Palabras del presidente de la Nación, Alberto Fernández, en la Cumbre de Jefes y Jefas de Estado y de Gobierno del G77 + China, en el Palacio Convenciones de La Habana, Cuba
Muy buenos días a todos y todas. Muchas gracias querido presidente, Díaz-Canel, por recibirme en tu patria, en esta hermosa Cuba, en esta Isla que tanto queremos. Gracias a todos ustedes por estar participando de este encuentro.
Mis primeras palabras son de gratitud a Cuba por esta brillante organización y por la solidaridad con la que siempre nos recibe. Cuba es un pueblo hermano de la Argentina a la que particularmente queremos.
Quiero también expresar mi agradecimiento a todos y cada uno de los países que componen el G77+ China porque siempre han acompañado a la República Argentina en su reclamo de soberanía sobre las Islas Malvinas. Ustedes saben que llevamos muchos años demandando al Reino Unido que vuelva a sentarse en una mesa de negociación que nos permita resolver dentro de la lógica del multilateralismo los problemas que tenemos, que no son otros que ver quebrada nuestra soberanía territorial por la ocupación indebida de tierras argentinas. A todos los que nos han acompañado y nos acompañan en ese reclamo, vaya mi gratitud.
Decía recién el presidente de República Dominicana, que estos no son tiempos de cambios, son cambios de época, y creo que es una gran definición para poder entender lo que nos está pasando. El mundo ya no es el mundo que nosotros conocimos, no es el mundo que fue concebido allá; en los consensos de Washington se manejaba la globalización como una gran aldea, una mirada casi naif del mundo, donde todos nosotros podíamos disfrutar del encuentro de las naciones. La globalización poco a poco fue fracasando, y si uno mira hoy el presente se da cuenta que estamos viviendo un cambio de época –como bien decía el presidente Abinader- un cambio de época que muestra una hegemonía que se ha perdido. Ya le hegemonía estadounidense no es lo que fue; demuestra también una Europa en crisis, que empezó su crisis con el BREXIT, y sigue su crisis con la guerra de Rusia y Ucrania, con la invasión de Rusia sobre el territorio ucraniano; ve también la aparición de dos potencias enormes, como China y como India, que cambian diametralmente el comercio internacional. En ese esquema asoma los BRICS, un nuevo grupo de naciones que representan el 44 % de la humanidad y el 36 % del PBI; un grupo de naciones que son más que el G7, es el grupo que nació después de la segunda Guerra Mundial para unir a los países industrializados, a las potencias del Norte.
Ahora, ese mundo ¿por qué está cambiando? Porque vivió un momento culminante que fue un momento de la pandemia y la pandemia dejó al descubierto la desigualdad que impera en el mundo. Fue el momento ese, cuando vimos que el 90 % de las vacunas que se producía quedaban en manos de 10 países poderosos del mundo, y que el 90 % de la humanidad recorría el mundo en busca de vacunas. Fue el momento donde vimos que los grandes laboratorios nos imponían a los países condiciones desmedidas para poder acceder a las vacunas. Algunos países no las aceptamos y las discutimos hasta último momento. Fue ese mismo momento, el de la pandemia, el que dejó al descubierto que hay 11 fortunas en el mundo que tienen tanto dinero como el 40 % de la humanidad. Semejante desigualdad nos obliga a repensar el mundo; y allí el Sur, el G77+China tiene mucho por decir.
Vengo del G20, en el G20 aprobamos algo de estricta justicia, que la Unión Africana sea parte del G20. ¿Y por qué digo que es de estricta justicia? Porque África ha sido con el correr de los años un continente saqueado en sus riquezas por Europa y las potencias del mundo, y esto no es más que un acto de reparación – tal vez tardío- pero un acto de reparación; y es un acto que garantiza que ese saqueo no siga sobre África. Es necesario que la voz africana resuene en el G20. Y allí en el G20 también pedí que el año entrante, cuando Brasil presida el G20, la CELAC se incorpore al G20. ¿Y por qué lo pedí? Porque no es posible que el Caribe, que es la región que más padece el cambio climático – “la crisis climática”, como bien dijo Mia Mottley hace un rato- no es posible que allí la voz del Caribe no esté representada. Es imperioso que el Caribe sea oído, porque es quién más padece ese cambio climático, porque los ciclones, los tifones, las tormentas, el ascenso de las aguas de los mares, a quienes más lastiman es a los países del Caribe.
