Palabras del Presidente de la Nación, Javier Milei, tras recibir el Premio a la Investigación Política, entregado por la Fundación Ilan
Buenas tardes a todos. Quiero agradecer a las autoridades integrantes de ILAN, en particular a su presidente Isaac Assa, y felicitarlos por el lanzamiento oficial de esta casa en la Argentina, como también quiero agradecer a todos los presentes que están aquí hoy. Estamos felices de acompañarlos y ser parte de ILAN.
Como hoy recibo de ustedes un reconocimiento de la innovación política, me gustaría tomarme un minuto para hacer una breve reflexión sobre qué significa ese concepto. Hay una frase interesante de Mises que dice que la economía jamás se detiene, es permanente el cambio, el movimiento y la aparición de imprevistos - igual anticipo no voy a hablar de economía, porque me pongo con la destrucción creadora, con Schumpeter, así es que quédense tranquilos, es solamente una referencia para hilar un argumento-. De alguna forma, esta frase indica que, si la realidad está en un proceso constante de cambio, la innovación no es tanto una elección sino una obligación, porque no poder adaptarse a una realidad de movimiento y aferrarse a dogmas que no se condicen con esa realidad es indefectiblemente el camino de la derrota. Hay que ser firmes en las convicciones, pero inteligente para traducir esas convicciones a una realidad cambiante, porque si no innovas la realidad te lleva a puesto. Es decir, quiero remarcar esto, hay que ser firme en las convicciones. Ser firme en las convicciones es… nosotros esto lo padecemos todos los días, porque todos los días estamos tomando decisiones y uno tiene que tener un norte. Uno fija un norte, uno busca ese norte, pero la realidad no es un movimiento rectilíneo uniforme, entonces uno tiene que avanzar hacia esa realidad a la cual está buscando; y obviamente no es un camino ya no fácil y demás. Es decir, hay obstáculos, algunos se los puede saltar, algunos se los esquiva; y les voy a decir algo: cada vez que ustedes están esquivando algún obstáculo, alguien los va a criticar. No solo eso, sino que no solo que los van a criticar, va a haber otros que además les van a disparar. Pero también es parte del desafío que uno enfrenta.
Una de las cosas que también es importante cuando uno emprende este tipo de situaciones, y que a mí al menos me ayuda mucho, es una reflexión acerca de Moshé, ya camino hacia la tierra prometida, habiendo cruzado el mar rojo. Y hay algo que es muy interesante, porque si Moshé se levantaba tarde, decían que estaba haraganeando; si se levantaba temprano, que se había peleado con la mujer, y que si se levantaba a horario es que no tenía nada que hacer. Es decir, no importa lo que hiciera, lo iban a criticar. Así que, si lo criticaban a Moshé, a mí me pueden decir de todo, no hay ningún tipo de problema. Así es que, también sepan que cuando hacen los van a criticar. A los únicos que no critican es a los inútiles que no hacen nada.
Entonces por eso quiero volver a señalar y subrayar este párrafo que dice: hay que ser firme en las convicciones, pero inteligente para traducir esas convicciones a una realidad cambiante, porque si no se innova, la realidad lo va a llevar puesto, esa es la realidad. Esto es válido para la economía, como dice Mises para los que tomamos decisiones macroeconómicas y también para los empresarios, emprendedores que deciden acerca de qué, cómo y cuándo producir y comercializar. Pero también es válido para la política. Miren, por ejemplo, cómo la realidad política argentina cambió y la dirigencia política tradicional no supo adaptarse a esa nueva realidad. Desde que decidí hacer política hace ya 4 años he insistido con una idea con la que creo que mucha gente se ha identificado, que es que no podemos esperar resultados distintos, si hacemos siempre lo mismo. Esto es un principio heurístico, o sea un principio metodológico, sobre cómo nos acercamos a un hallazgo o sobre cómo descubrimos la verdad o una verdad. Ante cualquier problema, antes de saber qué hacer, hay que comprender que si hacemos lo que hicieron todos y todos los demás fracasaron, entonces fracasaremos.
