Palabras del presidente de la Nación, Alberto Fernández, en el cierre de la Convención Anual de la Cámara Argentina de la Construcción (CAMARCO), en La Rural, predio ferial de Buenos Aires
Muchas gracias a todos y todas por estar aquí, por haberse acercado, en este que va a ser mi último discurso como presidente, aquí en CAMARCO. Con los cual, es un buen momento para la reflexión y para liberarme un poco de las formas del presidente y poder hablarles un poco más libremente sobre lo que tenemos, sobre lo que hicimos, sobre lo que se viene.
Nos han tocado realmente años muy difíciles, no hace falta que se los explique, todos los saben. A alguien le escuchaba decir que Sergio ahora usa la misma muletilla que yo, que tuvimos que soportar la deuda recibida, la pandemia, la guerra, la sequía. La verdad que todo eso pasó y la verdad que todo eso lo vivimos, no es algo que uno esté inventando, no es algo que uno está creando. Lo vivió la humanidad toda, no la Argentina, la humanidad entera vivió eso.
Nosotros vivimos lo que nos dejó el gobierno que nos precedió. Gracias a Dios que no lo vivió todo el mundo porque si no la hecatombe hubiera sido enorme.
Escucho decir también: “Bueno, pobre Alberto, todo lo que le tocó. No pudo hacer lo que debía hacer”. ¿Pero cuánto hicimos en medio de todo eso? Porque esa reflexión debemos hacerla, porque cuando nosotros llegamos al gobierno nos encontramos con esa deuda con el Fondo, y nosotros le exigimos al Fondo que nos deje hacer nuestro programa económico; y nuestro programa económico tenía un motor central que era, precisamente, la obra pública. Algunos dirán que soy keynesiano, qué se yo. Estoy convencido que la obra pública es lo que más motoriza la economía de un país.
Cuando discutimos con el Fondo, le dijimos: “Quiero una garantía, que el 2 por ciento del PBI podamos usarlo en obra pública”, y el Fondo pataleaba, no le gustaba la idea. De hecho, a quienes nos precedieron, les dijeron que podían invertir en obra pública el 0,4 por ciento del PBI y ellos lo aceptaron gustosos, nosotros no. Y lo cierto es que han pasado cuatro años, donde nos pasó todo lo que nos pasó y, ¿Qué ocurrió? Ocurrió que pusimos en marcha y estamos haciendo más de 6.000 obras en toda la Argentina, con una inversión que es más o menos del 1.8 del PBI anual promedio; Ocurrió que 3.600 obras -¿No Kato?- Ya están terminadas; ocurrió que pese a todo lo que nos pasó, nada nos detuvo, que pese a todo lo que tuvimos que enfrentar, le pusimos el pecho y seguimos trabajando.
Llegamos al gobierno con 220.000 trabajadores. ¿Miento Gerardo? 450.000 tienen hoy o 480.000, estamos discutiendo el número real, pero lo cierto es que más del doble de lo que recibimos.
Nos tocaron tiempos difíciles, pero no dejamos de hacer. Hicimos obras públicas porque creímos que todo el país las necesitaba. No hay un solo municipio de la Argentina que no haya recibido una obra pública, no hay un solo municipio. Si lo hay, quiero que venga acá, se paré ahí y me llame mentiroso. Y a ninguno le preguntamos de qué partido político era, cómo pensaba, si nos iba a votar las leyes o iba a dejar de votarlas. Eso fue lo que hicimos. Y lo hicimos por convicción, porque creemos que esa es la política que debe promover un Estado.
