Palabras del presidente de la Nación, Alberto Fernández, en la presentación de la Mesa Nacional de Integridad y Transparencia, desde Casa Rosada.
Buen día a todos y todas. En realidad, cuando me invitaron a participar de este encuentro me llamo la atención porque sobre el final de mi mandato voy a hablar de algo de lo que hablo desde el primer día de mandato. Que es la necesidad de tener un Estado eficiente, que funcione con transparencia y cuyos funcionarios tengan la integridad ética necesaria.
Esto lo hablamos con Ana desde el primer día, efectivamente; con Santiago en aquellos días de jefe de Gabinete, que era una preocupación que yo tenía, claramente; porque la Argentina en esos 40 años de democracia, que rescató también Agustín recién, ha tenido una y otra vez problemas recurrentes, (INAUDIBLE) en conductas de funcionarios. Lo que habitualmente llamamos corrupción.
Y la verdad es que no hay espacio para la corrupción, no hay espacio. No es algo tolerable, es algo absolutamente intolerable. Porque todos los que estamos acá somos empleados o funcionarios públicos, y lo que tenemos que hacer es servir al público, es servir al pueblo. Es para eso que estamos nombrados y no servirnos del pueblo.
Ustedes dirán estas son palabras hechas; miren, tal vez, sí; pero no sé cuanto las asumimos esas palabras como propias, como definiciones éticas en cada uno de nosotros. Entre el año ´95 y ´96 la Universidad de Buenos Aires me puso al frente de un programa que se llama: “la ética y la corrupción en las organizaciones privadas”; porque ya sabíamos lo que pasaba en el sector público, pero quería saber qué pasaba en el sector privado; cómo funcionaba la ética de los empresarios, de los gerentes de empresas privadas. Y lamentablemente me di cuenta que funcionan tan mal como funcionaban en ese momento en el Estado; porque la corrupción no
es patrimonio del Estado, es un problema que tiene la sociedad argentina. Por diferentes prácticas que una y otras veces sucedieron. Nosotros tenemos en nuestra cabeza una forma de razonar que conduce a no comportarnos como éticamente corresponde. Pongo dos ejemplos simples, en el mundo esta lo permitido y lo prohibido, pero en la Argentina hay una tercera categoría intermedia, la llamamos: “el curro”. El curro es como algo que alguien puede hacer, que no está bien, pero que podemos tolerar; es el taxista que dice: che, no te bajo la bandera y me quedó con este viaje. El curro existe entre nosotros y es un problema, es una forma de corrupción. El respeto a las normas de los argentinos es también un respeto lábil, si se me permite; lo vemos cotidianamente en todas las formas de elusión impositiva que existen; lamentablemente hay gente que se prepara para explicarle a los empresarios de que manera pueden eludir sus impuestos. Pero hablemos también en momentos más cotidianos; si alguno de nosotros alquila un auto, que va a manejar en Europa o en Estados Unidos o fuera del país, no nos vayamos tan lejos, fuera del país; y ve que el semáforo se pone en amarillo inmediatamente clava los frenos porque sabe que la luz roja está cercana; en Argentina se acelera porque se va la luz verde. Así funcionamos.
Todo esto que digo es un llamado a la reflexión, de cómo funcionamos como sociedad y es algo que tenemos que corregir; y el primer lugar donde hay que corregirlo es acá. Porque nada de esto es nuestro, todo esto es del pueblo argentino; y ni nuestras oficinas, ni nuestros escritorios, ni nuestras computadoras, ni en el auto en que nos movemos, ni los helicópteros que usan los ministros, ni los aviones que usan los ministros o el presidente son nuestros, son del pueblo argentino. Y tenemos que servirlos con absoluta dignidad.
Parece ocioso decirlo, pero hay que hacerlo y hay que terminar con los vicios de la sociedad argentina, en general, y los vicios que aparecen en la administración pública manejando los recursos públicos. Hay que terminar, hay que ser inflexibles.
En aquellos años en que la Universidad de Buenos Aires me había puesto al frente de ese programa de investigación, Harvard me invitó a participar de una conferencia en donde yo tuve que dar una charla y donde había otros expositores. Y entre los expositores había una economista que se llamaba Susan Rose-Ackerman; que cualquiera
que haya estudiado algo de corrupción la ha leído. Susan Rose- Ackerman planteaba el problema de la corrupción desde un lugar económico; básicamente decía: es más barato que no haya corrupción, porque la corrupción alguien la paga siempre; la corrupción del empresario que corrompe a un funcionario del Estado, eso se vuelve mayor precio, como se vuelve mayor costo, se vuelve mayor precio; ¿y ese precio quién lo paga? Los contribuyentes.