Los economistas solemos hablar de error tipo uno o error tipo dos. El error tipo uno es cuando uno hace todo bien y le sale mal; y el error tipo dos es cuando uno hace todo mal y le sale bien. Eso es bastante Interesante como metodología, como forma de ser autocrítico, porque aun cuando puede salir bien puede ser una casualidad. Si quieren, el mejor canto al error tipo dos fue el kirchnerismo. Y la verdad es que cada vez que reinsisten en la receta, lo único que nos hacen es cada vez más daño y cada vez nos hunden más. Por eso también es interesante cuando uno está tratando de arreglar el desastre que causaron, que vengan y critiquen, porque la verdad, justamente queremos hacer todo lo contrario porque ustedes hundieron todo y tuvieron una racha de 4 años de suerte por el error tipo dos. Entonces uno no puede estar apostando al error tipo dos, es decir de hacer todo mal y que le salga bien. Por eso, repito, no podemos esperar resultados distintos haciendo lo mismo de siempre. Este principio creo que está en la base de la innovación política que nosotros hemos introducido en los últimos años. Descubrimos que es cierto para la práctica política, porque haciendo lo contrario o lo que hacían todos, llegamos a la presidencia, haciendo todo lo contrario. Hicimos todo lo contrario, todo lo que el manual recomendaba en el formato convencional argentino, hicimos todo lo contrario. Y qué decían, que no íbamos a llegar. Bueno, no la vieron. Todavía siguen sin verla, pero bueno, algunos. Y lo hicimos a pesar de no contar con los recursos con los que contaban todos los demás candidatos y en contra de los que recomendaban todos los analistas, consultores y dinosaurios que escriben columnas en periódicos vetustos, que nunca ganaron nada en su vida, pero creen que su palabra vale oro. Es decir, al margen, ustedes saben que el oráculo de Delfos daba consejos, pero no tomaba decisiones, que es un paso un poquitito distinto también. En la tribuna, son todos son todos grandes técnicos.
Pero no solo adoptamos esa lógica innovadora para la campaña, sino que también confiamos en que era el enfoque correcto para la conducción del país, para encontrar las soluciones a los problemas que nos castigan como Nación desde hace demasiado tiempo. Porque en todo tiempo la dirigencia política cambió de cocinero, pero siguió siempre utilizando la misma receta del fracaso para gobernar; y así nos fue. Es decir, fue una diferencia de modales. Es decir, muchos del círculo rojo analógico precámbrico, que afortunadamente no los acompaña la audiencia, no los acompaña el rating. Motivo por lo cual están súper enojados y además que son los grandes pifiadores y que están todo el tiempo criticando, porque claro, pronosticaron que yo tenía que perder frente… aún frente a Massa, supuestamente, los de un determinado lado. Y no se daban cuenta que de lo único que estaban haciendo era hablar de la misma receta, pero con distintos modales. De hecho, promueven la misma receta, pero creen que el problema son los modales. Y eso también muestran de lo básico, rudimentario y precámbricos que son, porque no se dan cuenta que lo que cambió verdaderamente es el concepto. Es decir, Argentina se hunde porque hace 100 años que abrazó continuamente dosis crecientes de socialismo. Y acá, volvimos a abrazar las ideas de la libertad. Es más, hasta es, a veces entre irritante o cómico. Digo, gente que me critica “no estás haciendo liberalismo”. Y si ni siquiera, entienden las ideas, porque si las entendieran serían liberales. Pero no lo son, porque justamente no las entienden. Entonces me critican, lo que hago o no hago; y ni siquiera entienden de lo que se está hablando. Y ahí también es interesante, durante la campaña el Dipy dijo una frase que para mí es brillante, y una de las cosas que decía es que el problema no era el cocinero, el problema era la receta. Porque en el fondo esa es la contracara de lo que Hayek llamaba la fatal arrogancia. Digo, creer que el otro, entonces, como es menos inteligente o menos educado, o lo que menos fuera, no lo podía hacer por esas cuestiones, pero ahora que viene el que se la sabe toda lo va a arreglar. No. Es que el problema es la idea y la idea esa no funciona.
Por eso nosotros sabemos que no alcanza con cambiar el conductor, porque para esperar resultados distintos tenemos que hacer cosas distintas, y por eso volvimos a abrazar las ideas de la libertad, que fue lo que hizo grande el mundo. Fue lo que hizo grande a la Argentina. Fue las ideas que abrazamos a partir de 1860, cuando pusimos en marcha la Constitución de Alberdi del 53 y en 35 años nos convertimos en la primera potencia mundial. Si lo hicimos en el siglo XIX con una situación mucho más adversa en términos tecnológicos y de velocidad del progreso, por qué no lo vamos a hacer ahora. Por eso también, digamos, gran parte de la apuesta es despertar leones, porque no vine a guiar corderos, vine a despertar leones, justamente. Es decir, vine a despertar la fuerza creativa de cada uno, nosotros es lo que vamos a hacer de un futuro un futuro mejor, pero no el Estado que es la máquina de oprimir.
