Palabras del Presidente de la Nación, Javier Milei, en el Foro Madrid, Edición Río de la Plata, en el Palacio Libertad, CABA
Buenos días a todos y bienvenidos a la flamante primera edición, del Foro Madrid, en Argentina. Es una gran alegría y orgullo para mí, tenerlos aquí. Quiero saludar a todos los dirigentes de La Libertad Avanza - aquí presentes - y también a los líderes internacionales que han venido, desde lejos para dar - hoy - junto a nosotros, la lucha más noble que uno pueda dar, que es la lucha por la libertad. Y quiero dirigir un saludo especial, a mi gran amigo, Santiago Abascal, que es el autor intelectual e inspirador de este foro.
Hoy voy a hablarles de dos fenómenos que, si bien son especialmente relevantes - para nuestro país - se pueden observar también en los principales países, del mundo Occidental. El primero es nuestro cuestionamiento - a lo que nosotros llamamos - el partido del Estado, esas estructuras políticas que - independientemente de qué sello partidario utilicen - rechazan el modelo de la libertad porque su mera subsistencia depende de ello, que no es otra cosa que lo que, en Argentina, se ha popularizado como "la casta". El segundo - y como advertencia al mundo que nos está mirando - es sobre por qué es tan difícil salir del abismo sin fondo, que es el socialismo. Muchas veces digo que, en algún sentido, los argentinos somos profetas de un futuro apocalíptico, que nosotros ya vivimos, pero que el resto de Occidente aún tiene por delante. Lo digo porque - lamentablemente - en los países líderes del mundo libre se vuelven cada vez más populares las ideas que hundieron a la Argentina en la miseria. Y se olvidan o se cuestionan, precisamente, las ideas y valores que impulsaron el indiscutible desarrollo global, de los últimos 250 años.
Esto hay que repetirlo hasta el hartazgo porque mucha gente lo menosprecia. Los últimos 250 años fuimos testigos de la hazaña civilizatoria más importante, de la historia humana. Y este proceso fue posible – principalmente - gracias al desarrollo del capitalismo de libre empresa a lo largo y a lo ancho del mundo, que apuntaló a la humanidad en lo económico, en lo social, en lo científico, en lo cultural y en todas las dimensiones de la vida humana. O sea, este periodo de expansión de la vida humana fue posible porque se cultivaron, se respetaron, e incluso - cuando hizo falta - se defendieron, con uñas y dientes, los tres derechos fundamentales del ser humano: el derecho a la vida, a la libertad y a la propiedad.
En particular, en lo económico, primó la noción de que la búsqueda del libre interés individual produce beneficios colectivos, Adam Smith dixit, y que, por lo tanto, el empresario, que arriesga capital, en pos de una ganancia es un benefactor social, no un villano que gana a cuesta de los que más pierden, como nos quieren hacer creer los resentidos de la izquierda.
Durante 250 años, el capitalismo de libre mercado - regido por este simple principio - hizo milagros en el mundo. Así, generó una explosión de riqueza tan dramática, que sacó de la pobreza al 90% de la población, llegando al punto que - para el año 2020 - sólo el 5% de la población global vivía bajo la pobreza extrema. Hoy, una persona de clase media tiene mejores niveles de vida que los que tenía un rey, hace 200 ó 300 años. Por eso, no es casualidad que aquellos países que son más libres hayan crecido el doble que los reprimidos y que tengan un PBI per cápita 12 veces mayor, que el país reprimido; que tengan 25 veces menos de pobres, en el formato estándar, y 50 veces menos en el formato extremo. Este último dato, a los socialistas, les da pavor porque no soportan la idea de que un pobre pueda prosperar, a través del mecanismo de mercado y sin la dádiva de un político. A veces no sé si es un problema de fatal arrogancia o si es un problema de que se les cuestiona el modelo de negocio. Pero esa es otra discusión.