Escuchaba recién al presidente en sus palabras, y en ese plan para los próximos 10 años. Mire presidente, si en los próximos 10 años ustedes están preocupados porque haya más hospitales en la Argentina, hable con nosotros porque los que hacemos hospitales en la Argentina somos nosotros; los otros lo que hacen es decir que los hospitales sobran y que no tienen médicos. Los que tuvimos que montar treinta y pico de hospitales modulares en tiempo récord, en medio de la pandemia, fuimos nosotros, presidente, no tenga duda. El que días atrás fue a Formosa a inaugurar el edificio de un Centro de Atención de Medicina Nuclear, fue este gobierno porque nosotros creemos en la Salud pública, y nosotros creemos que la salud pública exige que los hospitales funcionen y no confiamos en que los hospitales queden en manos privadas, bienvenidos sean si lo hacen, claro que sí; pero nosotros sentimos que tenemos la obligación de hacerlo y no dudamos, lo hacemos. Y si en ese plan que están haciendo quieren que se hagan escuelas, no duden más, hablen con nosotros, porque los que construyen Centros de Atención Infantil, jardines de infantes, escuelas y universidades, somos nosotros y sé porque lo estoy diciendo.
Ahí tengo un ministro extraordinario, que es un orgullo para mí, que haya sido mi compañero ministro en estos cuatro años, se llama Gabriel Katopodis, es un orgullo para toda la Argentina. Llevó adelante un plan de obras públicas como la Argentina no había vivido antes. Lo hizo con un nivel de transparencia que nadie le puede poner una sola mácula a su gestión. Si Ramón Carrillo fue recordado por lo que hizo en la salud argentina, Gabriel Katopodis, debe ser recordado en la Argentina por lo que hizo en la obra pública en la Argentina. (APLAUSOS)
Ahora, ¿Qué fue lo que pasó? Pasó que… no me voy a poner a contar las escuelas ni los cerca de 300 Centros Atención Infantil, ¿cuántos jardines de infantes?: no me acuerdo, no me acuerdo de cuántas escuelas. Me acuerdo la escuela del centenario que la pusimos nueva en Santiago del Estero, pero parémonos un minuto en las universidades. ¿Cuántas intervenciones edilicias? ¿Cuántas universidades construimos en este período? Les digo el número: 167. Yo inauguré, cuando estuve en la Antártida, hice escala en Ushuaia y, allí inauguré el edificio de Tierra del Fuego; Y también inauguré el edificio de la Facultad de Farmacia y Bioquímica de la Universidad de Misiones; y también inauguramos dos edificios en San Luis, en Merlo y en Mercedes, creo que fue en Villa Mercedes; Y también en la Universidad de San Martín, inauguramos un formidable edificio, que en los cuatro años que me precedieron quedó paralizado porque el Estado había decidido no invertir en universidades. Claro, eran tiempos en los que se creía que los hijos de los que trabajan no iban a las universidades, entonces para qué vamos a hacer universidades en el conurbano.
Ahora, en ese edificio de la Universidad de San Martín que inauguramos con Kato, ¿Saben quienes trabajan? Los científicos que están terminando la vacuna del COVID argentina. Trabajo de científicos universitarios de la Universidad de San Martín, del Conicet y de una empresa privada, todos asociados para producir en Argentina la vacuna contra el COVID; que es una vacuna- sépanlo- que vamos a tener que darnos todos los años como nos damos la vacuna contra la gripe; pero lo que no nos va a volver a pasar es que vamos a andar mendigando por el mundo la vacuna, porque la vamos a hacer acá. Así como ocurrió en Tierra del Fuego, en Misiones, en San Martín, en Florencio Varela, en la Universidad Arturo Jauretche, 167 intervenciones edilicias hicimos en todas las universidades del país. Quien me precedió hizo una, entonces si les preocupa quién construye las escuelas y quién construye las universidades, no discuta más, hablen con nosotros.
Dentro de todo esto nos preocupa también la logística, claro nos preocupa el transporte, claro que nos preocupa. Y por eso hicimos miles y miles de autovías que conectan, a la República Argentina, que favorecen que la producción argentina se movilice hacia los puertos del Paraná, o hacia los puertos del Río de La Plata. Todo eso se hizo con criterio federal, todo eso se hizo con criterio federal. La misma hidrovía terminó la concesión y la tomó el Estado; en el primer año el Estado ganó 38 millones de dólares, administrando la hidrovía y tenemos que darle mucha potencia a esa hidrovía porque por ella se abaratan los costos, se abaratan los fletes, y viene toda la producción, del norte del país. Todo eso es lo que hicimos. ¿Paro ahí? Si les preocupa la construcción de casas no hable con los que crearon el crédito UVA, hable con nosotros, que llevamos 105.000 casas terminadas y entregadas a familias argentinas y hay 140.000 construyéndose y hay 70 mil créditos dados a familias, para que construyan sus casas.