Y, por último, hemos encontrado en el ejercicio de hacer las cosas distintas en política argentina implica necesariamente la recuperación de un valor central para nosotros: el valor de verdad. Nosotros decimos lo que pensamos y hacemos lo que decimos. Es decir, ustedes van a encontrar una perfecta consonancia entre las cosas que dijimos en la campaña y las cosas que estamos haciendo. Nosotros hacíamos campaña y llevábamos una motosierra. Y dije que iba a implicar una motosierra en el gasto público. Heredamos un déficit fiscal de 15 puntos del PBI, 5 en el Tesoro, 10 en el Banco Central. A pesar de todos los pronósticos, que no se podía ajustar más que un punto por año en el Tesoro y que lo del Banco Central se arreglaba solo -con lo cual había algunos genios que además proponían subir la tasa de interés, con lo cual el problema hoy hubiera sido todavía muchísimo más grande -, lo hemos arreglado. A seis meses de haber asumido hemos exterminado el déficit fiscal consolidado; terminamos con el del tesoro y terminamos con el cuasifiscal que genera el Banco Central; hemos hecho el ajuste más grande en la historia de la humanidad. Y decían que es imposible.
Nada es imposible, hay que tener la convicción para hacerlo.
Es más, cuando la mayoría especula, cuando la mayoría se acostumbró a la mentira, cuando la mayoría elige la especulación sobre la verdad, cuando la mayoría hace la vista gorda ante cosas que están mal. Lo dije en el discurso en el Congreso Judío Latinoamericano, lo repito ahora: cuando los que están del lado del bien no se manifiestan en favor del bien, trabajan para el mal. Los que se mantienen neutrales trabajan para el mal; se está del lado de la verdad o el lado de la mentira; se está del lado de la paz o se está del lado de la guerra; se está del lado de la libertad o se está del lado de la esclavitud; no hay medias tintas. No hay medias tintas. Y mantener posiciones neutrales lo único que favorece es a los delincuentes. Por lo tanto, con los delincuentes hasta el hueso. Por lo tanto, cuando uno hace este planteo, y cuando eso ocurre de manera sistemática, generalizado a lo largo y a lo ancho de todo el espectro político, el acto de decir la verdad, aunque sea incómodo, se convierte en un acto innovador. Esto es cierto para la política argentina, pero creo que también es cierto para la actitud que buena parte del mundo libre ha tomado ante el conflicto en Israel. Nuestra posición es clara y la repetimos siempre que podemos. Nosotros hemos decidido la verdad, aunque sea incómoda; hacer lo correcto, aunque no convenga. Queremos que ese sea uno de nuestros máximos legados.
Para cerrar quiero volver a agradecerle a ILAN el reconocimiento y la posibilidad de compartir este momento con ustedes y dejarles un mensaje de esperanza. Todos los hombres tenemos un hilo que nos conecta con lo divino y con lo eterno. La innovación es una de las instancias de esa conexión, es un canal que nos conecta con las fuerzas del cielo, porque nos hace trascender los límites de lo que parece humanamente posible, o sea, nos permite hacer posible lo imposible. Por eso, emprender este camino innovador arribará a posibilidades aún insospechadas para la Argentina. Después de todo, somos ricos en recursos y en capital humano, solamente hemos estado insistiendo con fórmulas equivocadas por mucho tiempo. Estoy seguro de que en ese recorrido la amistad y colaboración de nuestra Nación con el estado de Israel traerá beneficios mutuos en distintos ámbitos.
Espero que el lanzamiento de ILAN en Argentina ayude a promover las relaciones entre nuestras dos naciones y nos permita continuar estrechando un vínculo que no solo es importante para mí en términos personales, sino para todos los argentinos que hemos decidido apoyar las ideas de la libertad. Sepan que siempre encontrarán un férreo amigo en la Argentina. Muchas gracias y ¡Viva la libertad, carajo!