Buenos días a todos. Quiero transmitir mi agradecimiento a Susan Segal, Natalio Grinman y a los demás integrantes del Council de las Américas y también a la Cámara de Comercio y Servicios por haberme invitado a hablar hoy. Estoy medio agitado con la ida y la vuelta, lo que pasa es que el tema de la gestión, en momentos tan duros, como el que nos tocó recibir genera un espíritu de cuerpo muy fuerte con el equipo y la verdad que es increíble porque en el resto del mundo se está hablando del “milagro argentino” y sin los colosos que tengo como ministros, esto sería imposible Así que mi agradecimiento a todos mis ministros.
También aprovecho para saludar a los disertantes, de los distintos paneles. que tuvieron lugar, el día de hoy, así como también a los miembros del Gabinete Nacional que han venido a defender nuestra gestión; y también – por qué no - a los gobernadores que acompañan y son parte del espíritu de época, que vino a cambiar la Argentina. Celebro que cada vez somos más aquellos que dejan de lado las mezquindades y las diferencias para ponernos de acuerdo en los pilares fundamentales de este cambio, el cual hemos institucionalizado con la firma del Pacto de Mayo, el pasado 9 de julio, en Tucumán.
Quiero comenzar haciendo un repaso del estado de la situación en el que nos encontramos hoy, camino a 9 meses de haber iniciado nuestro gobierno. Los acontecimientos de la economía argentina y del mundo son tan dinámicos que a veces es fácil perder la perspectiva amplia de los procesos y subestimar o no dimensionar lo suficiente todos los avances que hemos alcanzado, en materia de gestión. O sea, es habitual que en economía y en política, a veces, el árbol tape el bosque. Por eso, estoy acá para contarles - de primera mano - el camino que ya hemos recorrido y el que aún nos espera por recorrer.
Esta administración ha tenido que enfrentarse a la peor de las crisis heredadas, tanto a nivel económico, como político de toda la historia argentina. Concretamente - al momento de asumir- combinábamos lo peor, de las tres peores crisis, de la Argentina. Teníamos un desequilibrio monetario que era - por lo menos - el doble al de la previa del Rodrigazo, en 1975; teníamos un Banco Central quebrado, aún peor que lo que había en el año ‘89, previo a la hiperinflación, de Alfonsín, y los indicadores sociales eran peores que los del 2001. Es decir, era la suma de todos los males, era una verdadera papa caliente.
En ese sentido, con mucho valor, con mucha valentía enfrentamos este desafío, porque concretamente recibimos un país al borde del default y la hiperinflación; con déficit gemelos por 17 puntos del PBI; teníamos la deuda de la SIRA, por cerca de 50.000 millones de dólares; teníamos deuda - en pesos - venciendo prontamente por el equivalente a 90.000 millones de dólares; teníamos deuda externa - por vencer - por 25.000 millones de dólares. Además, teníamos - en el Banco Central - el equivalente de 4 bases monetarias que vencían en un día. Teníamos escondido el tema de los PUTs, entre otras cosas.
Y en ese contexto, evidentemente, el gobierno, que se fue esperaba que resolviéramos, no como liberales libertarios, sino que esperaba que resolviéramos como liberales libertarados; de modo tal que los problemas de stocks y flujos combinados derivaran en una tremenda hiperinflación; y en enero poder volver, pero ya con todo el ajuste hecho por el mercado de la peor manera y con las consecuencias que ahora - dentro de un rato - voy a describir, si no hubiéramos hecho el programa que hicimos.
Es decir, estaba – claramente - premeditado para que voláramos por los aires, en menos de un mes. A todo esto, además, se le agregaba tarifas atrasadas y otros precios importantes de la economía pisados, equivalentes a un quinto de su valor. A su vez, el Banco Central tenía reservas netas negativas por 11.000 millones de dólares, es decir, estábamos en condición de ir directamente a la peor crisis de nuestra historia. Eso nos hubiera dejado una hiperinflación anual, en torno al 17000%; una contracción del PBI de más de 15 puntos del PBI; un índice de desempleo que hubiera llegado al 30%, y - como ha pasado en otras experiencias de estas características - seguramente la cantidad de pobres hubiera llegado al 90% y la cantidad de indigentes al 50%. Es decir, hubiéramos tenido una verdadera catástrofe. Pero todo esto no resultó un impedimento para que nos hiciéramos cargo del problema e iniciáramos la reconstrucción del país, encomendada por la ciudadanía, a través de las urnas.
Es así como logramos el ajuste fiscal más grande de la historia de la humanidad. Para que tengamos una idea, del ajuste: nosotros encontramos un déficit consolidado, de 15 puntos del PBI: 5, en el Tesoro y 10, en el Banco Central. Naturalmente, nos decían que hacer un ajuste, en el Tesoro, de 1 punto, por año, era una enormidad. Por lo tanto, creo que lo más suave que nos han dicho de querer lograr el déficit cero, en el primer año de gobierno, por lo menos nos habrían tildado de locos. Y en eso - gracias a la enorme gestión, del ministro Caputo - nosotros hemos logrado el superávit financiero, o sea el tan mentado déficit cero, de verdad, en el primer mes de gestión.
Si ustedes consideran que, en los últimos 123 años de historia, tuvimos déficit en 113, ya se van a dar cuenta que el logro es enorme y cuando no tuvimos déficit fue porque no pagábamos la deuda. Es la primera vez en la historia - desde el inicio del siglo XX, hasta hoy - que tenemos resultado financiero positivo sin estar en default.