Durante los primeros 125 años, de este proceso, nosotros, los argentinos, estuvimos en la punta de lanza en el desarrollo global y la sociedad toda gozó de las riquezas, generadas por este modelo. Con el sol de la economía libre, brillando sobre la Patria, en pocas décadas, pasamos de ser un país de bárbaros a ser el primero de la historia humana en eliminar el analfabetismo y, además - en 1895 - después de 35 años de plena vigencia, de la Constitución - inspirada en las ideas de Alberdi- de ser un país de bárbaros nos habíamos convertido en la primera potencia mundial. Eso fue lo que nosotros llamamos “la era de oro de Argentina”. Pero, ese siglo de oro, concluyó cuando la dirigencia política decidió abandonar los principios, que nos habían traído tanta riqueza, y adoptar el modelo del Estado presente y la mal llamada justicia social. Así comenzó la era de humillación argentina, que se extiende hasta hoy, bueno, hasta el 10 de diciembre del 2023.
En nombre de la justicia y la igualdad, tuvimos un Estado omnipresente, controlador y opresivo que se arrogó el derecho de robarle a uno para darles a otros, de acuerdo al capricho del burócrata de turno; en nombre de la solidaridad, tuvimos déficit fiscal 113, los últimos 123 años. Y quiero hacer una aclaración porque - en esos diez años - que no tuvimos déficit financiero fue porque Argentina estaba en default. Por lo tanto, algunos que menosprecian, cuestionan o minimizan algo, que no se pudo hacer, en 123 años; nosotros lo logramos en el primer mes de gestión. Y es nuestro compromiso seguir manteniéndolo y - de hecho - próximamente estaré yendo - al Congreso de la Nación Argentina - a exponer lo que son las bases del déficit cero para terminar, de una vez con todas, con este cáncer que es el déficit fiscal, las crisis fiscales y el desastre macroeconómico, que ha hundido a la Argentina en la pobreza.
En este contexto, de tanto déficit fiscal - en estos últimos 123 años - se castigó a los creadores de riqueza con impuestos impagables y se los condenó públicamente como villanos. Como no alcanzaron los impuestos para financiar el déficit; se tomó deuda que rápidamente también se volvió impagable y cuando ya nadie nos quería prestar - porque nos habíamos convertido en el mayor defaulteador serial de la historia moderna - comenzaron a imprimir dinero, de manera indiscriminada. El mismo ciclo inició y culminó una decena de veces, castigando en la sociedad, mientras los políticos y sus amigos se hacían cada vez más ricos, o los familiares.
Por cien años nos desviaron de la vida del progreso por el que el resto del mundo libre siguió avanzando, mientras todos los países - que se integraron al sistema global - se desarrollaron. Nosotros tiramos a la basura la posición de privilegio de la que partíamos y dilapidamos el stock que nos costó tanto acumular y pasamos de tener el PBI per cápita más alto del mundo a ser una nación, donde hoy tiene el 60% de la población pobre. Y todo esto se hizo con un solo objetivo: transferir riqueza de la sociedad toda a los políticos de turno y su clientela. Eso es lo que denominamos el Partido del Estado. Para entender de qué hablo - cuando me refiero al Partido del Estado - tenemos que separar a la población en dos grandes grupos: los pagadores de impuestos y los consumidores de impuestos. Entre los consumidores de impuestos se encuentran, obviamente, las ratas del poder, que - en vez de ver la política como vocación de servicio - ven una caja a la que parasitar de por vida y un medio para enquistar a su familia, en el Estado, como si fuera un título nobiliario, el Estado como un botín de guerra. Es curioso - por no decir indignante - porque resulta que los mismos que - en la televisión - se pelean como si fueran perros y gatos; en el Congreso terminan siempre votando juntos cuando se trata de joder a la sociedad. Y vaya que ustedes lo ven en el parlamento europeo.
Es una regla tácita de la política argentina, de los últimos años, cuanto más voto tiene un proyecto, en el Congreso, peor es para la sociedad. Pero el problema no se detiene en ellos, sino que abarca a todos los que reciben plata y favores, del Estado, como contraprestación por defender con uñas y dientes el status quo, en lugar de defender los intereses de la población, que es la que realmente llega y paga con sus impuestos.
