Palabras del Presidente de la Nación, Javier Milei, en el Tech Forum Argentina 2024, Hotel Libertador
Hola a todos. Es muy interesante volver a este lugar y a esta sala. Puede que algunos de los que estén acá no lo sepan, probablemente la gran mayoría, pero en esta sala hemos festejado ganar la primera vuelta. En esta misma sala, festejamos que entramos a la segunda vuelta y, como no podía ser de otra manera, festejamos que fuimos el primer gobierno liberal libertario de la historia de la humanidad.
Además, es interesante porque teníamos que elegir un lugar donde estar. Al final, se convirtió en mi casa: el Hotel Libertador, no podía ser de otra manera que el Hotel Libertador, y como si fuera poco, los colores del hotel son violeta; es el color de La Libertad Avanza, es el color del signo político que va a poner de pie a la Argentina y que la va a convertir en una potencia nuevamente.
Ahora, entrando en la parte formal, voy a tratar de no desviarme mucho del discurso, así no entramos en loops complicados. Pero, para comenzar, quiero saludar y agradecer a las autoridades de Tech Forum por la organización de un evento de esta importancia. Es un orgullo para mí, siendo un férreo defensor de un capitalismo de libre empresa que ha producido la mayor expansión tecnológica de nuestra historia, poder dirigirme a un público que apuesta diariamente a descubrir nuevas soluciones para nuestros problemas cotidianos, sabiendo que, en caso de ser exitosos en su cometido, sus esfuerzos serán recompensados con creces por el mercado.
Por muy raro que parezca escuchar esto de mi boca, me gustaría también agradecer a los marxistas, con sus ideas nefastas, porque de no ser por ellas, Schumpeter nunca hubiera desarrollado el concepto de destrucción creativa, que es lo que nos congrega a todos los aquí presentes. Para mí, el tema de Schumpeter es muy interesante. El concepto de destrucción creativa está en un libro que se llama “Capitalismo, socialismo y democracia”, y él básicamente desarrolla esta idea de la destrucción creativa. Este tipo de cuestiones hoy en el mundo, casi les diría que, si bien no se cuestionan dentro de lo que son los modelos de la literatura de crecimiento económico —y dicho sea de paso que es mi especialización—, es muy difícil lidiar con el tema de los reguladores. Es muy interesante el concepto de destrucción creativa porque, obviamente, como todo lo que es nuevo y como toda innovación, siempre genera temor. Entonces, ustedes, por ejemplo, una de las cosas que se encuentran es que muchos de los políticos tienen miedo a esto; le tienen miedo a lo nuevo, a lo desconocido, digamos.
Una de las grandes discusiones es lo que va a pasar con los puestos de trabajo.
Lo primero que quisiera contarles es que, si tuvieran razón los luditas — que es una reflexión que se hace y que tiene que ver con Ludd, quien básicamente fue alguien que se quedó sin empleo porque apareció el telar—, entonces, básicamente, fueron y rompieron la máquina. La realidad es que, si tuvieran razón los luditas, hoy la tasa de desempleo en el mundo sería del 87,5%, lo cual no tendría ningún sentido, porque, si no se hubieran creado nuevos empleos, en el mejor de los mundos se habrían creado los mismos. Pero la población se multiplicó por ocho veces, por lo tanto, estaríamos en un problema bastante interesante, y eso no ocurre. Entonces, no hay que tenerle miedo al progreso tecnológico: se van a destruir empleos, pero se van a crear nuevos. Por lo tanto, eso no es un problema en tanto y en cuanto haya flexibilidad en el mercado laboral. No va a haber problemas y todos vamos a tener trabajo. El problema es que a los políticos les gusta el control y no les gusta la flexibilidad. Pero entonces, el problema no es la tecnología; el problema son los políticos. Como ocurre, el problema son los políticos.