Por otra parte, estaba la cuestión del cuasi fiscal que eran 10 puntos, del PBI; naturalmente nadie hablaba de ese tema, un tema demasiado sofisticado para el público general, pero que era una bomba que - efectivamente - había que resolver. Y ahí - en combinación el ministro Caputo, con el presidente del Banco Central, Santiago Bausili, y con una labor enorme de Pablo Quirno - la secretaría de Financiamiento - en seis meses, parece increíble, pero - en 6 meses - logramos terminar y liquidar el déficit cuasi fiscal consolidando un ajuste fiscal, de 15 puntos del PBI, en 6 meses. el ajuste fiscal más grande de la historia de la humanidad.
Terminamos con el financiamiento, del Tesoro, vía emisión monetaria; bajamos la tasa de interés y - progresivamente - comenzamos a sanear el balance del Banco Central. Desde que iniciamos la Fase 2, de nuestro programa, ya no existe ninguna canilla de emisión monetaria en la República Argentina, la hemos cerrado todas. Y es, gracias a eso, que la situación del tipo de cambio se ha estabilizado.
Básicamente, nuestra hipótesis de trabajo es que la inflación es siempre - y en todo lugar - un fenómeno monetario. Para terminar con ese flagelo, hay que terminar con la emisión, porque ese aumento de la cantidad de dinero es lo que lleva a la pérdida del poder adquisitivo del dinero y eso hace que todos los precios - expresados en unidades monetarias - suban.
El tipo de cambio es uno más, hay que entender eso; el tipo de cambio es un precio más de la economía, y lo que hace, el Banco Central, con la cantidad de dinero es determinar la escala nominal de la economía.
Hay algo sonando, gracias. Entonces, en ese contexto, la primera etapa era el déficit cero para – justamente - cortar con la emisión para financiar el déficit fiscal. Se logró en el primer mes de gestión. No sólo eso, sino que había que terminar con lo que hacía el déficit cuasi-fiscal y terminar con los pasivos remunerados. Una vez que terminamos con los pasivos remunerados, también terminamos con el tema de los PUTs. Y en ese sentido, habíamos ido a un Programa de Exceso de Oferta de Dinero Cero. Es decir, que la única forma que se iba a emitir dinero era por sector externo, es decir, compra de dólares, asimilando la venta de dólares, por parte del sector privado, como la contraparte de demanda de dinero. Es decir, con dólares, ustedes compran pesos.
Pero una de las cosas que nos dimos cuenta es que no era suficiente eso, porque - en realidad - hasta que no terminemos de resolver los problemas del stock tenemos cepo. Y en esa situación, no es que los individuos están comprando pesos con dólares, sino que liquidan los dólares porque está el cepo. Por lo tanto, no es cierto que sea genuina demanda de dinero y a partir de eso fue que pasamos al sistema de emisión cero, mientras que tenemos cepo como consecuencia de que todavía no terminamos de resolver los problemas en los stocks. Eso es interesante porque - de manera malintencionada y/o por ignorancia - hablan de intervención, de que estábamos interviniendo en el mercado de cambios.
¿Cómo sería un mundo o el equilibrio sin intervención? En el equilibrio sin intervención, la tasa de interés tiene que ser libre, porque es un mecanismo de coordinación intertemporal y no deberíamos tocarlo; el tipo de cambio sería libre y, por lo tanto, la variación de reservas sería nula y la variación de la cantidad de dinero sería nula. En este caso - como nosotros tenemos control de capitales por un problema de desequilibrios de stocks - que cada vez es más pequeño, en este sentido la única forma de replicar el equilibrio en no intervención es, justamente, sacar los pesos que emitimos por compra de dólares, desde el cepo y, obviamente, como había brecha por cada 3 dólares que se tradean, en el MULC, y 2 tienen que volver y 1 queda, dentro del Banco Central y la variación de la cantidad de dinero es cero. Con lo cual - si ustedes se fijan - este nuevo equilibrio tiene menos grado de intervención que el que teníamos antes de esto. Por lo tanto, no es que fuimos a un nivel de más intervención, sino de menos intervención.
Por eso yo - a veces - no sé si los economistas, después de tantos años de vivir en una economía dirigista, se les empastó el cerebro o son directamente burros; y obviamente que al quedar la cantidad de dinero fija, al quedar justamente la escala nominal fija, ¿qué es lo que empezó a pasar? Empezó a caer el tipo de cambio; y la convergencia, entre los tipos de cambio paralelos y el oficial, se está dando desde arriba hacia abajo y no como históricamente, fue en Argentina, desde abajo hacia arriba. Es decir, nosotros no estamos dispuestos a devaluar para arruinar a los argentinos, pues vamos a trabajar en cambiarles los niveles de productividad para que no se tengan que empobrecer los argentinos por culpa de los desaguisados de los economistas de mala calidad y por gobiernos de pésima y peor calaña.
Igual, todavía seguimos pagando los platos rotos del verdadero mazazo que fue la emisión, de 13 puntos del PBI, en el último año. Pero - gracias al ancla fiscal y monetaria - logramos evitar la hiperinflación, y la estamos bajando. De hecho, a mí siempre me gusta trabajar con el tema de la inflación de mayoristas porque es la que se va anticipando al comportamiento de la inflación, y cuando nosotros llegamos, en diciembre, la inflación mayorista era del 54% mensual. Entiendo que los economistas - como presagiaban todo tipo de calamidades - no quieran verlo así porque van a quedar en evidencia en sus errores, pero 54% mensual anualizado es el equivalente a 17000%. Y la realidad es que, el último dato de mayoristas, fue 2,7%, es decir, anualizado eso da 35%.