Digo todas estas cosas porque – en verdad – no todos somos lo mismo, en política no todo es lo mismo, estamos los que creemos en que el Estado no es un espectador de la realidad, sino que está llamado a motorizar las fuerzas necesarias para que se mueva, para que crezca, para que todo crezca y para que la distribución sea correcta.
Hay 450 mil empleados, o 480 mil, no sé, en la actividad de la construcción, pero en el ANSES se registran más de 1.100.000 personas que han ingresado al trabajo. Perón decía que gobernar es crear trabajo, creamos trabajo nosotros y creamos mucho.
Tenemos, en este momento, una tasa de desocupación, del orden del 6 por ciento, es de las más bajas de la historia. Y ahí lo veía a Daniel Funes de Rioja, ahí está, y él no me va a dejar mentir, así la capacidad instalada, en este momento, es superior al 69 por ciento, es la más alta en décadas y la industria sigue creciendo, con todos los problemas que tenemos, Daniel, porque nos faltan dólares para importar insumos y la industria sigue creciendo y la industria sigue dando trabajo. Si quieren averiguar quién se preocupa por la industria argentina, hablen también con nosotros, no pierdan el tiempo. Porque, en otros lados, lo que van a escuchar son cosas raras; Gerardo vos que sos trabajador te van a decir que hay que terminar con las vacaciones pagas y te van a decir que lo mejor es que las indemnizaciones por despidos desaparezcan. ¿Qué es lo que nos proponen? Retroceder en los derechos, que los argentinos tenemos. La mejor sociedad que hicimos fue la que otorgó derechos a los argentinos y la mejor propuesta, que nos hacen, es sacarles derechos a los argentinos.
Un día, Ángela Merkel me preguntó porque yo le conté, un poco, cómo es la educación pública, yo soy un peronista hecho y derecho, orgulloso, tengo orgullo por mucha gente que no piensa como yo, porque no pensó como yo. Yo la verdad tengo orgullo por Sarmiento, quien fue un hombre enorme, inmenso que, con Alberdi avanzó, propugnó e impulsó la educación pública. ¿Y qué fue lo primero que nos diferenció como país, en América Latina? Esa educación pública, después creamos las universidades. Esos que reniegan de para qué queremos universidades, en todo el país, yo me permito recordarles una anécdota personal. Soy, además, un hijo de la Universidad de Buenos Aires, soy alumno, soy profesor de la Universidad, amo a mi universidad, todo se lo debo a mi universidad. Así, cuando la universidad cumplió 200 años, en el 2020, se hizo un acto muy lindo, en medio de la pandemia, y yo tuve que dar el discurso central, pero antes de dar ese discurso me regalaron la resolución por la que, en la Ciudad de Buenos Aires, se creó la Universidad de Buenos Aires y hay que leer los fundamentos. ¿Saben por qué se creó la Universidad de Buenos Aires? Porque las familias criollas no podían seguir sufragando el costo de la educación de sus hijos, que tenían que ir a estudiar a Córdoba, Chuquisaca o a Europa. ¿Qué enseñanza nos deja esas consideraciones? Que la universidad tiene que ir a la gente, no esperar a que la gente vaya a la universidad. Porque cuando uno acerca la universidad a los chicos, los chicos estudian. Vayan y miren las universidades del Gran Buenos Aires, que están repletas, con decenas de miles de alumnos. El 85 o 90 por ciento de ellos son primera generación de universitarios de familias trabajadoras.