Y después hay otro tema más que tiene que ver con el crecimiento económico. Está desactivado este tema del caso distópico, que en realidad también tiene su respuesta en Smith, y que se relaciona con que la división del trabajo está limitada por el tamaño del mercado. Por lo tanto, todos esos escenarios distópicos que creen que directamente las máquinas se comen a los humanos… La pregunta es: ¿para qué están haciendo todo ese desarrollo? Alguien lo va a tener que demandar, ¿no? Y son humanos. Además, quienes invierten y ponen los recursos también son humanos. Por lo tanto, ese escenario distópico tampoco tiene sentido.
Habiendo ahuyentado los miedos, hay otra cuestión más: el progreso tecnológico genera rendimientos crecientes. Y ahí hay un problema, porque la teoría económica no está desarrollada de manera apropiada para contemplar estos eventos. Consecuentemente, cuando ven rendimientos crecientes, los asocian con monopolio y quieren regularlos. Los políticos siempre quieren regular, no sé si porque quieren apropiarse de las rentas o si realmente están preocupados por la eficiencia, digamos, desde el punto de vista paritiano. Eso también es un concepto siniestro. Tiene que quedar claro: siniestro es siniestro, izquierda, da lo mismo. O sea, no se equivocaron los que le pusieron “siniestro” a la izquierda. Y sí, soy Milei, y no puedo cambiar.
Debo llevar siete minutos de discurso, y solamente uno fue de discurso, y seis por afuera. Estas cosas pasan. La cuestión de los rendimientos crecientes es interesante porque, en la teoría neoclásica, están asociados con los monopolios. Por lo tanto, lo que hacen los políticos es regular los monopolios. El problema es que, cuando quieren asimilar a una empresa competitiva, matan los rendimientos presentes y, consecuentemente, matan el crecimiento económico. Si ustedes se fijan, ¿cuál es la zona del mundo más regulada? Europa. ¿Y cuál es la tasa de crecimiento más miserable del mundo? Europa. Es decir, por eso Argentina es una gran oportunidad. Más allá de todas las reformas estructurales que estamos haciendo, no hay nada que odiemos más que las regulaciones. De hecho, tenemos un ministerio que se dedica a desregular.
Pero volviendo al discurso, porque en algún momento tenía que volver, digo que, para poner un poco en contexto, se estima que la especie humana tiene alrededor de 300,000 años, de los cuales fuimos cazadores-recolectores durante 290.000 años. O sea, durante todo ese tiempo, fuimos nómades. No había cocina, arquitectura, mucho menos escritura y menos aún ingeniería. Sin embargo, en algún momento, hace cerca de 10.000 años, empezamos a cultivar la tierra y nos congregamos en ciudades. Esto dio lugar a un aluvión exponencial de desarrollo, con el que colonizamos todo el planeta entero, navegamos todas las aguas, construimos monumentos inimaginables para nuestros antepasados y conquistamos montañas tras montañas. Gracias a la exponencialidad de este proceso, logramos que, en los últimos 200 años, el ciudadano promedio tuviera el nivel de vida de un emperador romano. Esto era lo que estaba describiendo como rendimiento creciente.
Ustedes, cuando miran la evolución del PBI per cápita en la era cristiana, digamos entre el año cero y el año 2000, van a ver algo que se llama "palo de hockey". Eso está en todos los libros de crecimiento económico y es como si fuera un palo, literalmente, de hockey acostado. Entonces, todos ustedes tienen una parte larga y constante, y de repente la cola levanta. Básicamente, toda la parte que es constante va desde el año cero al 1800, y el fuerte crecimiento, digamos, lo tienen desde el año 1800 al 2000. De hecho, el crecimiento del PBI per cápita durante los primeros 1800 años en la era cristiana fue del 0,02%, o sea, se necesitaban 3500 años para duplicar el PBI. El PBI per cápita, en los años que van del 1800 al 2000, se multiplicó por 9,5 veces, en un contexto donde la población se multiplicó por siete. Por lo tanto, vean cómo se destruyó la hipótesis de los rendimientos marginales decrecientes, y les diría que todo lo que tiene que ver con inteligencia artificial va a generar este incremento de la productividad que verdaderamente es como un acto minúsculo.