El Partido del Estado no se agota en los políticos y en los contratistas, es decir, no solo es la casta política, sino que – también - son los empresarios prebendarios. Pero no, claramente que la casta no termina ahí, pues en esta larga lista podemos encontrar a los periodistas y a los medios de comunicación, que – hoy - son poco más que un servicio de propaganda, en venta al mejor postor. Podemos encontrar a los sindicalistas que entregan a los trabajadores, a cambio de prebendas; a los gerentes de la pobreza, quienes administran asistencia social de los más vulnerables y los obligan a marchar contra sus propios intereses, bajo la amenaza de cortarles el plan. O los supuestos científicos e intelectuales, que creen que - tener una titulación académica - los vuelve seres superiores, y - por ende - todos debemos subsidiarles la vocación. Si tan útiles creen que son sus investigaciones, los invito a salir al mercado - como cualquier hijo del vecino - investiguen, publiquen un libro y vean si la gente le interesa o no, en lugar de esconderse – canallescamente -, detrás de la fuerza coactiva del Estado. También podemos hablar de los artistas - amigos del régimen - que reciben cuantiosas sumas de dinero para ir a dar recitales para 30 personas y sacarse fotos con el Intendente y el Gobernador. Muy interesante, días atrás, el cantante de Los Ratones Paranoicos, “Juanse”, señalaba que si bien él, originalmente, tenía una posición favorable al Estado, había visto que las cosas… algo había que estaba oliendo podrido porque decía: “no puede ser que vayas a dar un recital, a Caleta Olivia, con 50 personas y cobres como si estuvieras llenando, el Madison Square Garden”. Entonces - en ese sentido - me parece que hay que ver cuándo las retribuciones que están cobrando esos artistas, las pueden validar a mercado porque si no, claramente, es una estafa.
Lógicamente, como parte de su circo irrisorio, tienen que recurrir a sofismas del estilo de que esos recitales son gratis, pero como aprendimos de Milton Friedman: “no hay tal cosa como un almuerzo gratis”. Esa frase, además, de Milton Friedman, en realidad tiene que ver con su origen judío; Milton Friedman era un judío polaco y, básicamente, lo que hace es referencia a la salida del pueblo hebreo, de Egipto, y que tiene que ver con que el pescado gratis, básicamente, los retrotraía a Egipto, es decir, en Egipto, el pescado era gratis, pero no era gratis porque a cambio de eso se perdía la libertad, y esa lucha sigue siendo, la lucha que hoy persiste en nuestros días. Y también es importante conocer lo que fue esa lucha, del pueblo hebreo, saliendo de Egipto, porque hay una parte que no muchos tienen conocimiento, donde uno cree que cuando el pueblo hebreo dejó, Egipto, salieron todos, lamentablemente no fue así. Como dice la Torá: uno de cada cinco. Por lo tanto, quiero que sepan que ustedes pertenecen al grupo de valientes, del 20%, que tiene y pone lo que tiene que poner para abrazar las ideas de la libertad, y que - aún los propios - pueden estar tirando en contra de lo que uno está buscando, que es la libertad.
Volviendo a la lógica del discurso, también, podemos hablar de los proveedores de servicio, de un sistema de decrepito, que subsidia la oferta en lugar de la demanda; de esta manera lo único que se logra es destrozar - por completo - la competencia garantizando monopolios de amigos que brindan servicios de calidad paupérrima, sin temor alguno a perder su clientela. Son muchos los mecanismos mediante los cuales se terminó montando una especie de apartheid democrático, en el que los políticos, sus amigos, socios, proveedores y clientes, viven vidas paralelas al común de la sociedad, ajenos a la mayoría de sus problemas y gozando de los múltiples privilegios, que disfrazan de derechos. Y todo esto a expensas del sudor y la obediencia de los ciudadanos desamparados, que no tenían una silla en la mesa del poder y tienen que financiar, mediante coacción, una fiesta a la que nunca fueron invitados.
Tiene que entenderse, de una vez, que el sistema de privilegios de la política y el empobrecimiento, del resto de la sociedad, son las dos caras de la misma moneda. Este sistema de apartheid mostró su cara más grotesca, durante la pandemia, que dejó a la gente sin trabajo y a los chicos sin estudio - por más de un año - mientras los políticos que se llenaban la boca hablando de salvar vidas, se robaron las vacunas para sus amigos. Imagínense lo que vale la vida de estas personas para esta gente, acá en Argentina y en todo el mundo. Con el agravante que - días atrás - quien fuera el ministro de Economía del autócrata, porque hoy sí vale decirle, el autócrata golpeador, a Alberto Fernández, confesó que como la pandemia les levantaba la imagen, la usaron y nos encerraron por rédito político; tranquilo: dale con todo, me encanta.