¡Vaya si no es un tremendo logro, digno de un reconocimiento histórico para el ministro Caputo pasar del 17000% al 35%!
Pero tengo más para reconocerle al ministro Caputo, todavía, falta. Ahora, 2,7%, pero también tengo un sistema de crawling peg; es decir, que - en algún sentido - nosotros estamos habilitando ese piso de inflación de 2, obviamente, porque hay que recomponer todo un problema de stocks. Y en ese contexto - si sacamos ese piso de 2- la inflación entonces estaría viajando, a menos del 0,7 mensual; es decir, que la inflación – verdaderamente - no ha bajado de 17.000 a 35, sino que ha bajado de 17.000 a 8%. Gracias “Toto”.
Y la verdad que todo esto lo estamos haciendo, a través de mecanismos de mercados, y no a través del chamanismo económico, al que nos tenían acostumbrados los políticos. La característica esencial de este programa antiinflacionario, respecto a los históricos que fueron exitosos es que, por ejemplo, una de las cosas que no hubo fue una hiperinflación antes, que llevara a una licuación de los activos financieros de la economía y que fuera muy fácil estabilizar porque - partiendo de niveles de agregados monetarios muy bajos - se vuelve muy fácil estabilizar por la recomposición de la demanda de dinero, por ejemplo. Pero nos parecía muy doloroso ese equilibrio, en caso de que los orcos nos hubieran permitido seguir gobernando con una híper.
Por otro lado, lo hicimos también sin expropiaciones. Es decir, acá no hubo tal cosa - como presagiaron muchos econo-chantas - acerca de un Plan Bonex, ni que hablar de los imbéciles que hablaron de que hubo un Plan Bonex, cuando no lo hubo. Por otra parte, otro elemento distintivo de esto: no hubo controles de precios. No sólo que no hubo controles de precio, tampoco se controló el tipo de cambio, cuando - en realidad - con una economía con la inestabilidad de la demanda de dinero que tiene y el ejercicio y la ductilidad que tenemos para hacer el swift de portafolios a dólares, fijar el tipo de cambio hace que sea mucho más fácil estabilizar. Y como si todo esto fuera poco, todo este proceso de estabilización lo estamos haciendo con recomposición de precios relativos. Es interesante, todo el mundo ve el milagro, menos los argentinos. Pero no sólo nos quedamos en las cuestiones vinculadas a la estabilización de corto plazo, si ustedes quieren, con un diseño agresivo en materia fiscal, agresiva en materia monetaria y acomodando el sector externo hasta que se recomponga los stocks. También nos hemos ocupado del largo plazo, pues hemos emprendido un plan de reformas que es el más ambicioso de toda la historia argentina. El programa de reformas, más grande de la historia argentina, se hizo de la década de los 90, durante el gobierno, de Carlos Menem. La reforma, que nosotros llevamos a cabo, con el DNU y la Ley Bases es 8 veces más grande, que lo que hizo Menem, en todo su gobierno; y eso lo hicimos en 6 meses, con 15% de la Cámara de Diputados y 10% de la Cámara de Senadores. Háblame de gestión ahora.
Además, nuestro programa económico tiene muchas aristas y frentes de batallas, pero se sostiene sobre tres grandes fundamentos: una macroeconomía ordenada sin trampas, ni atajos, para darle una solución definitiva al problema de la inflación; un profundo recorte del gasto público para aliviar la carga del sector privado, y una atención obsesiva a desregular y devolverle la libertad a cada uno de los argentinos, donde tengo el privilegio, el honor, el orgullo de tener un ministro de la estatura intelectual, de un coloso - como Federico Sturzenegger - haciendo esta revolución.
Soy cholulo de mis ministros verán. Porque algún imbécil dijo que me rodeo de mediocres para lucirme yo. Pero ¿qué se puede esperar del círculo rojo analógico? Pero ahí están, que sigan prediciendo que ganaba Massa y todas esas cosas. En ese sentido, para lograr el primero hemos asumido un compromiso innegociable con el equilibrio fiscal; la economía tiene reglas claras. La primera es que no se puede gastar más de lo que a uno le ingresa. Punto, basta, se terminó; no hay más nada que decir. De hecho, cuando le dimos la espalda y nos pusimos a despilfarrar lo que no había no sólo nos fue pésimo, sino que lo que más perdieron son los que menos tienen, que pagaron los platos rotos con impuesto inflacionario. Desde inicio del siglo XX hasta hoy, en la metodología de Cerro-Meloni, la Argentina tuvo 22 crisis; de esas 22, 20 tienen origen fiscal. Está todo dicho.
Y por eso, también, les quiero adelantar algo de lo que vamos a hacer en materia de presupuesto: vamos a rediseñar la forma en la que se escribe el presupuesto. El presupuesto es un conjunto de gastos, se hace una estimación de ingresos y de ahí deriva el resultado primario, tienen la carga de los intereses, sale el resultado financiero y de ahí sale el financiamiento. Nosotros decidimos que no vamos a usar esa metodología, nuestra metodología se va a llamar déficit cero, y déficit cero implica que el resultado financiero es cero. Por lo tanto, no necesito estar tomando nueva deuda. Es decir, Argentina deja de tomar nueva deuda.