De nuevo, volviendo a lo que estábamos señalando antes, puesto en términos matemáticos: si tomamos la imprenta de Gutenberg desde el año 1450 como el gran año civilizatorio de nuestra especie, estimamos que el 95% de los avances tecnológicos y científicos se dieron después de este hito. Esto significa que el 95% de los inventos humanos se dieron en el último 0,2% de la historia de nuestra especie. Para que tengamos claro el momento en el que estamos viviendo: nunca vivimos como estamos viviendo. Nunca el hombre estuvo mejor que como está ahora.
Hay un autor que a mí también me fascina en materia de crecimiento económico, que se llama Oded Galor, que parece que, a fuerza de citarlo, me empezó a seguir en Twitter. Sí, es más, hasta me ofrecieron presentármelo y todo. Este autor hizo un trabajo fenomenal, que es la unificación de la teoría del crecimiento económico. Porque si ustedes toman el período entre el año cero y el 1800, eso podría ser explicado a la perfección por Malthus. Y si ustedes toman lo que son los 200 años que le siguen, en realidad, si bien el modelo de Solow es una cosa estéticamente razonable, empíricamente es flojo, y se pasan a los modelos de crecimiento endógeno para poder explicar esta cuestión de la aceleración y los rendimientos crecientes.
Y la genialidad de Oded Galor es que, a su modelo, logra conciliar la visión del modelo maltusiano con los modelos de crecimiento endógeno. Tiene dos puntos de disparo. El primer punto de disparo en lo tecnológico tiene que ver con la imprenta, porque es lo que da lugar al capital humano. Como es un modelo de capital humano, como mecanismo de generación de crecimiento, intervienen dos facetas de capital humano: no solo la cantidad de trabajo, sino la formación. Entonces, hay un disparo por lo que tiene que ver con la aparición de la imprenta como mecanismo de transmisión del conocimiento. Y hay otro disparo que tiene que ver con cuando la población llega a mil millones de seres humanos. Es decir, en el momento en el cual, Malthus predecía la gran catástrofe. Digo "catástrofe" después por el Club de Roma y por todos los asesinos verdes que andan dando vuelta, neomarxistas que plantean el problema del hombre con la naturaleza y quieren arreglar el mundo matando inocentes, llámese a los aborteros.
Así que, ahí tenemos una buena explicación de lo que estamos viviendo. Y volviendo a la imprenta, este salto evolutivo marcó que en los últimos dos siglos pasáramos de no poder garantizarnos dos comidas diarias a haber conquistado el átomo, el aire y el espacio, incluso a estar discutiendo en cuánto tardaremos en conquistar Marte o cuánto falta para ser reemplazados por robots o inteligencias artificiales para cosas cotidianas. Una verdadera maravilla. No sé si vieron la nueva versión de Optimus; es maravilloso. Al margen de mi admiración profunda por Elon Musk, no sé si vieron el gesto que hace Optimus, con lo cual ahora, digamos, lo quiero un poquito más.
Así es que, yo les diría que, sin ir más lejos, levanten la mano los que hayan usado alguna vez ChatGPT en los últimos 30 días. Era cantado, era penal, sin arquero. Este penal no lo erraba ni el pipita Higuaín en una final.
Por ende, la tecnología es la mayor muestra de las capacidades que tiene el ser humano, tanto a nivel individual como colectivo. Cada innovación tecnológica es un paso que ha dado el hombre en solucionar un problema, permitiéndose tener tiempo ocioso para resolver el siguiente. Como verán, yo soy optimista, y se nota. Saben que hay un grupo que son los tecnopecimistas y ven todo mal, pero bueno, que vayan y se vean con los marxistas y que se hagan un lugar con los hombres en las cavernas. El marxismo es una profecía autocumplida.