Y esto que pasa en el Gran Buenos Aires, vayan a verlo a Villa María, en Córdoba, vayan a verlo en la Universidad de Catamarca, vayan a verlo en la Universidad de Tucumán. Hicimos la educación pública, hicimos la educación universitaria y después tuvimos un hito, del que no fuimos protagonistas los peronistas, debo reconocer, porque no existía el peronismo, que fue la reforma universitaria. En la reforma universitaria hicimos algo magistral, garantizamos la libertad de pensamiento, con la libertad de cátedra y generamos el gobierno tripartito, en las universidades. Gobiernan los docentes, los alumnos y los graduados. Y esa universidad nos diferenció, en el mundo y no sólo la de Buenos Aires, también la de La Plata, la de Santa Fe, la de Córdoba, grandes universidades que la Argentina tiene, grandes universidades. Y después, Perón, primero creó la Universidad de los trabajadores, que es hoy la Universidad Tecnológica, de donde salen los ingenieros que están necesitando para ese plan y además hizo que la educación universitaria sea ciento por ciento gratuita.
Una vez, Merkel – así empecé toda esta historia – terminamos una cena y me dijo: “sabe que hay una cosa que no entiendo. Yo hablo con usted y hablo con muchos presidentes, de América Latina y lo que me doy cuenta es que la Argentina tiene una salud pública muy fuerte, tiene una educación pública muy fuerte, que sus trabajadores tienen muchos derechos. La verdad es que ustedes han construido un estado de bienestar, del que Alemania hace mucho tiempo participó y participa, pero no logro entender ¿por qué eso pasa, en Argentina y no pasa en América Latina?” Entonces la miré, y esbocé mi sonrisa, sólo para un lado, y le dije: “sabe qué pasa, Ángela, Perón sólo pasó por la Argentina, eso fue lo que pasó”.
Ahora, nosotros que reconocimos tantos derechos no podemos pensar en una sociedad mejor, que quite derechos porque cuando salimos a construir viviendas lo que estamos haciendo es garantizar el derecho humano a tener un techo. Es eso lo que estamos haciendo. Y cuando desarrollamos un acueducto, que lleva agua potable a ciudadanos argentinos lo que estamos haciendo es garantizar el derecho humano al darle el acceso al agua.
En unos días más, 20 días más, Kato, vamos a ir al Chaco, y vamos a inaugurar un acueducto, de 500 kilómetros, que cruza todo el Chaco, que lleva agua a 450 mil chaqueños y chaqueñas. Esta obra la encontramos parada, nosotros, ¿saben por qué se paró? Porque los recursos que estaban destinados a esa obra se usaron para hacer el Paseo del Bajo, en Puerto Madero. Y cómo son las prioridades, que los que vivimos en Puerto Madero andemos más tranquilos con nuestros autos, o que 450 mil chaqueños y chaqueñas tengan agua. Se dan cuenta que no es todo lo mismo, se dan cuenta que diferente es todo, se dan cuenta lo que nos estamos jugando.
Ustedes me dirán: “bueno, flaco, pero tenemos una inflación muy grande”, sí es verdad, yo recibí el gobierno con el 54 por ciento, no la recibí en cero, eh, y tenemos que resolverla, claro que tenemos que resolverla. Y cuando yo hacía campaña decía que una inflación de esa naturaleza, del 54 por ciento no se iba a resolver rápidamente, que iba a demandar años y va a demandar años. Y los empresarios tienen que hacer su parte, porque muchos empresarios – no sé si de la construcción, específicamente – pero muchos de los que forman precios realmente han tenido ganancias extraordinarias, aprovechando el fenómeno inflacionario. Y esas ganancias no las redistribuyeron con los trabajadores, como debieron haberlo hecho.
