Mensaje del presidente de la Nación, Alberto Fernández, sobre los sucesos del 11 de septiembre de 1973, a 50 años del Golpe de Estado en Chile
PRESIDENTE.- Aun recuerdo perfectamente aquel 11 de septiembre de 1973, porque la Argentina se conmovió como se conmovió todo el mundo, pero tal vez allí, donde éramos todos parte de una generación que emergía, en una novel democracia, después de años de dictadura, habíamos visto, que más allá de la cordillera se había instalado un gobierno popular, que por primera vez estaba revisando las lógicas conservadoras de una sociedad, como suele pasar en nuestro continente, se siente dueña de su país. Eran los días de Salvador Allende, y todos mirábamos a Salvador Allende como un ejemplo en una democracia, que estaba produciendo una revolución, en la sociedad chilena.
Y aquel, 11 de septiembre, todo se volvió oscuro, pues no sabíamos quién era Pinochet, pero sí sabíamos, que podía venir, en Chile, porque Pinochet, tomaba el poder y Allende anunciaba – por radio – que, aunque su tranquilidad, esa voz, que por radio transmitía, podía dejar de escucharse, iba a seguir escuchándose, a través de los años; ese día también se murió Salvador Allende y la tragedia empezó en Chile.
Más de 40.000 personas fueron perseguidas, torturadas, asesinadas, exiliadas, tuvieron que escapar de Chile; más de 1000 chileno, aún están desaparecidos. El régimen totalitario, autoritario de Pinochet, acabó con muchos, con la vida y la tranquilidad de los chilenos, y sirvió para que toda América Latina viera en él a un cruel dictador que definitivamente le hizo mucho daño a la democracia chilena. Aún, hoy, en Chile, perduran voces que defienden y recuerdan aquel día, como un día de recuperación de Chile. Son voces que – definitivamente no valoran la democracia, que lo único que valoran es seguir sintiéndose dueños de su Patria.
Me hubiera gustado mucho poder estar acompañándolos, para mí no es un día más. Fue por eso, que la semana pasada, le quité las tres condecoraciones, que galardonaron al dictador chileno y ya no va a poder invocar más en su currículum, ni él ni sus herederos, que la Argentina lo consideró digno de la Orden de Mayo y la Orden del Libertador General San Martín.
Ahora estamos en otro tiempo, donde afloran los discursos del odio, donde vuelve a aflorar la mirada antidemocrática, que gira en la Argentina, en todo el continente y en todo el mundo. Es un tiempo que vivimos para preservar los mejores valores de la democracia. Quisiera estar allí, por Salvador Allende, por la democracia, por la libertad, por los derechos humanos, violados por Pinochet. Lamentablemente no llego, pero estoy con ustedes. ¡Viva Chile!