Palabras del Presidente Javier Milei en la Cena de Camaradería de las Fuerzas Armadas
Celebramos el ascenso a generales, a almirantes, a brigadieres y también al resto de los rangos subalternos de las tres fuerzas. Sin dudas, cada uno de estos reconocimientos individuales es más que merecido.
Además, están inspirados en los sables que portaron nuestros más notables próceres, tengo el honor de que pronto llevarán estampada mi firma, un privilegio que asumo con humildad y responsabilidad. Sé que ustedes también asumirán de esta forma la tarea que hoy la patria les encomienda.
Como saben, nuestra gestión asumió en un contexto de crisis económica muy delicada, donde dar un paso en falso al comienzo significaba ir directamente hacia una catástrofe social. Hoy, 9 meses después, esta administración está sentando las bases para iniciar la reconstrucción de nuestro país. Es un camino largo con enormes obstáculos, pero tenemos la convicción necesaria para recorrerlo.
Sepan que un elemento fundamental de esos cimientos que estamos construyendo son ustedes, los integrantes de nuestras Fuerzas Armadas, que con valor, lealtad y patriotismo han hecho un juramento inquebrantable para proteger la integridad de nuestra tierra, nuestros cielos y nuestros mares. Los gobiernos anteriores que se jactaban de ser los máximos defensores de la soberanía nacional, al mismo tiempo ocultaban o menospreciaban, ya sea por revanchismo o ignorancia, el rol de aquellos que literalmente dan su vida por la Patria.
Nosotros vinimos a dar vuelta esta triste página de nuestra historia, para enfocarnos en escribir una nueva donde nuestras fuerzas tengan el respeto y el reconocimiento que se merecen. Queremos honrar el legado que nos dejaron Roca y San Martín y también queremos honrar la demanda de reconocimiento que surge de la sociedad misma, que nunca les dio la espalda a las fuerzas, a pesar de la incesante campaña de desprestigio que montaron muchos políticos durante décadas.
Por eso, vamos a hacer el mayor esfuerzo posible para reconciliar a la política con las Fuerzas Armadas y honrar el sacrificio que ustedes hacen por la Patria.
Sin embargo, es importante no perder de vista que las condiciones en las que heredamos la administración nacional nos imponen límites materiales para todos nuestros deseos. No es cuestión de soplar y hacer botellas. Durante mucho tiempo el país fue gobernado por gente que en su ambición de poder desconocía cualquier tipo de restricción presupuestaria. Esa voracidad criminal nos hizo dilapidar nuestros recursos, llegando al punto de haber emitido por 13 puntos del PBI el año pasado para financiar la aventura electoral de uno de los máximos exponentes de la casta.
Durante meses los argentinos pagamos los platos rotos de esa fiesta con impuesto inflacionario. Esa estafa que es emisión monetaria no fue la única estafa a la que nos sometieron nuestros predecesores. Ustedes también fueron víctimas de una estafa, cuando les prometieron beneficios futuros que se sabía de antemano no se podrían cumplir. Nosotros hemos asumido un compromiso inquebrantable con el equilibrio fiscal y con erradicar la inflación, porque sabemos que ese es el único camino para tener una economía estable que funcione para todos y no solo para los amigos del poder.
Pero, a pesar de que en el corto plazo esto haya implicado transitar un período de sacrificios, nosotros no vamos a desconocer la deuda histórica con nuestra Fuerzas y vamos a hacer lo mayor de los esfuerzos posibles para ir recomponiendo su salario a medida que vayamos estabilizando la situación económica.
Pero lo vamos a hacer bien, lo vamos a hacer con recursos genuinos, no imprimiendo dinero, que es como se hacía en el pasado. Porque pagar las cuentas con emisión monetaria es poner plata en un bolsillo para robarles en el otro y más. Por eso, y tal cual nos comprometimos al inicio de nuestra gestión cuando asumimos con un país en llamas, a partir del segundo semestre, comenzaremos a reponer la situación salarial de nuestras fuerzas. Pero, además, como entendemos de la deuda histórica de la política con las Fuerzas Armadas, no empiezan y termina con una recomposición salarial, hemos hecho un esfuerzo para que el Senado trate los ascensos para todos los rangos que tenían cajoneados desde hace más de dos años.