Yo esto lo recuerdo como un evento muy interesante, yo recuerdo que - por esa fecha - publiqué – probablemente - uno de los que han sido mis mejores libros que se llama Pandenomics, y una de las cosas que uno notaba - cuando miraba los números - era que - si Argentina - hubiera hecho las cosas como un país mediocre, deberían haber muerto por el COVID 30.000 personas, 30.000, de verdad. Sin embargo, esa cuarentena criminal se terminó llevando 110.000 personas por encima de lo que hubiera sido lo normal. Es decir, murieron 140.000 personas, pero 110.000 fueron responsabilidad, de un Gobierno criminal. Un Gobierno que - cuando se le señalaba lo que estaba ocurriendo - mandaba a sus esbirros mediáticos, a esos periodistas pauteros, corruptos, ensobrados a perseguir a todos aquellos que criticábamos la cuarentena. Se jactaban de ser un Gobierno de científicos, y - desde ese púlpito - acusaban a todo el mundo, profesionales de la salud cómplices. Algún día alguien va a estudiar o analizar - en Argentina - por qué si en todo el mundo la solución para atacar a una epidemia era testear, por qué, en Argentina, se testeaba tan poco.
Sin lugar a dudas, pero yo soy Poder Ejecutivo, no Poder Judicial, muchachos. Y también son cómplices de esto los periodistas, que tanto festejaban el Estado presente, que tanto festejaban el “quédate en casa”, o esos delincuentes que andaban con una remera que decía: ‘La Pedro Cahn’, que era el líder del infectocracia y nos encerraba a todos brutalmente. Sí, así nos dejó. Por lo tanto, ese partido del Estado tuvo - el año pasado - en Argentina a su candidato más deseado. Sin lugar a dudas. No sé si recuerdan, pero - en el balotaje, del año pasado - no hubo una sola organización social, sindicato, cámara empresaria, ONG, asociación civil o actor corporativo de relevancia, que no saliera a pedir el voto, por Sergio Massa. La AFA y decenas de clubes pidieron el voto por Massa; los radicales pidieron el voto por Massa; hasta la bendita Sociedad Rural lo apoyó. Ni que hablar de esos periodistas, que llamaban a votar en blanco, en el balotaje, o no ir, que era una forma de ser cómplices y ni que hablar de aquellos que presagiaban una victoria abultada contundente e irrebatible de Massa.
No les salió porque, en definitiva, Massa era eso: el candidato del Partido del Estado, el candidato de todos y cada uno de los que tienen algo que perder si este sistema podrido, que le arruina la vida a los argentinos, cambia. Y por eso, se resisten tanto al cambio; por eso tanta crítica; por eso tanto ensañamiento, porque la casta tiene miedo, y tiene miedo por la caja. Pero también - ese candidato - era el candidato de los cobardes, que preferían una servidumbre tranquila, antes que una libertad peligrosa que, seguramente, les iría mejor con el modelo de la libertad, pero fueron paralizados por el riesgo que siempre conlleva el cambio. Bueno, sí, claro, el resto es historia conocida. El 19 de noviembre más de 14 millones y medio de hombres y mujeres libres derrotaron al Partido del Estado y sus aliados, y eligieron dejar atrás el modelo, que les había arruinado la vida para asumir el riesgo de la libertad. Incluso, sabiendo muy bien lo duro que iba a ser la transición en términos económicos, porque nosotros siempre le dijimos la verdad.