Aviso que rolear la deuda no es nueva deuda porque – después - aparecen los tipos que suman con dificultad y que no lo pueden hacer ni con un ábaco, dicen: “hay tomaron deuda”. Sí, digo, para rolear. Aviso porque vivimos en Argentina. No sólo eso, una vez que ustedes van a déficit cero, eso quiere decir que la relación deuda-producto es no creciente, por lo tanto - de cara al futuro - tendríamos que ver que se vaya desplomando el Riesgo País. Y esto es interesante porque mientras que hubo un sacudón financiero en todo el mundo, ¿cuál fue el único lugar que subió y le fue mejor? Argentina.
Pero no solo eso, pues eso quiere decir que, entonces, el superávit primario va a ser igual a los intereses. Y como está planteado, en términos de déficit cero, se puede hacer que el presupuesto sea neutral, en términos de ingresos. Entonces, va a haber una parte del gasto público que se va a acomodar, por ejemplo, que sigue a la inflación, y por diferencia sale el resto del gasto público, consistente con esa regla. Así, para un escenario base se determinan unas partidas, que van a ser después ponderadores, y eso es lo que va a permitir que - en la medida que se ajusten los ingresos - dado el gasto con esa lógica, por diferencia se van asignando esas partidas. De modo tal que se diseña una regla para no violentar - de ninguna manera - el déficit cero. No vamos a tener déficit fiscal.
Es más, en lo que tiene que ver con la inflación, la verdad, es que - en los últimos quince años - sólo hubo 2 países, en la región, que presentaron una inflación anual al 20%, y todos sabemos cuáles son: uno, fuimos nosotros; la otra es la dictadura sangrienta, del criminal Nicolás Maduro. Quiero ser muy claro con esto: la inflación anula cualquier tipo de proyecto de vida, de negocio o, incluso, de formar una familia. Resulta imposible calcular gastos o planificar un futuro digno con la inflación comiéndole el bolsillo a los argentinos. Por eso, terminar con ella, es instrumental para recuperar la confianza de todos los actores económicos, que fue dilapidada por los gobiernos anteriores. Es por esas experiencias pasadas que aprendimos que ordenar lo fiscal y lo financiero es condición sine qua non para volver a crecer.
Por más buenas que puedan ser las intenciones de un gobierno - sin una macro sustentable - todo lo demás es efímero. De vuelta, no va de la micro a la macro. Ustedes ordenan la micro y la macro es un desastre, van a terminar mal. Por eso, primero, hay que ordenar la macro; primero tienen que terminar y exterminar la inflación, ¿Para qué? Para que el sistema de precios empiece a transmitir la información de manera correcta y para que, de esa manera, se asignen los recursos eficientemente, no hay otro mecanismo. Y por eso hacemos del equilibrio fiscal un mandamiento, uno que trascienda cualquier cambio de gestión y logre quedar para la posteridad. En cuanto al plan de desregulación, que afecta a cada uno de los sectores de la economía, la evidencia empírica está de nuestro lado porque - como ya me han escuchado decir muchas veces - los países más libres son 12 veces más ricos que los reprimidos; al margen que tienen 50 veces menos de pobres en el formato extremo y 25, si lo toman en el estándar.
Pero esto implica luchar, entre otras cosas, contra los intereses particulares de la casta empresarial, los intereses de la casta sindical y, en especial, contra los intereses de la casta política, que es la que protege esos intereses sectoriales, algo que el ministro Sturzenegger llama, ingeniosamente, el Triángulo de las Bermudas, porque en el vértice, entre esos elementos, el país entero desaparece. Todo esto que estamos haciendo ya está rindiendo resultados. Tan sólo - en el mes de julio - subieron los índices de patentamientos en un 19%; la producción de autos un 48%; las ventas minoristas un 40%; la construcción un 12% y la actividad en el mercado inmobiliario un 36%. Cuando empiezan a mirar
el mapa de actividad o el semáforo, si ustedes quieren, cada vez avanza más el color verde y – técnicamente - la recesión tocó o tuvo su peor momento, entre los meses de abril y mayo. Vayamos a las declaraciones que hacíamos por ese tiempo, que decíamos: “lo peor ya pasó” y, naturalmente, los econo-chantas decían: “lo peor está por venir”, que son los mismos que nos presagiaron que la inflación - por ejemplo - no iba a poder romper un piso de 7, y ahora estamos viendo si va por debajo de 4, en minoristas, pero así estamos.
Una parte de estos pilares, que sean una realidad, es posible gracias al trabajo mancomunado que llevan adelante los equipos técnicos - encabezados por los ministros de Economía y Desregulación, ‘Toto’ y Federico - que desde que asumieron han llevado adelante lo que solo puede ser catalogado como una gesta heroica que, sin duda, van a pasar a la historia. Nosotros vamos en serio, queremos dejar atrás el modelo fracasado del Estado presente y volver a instaurar el modelo de la libertad. Por eso estamos haciendo un cambio profundo, de raíz, y todo cambio profundo requiere de tiempo, un bien escaso que debe ser usado con prudencia y sabiduría, si queremos que este nuevo modelo se sostenga en el tiempo. La gente no puede esperar más, pero entiende que este es el único camino. La política debe comprender lo mismo y acompañar - con su propio esfuerzo - el de la ciudadanía.