Lo cual es curioso, porque el mismo gobierno que prometía en campaña los ascensos era el que tenía pisado los trámites. Pequeñas perlas de la hipocresía de la política argentina.
Hoy, con orgullo, podemos decir que los tenientes que merecían ser coroneles, son coroneles y que los coroneles que tenían que ser generales, son generales. Y así para las tres ramas de las fuerzas. Vamos a seguir empujando para que a cada integrante de las fuerzas se le reconozca el esfuerzo y el mérito en tiempo y en forma. Pero también entendemos que las fuerzas requieren de equipamiento y tecnología a la altura de la titánica tarea que los argentinos les encomendamos.
Por eso, compramos los 24 aviones de combate F16 para la Fuerza Aérea, que es ni más ni menos la compra de equipamiento militar más importante de los últimos 40 años. Por eso también modernizamos cinco tanques TAM, que si vieron las noticias tuve el placer de estrenar uno en primera mano. Y decimos que las Fuerzas Armadas trabajarán en conjunto con los mejores de todo el mundo. De eso se trata, entre otras cosas, e iniciativa de sumarnos como socios globales de la OTAN.
En definitiva, tenemos el compromiso de revertir el vaciamiento que hace décadas sufre las de las fuerzas, que ha dejado a la sociedad toda desprovista de protección y ha relegado a una de las instituciones más trascendentes de nuestra patria a un lugar profundamente inmerecido. Hoy que la Patria los necesita más que nunca, en un mundo que se vuelve cada día más conflictivos, tenemos la vocación de fortalecer a las Fuerzas Armadas en sus funciones. No solo porque el país lo necesita sino también porque ustedes lo merecen.
Un elemento central de esta nueva visión, es el rol que las fuerzas han tenido en materia de seguridad nacional. Hasta ahora las Fuerzas Armadas han sido encomendadas con la tarea de proteger pura y exclusivamente de potenciales amenazas externas. Pero en este mundo interconectado, donde los conflictos entre ejércitos regulares se vuelven menos frecuentes y donde ciertos estados tejen vínculos con organizaciones narco, terroristas y del crimen organizado local, donde las organizaciones criminales a veces cuentan con más recursos, tecnología y armamento que la fuerza de Seguridad, es imperativo que repensemos estos viejos paradigmas. La Argentina no puede ser ajena a esta nueva realidad, es tiempo de modernizarnos y adaptarnos a estas nuevas amenazas, por eso estamos modificando la Ley de Seguridad Interior para que las Fuerzas Armadas puedan dar apoyo a la fuerza de Seguridad en situaciones excepcionales, sin que se requiera acudir a la opción extrema, que es la declaración del estado de sitio.
Nosotros tenemos una visión para la Argentina: queremos una Argentina grande, una Argentina fuerte, una Argentina potencia. Y no hay una sola potencia en el mundo que no cuente con fuerzas armadas profesionales, de calidad, con tecnología, recursos y fundamentalmente que no tengan el apoyo de la sociedad. Hay un principio implícito bastante arraigado entre las tropas de los distintos países del mundo que dice que nunca que hay que abandonar a un compañero en combate. Nuestro sueño es que como país aprendamos a nunca abandonar a nuestras fuerzas, que son quienes nos cuidan.
Para finalizar, quiero que sepan que en mí encontrarán un Presidente que no especula, que dice lo que piensa y hace lo que dice. Y que los va a respaldar siempre, no porque me sea así conveniente, sino porque es lo correcto.
Soñamos con una Argentina en la que un hombre de uniforme no solo sea percibido como un enemigo, sino que sea celebrado como un héroe. Porque no nos ocurre honor más grande para una persona que vestir el uniforme de la Patria, y porque estoy convencido de que para que Argentina vuelva a ser grande necesita tener fuerzas armadas dinámicas, fuertes, con recursos y respetadas por toda la sociedad. Como decía el general San Martín - alguien que la había visto - se necesita un ejército de leones.
Y, fundamentalmente, porque sé que nuestras Fuerzas Armadas están conformadas por verdaderos patriotas y que todos y cada uno de ustedes estarán ahí para representar batallas si la Patria se los demanda. Muchas gracias. Que Dios bendiga a los argentinos y que las fuerzas del cielo nos acompañen. ¡Viva la libertad carajo!
(Cierre del locutor)
Perdón locutor, este discurso tenía un final distinto: ¡Viva la Patria! Muchas gracias.