Nosotros tenemos por delante un futuro promisorio, porque también es cierto, que el mundo, nos está pidiendo todo lo que tenemos. ¿Qué necesita este mundo de hoy? Necesita alimentos, pues la Argentina los produce; tenemos que dejar de hacer alimentos para los animales para empezar a hacer alimentos para los seres humanos. Y por eso esa Ley de Agroindustria, agrobioindustrial, que desde hace 2 años vengo pidiendo, en el Congreso Nacional, que sancione y lo estoy pidiendo por eso, porque tenemos una oportunidad única para salir adelante. ¿Qué nos está pidiendo el mundo? Gas, como energía de transición y la tenemos, tenemos la segunda reserva de gas no convencional, del mundo; hidrógeno verde piden y tenemos la Patagonia, con un mar adyacente inmenso con los mejores vientos, todo lo necesario para hacer hidrógeno verde. Tenemos, además, litio, y somos la tercera reserva de litio, del mundo. Tenemos todo para aprovechar la oportunidad, lo que no tenemos que hacer es equivocarnos, eso es lo que no tenemos que hacer. Y tenemos que mirar, un poquito para atrás, no hay que mirar tan lejos. Miren cinco años atrás y con eso alcanza. “Nos preocupan las Pymes, presidente”. Sí a mí también me preocupan”. Cuando yo llegué habían cerrado 23.000. Desde que yo llegué creamos 30.000 Pymes, entre las que se reabrieron y las que creamos.
Yo creo en ustedes, en los empresarios. Yo creo que una Argentina sin empresarios no tiene futuro y yo no creo que el Estado esté llamado a reemplazar lo que ustedes deben hacer; lo que creo que el Estado tiene que estar al lado de ustedes para que a ustedes les sea más fácil lo que tienen que hacer. Y hacerlo más fácil no es darle prebendas, es darle condiciones de trabajo para poder proyectar y para poder hacer. Yo sé presidente que las redeterminaciones son un problema en un proceso inflacionario como en el que vivimos, pero lo que usted tiene que llevarse la tranquilidad y todos ustedes tienen que llevarse la tranquilidad de que nosotros sabemos que es un problema que tenemos que resolver y que para eso trabajamos.
Finalmente, todo esto que estoy diciendo de que podemos construir esa Argentina. Alguno dirá: “Este tipo es utópico, está pensando en la utopía, eso no se va a poder hacer”. Cuando yo tenía veinte tantos años y la dictadura se acababa, nuestra generación tenía la utopía de vivir en democracia. Llegó Alfonsín a quién ayer recordé con tanto cariño en los 200 años de unión con Brasil. Él fue uno de los fundadores del Mercosur y con Alfonsín vivíamos de sobresalto en sobresalto porque, cada tanto algún militar se pintaba la cara y amenazaba con romper la democracia; pero resulta ser que aquella utopía que teníamos se convirtió en realidad y este año celebramos 40 años de democracia. Cuando yo termine mi mandato, se cumplirán 40 años de democracia en la Argentina. (APLAUSOS)
La democracia vale mucho y hay que cuidarla todos los días. No es la democracia la culpable de lo que nos pasa, no. Habrá una parte de malas prácticas políticas, habrá una parte de abusos de algunos que quieren ganar mucho a costa de otros, pero la democracia siempre es el camino. Aquella utopía, de mi generación, fue posible porque toda la sociedad tuvo la misma utopía que teníamos nosotros, porque toda la sociedad hizo propia la utopía de la democracia, toda la sociedad quiso la democracia y la defendió siempre a la democracia, en los peores momentos defendió la democracia. Tuvimos una crisis en el 2001 que nos hizo tener cinco presidentes en siete días, creo, pero la institucionalidad nunca se rompió y la democracia nunca se rompió.
Pues bien, ¿por qué no podemos tener ahora la utopía de construir ese país pujante del que les hablo, de hacer el país igualitario del que les hablo? ¿Por qué no podemos hacerlo? Esa es mi utopía. Yo puedo seguir solo con mi utopía, pero como dicen los africanos que, cuando uno camina solo llega rápido; pero cuando uno camina acompañado llega mucho más lejos. La frase es muy parecida, es una reflexión muy parecida a una reflexión que Antonio Cafiero hacía. Él decía: “El que sueña solo, solo sueña; pero el que sueña con otros cambia el mundo”. Y esta convención, si no me equivoco, tenía como subtítulo: “El trabajo en equipo”. Trabajar en equipo, soñar juntos. Si somos capaces de convertir este sueño mío en el sueño de todos, entonces ya no será un tipo que sueña. Vamos a cambiar la realidad, hagámoslo, ya es hora.
Muchas gracias a todos y todas.