De nada sirve hacer cambios que no puedan perdurar, esa historia ya la vivimos, con gobiernos que fracasan tras apurarse en dar soluciones que luego no pueden sostenerse, generando un daño peor al que se encontraba inicialmente. Nosotros no estamos dispuestos a repetir esa historia. Por eso, créanme, luego les digo que nadie tiene tantas ganas como yo salir del cepo, pero - como ya he dicho en otra oportunidad - quitar los parches, sin antes solucionar el problema de fondo, sería agravar la crisis que heredamos. Esto me recuerda lo que decía Milton Friedman, sobre la inflación y el alcoholismo: en ambos casos, cuando los alcohólicos comienzan a beber o cuando los países comienzan a darle a la impresora de billetes, los efectos buenos vienen primero, los efectos malos llegan después. Cuando llega la cura es todo lo contrario: empiezan por lo malo y después viene lo bueno; y la resaca de dejar de beber, cuanto más se bebió, más profunda es la resaca.
Imagínense con los 20 años de populismo, que traemos a costa, era claro que no iba a ser un lecho de rosas. Por eso les pido que vean la película completa y no solo la foto. No nos importan las presiones, vengan de donde vengan, porque nosotros no vinimos, aquí, a hacer demagogia, vinimos aquí a cambiar las cosas - en serio - y para siempre. En la medida que vayamos saneando el Banco Central podremos retirar las restricciones cambiarias, y eso generará mayor inversión y expansión de la actividad económica que, dicho sea de paso, hay elementos que impulsan el crecimiento económico. Es falso que no se puede crecer mientras que este el cepo, eso es una falacia también y voy a explicar por qué. Primero hay elementos que están haciendo el rebote, yo no lo considero crecimiento, pero muchos miran la tasa del PBI y ya con eso hablan de crecimiento, pero hay factores que hacen al rebote, a la recuperación, y hay factores que van a hacer a largo plazo, al crecimiento.
En cuanto al rebote, ustedes lo que van a tener es lo siguiente: hay recomposición del salario real; hay recompensación de las jubilaciones en términos reales. Por lo tanto, eso lo que va a permitir es que la demanda se empiece a expandir, en un contexto de alta capacidad instalada ociosa, por lo tanto, eso es una de las partes del rebote y que todo el tiempo pueden estar viendo cómo el salario le está ganando a la inflación y también las jubilaciones. El otro tema es el del ciclo de los stocks: sobre el final del gobierno anterior, como se veía venir la crisis, muchas empresas qué hicieron para cubrirse, se stockeaban. Eso hizo que la actividad, durante la última parte del gobierno anterior, no cayera todo lo que tenía que caer, y eso exacerbó la caída que tuvimos, durante la primera parte de este año. Por lo tanto, la propia recomposición de los stocks…, eso va a también a generar un rebote. A su vez también quiero mencionar sobre las cuestiones cuantitativas, porque todo con el “Plan Platita” y con las expansiones y todo, en el último trimestre la economía, el año pasado, cayó 2,5% y nosotros haciendo el ajuste más grande la historia de la humanidad 2,6; lo quieren tomar interanual para mostrar lo peor, 5,1. Cuando, en el 2002, se hizo el ajuste fiscal, no de estas magnitudes, sino bastante menor, la caída fue del 16%. Por lo tanto, eso también implica que el ajuste se supo hacer de manera inteligente y teniendo en cuenta la protección de los más vulnerables. Pero no solo eso, sino que, además, el crecimiento se genera por inversión y la inversión hay que financiarla, y se financia con ahorro. El ajuste fiscal de 15 puntos del PBI, lo que hace es devolverle el dinero al sector privado. Por eso, mientras que, en diciembre, discutíamos la hiperinflación, hoy discutimos créditos hipotecarios, a 30 años; es decir, esa carga del Estado corriéndolo del medio, está devolviendo los fondos al sector privado para que invierta y podamos crecer.
Eso sí, yo no les voy a decir quién tiene que invertir, yo no soy comunista, no soy socialista, yo creo en el mercado, lo tienen que hacer ustedes, vamos, háganlo. Obviamente, en la medida en que vayamos reduciendo el gasto público y volviendo cada vez más sostenible el superávit, que tanto esfuerzo nos costó conseguir, ¿saben qué vamos a hacer? Vamos a bajar impuestos, es decir, cuando sobren recursos, vamos a bajar impuestos. Algo que, además, ya lo estamos haciendo. Y, básicamente, una reflexión, ¿cuál es la verdadera carga que tiene la carga fiscal que tiene un país? En eso, Milton Friedman, Murray Newton Rothbard, eran bien claros, es el tamaño del sector público. Y si nosotros hicimos un ajuste de 15 puntos del PBI, somos el gobierno que más recursos les devolvió a todos los argentinos como nunca antes en la historia. Por lo tanto, aquellos que dicen, que se ponen a fijarse en si algún impuesto, transitoriamente, subió, y que somos el primer caso donde estamos demostrando que fue transitorio porque los estamos bajando, además, les devolvimos a los argentinos de bien 15 puntos del PBI.
Miren esto que interesante, porque hoy tenemos déficit cero, pero en un contexto que viene de una recesión; o sea, eso - en términos de resultado estructural - es positivo; quiere decir que cuando rebote la economía, vamos a devolver impuestos; y cuando además la economía empieza a crecer, vamos a devolver más impuestos. Es decir, me voy a encargar – personalmente - de quitarle la bota del cuello a todo el sector privado para que podamos volver a crecer genuinamente, porque la riqueza la crea el sector privado y no los parásitos del sector público.