Si hay algo que me pueden achacar es que siempre digo lo que pienso y - a los efectos prácticos - verán que siempre hago lo que digo: es decir, mi palabra se cumple. Y lo importante es que tengamos claro que fue tan sólo la primera victoria, en una guerra, que es mucho más larga, porque tuvimos que desactivar la hiperinflación plantada que iba en dirección al 17.000% anual; tuvimos que sanear el balance de un Banco Central destrozado que estaba avanzado sobre los depósitos de la gente; equilibrar un déficit fiscal consolidado, de 15 puntos del PBI y darle respuesta a un cuadro de deuda leonino, todo el mismo tiempo. Aviso que si me pongo a hacer toda la descripción se me va una hora y no quiero arruinarles el día, con una exposición tan extensa. Porque - a través del DNU 70 y la Ley Bases e infinitas medidas cotidianas - estamos llevando a cabo las reformas estructurales en materia fiscal, tributaria, laboral, burocrática y de desregulación económica más grande de la historia, sin las cuales no podría haber recuperación económica posible. En este sentido, quiero decirles que la reforma estructural más grande, que se hizo, en la Argentina, fue la que se hizo durante el gobierno de Carlos Saúl Menem a inicio de los ‘90s. Y la reforma, que nosotros hemos puesto en la cancha, y que está en funcionamiento - entre la Ley Bases y el DNU 70 - es 8 veces más grande que esa reforma. Por lo tanto, no sólo que estamos haciendo la reforma estructural más grande de la historia argentina en menos de 9 meses, sino que, además, lo hemos hecho con el 15%, de la Cámara de Diputados y con 10%, de la Cámara de Senadores. Por lo tanto, quiero que sepan que estamos comprometidos a ser el mejor Gobierno de la historia, y vaya que con lo que hemos hecho ya hemos dado más que prueba suficiente. Porque tenemos que gobernar un país en las peores condiciones económicas jamás heredadas, con indicadores propios de un país en guerra y porque tenemos que hacerlo siendo la presidencia con menor apoyo político de la historia, o sea, el Gobierno con menos diputados, menos senadores, menos gobernadores y menos intendentes de la historia democrática, pero - sin duda - con el que más convicción ha demostrado, a lo largo de toda la historia argentina.
Y hoy - habiendo controlado la inflación - ya que se encuentra en un sendero descendente; habiendo frenado el dólar; habiendo logrado el superávit fiscal y comercial sostenido por primera vez en veinte años y habiendo atraído inversiones, por más de 50.000 millones de dólares, lo estamos haciendo. Habiendo hecho todo esto, aun así la gran mayoría de la política, del periodismo, las asociaciones civiles y demás actores corporativos ponen el grito en el cielo y nos llaman insensibles y crueles, y lo hacen en nombre de los pobres, mientras - al mismo tiempo - ponen palos en la rueda deseando que todo estalle; pareciera que no supieran que el mejor programa social de asistencia, a los más vulnerables es exterminar la inflación, y los que acusan, justamente, son los fracasados hiperinflacionarios, que destrozaron la moneda, en el país.
Por eso, acá quiero ser muy claro con algo: el Partido del Estado conoce bien la gravedad del cuadro heredado, incluso los analfabetos económicos comprenden que los recursos son finitos. Ellos saben - perfectamente bien - que si se aplicaran los aumentos del gasto que ellos reclaman, romperían la estabilidad económica por la que todos los argentinos nos hemos esforzado tanto. Porque esto que hemos logrado es un esfuerzo de todos los argentinos y - por ende - debemos cuidarlo con uñas y dientes contra los degenerados fiscales, que intentan romper y destrozar a la sociedad.
Así que no se confundan, a ellos les importa un pepino los jubilados y la educación pública. Sólo les interesan sus negocios con la política y la casta política. De hecho, se los hago. Los degenerados fiscales están dispuestos a quebrar al Estado y que 10 millones de argentinos más caigan en la pobreza y la miseria, con tal de sumar unos puntitos con discursos lindos, en el recinto. Desde acá se les ven los colmillos. Y ahora, cuando discutimos el Presupuesto, va a pasar lo mismo. Ellos van a hacer lo imposible para que el Presupuesto no salga. ¿Por qué? Porque un Presupuesto liberal y austero significa el fin de miles de curros, y como son el partido del Estado, necesitan mantener vivo el modelo del Estado presente, porque es lo que les da de comer. No les importa que el costo de sostener ese Estado elefantiásico y voraz lo pague la gente, con el sudor de su frente. Y les digo más: ellos necesitan que el modelo de la libertad fracase en toda línea, porque - si nos va bien - cuando la actividad repunte y los argentinos de a pie se puedan valer por sus propios medios sin recibir ayuda de la política, ¿qué van a hacer, entonces? Me están espoileando el discurso. Justamente no vuelven más porque nadie va a necesitar de los políticos. Y no hay nada que les moleste más en la vida, a un político, que un trabajador que no los necesita.
