Palabras del presidente de la Nación, Alberto Fernández, en la Sesión Plenaria de la 18 Cumbre de Jefes y Jefas de Estado y de Gobierno del G20
Muchas gracias señor Presidente: agradezco a los queridos amigos de la India por la organización de este evento y la recepción, que nos han brindado. También celebro la incorporación, a este G20, de la Unión Africana; es un acto profundamente justo, que permite conocer y atender las necesidades de ese maravilloso continente.
Aspiro, a que en el futuro, se pueda sumar a este foro a la comunidad de estados de Latinoamérica y el Caribe, que sobrelleva problemas similares, a los que afronta África.
El Sur global existe, muchos de los países, que lo conforman padecen economías endeudadas que acaban perjudicadas por los condicionamientos impuestos por el sistema financiero internacional, que tantas veces criticamos.
Argentina viene de padecer la peor sequía, de los últimos cien años; sufrimos una caída de las exportaciones, equivalente a 3 puntos de nuestro Producto Bruto Interno (PBI); el cambio climático alteró todos nuestros planes y el Fondo Monetario Internacional – del que somos deudores – se aferró a sus dogmas y se mostró incapaz de innovar con nuevas soluciones para enfrentar la catástrofe. Este tipo de desastres se observan, hoy, en todo el mundo; declamar la crisis no acabará resolviéndola. Reclamamos – una y otra vez – la necesidad de financiar la solución climática. La mayor parte de los países, del Sur global somos acreedores ambientales, pues no fuimos los causantes de semejante trastorno climático; aún así en todo este tiempo en el que pusimos oxígeno, donde otros contaminaban nadie reconoció nuestro aporte.
Este es el cuarto G20, del que participo, en este tiempo hemos tenido miradas comunes, frente a los problemas que enfrentamos, pero no hemos sido capaces de resolverlos; pareciera que calmamos nuestras conciencias con palabras, mientras seguimos caminando por las cornisas.
Los que estamos, aquí, lideramos un número importante de naciones; aquí están las economías más desarrolladas del planeta. Yo los exhorta a trabajar con más firmeza para poder consolidar un mundo más justo, en un ambiente más sano. Hemos pasado una pandemia que se llevó consigo, cerca de 15 millones de vida; todo indica que la injusticia social, que quedó expuesta, cuando la pandemia asomó no nos ha conmovido lo suficiente como para revelarnos ante tamaña desigualdad. Tras la pérdida de tantas vidas la violencia se ha desatado, en Europa y una guerra se prolonga. Tampoco parece importar cuántas vidas más terminarán en esa guerra. Ante ese cuadro nos preocupa el hambre y la seguridad alimentaria.
La seguridad alimentaria está en crisis porque millones de personas no acceden a los alimentos y eso sucede – en gran medida – porque hemos permitido que los derivados financieros contaminen el comercio de productos necesario para la alimentación y los conviertan en un objeto más de la especulación, en los mercados del futuro.
América del Sur puede contribuir a saciar el hambre, que hay en el mundo, pero no podrá hacerlo si interfiere la especulación financiera, o si priman las restricciones, los bloqueos y las barreras comerciales. Los enormes subsidios, que otorgan unos pocos países son distorsivos para el comercio.
La guerra desatada, en Europa, con el avance de Rusia, sobre territorio ucraniano, también profundizó la crisis energética. Argentina está comprometida, en el mundo, en procura de una transición hacia energías renovables. Nos hemos propuesto alcanzar un desarrollo neutral en carbono, en el 2050, para lograrlo necesitamos el auxilio financiero de los países desarrollados, teniendo en cuenta que la equidad y el principio de responsabilidades comunes pero diferenciadas. Además, demandamos a los poderosos que ayuden a remediar los daños, que han provocado.
Espero que, en el futuro, las palabras vayan cediendo espacio a los hechos; es hora de entender que lo que está en juego es la preservación de la vida humana, porque – al fin y el cabo – como alguna vez escribió Bukowski, de lo que estamos hablando no es de la historia de los pueblos; estamos hablando de la vida de los hombres y mujeres, que viven, en este mundo.
Muchas gracias.