Entonces, fíjense, porque esta es la lógica del ser humano. No porque había oscuridad, sí inventamos el aceite de ballena para iluminar las calles y nuestros hogares. Se le acabó el aceite de ballena, descubrimos el carbón y la química que logró permitir que ese carbón en queroseno. No alcanzaba el queroseno y desarrollamos la energía eléctrica. El carbón es caro e ineficiente como combustible para el motor. Encontramos y aprendimos a procesar el petróleo de forma más barata y eficiente. No alcanzaba la comida para alimentar a 6000 millones de personas; inventamos la revolución genética en la agricultura, que nos permitió multiplicar nuestra producción y de la que Argentina fue especial protagonista. O sea, tal como reza un proverbio antiguo: la necesidad es la madre de la inventiva.
Acá también quiero hacer una nota de color sobre uno de los más grandes tecnoactivistas de la historia de la humanidad, que es Julian Simon. No es tan popular; siempre digo que los pesimistas tienen mejor prensa, si no sé por qué, pero…
Me imagino que debe haber alguna explicación psicológica para eso, pero yo no la sé. Julian Simon decía que el progreso tecnológico se podía impulsar por dos lados, ya sea por el lado de la demanda o por el lado de la oferta. El crecimiento que acabamos de describir es el crecimiento por el lado de la demanda. Es decir, cuando aparece algún problema, si ustedes dejan que los precios se expresen libremente, se van a encontrar con una reasignación de recursos hasta que se encuentre la solución al problema. De hecho suelo utilizar mucho este ejemplo, cuando digo que los empresarios son benefactores sociales.
Lo puedo hacer con algo reciente, que todos van a recordar. En el momento en que apareció el COVID y el problema de la pandemia una de las cosas que se recomendaba era el uso del barbijo y el testeo masivo. Eso tiene que ver con un modelo, que es el que se utiliza para analizar las pandemias o las epidemias, que se llama SIR, susceptibles, infectados y removidos, donde claramente el barbijo baja la tasa de transmisión y los testeos remueven más rápidamente a los infectados y por ende bajan la velocidad de transmisión.
Lo menciono porque en el día de ayer dejó este mundo ese ser siniestro que fue el impresentable y repugnante ministro de Salud que tuvimos, cómplice de la cuarentena cavernícola más grande de la historia, y que además fue el responsable, junto al ex presidente Alberto Fernández, de la muerte de 100 mil argentinos. Porque si Argentina hubiera hecho las cosas como un país mediocre hubiera habido 30 mil muertos, sin embargo nosotros pasamos los 130 mil. Por lo tanto, a pesar de que murió y a la gente le gusta manifestar, parece que los muertos se vuelven buenos. Este era un hijo de re mil puta y será recordado como un hijo de puta. Ya que en algún momento va a haber justicia por lo que se hizo con los barbijos y muy especialmente por lo que se hizo con los testeos.
Y la realidad es que la política económica tenía respuestas para este tipo de cosas, porque si se da un cambio sustancial, profundo de la demanda, y ustedes dejan de demandar determinados bienes y pasan a demandar otros, eso se traduce en un cambio de precios relativos. Y ustedes sacan recursos del sector donde se tiene que contraer y los mandan al otro. Y eso es factible porque está la señal de precios. El problema es que cuando aparecen los políticos y quieren controlar precios, los recursos que tienen que caer caen, pero los que se tienen que trasladar al otro sector no ocurre. Con lo cual tienen una pérdida de bienestar enorme, y en este caso, estos errores de que los políticos metieron la mano le costaron la vida a muchos seres humanos. Por lo tanto esto también es un canto a favor de las ideas de la libertad. Si hubiéramos aplicado las ideas de la libertad hubiésemos tenido muchos menos muertos. Y no sólo eso, sino que además, en un modelo anarcocapitalista no hubiéramos tenido a una basura de presidente que utilizó la cuarentena y la extendió por motivos políticos para mejorar su imagen y tener un mejor resultado electoral. Así que, cuando los anarcocapitalistas quieren reventar el Estado, tienen razón.