Por eso, el único juego de la oposición es boicotear nuestro programa económico y no les importa cargarse a la gente en el camino. Bueno, ¿saben qué? Vengan, nosotros estamos dispuestos a morir con las botas puestas. Es más, si tenemos a toda la política en contra – probablemente - estamos haciendo algo bien. En definitiva, mi mensaje al mundo libre es que nosotros conocemos las consecuencias últimas de a dónde lleva el camino de servidumbre; lo hemos vivido y padecido, durante décadas y estamos viviendo hoy, todos los días en carne propia, lo difícil que es salir y retomar la senda de la libertad, porque - la máquina de generar miseria, que es el modelo del Estado presente - se comporta como una gran cofradía de la que tantas personas, partidos, asociaciones y hasta sectores de la vida enteros de la vida argentina, son parte interesada, que harán lo imposible para que este sistema persista.
Coquetear con el socialismo puede parecer gratuito, al principio; puede parecer políticamente redituable, pero a la larga siempre genera un monstruo voraz y destructivo. No por nada siempre han sido un fracaso en lo económico, en lo social, en lo cultural y nunca se olviden que asesinaron, a 150 millones de seres humanos.
Por eso - como les dije cuando estuve, en Madrid, hace algunos meses - la batalla cultural no es algo que uno toma o abandona, según conveniencia, sino que es un compromiso inalienable que uno tiene que asumir siempre, desde el lugar que le toque. No importa si uno es un laburante, un estudiante, un emprendedor, un conferencista - como era yo hasta hace pocos años - o un presidente, como me toca ser hoy. Y a mayor nivel de responsabilidad, a mayor nivel de influencia, aún mayor tiene que sentirse el sentido del deber.
Es interesante porque Santiago - con mucha generosidad - describía el impacto internacional, que se está generando, a partir de lo que hacemos en Argentina y, obviamente - como líder de este movimiento - me toca estar en la primera fila y tener un nivel importante de exposición y, obviamente, que a las ratas inmundas, fracasadas y liliputienses domésticas les molesta profundamente. Y eso va desde críticas por los viajes; a críticas de imbéciles que dicen que se me vota para gobernar y no para ser popular. Habría que contarles que de la inflación del 17.000%, está bajando a niveles del 35% y, que - si bien - la inflación inducida va a niveles del 5%, 6%, anual; o haber logrado el superávit fiscal, algo que nadie logró, en los últimos 123 años; o limpiar el balance del Banco Central, en 7 meses, cuando todo el mundo creía que era imposible; o hacer la reforma estructural más grande de la historia. No sólo estoy poniendo - a la Argentina - al tope mundial, siendo uno de los dos políticos más conocidos del mundo - junto a Donald Trump - sino que, además, estoy haciendo el mejor gobierno de la historia argentina.
Por lo tanto - como les decía - a mayor nivel de responsabilidad, mayor influencia. Es decir, tienen que alzar cada vez con más fuerza la voz. ¿Por qué? Porque como nuestros adversarios siempre juegan con ventaja, no podemos darnos el lujo de relajarnos, porque tienen su gente metida, en todos los niveles del Estado; tienen la fuerza de los sindicatos y de las organizaciones sociales; tienen a los empresarios prebendarios que viven del Estado y los financian; tienen los organismos supranacionales, las ONG, los medios de comunicación, los periodistas pauteros y la industria del entretenimiento. O sea, realmente han construido una hegemonía, no sólo en Argentina, sino global, con un aparato de propaganda capaz de hacer que la gente se cuestione los hechos más básicos de su propia existencia. No hay nada más interesante que ver la agenda verde, la agenda de ecologista, donde si ustedes llevan esa agenda al extremo, para no contaminar el planeta tendrían que – directamente - eliminar la vida humana. Hay que hay que ser demente para llegar a ese nivel de locura, y todo por ignorancia, porque si entendieran remotamente cómo funciona el sistema de precios, se darían cuenta que la única solución es la libertad y no meter el Estado para arruinarnos la vida. Pero, claro, ellos viven de ese negocio del Estado.