En ese desencuentro, en este dolor que la crisis climática nos genera y que todos padecemos, vengo de un país que acaba de soportar la peor sequía, en cien años, que nos ha privado de exportaciones, que representan 3 Puntos de su Producto Bruto Interno; cuando hablo de todo esto y hablo de tanto malestar mi solidaridad con el pueblo de Marruecos, mi solidaridad con el pueblo de Libia, que acaba de sufrir una catástrofe tremenda.
Ahora bien, para que esta situación se altere, cambie lo primero que hay que hacer es cambiar el sistema financiero internacional, que – definitivamente – sigue trabajando y operando con las mismas lógicas de siempre. Una vez más, uno ve al Banco Mundial, al Fondo Monetario Internacional aplicando las lógicas ortodoxas, que nos llevaron a ese estado de crisis, a ese estado de concentración del ingreso, en unos pocos y una distribución de la pobreza en millones de seres humanos, de este mundo. ¿Cuánto tiempo más vamos a soportar esto? ¿Cuánto tiempo más vamos a seguir sin cambiar esto?
Todo esto que estoy diciendo- quiero aclarar – no lo digo antes quienes yo sé o presumo que piensan y sienten lo mismo que yo; lo dije, en el G20, hace una semana, y lo dije, en el G7, en Munich, hace un año, cuando la guerra recién empezaba. ¿Cuánto tiempo más vamos a soportar que el Fondo Monetario Internacional siga las tasas, que dispone el gobierno norteamericano, a través de su Reserva Federal, y encima aplique tasas de sobrecargo, que padecen países como Ecuador, como Barbados, como Argentina, como Egipto, como Ucrania. Tanto le preocupa Ucrania que le cobra semejante exacción; esto hay que cambiarlo, porque de otro modo el mundo no va a ser el mundo, que nos merecemos.
El mundo sigue teniendo un mundo dominante y un mundo dominado y eso hay que terminarlo de una vez y para siempre. Y nosotros – actores del Sur global – tenemos, en este momento, una enorme herramienta porque en el Sur global está aquello que el mundo central está necesitando. ¿Qué necesita el mundo central? Necesita alimentos; los alimentos que se producen, en América del Sur, por ejemplo y en muchos lugares del hemisferio Sur. ¿Necesitan energía? Las energías están en los países árabes, las energías están, en Argentina, segunda reserva de gas no convencional, del mundo. Necesitan del litio, pues –sépanlo todos – las dos terceras partes del litio, del mundo, se concentran en Bolivia, en Chile y en Argentina. Tenemos una enorme oportunidad de exigir igualdad.
Todo esto ocurre, mientras en ese cambio de época –del que habló Luis – se da también una revolución tecnológica y la revolución tecnológica no puede condenarnos una vez más, porque nosotros somos países que hemos sabido desarrollar la ciencia y la tecnología. Yo vengo de un país, que ha desarrollado la biotecnología, como pocos en el mundo, que ha podido desarrollar una semilla de trigo transgénica, para que el trigo crezca, en lugares donde el agua escasea. Vengo de un país que hace centrales nucleares para dar energía nuclear y vengo de un país que ha desarrollado la energía nuclear, con fines pacíficos para la atención médica del cáncer; vengo de un país que pone satélites en órbita y que está construyendo su propio cohete propulsor para no tener que tirarlo más, en La Florida y poner nuestros satélites en órbita con nuestros propulsores, en nuestro territorio.
Ahora, todo esto que hacemos, en Argentina, si nos pusiéramos de acuerdo en hacerlo todos juntos, ¿no sería más valioso si coordináramos el esfuerzo todos nosotros? ¿No sería más valioso? Está muy claro que vivimos un tiempo, donde la revolución tecnológica es imparable. También les aclaro: vengo del país que más “unicornios” ha creado en América Latina; vengo de un país, donde la economía del conocimiento es el tercer exportador de sus exportaciones. No estoy renegando de las nuevas tecnologías, lo que estoy diciendo es cómo sabemos aprovecharlas en conjunto. Porque las nuevas tecnologías si siguen avanzando así, van a traer un enorme problema al Sur global. Porque las nuevas tecnologías no son las redes o solamente Internet, que tienen dueños, que hacen su propio negocio, que se meten en nuestras vidas como sociedades e influyen sobre nuestras sociedades. Las nuevas tecnologías también desarrollan inteligencia artificial y desarrollan la robótica. Y eso ¿sabe qué significa? Menos trabajo para seres humanos. ¿Cuál es la respuesta, que vamos a tener nosotros preparada para hacer frente a ese nueva realidad? Ese es el debate, que debemos dar. Y no nos debe asustar. ¿Saben por qué? Porque tenemos la capacidad para enfrentarlo.