Por lo tanto, una de las formas que genera progreso tecnológico es, justamente, por esta situación donde el movimiento de la demanda genera la cuasi renta y la intención de los individuos de arreglar los problemas. Eso lo que genera es que aparezca el progreso tecnológico y se resuelva el problema. Pero para eso ustedes necesitan que haya libertad. La otra forma tiene que ver con el progreso tecnológico impulsado por el lado de la oferta. Es decir, muy a contramano de todos estos que quieren asesinar niños en el vientre de la madre. Porque básicamente la pregunta es: si yo quiero encontrar un Mozart, ¿cuál es la probabilidad de encontrarlo en una población de 100 personas, versus una de un millón de personas? Me parece que el resultado es obvio. Por lo tanto, me pareció también que era interesante que entendamos la lógica del progreso tecnológico, de cómo se generan estos procesos, de lo importante que es el sistema de precios y la libertad, y que no andemos matando gente.
¿Alguien quiere hacer una cuenta…? Para ver si desterramos estas estupideces de zurdos que quieren asesinar gente. Si yo les digo…
¿Estás con la calculadora? Bien, ok. Porque dicen que no hay lugar para todos en el planeta… Bueno, me vas a spoilear el resultado, no hago nada… Bueno, entonces yo les podría decir veamos cuántas personas viven por kilómetro cuadrado en Japón, pero me van a decir que viven como japoneses. Les hago una pregunta: ¿Les gusta, por ejemplo, cómo vive la gente en Mónaco? ¿Alguien puede averiguar cuántas personas viven por kilómetro cuadrado en Mónaco? Si no me equivoco son 39.200 pero… chequeenló. Bueno, ponele 36 mil.
¿Cuántos kilómetros cuadrados tiene la Argentina? ¿3 millones? Bueno, multipliquemos ese número por 3 millones. ¿Cuánto da? No, qué 1,08… te tiene que dar un número… Bueno, por eso, agarrá y extendelo… 108 mil millones son. Ahora tomen ese 108, para ir eliminando ceros, dividido 8, que es 8 mil millones, que es lo que vive en el planeta Tierra. Es decir que hoy en la Argentina entraría 13 veces y medio toda la población del planeta Tierra. Y quedaría todo el resto del planeta para hacer todo lo que quieran. Se dan cuenta que todos esos que andan asesinando gente es porque son ignorantes o porque son unos hijos de puta.
Por lo tanto, es así que los milagros del pasado son los hechos mundanos del presente y aquello que hoy nos parece sólo un sueño, mañana será algo de una realidad ordinaria. Más aún, desde el descubrimiento de internet, que como ejemplo de esta vida milagrosa nos permite tener la Biblioteca de Alejandría en el bolsillo, nos damos el lujo de tener acceso constante a más información de la que tuvieron todos los grandes filósofos de nuestra historia combinados. La expansión en desarrollo productivo de los últimos siglos es testamento no solo de que a mayor innovación, mayor prosperidad, sino sobre todo de que es el avance de la libertad lo que engendra la innovación. Por eso, en la medida en que hemos asegurado las libertades civiles y económicas, que son un derecho natural del hombre, el ritmo del desarrollo tecnológico se ha acelerado. Creo que he repetido hasta el cansancio que aquellos países que son más libres son 12 veces y medio más ricos que los reprimidos. Tienen 25 veces menos de pobres en el formato estándar y 50 veces menos en el formato extremo. Por eso estoy profundamente comprometido en que Argentina sea el país más libre del planeta, para que seamos el país más próspero del planeta.
Es más, gracias al comercio se pudo acceder a nuevas tecnologías desarrolladas por terceros, y gracias a la competencia, los procesos de descubrimiento se volvieron cada vez más sofisticados y especializados, formando empresas cada vez más complejas, en la cual todos los involucrados se ven beneficiados por cada descubrimiento. Algo así como una combinación de Smith-Hayek dixit, vendría a ser. Todo esto, por supuesto, los héroes de la era dorada argentina lo sabían y lo implementaron. No por nada Roca dijo que el comercio sabía mejor que el gobierno lo que a él le conviene. La verdadera política consiste, pues, en dejarle la más alta libertad. Y vaya que nosotros lo estamos haciendo. Paradójicamente, hoy para ir hacia el futuro tenemos que reencontrarnos con verdades que están en el pasado profundo de nuestra nación y que el resto del mundo parece estar olvidando.