Y no van a ceder ni un milímetro se van a aferrar a esa hegemonía a toda costa, y van a hacer lo imposible para acumular más, más y más poder. O sea, no podemos darnos el lujo de relajarnos porque - miremos a nuestro alrededor - más allá y más acá lo que se está desenvolviendo ante nuestros ojos es una verdadera película de terror. Miremos a Europa, a Gran Bretaña, a Francia, históricos líderes del mundo libre; hoy despedazados por conflictos culturales y sociales recurrentes, donde la respuesta de los gobiernos es la opresión y la censura. Miremos a la dictadura asesina del criminal Maduro, en Venezuela, que - a esta altura- es, directamente, un cementerio humano, en el que adelantan la Navidad, a octubre, para tapar que cometieron el fraude electoral más elevado de la historia y donde – ahora - están metiendo preso, a quien ganó las elecciones, mientras que - el mundo libre - se queda cruzado de brazos.
Hay que entender - de una vez por todas - que para que el mal triunfe sólo basta con que los justos no hagan nada, con esas posiciones tibias, políticamente correctas, o los imbéciles del centrismo bien pensante, lo único que logran es que el zurderío inmundo nos lleve por delante. Es más, todavía hay degenerados - en la Argentina - que tienen nostalgia por la revolución bolivariana.
Y, por último, miremos a Brasil, donde la justicia - adicta el poder petista - ahora mismo está prohibiendo X, que no es otra cosa que la arena pública, donde los ciudadanos brasileros y del mundo pueden expresar su voz y expresar su disidencia, o sea, quieren prohibir el espacio donde los ciudadanos intercambian libremente sus ideas. Quién sino un tirano, que está equivocado en todo, puede avalar semejante acto de opresión. Les aviso que gran parte del periodismo doméstico - como no se banca la libertad de las redes - claman y reclaman por el viejo formato de Twitter, que tenía la censura de los wokes, es decir, claman por el derecho a la libertad de expresión, pero sucede que libertad de expresión sólo para ellos y censura a los que piensan distinto. ¿Eso es libertad, muchachos? Por favor, ¿Por qué no toman un rato y se escuchan solitos, y ven lo vomitivo y repugnante que son tratando de hablar de libertad, mientras que persiguen a los que verdaderamente defendemos la libertad?
Es más, si a algún caído del catre todavía le sorprende que tantos periodistas que son - los supuestos paladines de la libertad de expresión - defienden semejante guarangada, yo les digo que ahí no hay ninguna sorpresa, es absolutamente esperable porque son parte de la corporación política y la casta que ha empobrecido a los argentinos, por ejemplo. Porque es precisamente la libertad y la horizontalidad de las redes lo que pone en jaque se monopolio de la verdad y derrumba el castillo de naipes que es su relato, y después son esos mismos caraduras - que tratan de tonta a la gente - los que dicen que la libertad de expresión, e inclusivo la democracia misma, está en peligro en gobiernos como el nuestro.
¿Saben por qué lo dicen? Porque nosotros nos animamos a denunciar abiertamente las relaciones carnales, desde hace años, hoy entre muchísimos políticos y muchísimos medios y periodistas, o como diríamos, en criollo, acá en Argentina: porque tienen el culo sucio.
Por eso es que no hay que abandonar nunca la batalla, hay que darla siempre desde el lugar en el que estamos sin cuartel y aunque nos cueste la vida. Y hay que darla tirando con el mismo fuego que tiran ellos, no prendiendo velas, ni pidiendo perdón ni permiso. Ya vimos a dónde lleva ese camino de los tibios, porque como dicen las Sagradas Escrituras, ellos nos atacan, llenos de insolencia y de impiedad para exterminarnos a nosotros, a nuestras mujeres y a nuestros hijos, y para apoderarse de nuestros despojos. Nosotros - en cambio - luchamos por nuestra vida y por nuestras costumbres; el cielo los aplastará delante nuestro, no les tengan miedo.