Estoy en una isla, que se llama Cuba, que hace 60 años, sufre un vergonzoso bloqueo, por parte de los Estados Unidos. Y los Estados Unidos ha influido sobre todo el mundo para castigar, durante 60 años consecutivos, a esta isla, pero en esta isla han desarrollado medicina, han desarrollado ciencia, han desarrollado la vacuna contra el COVID, en absoluta soledad y con mucho esfuerzo. ¿No hay científicos y técnicos, en Cuba? Por supuesto que los hay. ¿No podríamos unir los esfuerzos entre Cuba, la Argentina, Brasil y muchos otros, que desarrollamos ciencia y tecnología para dejar de depender de la ciencia y la tecnología de otros?
En mi país hay candidatos, que me quieren suceder en la presidencia, que dicen que la Argentina no está para producir ciencia y tecnología, que eso debe importarlo la Argentina. Mentiras, debemos producirlo nosotros, debemos hacerlo nosotros. Tenemos los científicos, tenemos los técnicos, tenemos los mismos problemas, sabemos lo que debemos atacar. Si somos conscientes de todo esto, todo va a ser más fácil.
La Argentina tiene el privilegio de tener 5 Premios Nobel, en su historia. Esos cinco Premios Nobel han sido hijos de la educación pública. Todos han salido de universidades públicas. Si de algo estamos orgullosos los argentinos es de la educación gratuita, de la universidad gratuita y pública, como la tiene Cuba.
Bernardo Houssay, uno de los Premios Nobel, que tuvo la Argentina, repetía que el desarrollo científico de Latinoamérica era tan importante como el desarrollo científico, de la Argentina, porque finalmente América Latina progresaba y se desarrollaba. Bueno, la Argentina se desarrollaba a la par de este continente y decía algo más: “cuando nos quieren hacer creer que nosotros no estamos en condiciones de invertir en ciencia, lo verdaderamente caro no es la ciencia, lo caro es la ignorancia, lo caro es la falta de educación, lo caro es la falta de desarrollo científico, lo caro es la falta de tecnología”. Eso es lo que nos sale caro.
Yo creo que todo lo que estoy diciendo podemos hacerlo y creo que como este es un cambio de época tenemos que hacernos dueño de nuestro futuro, poder manejar este presente y cambiar el futuro para que nos sirva a nosotros. Somos muchos representantes, en las Naciones Unidas ¿qué pasa si todos unimos nuestros votos, pactando los cambios, que las Naciones Unidas reclaman, porque sus organizaciones han quedado atrás? Estamos ante una Organización Mundial de Comercio que ve cómo los alimentos se han convertido en commodities y empiezan a ser objeto de especulación y utilización financiera y nada hace, mientras la FAO me anuncia que va a haber una hambruna de 400 millones de seres humanos. Ese es el mundo, cómo funciona ese mundo.
Yo siempre recuerdo a un político de la Argentina a quien quise mucho y con quien milité, en mi juventud, que se llamaba Antonio Cafiero, que tenía una frase que yo siempre hice propia. La verdad que todo esto que estoy diciendo muchos de ustedes pueden sentir que es una utopía y la utopía parece siempre algo irrealizable, algo que está en nuestro ánimo, en nuestra cabeza, pero no se puede realizar. Es un sueño, el sueño de un loco; pero Antonio decía que “cuando uno sueña solo, solo sueña, pero cuando uno sueña con otros puede cambiar al mundo”. ¿Qué pasa si soñamos todos juntos en cambiar esta realidad? ¿Qué pasa si el Sur una vez que doblega, se levanta y dice: “basta de tanta injusticia”? ¿Por qué no va a poder cambiar esta realidad, si lo hacemos todos?
Las palabras, que acabo de decir de Antonio – y con esto termino – me recuerdan algunas palabras de Fidel Castro, y estoy en su tierra. Dijo Fidel: “Cuando hubo que construir caminos sobre el mar, piedra sobre piedra” Fidel eligió a hombres del pueblo para llevar adelante tamaña empresa. “Las grandes obras – dijo Fidel – las diseñan los ingenieros, pero las llevan adelante los soñadores”. Como decía Antonio, como decía Fidel, necesitamos muchos soñadores, hoy, persiguiendo el sueño de un mundo más justo y más igualitario.
Muchas gracias. (APLAUSOS)