, me parece que el dolor por la pausa te está haciendo mal. Por suerte está cerca de jubilarse ya, pero bueno, el rating no lo acompaña y la lectura tampoco. Lo mejor de todo es que las trompetas de la libertad ya no solo suenan en Argentina, están empezando a sonar en todo el mundo. Tal como pasó en Argentina el año pasado, en Estados Unidos esta semana la libertad y la razón se impusieron por sobre la locura colectivista. Y claro, esto es para entusiasmarse. Imagínense todo lo que podemos lograr si el país más poderoso del mundo comparte nuestras ideas y nuestro norte. Las posibilidades son infinitas.
Y ahora, digo, van a ver que se va a hablar un poquito mejor de lo que haga Trump, porque hoy Elon Musk se compró ese bastión "woke" inmundo que era CNN, con lo cual ahora vamos a tener no solo la libertad en X, sino que, además, vamos a tener una cadena que no sea tan socialista, tan zurdita. Entonces, empiecen a informar otras cosas y dejen de mentir. Ahora, habiendo sentado las bases y mirando hacia adelante, aunque suene paradójico, la sociedad tendrá que acostumbrarse culturalmente al crecimiento, porque la casta política nos dejó una economía que no crece desde 2011, con un PBI per cápita equivalente al de 2007 y con una sociedad aturdida. Después de una década de caída del PBI per cápita, nos hemos olvidado de lo que es crecer de forma sostenida. Peor aún, hay 10 millones de argentinos menores de 30 años que nunca conocieron lo que es ser adulto en un país que crece en términos per cápita. Nos acostumbramos a tiempos de miseria, y ahora tenemos que acostumbrarnos nuevamente a tiempos de progreso.
Déjenme dibujarles una imagen mental de cómo es vivir en un país en crecimiento, con la macro ordenada. Un país en crecimiento es aquel en el que un aumento salarial significa mejorar tu capacidad de compra, no tratar de igualar la inflación. Es poder tomar un crédito hipotecario y ser dueño en vez de pagar un alquiler toda la vida. Es saber que si te dedicás y laburás, mañana vas a vivir mejor que hoy, algo que es obvio en el resto del mundo, pero que para los argentinos se había vuelto una quimera. Es que, cuanto más trabajes, mejor te va a ir, pero que te pueda alcanzar con un trabajo de tiempo completo para vivir, sin la necesidad de tener dos, tres o cuatro trabajos ni la asistencia del Estado. Ni la asistencia del Estado. Porque si para llegar a fin de mes necesitabas del Estado, no estabas bien, estabas mal, porque eso no era sostenible. Es, además, cómo de repente te das cuenta del lujo de cerrar tu negocio para tomarte unos días de vacaciones; es eliminar la neblina que nos angustia y, por primera vez en décadas, podemos mirar hacia adelante, podemos mirar hacia el futuro. En definitiva, un país que crece es un país que nos permite convertirnos en dueños de nuestra propia vida, en arquitectos de nuestro propio destino, donde podemos ejercer nuestra libertad en búsqueda de la felicidad. Este es el derecho inalienable más básico de los hombres: poder tener la chance de ser felices.
Claro, luego surge la pregunta: ¿qué hacemos con esa libertad? Y esto no es una pregunta trivial. Esto yo lo menciono siempre, porque el pueblo hebreo, cuando salió de Egipto, uno cree que salió todo el pueblo, cuando ustedes leen la Torá, o sea, cuando leen el segundo libro de la Torá, o del Pentateuco, Shemot (Éxodo, en español), cuenta que uno de cada cinco salieron; es decir, cuatro prefirieron el pescado gratis. Por lo tanto, no es fácil luchar por las ideas de la libertad; hay que tener agallas y hacerlo todos los días. Hay que estar todos los días dando no solo la batalla en la política y en la economía, sino que todos los días hay que dar la batalla cultural. Porque ser libre es poder hacer lo que uno quiera, sin violentar el principio de no agresión, no interferir en el derecho a la vida, a la libertad y a la propiedad de los demás, y poder disfrutar los beneficios de esa libertad, pero también es hacer cargo de los costos. No hay libertad escindida de la responsabilidad. Y eso requiere de una actitud adulta.