Siempre, siempre la corrupción alguien la paga. Y Susan Rose- Ackerman tenía razón en ese sentido; pero lo que recuerdo de ella es cómo empezó su charla, su charla empezó en una de las típicas aulas de Harvard, que son como auditorios, como anfiteatros, que están como gradas, todos los asientos de los estudiantes que presencian la conferencia; tenía un enorme pizarrón ahí en blanco, de formica; agarró un fibrón negro e hizo un punto en el pizarrón. Y le pregunto a uno que estaba en la primera fila: ¿Qué ve usted? Y el que estaba en primera fila dijo: un punto negro; dijo: ¿ven? Esto es la corrupción. En verdad acá hay un enorme pizarrón blanco, pero el punto negro todo lo tiñe. Y a mí me pareció una maravillosa forma de darnos cuenta del efecto tan nocivo que tiene la corrupción en la Administración Pública. Porque un funcionario que se corrompe ensucia a toda la Administración Pública y yo, que he pasado años dedicados a la función pública, sé que son muchísimos más los empleados y los funcionarios públicos honestos que los deshonesto; que en su inmensa mayoría son honestos, son decentes y trabajan por el otro; pero uno que se corrompe nos salpica a todos.
Qué quiero decirles con esto, sé que acá hay muchos auditores en empresas, en el ministerio, en reparticiones del Estado; ustedes auditores tiene que ser los que vigilen que ese punto negro nunca se escriba. Yo sé, porque he trabajado en la Administración Pública, que hay un momento en donde se genera cierta simbiosis entre los directorios o los que manejan los ministerios y el auditor; yo les pido tengan toda la autonomía que necesitan para ejercer sus funciones, no respondan las necesidades de un directorio, de un ministro, de un secretario; respondan a las necesidades del país. Así se construye la integridad de la Administración Pública, así no nos hacemos cómplices de los que roban, así no le hacemos pagar a los contribuyentes mayores impuestos para que un pícaro se los lleve a su casa; solo así. Después tenemos la obligación individual, nuestra propia ética; la ética que cuando uno la ve firme, en los niveles más
altos del Gobierno esa ética parece desparramar para abajo; parece permear hacia abajo y todos se sienten en riesgo de robar; porque parece que arriba no perdonan el robo.
Cuando yo pienso cuál es la mejor definición de ética que él ha buscado en esos años, la buscaba siempre, hay muchas definiciones de ética, son todas filosóficas, pero una definición de ética de la vida cotidiana que a mí me sirvió de mucho, y que a ustedes les va a servir de mucho también, es una canción de Litto Nebbia de los años 70, se llama Días de Conflicto, y una de sus estrofas, uno de sus versos da la mejor definición de ética que yo leí en mi vida, ese verso dice “quisiera poder descansar en paz antes de morir”, poder irnos a dormir en paz con nuestra conciencia cada noche, eso es saber que hemos actuado éticamente; saber que no somos cómplices de un desfalco eso nos permite dormir en paz cada noche, y eso nos permite tener la conciencia limpia. Traten ustedes de irse a dormir todas las noches sabiendo que han hecho lo correcto, y no saben cuánto la van a ayudar a la Argentina.
Amén de la ética individual de cada uno de nosotros, porque tampoco vamos a creer que todos somos éticos, porque esto es una ficción, esto es una ficción, sino no existirían los delitos en el mundo, y no debería necesidad de la Justicia, ustedes no serían necesarios, ustedes están porque sabemos que en los sistemas hay gente que puede corromperse, y están para evitar que eso ocurra. Entonces lo que tenemos es ayudar a través de los sistemas para que los que se sientan tentados a corromperse, se vean impedidos a corromperse. Los sistemas pueden ser preventivos o pueden ser de reacción, los preventivos son los más importantes, y hemos hecho mucho, algunos se mencionaron acá: el sistema de compras, pero por ejemplo, nosotros veníamos de una Argentina paralizada en la obra pública, paralizada, porque habían pasado tantas cosas que nadie quería firmar nada, y tuvimos un ministro que organizó un sistema de compra del Estado, de licitaciones, junto con el Banco Mundial, que dio la más absoluta transparencia, y terminamos siendo el Gobierno que más obras públicas llamó y licitó, hay más de seis mil, terminamos más de tres mil obras públicas, y nunca nadie nos cuestionó nuestra ética y nunca nadie cuestionó nuestra moralidad, ayer estuve con la Cámara de la Construcción, están un poco
preocupados por los pagos, pero no dicen que alguien les esté robando.