Obviamente, que si no lo estamos haciendo a la velocidad que nos gustaría es porque aún no están dadas las condiciones, y dar el paso a las apuradas es poner en riesgo todo lo que hemos conseguido hasta ahora. Esto no es un tema menor. Es mucho más fácil hacerlo en el papel que instrumentarlo, en especial cuando - del otro lado - están los orcos. Entonces, claro, porque parece un chiste. Aparte, yo les voy a decir algo, esto lo dice siempre, brillantemente, de Pablo. Dice… lo hace con el caso del cepo: “bueno, hay que abrir, hay que hacer esto, hay que hacer lo otro”. Ahora, si nosotros hacemos eso y nos llevaban puesto, terminábamos con una brutal crisis, y cuando viene la brutal crisis, ese que estaba escribiendo - desde un escritorio - estas cosas cómodamente, agarra y dice: “una cosa por qué no se debería haber hecho esto”.
¿Ustedes se dan cuenta? Es decir, lo único que hace es cambiar lo que escribió en el papel, en el medio se pueden llevar puesto a un gobierno.
Entonces lo que nosotros vamos a hacer es respetar los tiempos y condiciones que tiene nuestro programa económico, el mismo que le propusimos a la sociedad y el mismo que acompañó con su voto. Si ustedes se fijan, nosotros no fijamos las metas y tiempo; nosotros lo que hacemos es: vamos cumpliendo metas y - en la medida que vamos cumpliendo las metas - vamos dando los pasos y vamos avanzando. Entonces, ¿cuál es la ansiedad? ¿sacar el cepo, es decir, la fase 3? Bueno, ¿eso cuándo va a ocurrir? Cuando hayamos cortado definitivamente con la emisión monetaria, eso va a ocurrir cuando la base monetaria - en el formato convencional - termine de igualarse a la base monetaria amplia; que quiere decir que todo el sobrante de dinero se eliminó. La contracara de eso, van a ver que la tasa inflación va a estar muy parecida o tendiendo a cero y quiere decir que - cuando eso pase - no existe sobrante de pesos. Si no existen sobrante de pesos claramente puedo abrir, porque es como darle un revólver sin balas; por más que quieran tirar no pueden porque no van a tener balas, y como nosotros estamos sacando todos los pesos y como - de acá en adelante - además, vamos a sacar cerca de 8 billones de pesos. Le puedo asegurar que lo que le va a faltar a esta economía son pesos; y cuando eso pase, porque ahí entran todos en alerta y les agarra ataques de desesperación, claro, nunca en su vida vivieron el mundo con la cantidad de dinero fija.
Nosotros hablamos de competencia de monedas o el término de dolarización endógena, lo voy a plantear en dólares porque es más fácil para que así no estoy hablando de cosas, que les pueden resultar muy abstractas. Si ustedes tuvieran tipo de cambio fijo, el aumento de la demanda de dinero se va a traducir en qué, que con sus dólares compran pesos, y eso es lo que expande la cantidad de dinero. En ese caso, la oferta de dinero está mapeada con la demanda de dinero. Pero qué es lo que pasa, ustedes están dejando esos dólares, adentro del balance del Banco Central. ¿Y cuál es el problema con eso? Que siempre puede aparecer un gobierno de delincuentes y manotear las reservas del Banco Central. Que son los mismos imbéciles que dicen: “no, no, el problema de la nueva regla monetaria es que ahora no acumulamos reservas, entonces no podemos pagar la deuda”.
Primer punto: ¿qué quiere decir, que entonces los países que tienen tipo de cambio libre defaultean? La verdad es que me cuesta entender el nivel de torpeza de nuestros profesionales. Pero no sólo eso, vamos a seguirles el razonamiento, entonces ahora compramos los dólares, desde el Banco Central, para que el Tesoro pague la deuda. Es decir, perdón, lo voy a decir en latín, diría el profesor de Pablo, es decir, pero ¿ustedes me están sugiriendo que les rompa el culo a los argentinos con impuesto inflacionario para pagar la deuda? ¡Pero estamos todos locos!
Los dólares se compran con superávit fiscal, los dólares los va a comprar el Tesoro en el mercado de cambios; no falsificando dinero y estafando a los argentinos de bien. Y en ese contexto, el otro gran temor que aparece es, pero si ahora la gente va a tener que traer los dólares para hacer las transacciones y yo tengo la cantidad de pesos fijos, voy a tener una brutal apreciación de la moneda, y como voy a tener una brutal apreciación de la moneda - si eso ocurre más rápido que la velocidad a la cual modifico la estructura de la economía - esa apreciación me puede generar un problema, en términos de actividad y empleo. Es por eso que nosotros hablamos de competencia de monedas o de dolarización endógena, porque cuando estemos en esa etapa pueden convivir las dos monedas y se pueden hacer las transacciones en las dos monedas. De modo tal que esa misma oferta de dólares que ustedes traen, va a tener una contrapartida en demanda de dólares y entonces el tipo de cambio le queda estable y nadie tiene que ponerse a llorar apreciación.
Es decir, para ganar competitividad se va a tener que hacer invirtiendo y no estafando a la gente. Por otra parte, hemos visto nuevamente, en las últimas semanas - lo mencioné recién - la fragilidad del sistema financiero y monetario internacional. Se ha vuelto popular entre analistas la lectura que el mundo tiende cada vez más a la fragmentación, en vez de la integración; más a la discordia, en vez de la paz; más a la cerrazón que a la apertura; más a la retracción que a la búsqueda de nuevos mercados. Me imagino que muchos de ustedes se deben haber preguntado, en algún momento, ¿Cómo puede prosperar la Argentina en un mundo tan turbulento? ¿Cómo podemos avanzar cuando los demás retroceden? Bueno, de la misma manera que nos descolgamos antes que a todos les iba bien y a nosotros no iba mal, podemos revertir eso.
