Palabras del presidente de la Nación, Alberto Fernández, en el acto de reparación de legajos a víctimas del terrorismo de Estado.
Buenos días a todos, a todas; es exactamente como acaba de decirlo Daniel, son esos momentos contradictorios donde uno siente alegría y siente pesar. Siente alegría porque finalmente el CONICET cumple 65 años, el CONICET es muy importante para el desarrollo argentino.
Yo he participado en estos cuatro años en un montón de cumbres internacionales, en ninguna cumbre estuvo ausente el tema de la ciencia y la tecnología, en ninguna; en ninguna cumbre estuvo ausente el tema del conocimiento; ¿y saben por qué es eso? porque el mundo sabe que el futuro de la humanidad depende del desarrollo científico y tecnológico; lo sabe, claro que lo sabe.
Y a mi me parece asombroso que estemos discutiendo estas cosas en Argentina, me parece asombroso; porque el argumento que se da por el cual nosotros no debemos desarrollar la ciencia y la tecnología es que hay otros en el mundo que están preparados para eso, más preparados que nosotros; por favor, cinco Premios Nobeles salidos de la Universidad púbica Argentina. Si alguien duda de la ciencia y la tecnología argentina vayan al INVAP; yo he visto cómo están reparando Atucha II y vi cómo están poniendo en Lima el prototipo de una nueva central de energía nuclear para la zona, totalmente, íntegramente desarrollado por el INVAP; ¿Quieren conocer la calidad de nuestros científicos? Vayan a nuestras universidades, vayan a ver el Balseiro; ¿quieren saber qué son capaces de hacer nuestros científicos? Vean lo que hicieron en la pandemia; vean que estamos terminando en este momento de construir nuestra propia vacuna contra el COVID; ¿y quiénes lo hicieron? Nuestros científicos. Reconocidos aquí y en todo el mundo.
Ahora, finalmente la ciencia, ¿Qué es lo que busca? Mejorar las condiciones de vida de la gente y eso es lo que debería importarnos a todos los que hacemos política; y cuando alguien dice: la mejora de la vida de la gente voy a importarla, voy a dejarla en manos privadas, lo que le está diciendo al mundo es que no le importa mejorar la vida de la gente, eso está diciendo.
A mí me preocupa muchísimo que en el siglo XXI tengamos un momento electoral de la Argentina donde estemos discutiendo si la ciencia y la tecnología son importantes para el desarrollo nacional; me parece tremendo, tremendo; claro, cuando después escucho que niegan la atrocidad de la dictadura, que vuelven a instalar la teoría de los dos demonios, que defienden lo indefendible de la mayor tragedia argentina digo: bueno, claro, por eso piensan así; pero eso no los justifica, eso solo los hace más atroces, solo los hace más atroces.
Nosotros hoy aquí merced a un trabajo hecho por el CONICET y de la Comisión de la Memoria estamos reivindicando hombre y mujeres o fueron cesanteados, o fueron perseguidos, o fueron desaparecidos de la faz de la tierra por el solo hecho de pensar; porque es este el verdadero problema; ¿saben por qué son peligrosos los científicos? Porque piensan; y para un fascista nada es más peligroso que pensar, el pensamiento del otro los vuelve peligrosos; por eso no los quieren, por eso les tienen miedos, por eso cierran las universidades, por eso dicen que la escuela pública es para adoctrinar gente; de esa educación pública salieron los millones de argentinos que piensan de manera diferentes, ¿Qué adoctrinamiento hicimos?
Yo los he visto a ustedes reaccionar frente a las barrabasadas que dice un candidato y los he visto reaccionar también a ustedes frente a otra candidata, que por más que no lo dice, cuando estuvo en el Gobierno lo hizo; que es postergar el desarrollo científico y tecnológico en la Argentina; y los he visto reaccionar y esa reacción, como decía “Taty”, debería ser una reacción colectiva de toda la sociedad argentina, porque lo que estamos defendiendo son mejores condiciones de vida de los argentinos; porque cuando tenemos la vacuna contra el COVID, se lo dice alguien que lo vivió, la Argentina va a dejar de andar penando por el mundo a ver quién le vende una vacuna para sus ciudadanos, y sabe que va a tener que ir a la Universidad de San Martín a buscar sus vacunas.
Es muy importante que entendamos de lo que estamos hablando, es muy importante que entendamos que es maravilloso que hagamos satélites; pero algunos dirán: ¿y eso? miren, los satélites nos permiten conocer cómo va ser el desarrollo climático en un mundo, que en términos climáticos está en una crisis profunda; un día vivimos una sequía enorme y otro día padecemos una inundación imparable. Y los satélites georreferenciales nos ayudan a prevenir todo eso, y si los hacemos nosotros nos hacemos dueños de esa información, y si necesitamos comunicarnos satelitalmente y tenemos satélites de comunicaciones, nuestras posibilidades de comunicarnos con el mundo son mejores; ¿y quién es el dueño de esa información? Nosotros, nosotros; podemos comprarla, es cierto; pero no somos dueños de lo que necesitamos, dependemos de otro y cuando uno depende del otro tiene mucho menos soberanía.