Y el otro día, hablando, con el presidente de un laboratorio, me dijo “hace muchos años que estoy en este rubro, es la primera vez que un gobierno no me pide plata. Y yo eso, no les voy a mentir, me llena de satisfacción, sé que son mis funcionarios los que hacen eso, me llena de satisfacción, pero no dejo de pensar en que eso que ocurre en nuestro Gobierno debe ser una regla permanente para el futuro de la Argentina. Nosotros no podemos ser la excepción.
Cuando yo dejé la Superintendencia de Seguros mandé a todos los diarios mi declaración jurada de bienes. Cuando dejé la Jefatura de Gabinete mandé a todos los diarios mi declaración jurada de bienes, y el día que deje el gobierno voy a mandar a todos los diarios mi declaración jurada de bienes, no quiero que haya un fideicomiso ciego, precisamente tan ciego que nadie lo puede ver, y creo que todos vean que hay un presidente y muchos funcionarios de mi gobierno que se van a su casa igual que como llegaron, igual, ninguno se va más enriquecido, no enriquecimos a nuestras familias, no somos amigos de empresarios, no les entregamos obras a nuestros amigos, no hicimos nada de eso, y también hicimos muchas cosas, más por la integridad y la calidad ética de este Gobierno Yo siempre digo, en toda la democracia no hubo la libertad de prensa que existe hoy en la Argentina, hasta hay un abuso desmedido de la libertad de prensa, se miente, se difama, se injuria, pero nosotros no reaccionamos y confiamos en que la ciudadanía descubra quién es el difamador, quién es el mentiroso, quién es el periodista corrupto que recibe plata para decir lo que dice, dejemos que lo descubra la gente, esperemos que alguna vez esos periodistas muestren sus bienes y nos expliquen cómo siendo locutores de un programa tienen semejantes departamentos, esperémoslo, pero yo tengo la tranquilidad que nunca perseguí a un periodista, nunca llamé a un diario para decir bajen una nota, nunca llamé a un medio para decir pongan una nota, nunca, así me va, pero me voy a descansar en paz.
Y la segunda cosa que nunca hicimos fue nunca entrometernos con la Justicia, sí quisimos cambiarla, porque la Justicia argentina funciona muy mal, muy mal, se lo dice alguien que ama a la Justicia, que fue criado en la Justicia, que abrazó la carrera del Derecho, que
es hijo de un juez, la Justicia argentina funciona mal, no podemos saber cuáles son los bienes de los jueces, no podemos saber cuál es el patrimonio de los jueces. Cuando yo era chico y mi padre era juez de la Cámara del Crimen, en el año 76 cuando lo dejaron cesante los militares, después de 40 años de tribunales, tenía un auto modelo 49 y vivía en una casa alquilada, y a nosotros no nos preocupaba, vivíamos como una familia de clase media, pero no nos preocupaba el dinero, pero éramos los hijos del juez, éramos los hijos del juez.
Hoy los jueces andan con vidrios polarizados y escondidos para que no los reconozcan, eso hay que cambiarlo, eso es una deuda de la democracia, pero ninguno de esos jueces, también quiero aclarar, la mayoría de los jueces son gente honesta y decente, pero algunos de esos jueces marcan el punto negro, ninguno de esos jueces puede decir que el Gobierno Nacional los llamó para decirles que saquen un fallo en un sentido u en otro, para pedirles que liberen o encarcelen a alguien, eso no ocurrió, en la AFI prohibimos que los agentes de inteligencia colaboren, entre comillas, con la Justicia, y sacamos a todos los espías de los tribunales. Miren cuántas cosas hicimos por la integridad de la Administración Pública, cuántas cosas hicimos por la integridad de la gestión.
Me queda la tranquilidad de que he subido la vara, y que el que venga va a tener que decir “ojo que este loco me subió mucho la vara”, bienvenido sea, no es por mí, es por el pueblo, bienvenido sea, y seguiremos trabajando por esas lógicas, a todos los auditores que estén acá les pido, les ruego, les exijo que si ven una inconducta en un organismo la denuncian, la denuncian a la SIGEN, que es su organismo natural, la denuncian en la Oficina Anticorrupción, si ven algo indebido díganlo, necesitamos que lo digan, no se hagan cómplices de los que delinquen, no hagan silencio, ¿saben por qué? Porque no van a poder descansar en paz antes de morirse.
Gracias a todos y a todas.