Siempre habrá una puja entre el privado y el Estado, entre quienes innovan y quienes regulan, entre quienes generan y quienes confiscan, entre quienes exploran el territorio y quienes luego dibujan los mapas y trazan los límites, entre el supuesto caos de los temerarios y el orden de los temerosos. Esta puja hoy se hace explícita en cómo algunos Estados de las supuestas naciones libres tratan a sus sectores tecnológicos. Dirigencias políticas infectadas de socialismo les imponen regulación sobre regulación y a los visionarios del sector no les queda otra que huir. Como dijo Ayn Rand, cuando usted advierta que para producir necesita obtener autorización de quienes no producen nada, entonces podrá afirmar sin temor a equivocarse que su sociedad está condenada.
Haciendo doble click sobre lo que mencioné recién del individuo queriendo librarse de las garras estatales, el día de la fecha estuvo protagonizado en gran medida por referentes de la tecnología blockchain y las criptomonedas, que se proponen patear el tablero en muchos aspectos. El primero y más importante de ellos es que se proponen separar al poder político del control económico. Como bien lo anticipó Hayek, esto es una prueba cabal de que el individuo le dijo basta al Estado y decidió ponerle un freno donde más le duele, que es el bolsillo. Los ciudadanos del mundo están cansados de la política monetaria y el chamanismo económico, de la inflación, de que un zángano pueda triplicar la base monetaria por capricho como si fuera inocuo, siendo que no solo no es inocuo, sino que aparte empuja a la pobreza a cientos de miles con el accionar de un botón, sin ningún otro fin que el de obtener rédito político.
Sino vienen y me lo explican a mí, que el gobierno anterior emitió 13 puntos del PBI en un año y me dejó la bomba plantada al otro. Sí, perdieron, pero bien que tenemos que laburar para bajar la inflación.
Es decir, no es casualidad que los países con mayor irresponsabilidad fiscal, como Argentina hasta que llegamos nosotros, sean los que más adopción y desarrollo tengan de este tipo de tecnologías.
Y claro, para escaparse de los políticos ladrones. Como tenía que ser. Lo bien que hacen.
Hoy como individuo que, transitoriamente, que les quede bien claro, preside la gran Nación Argentina, considero que los gobernantes no podemos hacer oídos sordos al pedido de la gente que exige a gritos menos Estado. Porque podemos elegir ignorar la realidad, pero las consecuencias van a venir a tocarnos la puerta. Se imaginan que correr al Estado para mí es música para mis oídos. Así que, cuanto más quieran de esto, mejor. Y para conocer las consecuencias de ignorar este pedido, alcanza con ver los últimos 100 años de Argentina: destrucción de capital, crisis económicas y financieras, default, hiperinflaciones, estallidos civiles, estancamiento productivo, rezago tecnológico y niveles de pobreza superiores al 50%. Cómo iba a ser de otra manera, si la Argentina está pensada a medida de la casta política y no de los ciudadanos. Si en Argentina hasta las máquinas pagan Ingresos Brutos, Impuesto al cheque, aranceles aduaneros y un sinfín de impuestos que les llegan al bolsillo a un par, perjudicando al conjunto. Hace unos días se viralizó un video que comparaba una descarozadora de aceitunas nacional con una europea. Y la europea descarozaba cuarenta veces más rápido. ¿Por qué en Europa pueden y acá no? Tiene que ver con todas las trabas y las regulaciones que hay acá.
Como les decía antes, para desandar este camino tenemos que reencontrarnos con verdades que están en el pasado profundo de nuestra historia. Eso es lo que venimos a hacer. Abrazar el comercio y la competencia y convertirlos en nuestros más altos estándares, para que los argentinos puedan acceder a tecnología de punta a precios competitivos sin enriquecer a aduaneros inútiles en el camino. Para que la productividad de todos nuestros trabajadores se potencie, pudiendo acceder a mejores herramientas de todo el mundo, que multipliquen el valor generado por los argentinos.