Todo esto no es otra cosa que un gran recordatorio de lo frágil que es la libertad y de las consecuencias de perderla. Hay que ganársela, pelear por ella y cuidarla todos los días porque te descuidas - un segundo - y te la arrebatan, y una vez que te la roban, no te la devuelven más, y recuperarla se vuelve una tarea titánica, como estamos viendo hoy en la Argentina. Como decía Thomas Jefferson: “el precio de la libertad es la eterna vigilancia”. Por eso es tan importante que estemos aquí, hoy, porque los valores y libertades básicas, que hicieron de Occidente, la hazaña civilizatoria más importante de la historia de la humanidad realmente está en peligro, en la región y en el mundo. ¿Y saben cuál es la única forma de salir adelante? Con lealtad entre nosotros, con organización y con fe en la rectitud de nuestras ideas; solo así, a la larga, vamos a triunfar, a pesar de tener todo en contra, y por eso es tan importante tu iniciativa, Santiago, y por eso tanto te debemos y por eso tanto nuestro agradecimiento eterno hacia tu enorme tarea e iniciativa. Gracias, Santiago.
A su vez, esta semana coincide con la Parashá Shoftim, en el calendario de lecturas de las Sagradas Escrituras. Y hay dos enseñanzas importantes que nos deja ese texto: la importancia de perseguir la justicia como condición básica para una sociedad civilizada, pero la justicia de verdad, la imparcial, no - la mal llamada justicia social - que administran con capricho los tiranos. Y, a su vez, la noción de que cuando uno sale de la guerra solo podrá tener éxito si va con fe. Aquel que carece de fe tendrá miedo, y quien tiene miedo nunca podrá estar a la altura de lo que la lucha demanda. Nadie puede luchar bien si no tiene fe, y vaya que nosotros sí la tenemos, y vamos a dar la batalla y, además, la estamos ganando.
Por eso - para concluir - quiero aprovechar para hablar en especial a quienes integran La Libertad Avanza, nuestro partido, y a todos los que acompañan las ideas de la libertad, de dirigentes importantes con responsabilidad de Estado hasta el más raso de los militantes. El Partido de Estado, que es otra forma de decir la casta política, está organizado, pero está organizado para arruinarle la vida a la gente de bien, al laburante. La única manera de presentarles batalla es con organización y disciplina de nuestro lado. Por eso no nos podemos dar el lujo de la dispersión y de las peleas intestinas, sólo estando juntos podemos ser fuertes, solo siendo leales - de militante a militante - y ayudándonos entre nosotros, podemos defender a los argentinos de las garras del poder permanente. Trabajamos al servicio de una causa noble, verdadera y común, que es tanto más grande que cada uno de nosotros. Una causa por la que vale la pena dejar la vida. Sólo abandonando nuestras aspiraciones personales podemos estar a la altura de lo que esta causa nos exige. No hay lugar para ambiciones personales, sólo así podemos ser fieles servidores de los millones de argentinos que confiaron en nosotros, los millones que tuvieron la valentía de volver a confiar en que tener una vida mejor es posible. No les podemos fallar, cualquier persona que no comprenda la enorme responsabilidad de pertenecer a este espacio, no tiene nada que hacer en La Libertad Avanza.
Quienes sí lo comprendemos - le decimos a los argentinos - que no teman, porque nuestra fe es tan grande como el desafío que tenemos por delante, y porque estamos dispuestos a sacrificarlo todo, a perderlo todo con tal de dar vuelta esta página siniestra de la historia; con tal de cerrar, - una vez y para siempre - la tragedia que fue esta última era de humillación argentina. Para así poder inaugurar un nuevo ciclo de oro, que restaure a la nación argentina como el faro del mundo libre, que supo ser. Aunque el partido del Estado haga lo imposible por evitarlo, aunque haga lo imposible para aferrarse a este modelo que solo trajo miseria, la Argentina será libre, los argentinos seremos libres, y la libertad nos hará prósperos. Porque no importa la cantidad de soldados, nunca importó. Ya lo hemos demostrado una y otra vez, y lo demostraremos las veces que haga falta. Lo único que importa son las fuerzas que vienen del cielo.
¡Viva la libertad, carajo! ¡Viva la libertad, carajo! ¡Viva la libertad, carajo! Muchas gracias a todos.