Yo podría seguir dando ejemplos de lo importante que es el desarrollo científico y tecnológico en la Argentina, y los cansaría, los aburriría. Pero piensen ustedes que estamos discutiendo el hambre en el mundo, vengo del G20, tema central lo que llaman “la crisis alimentaria”. La crisis alimentaria no es otra cosa que…, no es un problema de oferta de alimentos, es un problema de acceso a los alimentos, que muchos no pueden comprar los alimentos y los alimentos se encarecen por diferentes motivos; es cierto que la guerra no deja salir de Ucrania los granos que África necesita, eso es cierto; pero yo les planteaba: miren, en mí país científicos argentinos han desarrollado el trigo transgénico; que sería una maravillosa solución para África, que ya no dependería más del trigo de Ucrania y podría desarrollar su propio trigo, y en condición de estrés de agua podrían seguir teniendo trigo; y me miraban asombrados; y yo les decía esto ya lo probó China, ya lo probó Australia, lo probó Brasil; ¿Por qué no lo hacemos en África? Y le damos a África la soberanía alimentaria que África merece; porque ahora resulta que África entra al G20 y yo lo aplaudo, lo voté con las dos manos; pero después de siglos de que Europa explotó a África del peor modo, se llevó toda su riqueza; ¿y ahora saben por qué se acuerdan de África? Porque no tiene el gas ruso y ahí aceptan a África, ¿cuánto tiempo más se iba a vivir con tanta injusticia?
Ahora, la ciencia también sirve para promover la solidaridad mundial; ese trigo transgénico puede ser el comienzo de la solución en África o de parte de la solución, y eso lo hicieron científicos argentinos; cuando en el año 2019 fui a Bioceres, Rosario, donde trabaja el CONICET en unión con una empresa privada; me mostraron el trigo transgénico y yo quedé asombrado, y dije: “esto que es”; no esto ya lo tenemos desarrollado hace más de dos años; ¿Y quién lo desarrolló? El CONICET y nosotros, me decían empresarios. ¿Y esto ya se está vendiendo? “No, no, no, sembramos todos los años 500 hectáreas, pero no las vendemos”, me decían. ¿Por qué? “Porque el Gobierno no lo aprueba”, apuntaban. ¿Y por qué no lo aprueba? Tal vez estaba esperando que Monsanto encuentre el trigo transgénico y que no sea el Estado Nacional, el que haya tenido la capacidad de hacerlo y cobrar los derechos, eventuales, de regalías por esas semillas que descubrió. Ese maltrato a lo público es lo que resulta inadmisible, ese maltrato a la inteligencia pública es lo que resulta inaguantable, ese maltrato al ser humano, que necesita de ese trigo, es lo que resulta intolerable.
Así que a los que niegan la dictadura, a los que niegan los desaparecidos, a los que niegan las muertes, los suicidios, las torturas y que también niegan a la ciencia porque le tienen miedo al pensamiento, debemos oponerles todas las razones y muchas más, que acá acabo de mencionar para no dejarlos pasar.
La Argentina – este año – cumple orgullosamente 40 años de democracia, nos costó mucho y no nos salió todo lo bien que queríamos. Eso es cierto, pero en muchas cosas avanzamos… avanzamos en materia de ciencia y tecnología y mucho avanzamos, pero avanzamos en tiempos, en que gobernamos los que realmente creíamos, en nuestros científicos, en nuestros tecnólogos, en los que creíamos en la educación pública, en el conocimiento. ¿Y nos quedamos cuándo? Cuando otros creían que estar en la educación pública era simplemente como caer en un pozo; cuando otros creían que había que cerrar universidades, porque los hijos de los trabajadores no llegan a las universidades. Y con esa mirada elitista postergaron todo. Nuestro deber es hacer que esto no termine acá; nuestro deber es que florezcan mil ideas, en la cabeza de nuestros científicos; nuestro deber es tratar a nuestros científicos y a nuestros docentes como se merecen. Porque muchas veces la sociedad les reconoce a ustedes una vocación enorme, que la tienen, y piensan que con esa vocación les basta para ser felices. Además de tener la vocación, el Estado debe reconocer el trabajo de ustedes y eso se reconoce con salarios dignos, simplemente. Y es lo que tratamos de hacer, en este tiempo, con Daniel y con Ana, donde pudimos recuperar… fíjense lo qué logramos, en cuatro años espantosos, de la humanidad. Logramos recuperar que vuelvan a ganar lo que ganaban, en el 2015. Eso, en términos reales, no en términos nominales, en términos reales, eso logramos. Fíjense todo lo que queda por hacer.
El CONICET tiene por detrás una historia tremenda y tiene por delante un desafío enorme, donde no debe permitirse nunca más, que alguien sea avasallado por el hecho de pensar, que alguien sea avasallado por el hecho de investigar. Eso no debe permitirse nunca más, en la Argentina.
Me voy a tomar una licencia, en estás últimas palabras, porque son un momento muy alegre para mí, pero alguien se acercó y me dio una espantosa noticia. Lo conocí cuando estaba en el colegio secundario y yo militaba en la UES, él era uno de los dirigentes de la JUP, desde entonces nos une una amistad, estuvimos juntos, colaboramos con la Revista Unidos, fuimos muy amigos y en los años de la dictadura se refugió en su condición de abogado laboralista; en la democracia volvió y fue un magnífico periodista, honesto, decente. Me criticó muchas veces y nunca me privó de su amistad. Se acaba de morir Mario Wainfeld y por él pido un enorme aplauso. (APLAUSO). Y gracias a todos y todas. (APLAUSOS)