Al menos para hacer (inaudible). Yo les digo, no teman, porque contamos con ventajas que muchas veces no se ven, pero que gran parte del mundo no tiene, que son anclas que nos protegen frente a eventuales tormentas. La primera y más importante, nosotros estamos purgando al sistema económico argentino de un cáncer de décadas, que es el populismo monetario. En Argentina no vas más tirarle una alfombra encima a las crisis, tomando deuda e imprimiendo dinero. Aprendimos, de una vez y para siempre, que no sirve salir de la crisis con emisión. Lamentablemente, lo mismo no se puede decir del resto del mundo libre, que cada día se endeuda más y cada día licúa más el valor de sus monedas. Por eso no es casualidad que, en el mundo, el poder adquisitivo de la gente de a pie sea cada vez más bajo, a pesar de que las valuaciones de las empresas son cada vez más altas. Ellos están jugando con fuego, tomando de una medicina que - en el largo plazo - no es más que veneno. Bueno, nosotros no vamos a ser populismo monetario, no nos importa que lo hagan los demás.
Tenemos honestidad intelectual y un compromiso que hemos asumido con la sociedad para salir de la crisis, que heredamos haciendo los deberes y con crecimiento genuino, no haciendo chamanismo económico que, a la larga, siempre engendra pobres que son los que terminan pagando esto. Haciendo las cosas bien, Argentina puede ir a contracorriente del mundo y ser un oasis de estabilidad en el desierto del populismo global. Segundo: 25 años de populismo económico, de default, violación de contrato y de imprevisibilidad jurídica nos han dejado, en un país descapitalizado, con sus mejores empresas subvaluadas y con casi 300.000 millones de dólares de los argentinos fuera del sistema. Tercero: ese momento de incertidumbre en las finanzas globales que las ventajas comparativas de los que gozamos como nación destacan por su valor, tenemos sectores primarios dinámicos con fuentes de recursos inagotables, recursos que el mundo necesita y seguirá necesitando. esté en crisis o no.
Tenemos la segunda reserva de shale oil más grande del mundo; producimos alimentos para 500 millones de personas; contamos con la tercera reserva de litio más grande del mundo; reservas enormes de cobre, aún sin explotar; energía solar, eólica, hídrica, el Acuífero Guaraní, y - por si fuera poco - tenemos recurso humano de primera categoría en todos los ámbitos profesionales - aunque tengo mis dudas con los economistas - gracias a los cuales hoy Argentina deja de ser una huella en el mundo, a pesar de la trágica administración política, del último siglo, de eso sí tenemos los peores del mundo, sino no hubiera ganado yo. ¿Creen que eso se puede decir lo mismo de muchos otros países? No, tan solo de un puñado, con lo cual no cabe duda de que hemos sido privilegiados por Dios en la lotería mundial. Y, en cuarto lugar, pero igual de importante, estamos emprendiendo un cambio de paradigma, no sólo económico, sino también social, político y cultural.
Y con este cambio vamos a contramano de la dirección que, en el último tiempo, están emprendiendo muchos países del mundo. Mientras otros países proponen censura, nosotros proponemos libertad de expresión. Miren tan solo lo que pasa, en Inglaterra, desde que los socialistas llegaron al poder, están metiendo presa a la gente por postear en redes sociales; bueno, a los periodistas de acá también le gustaría porque no les gusta que hayan perdido el monopolio del micrófono y poder utilizar esa herramienta para extorsionar y ensuciar, calumniar sin costo alguno. Las redes sociales les pasan facturas y no les gustan. Dejen de buscar fantasmas, están recibiendo lo mismo que hicieron, pero nada más que la gente lo hace orgánicamente porque se dio cuenta que son unos delincuentes, muchos de ellos.
A su vez, mientras otros están cada vez más cerca de caer en guerras culturales y religiosas, que van a terminar por expulsar a gente de bien de sus países de origen, nosotros invitamos al resto del mundo libre a participar de un país en reconstrucción. Mientras otros castigan a quienes emprenden y producen, nosotros los celebramos, los invitamos de nuevo al sistema. Mientras otros sacrifican la innovación, la creatividad y la libertad misma en el altar de una falsa moralina, nosotros desregulamos la economía y le devolvemos la autonomía al sector privado. Los argentinos ya nos dimos cuenta de que toda la perorata buenista es una estafa al servicio de la opresión, ya nos dimos cuenta de que siempre los que se hacen los paladines de la moral y los defensores de los desahuciados terminan siendo los autores de las peores atrocidades… y vaya que el sistema está crujiendo.
Todo esto, sumado a lo lejos que estamos geográficamente de la guerra y del conflicto, puede significar un destino de paz y sosiego para hombres y mujeres a lo largo del mundo que luchan por una vida mejor, y también puede significar un lugar de retorno para tantos argentinos que hoy prueban su suerte en el exterior. Como decía Milton Friedman: “el primer voto, y el más importante de todos, se hace con los pies, eligiendo dónde vivir”. Antes muchos decían: “la salida es Ezeiza”. Nosotros venimos a proponer que Ezeiza sea una puerta de entrada.