Y Durante los últimos 100 años la casta política lo que hizo fue infantilizarnos, de esa manera nos convirtieron esclavos del Estado y lo que nosotros necesitamos es liberarnos y nosotros lo que estamos haciendo en este gobierno, es todos los días romper una nueva cadena. Lo que sí les puedo decir, es que no tengo duda de que haber sobrevivido a tanta miseria, digamos, tan fuerte, tan potente lo que nos hicieron, el resultado colateral es que han generado un pueblo fuerte y valiente y es hora de poner esas virtudes al servicio del crecimiento y del proyecto personal de cada uno. Ahora es nuestro momento, porque por primera vez en mucho tiempo podemos animarnos a soñar y a soñar sin miedo. Eso es precisamente el daño más grande que nos había hecho el modelo del Estado presente. Le infundió temor a los argentinos, con el modelo de la inflación permanente secuestró nuestro futuro y nos obligó a vivir en un eterno y miserable presente. Nos obligó a vivir a la defensiva en vez de la ofensiva. Porque quién puede tomar una buena decisión económica sin saber cuánto van a valer las cosas mañana. Esa es realmente la esclavitud moderna, trabajar para empresas que no pueden crecer a cambio de dinero que no tiene valor que los políticos se imprimen como si estuvieran jugando al estanciero. No ser dueño de nada, ni de tu propio esfuerzo o de tu propio tiempo, no poder ponerle precio a tu trabajo. Esa es la esclavitud que impuso el modelo del Estado presente. Nos quitó años de futuro y al hacerlo esterilizó una cantidad inclaudicable de talento argentino, pero nosotros hemos aprendido que el Estado no está para cumplir los sueños de la sociedad. Cuando el Estado promete cumplir sueños, se los termina cumpliendo solo los políticos y a sus amigos, mientras les arruinan la vida del resto de la población. Es decir, no hay nada como un almuerzo gratis. Si ustedes otorgan un derecho, más allá del derecho a la vida, la libertad y a la propiedad, no es un derecho, es un privilegio y alguien lo tiene que pagar. Y eso tiene consecuencias nefastas, no solo en términos estáticos, sino en términos dinámicos. La idea de donde hay una necesidad nace un derecho, es inconsistente, porque las necesidades son infinitas y los derechos hay que pagarlos y los recursos son finitos. El mercado, el problema de las necesidades infinitas y los recursos finitos, lo resuelve vía el sistema de precio con propiedad privada. El gobierno lo resuelve con la garra del Estado y con esa idea nefasta, siniestra y empobrecedora, que es la idea de la justicia social, que claramente no es justa porque implica un trato desigual frente a la ley y además está precedida de un robo. Por lo tanto, es una atrocidad que lo único que puede generar es miseria y si quieren un caso, es el caso Argentina. Arrancó el siglo 20 siendo uno de los tres países más ricos del mundo y estos delincuentes lo destruyeron. Nosotros venimos a reconstruir esa Argentina grande.
Desde nuestra perspectiva, el Estado está para proteger el derecho de cada uno a perseguir sus propios sueños en paz y la única forma de hacerlo sin arruinarle la vida a un tercero, es velar por la vida la libertad y la propiedad. Hoy están dadas las condiciones para que cada argentino pueda perseguir su propio sueño en paz de acá en adelante. Tenemos las bases macro asentadas, tenemos gran parte de las reformas estructurales hechas, tenemos un gobierno con gente dispuesta a dejar la vida en este trabajo y tenemos también los vientos de libertad que ahora soplan en todo el mundo, es decir, ahora las fuerzas del cielo nos acompañan con más fuerza. Esa es la reflexión que quiero dejarles hoy, ha costado, ha sido duro, pero finalmente hemos salido. La Argentina está creciendo y apuntamos a más y esperemos sentar las bases del sendero que convierta a la Argentina en la máxima potencia mundial de acá a 40 años. Que Dios bendiga a los argentinos, que la fuerzas del cielo nos acompañen y viva la libertad carajo Muchas gracias a todos.