Tal como propusimos en el Pacto de Mayo, nosotros estamos trabajando para proponer un modelo federal marcado por la competencia fiscal, con pocos impuestos nacionales para garantizar el funcionamiento del Estado y la seguridad, para que luego cada provincia y municipio pueda decidir qué carga impositiva quiere imponer sobre sus ciudadanos, y sean estos quienes tengan la posibilidad de elegir el estilo de vida que deseen vivir y sepan perfectamente qué reciben o dejan de recibir por los impuestos que pagan. De hecho estamos avanzando en esto, estamos obligando a que quiten de las facturas las tasas municipales, y aquellos que se resistan y no lo quieran hacer, les sacamos las sucursales del Banco Nación. Y si no, le proponemos al Banco Nación que lo separe para que sepan cuánto tiene que ver con el servicio y cuánto con los degenerados fiscales. Así se empieza a ver también en los precios cómo aquellos que están cobrándoles impuestos son los que les están arruinando la vida. Así estamos empezando a generar también la competencia entre provincias y municipios. Así las provincias y municipios con responsabilidad fiscal serán atractivos y prosperarán. Y los que no, tendrán que explicarles a sus votantes por qué sus provincias se empobrecen. ¿Saben lo que es para un intendente, que los tiene todo el día en la cara, explicarles que les cobra más impuestos para tener una vida peor que los demás? Ustedes no se dan cuenta del momento que estamos viviendo. Es maravilloso. Les estamos rompiendo todas las bases de esta mentira llamada Estado.
Es decir, no hay otro camino. Queremos volver a ser atractivos para el capital y para los ciudadanos de todo el mundo, como lo fuimos hace cien años, cuando fuimos la mayor tierra de oportunidades del mundo. Aunque parezca mentira, la gente cuando salía de Europa elegía ir o a Estados Unidos, que lo tenía enfrente por decirlo de alguna manera, o venir a un lugar muy lejano, que era Argentina. Es increíble, porque para esas condiciones, en aquel tiempo, era mucho más arriesgado venir a la Argentina, así que imagínense todo lo atractivo que era. Y básicamente lo que nosotros queremos es volver a ser una tierra prometida. Al mismo tiempo, es interesante, porque mientras la Argentina se abre a la competencia, hoy muchos países líderes del mundo giran en la dirección contraria. Esto es increíble, pero nosotros ya nos dimos cuenta, después de cien años que le erramos y que esto no iba para ningún lado. Lo increíble es que nosotros ya nos dimos cuenta, empezamos a pegar la vuelta, y hay otros que están copiando el modelo argentino, o sea, es pegarse un tiro en los pies. Yo no lo entiendo. Por eso muchas veces voy a los foros internacionales y les digo que vengo de un futuro apocalíptico, lo que están haciendo ya lo hicimos y no funciona. Pero el problema es que hay una cuestión de incompatibilidad de incentivos. Si ustedes recuerdan, durante la campaña yo solía decir que mientras que un político tradicional te pide el voto para que le des el poder para transformar tu vida… y en el medio transforma la propia… nosotros pedíamos el voto para devolverles el poder a los ciudadanos, para que sean los propios arquitectos de su propio futuro.
Evidentemente, en la caja del político la diferencia es sustancial. Es decir, cuanto más corrupto es el político, más va a querer el otro modelo, más le va a gustar la intervención y el buenísimo socialista… Porque en el medio se quedan con más plata. Como el dicho ese de que el que reparte se queda con la mejor parte. Bueno, de eso se trata. A nosotros no nos gusta ese modelo, queremos devolverles la libertad a los ciudadanos, y vaya que lo estamos haciendo.