Lo que quiero decir con todo esto es que tenemos la posibilidad de que la Argentina sea un refugio de desarrollo, paz y prosperidad para el mundo libre, en las próximas décadas. Si el mundo siguiera por la senda que transitó - desde la posguerra en adelante - la senda que va hacia mayor integración comercial y productiva no solo nos va a ir bien, nos va a ir extraordinariamente bien. Pero inclusive si el mundo terminara de extraviarse, inclusive si sobrecayeran tiempos de dificultades y de desconcierto tenemos lo necesario para que la Argentina salga a flote y tenga éxito donde los demás fracasan; lo cual significaría también la inmensa responsabilidad de ser un faro de luz, entre tanta oscuridad, una obligación a la que nunca le vamos a dar la espalda. Que no es una cuestión de arrogancia o de patriotismo declamatorio. No, no lo es. Es analizar las condiciones objetivas que tenemos para la grandeza en este contexto global, que nos ha tocado vivir.
Con lo cual, cuando decimos que la fuerza del cielo nos acompañan, no es sólo una expresión de deseo, sino la manifestación de una concatenación de hechos que sugieren que, la Argentina, está frente a un cambio de época. Sin embargo, convertir en acto toda esta energía en potencia va a requerir de mucho trabajo, de parte de todos los que participamos de la vida política argentina, a todos los niveles: en la vida política a nivel nacional, provincial y municipal, y en los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial. Todos tenemos la obligación de estar a la altura de lo que necesita el pueblo argentino, que es quitarle el peso muerto del Estado de encima; retirar al Estado para hacerle lugar a una sociedad dinámica y pujante que, durante demasiado tiempo, ha estado atada de manos.
Nosotros estamos cumpliendo sobremanera, hemos pasado la motosierra a un nivel que nadie concebía posible. Estamos desregulando la actividad económica a una velocidad sideral. Me causa gracia porque había un imbécil que hablaba de que era mucha licuadora y que de la motosierra había quedado una tijerita. Parece que Elon Musk, Donald Trump y mucha gente de afuera la ve, pero parece que los de acá no la ven. Es raro, no la ven. Pero volviendo a lo que estaba diciendo respecto a lo que excede a los Estados, al Estado nacional, especialmente a los jefes de Estados provinciales. Nos comprometimos - en Tucumán - a la inviolabilidad de la propiedad privada, nos comprometimos a promover economías libres y desreguladas aliviadas de la asfixia burocrática. No hay que tenerle miedo a liberar la iniciativa privada, el único efecto que va a generar es dinamizar la actividad económica. Les pido que estén en materia, tomen el ejemplo de la Ley de Alquileres: la desregulación aumentó, fuertemente, la oferta; el aumento de la oferta bajó los precios en términos reales; y mejores precios reales mejoraron el acceso a la vivienda para todos.
Las provincias también se comprometieron a ayudar a bajar el gasto público, de 40 a 25 puntos del PBI. Quiero ser claro: sólo con el ajuste nacional no alcanza. El 44% del gasto del Estado de nuestro país corresponde a las provincias y los municipios. Por cada empleado del Estado nacional hay 3 empleados por provinciales, de modo que si queremos cumplir esa meta es fundamental el aporte de las provincias. Lo mismo con el RIGI, desde que lo sancionamos se acumulan anuncios tras anuncios de inversión, a lo largo y a lo ancho del país. La sociedad tiene que saber que las grandes inversiones no van a llegar a las provincias que no adhieran al régimen y los políticos negadores de la realidad tendrán que elegir entre quitarse sus anteojeras ideológicas y acompañar el cambio o condenar a sus propios ciudadanos, privándolos de mayor actividad, más trabajo y más riqueza en sus distritos.
O sea, el camino de la libertad es - a la larga - un camino de reconciliación de la política con la ciudadanía. Pero, en definitiva, esto requiere que todos hagamos un ejercicio: el ejercicio de sacar la mirada del corto plazo y llevarla al largo plazo, y también de sacar la mirada del pago chico y del interés particular, para poner el foco en lo que llamamos equilibrio general intertemporal. Si todos, no sólo algunos, practicamos el ejemplo que pontificamos, y no sólo algunos honramos los compromisos, firmados en Tucumán, no tengo duda de que saldremos adelante más rápido de lo que cualquiera se imagina. Por último, para despedirme, quiero agradecerles una vez más la invitación a las autoridades del Council de las Américas y de la Cámara Argentina de Comercio y Servicios por la invitación y por la cálida bienvenida; agradecerles también a todos ustedes, los presentes, por escucharme. Hoy me puse un poquito denso, pido perdón, pero el orden espontáneo es así: decidí abrir muchas ventanas en el discurso y, a veces, pasa. Y quiero, además, invitarlos a acompañarme en esta gesta por hacer de la Argentina el país más próspero, libre y pujante que alguna vez fue, para que seamos nuevamente una tierra de oportunidades, para todos los que - como dice nuestra Constitución - decidan habitar el suelo argentino, ese lugar con el que soñaban personas de a pie, de trabajo, castigadas por el hambre y la miseria, que vinieron, a una Argentina, donde era un paraíso en el cual podían reconstruir sus vidas.
Un refugio de paz y prosperidad para quienes huyen del conflicto constante que, paulatinamente, envuelve al mundo, tal como lo hicimos hace 120 ó 150 años —pongan la marca donde quieran, pero 120 ó 150, pero por ahí anda—. Créanme que podemos hacerlo, y vamos a hacerlo. Estoy seguro de que todos ustedes, que son protagonistas de la vida económica argentina, cumplirán un papel fundamental en este proceso. Que Dios bendiga a los argentinos y que las fuerzas del cielo nos acompañen. ¡Viva la libertad, carajo! Muchas gracias.