Nosotros con la Ley Bases y el DNU hicimos una reforma estructural que es ocho veces más grande que la que hizo Menem, siendo que Menem hizo la reforma estructural más grande de la historia argentina. Es decir, ustedes están verdaderamente frente a un momento histórico, donde hicimos la reforma estructural más grande de la historia argentina. Y eso lo hicimos con el 15% de la Cámara de Diputados y el 10% de la Cámara de Senadores. Eso que sonaba imposible, lo hicimos nosotros. No hay nada que no sea imposible. Ninguno de sus sueños es imposible. Todos sus sueños los pueden hacer realidad. Lo único que necesitan es tener confianza. Y la confianza la van a tener cuando ustedes se paren en sus propios zapatos y no cuando lo esté haciendo el Estado por ustedes, porque entonces no van a hacer nada. Es más, esas dos reformas, que en realidad son 800, pero en dos paquetes, implica un salto en los niveles de libertad económica de 90 puestos. Es decir, hoy Argentina institucionalmente empezaría a parecerse a países como Alemania, Francia o Italia. Pero a mí eso no me resulta suficiente. Nosotros tenemos 3.200 reformas estructurales pendientes. Y nuestro objetivo es convertirnos sin lugar a dudas en el país más libre del planeta, y no tengan dudas que lo vamos a lograr.
Entonces, mientras que algunas potencias de Occidente menosprecian el papel de la libertad en el desarrollo tecnológico y en consecuencia en la prosperidad misma, la Argentina vuelve a abrazar las ideas de la libertad después de más de un siglo. Y mientras los países desarrollados se vuelven pesados en regulaciones injustificadas y ahuyentan la inversión tecnológica, nosotros quitamos las regulaciones e invitamos a los capitales argentinos y del mundo a desarrollarse aquí. Nosotros queremos ser un refugio para quienes apuestan al desarrollo tecnológico, tanto aquí como a lo largo y ancho del planeta, porque confiamos en la relación natural entre libertad, innovación y progreso económico. Porque como país hemos aprendido que la alternativa a la libertad, la innovación y el progreso es la miseria en la que nos hemos acostumbrado a vivir… bueno, pero nos resistimos y quisimos salir a partir de lo que hicimos el 19 de noviembre del año pasado, cuando le dimos la espalda a los populistas y decidimos poner a un liberal libertario por primera vez en la historia de la humanidad, que lo festejé acá… Y además, porque sabemos que la condición única que tiene el ser humano que lo distingue de los animales, que es la condición de crear, reside una consigna básica del espíritu humano: ir siempre más allá. Porque cuando alcanzamos un objetivo no nos sentamos en nuestros laureles, nos preguntamos qué sigue y buscamos la próxima frontera. Siempre avanzar, nunca retroceder. Por eso el optimismo tecnológico es casi una obligación moral, porque nuestro futuro depende de ello. Y por eso no podemos perder el espíritu prometeico, esa curiosidad que es tan humana, ni tampoco la valentía para perseguirla.
No podemos permitir que nos amedrenten quienes tienen miedo al cambio, y en un acto flagrante de deshonestidad intelectual ven en él solo una fuente de males, cuando la historia indica todo lo contrario. La innovación tecnológica no es otra cosa que hacer más con menos. No hay que tenerle miedo. Al contrario, hay que tenerle miedo a la inercia, a la quietud, al estancamiento. Es más, a lo único a lo que hay que tenerle miedo es al miedo mismo. Bueno… a nosotros ya nos conocen… no tenemos miedo, claramente, y cuando encontramos un obstáculo no frenamos, aceleramos. Así hacemos las cosas y así es como vamos a sacar a la Argentina de los 100 años de miseria a la que la condenaron. Porque si volvemos a abrazar las ideas de la libertad que alguna vez nos hicieron grandes, no tengo dudas que la Argentina será próspera, y no tengo dudas que el futuro será mejor que el presente.
Muchas gracias, que Dios bendiga a los argentinos y que las fuerzas del cielo nos acompañen. ¡Viva la libertad, carajo! ¡Viva la libertad, carajo!
¡Viva la libertad, carajo!