Palabras del presidente de la Nación, Alberto Fernández, en la inauguración del nuevo edificio del Instituto de Ciencias de la Salud “Arturo Jauretche”, en Florencio Varela
Muchas gracias a todos y a todas, hay mucha gente. Gracias al querido Andrés, gracias por recibirme siempre con tu afecto, gracias Julio querido por tu afecto y por tu compromiso de siempre; Gracias querido Rector; Gracias Secretaria Académica; Gracias Ministros por ser tan buenos Ministros. Gracias Juanjo por estar aquí; Gracias Franco porque esta Facultad tiene mucho que ver con vos, si no hubieras sido Diputado no hubiera salido tal vez esa Ley que hizo esta Facultad, gracias flaco; Gracias Enrique por todo lo que hiciste, de verdad gracias, porque vos también hiciste posible esta Facultad, esta Universidad.
El otro día contaba en La Rioja que soy hijo de un riojano, ya me lo escucharon muchas veces. Mi viejo era parte de una familia de clase media alta, si quieren, de La Rioja, hijo de profesionales. Y ellos pudieron hacer lo que muy pocos podían hacer, lo mandaron a los 12 años a estudiar a la Ciudad de Buenos Aires. Mi viejo entró al Colegio Nacional de Buenos Aires, hizo toda su carrera internado en el colegio, se recibió en el Colegio Nacional de Buenos Aires y después estudió en la Universidad de Buenos Aires, donde se recibió de Abogado. La verdad es que, uno piensa todo lo que significa que un chico a los 13 años tenga que dejar su hogar a más de mil kilómetros para poder estudiar en la Ciudad de Buenos Aires, que era la mejor oferta que había de estudios para aquél entonces. Bueno, crecimos, papá creció también, era Juez y llegaba el mes de enero y nos quería llevar de vacaciones, y ¿Adónde nos llevaba de vacaciones? A La Rioja nos llevaba de vacaciones, donde el día promedio de temperatura son de 45 grados, y donde para un chico de 10 años no se entendía que al mediodía moría La Rioja y uno se quedaba solo tratando de jugar a la pelota, pateando la pelota contra la pared en la calle, mientras las zapatillas “Flecha” se le derretían en el asfalto del calor que hacía. Y siempre decía: “Che viejo, ¿Por qué nos traes con este calor a La Rioja? Y claro, después me di cuenta, con el correr de los años, que él quería volver a lo que no había tenido, a su tierra, a su pueblo, quería volver a disfrutar lo que no pudo disfrutar ni en sus años de adolescente, ni en sus años de carrera universitaria, y allá nos llevaba. La verdad es que eso, para mí, siempre fue un ejemplo central en mi vida, de lo injusto que era la Argentina, y de lo injusto que sigue siendo todavía.
En el año 2020, la Universidad de Buenos Aires, donde yo egresé también, cumplió 200 años y yo tuve el privilegio de hablar y dar mis palabras en el acto central de celebración, que se hizo en mi querida Facultad de Derecho. Y me regalaron un cuadro, donde está la Orden que crea, en el año 1820, la Universidad de Buenos Aires. Cuando uno lee las razones que se evocan para crear la Universidad, uno puede leer que dice: “Las familias criollas que viven en la Ciudad de Buenos Aires no puede ser que tengan que mandar a sus hijos a estudiar a Córdoba, Chuquisaca o Europa, para que encuentren un destino universitario, por eso debemos crear una Universidad en Buenos Aires”. ¿Por qué creamos los porteños la Universidad de Buenos Aires? Para tener una Universidad cerca, para que nuestros hijos no tengan que viajar, para que puedan estudiar en el mismo lugar en donde viven. La verdad es que, eso, yo lo descubrí cuando se cumplieron 200 años de la Universidad de Buenos Aires, pero es la misma razón por la que se creó una Universidad en Quilmes, una universidad en Florencio Varela, una universidad en Lanús, una universidad en La Matanza, una universidad en San Martín y ciento de universidades a lo largo y a lo ancho de la patria. ¿Saben qué es? Eso es igualdad, eso es que los porteños lo entendieron en el año 1820, que hay que llevar la universidad a la gente y no la gente a la universidad, porque es muy difícil estudiar viviendo lejos. Lo escuchaba recién a Leo: “Yo terminé mi secundaria y estuve un tiempo sin estudiar y me costaba porque estaba lejos”. Claro, es muy difícil moverse todos los días hasta una universidad en el centro de Buenos Aires, porque eso significa tener que vivir en el centro de Buenos Aires, pagar transporte, pagar alimentación, un montón de gastos que no tienen si estás cerca de la universidad.
Y por eso, cuanto más universidades florezcan, más igualdad vamos a poner en la Argentina, porque lo que vamos a estar haciendo es acercando la educación a cada habitante de la Argentina.
Y además la Argentina, ¿Qué necesita? Necesita que todos mejoremos nuestro conocimiento. Las sociedades ricas, no son ricas porque tienen Litio, porque tienen petróleo, o porque tienen gas, o porque tienen Oro, o porque tienen Plata, son ricas porque han desarrollado el conocimiento. Las sociedades más ricas son las que han desarrollado la educación, la ciencia y la tecnología. Quieren buscar ejemplos: miren Finlandia, miren Suecia; de eso se trata. Por eso, para mí, no hay un momento tan grato que el momento en que yo llevo obras que cambian la vida a la gente. A veces el barullo de la política no nos deja escuchar el murmullo de la gente, pero cuando la gente murmura, lo que está reclamando es vivir mejor, es tener una vivienda, es tener una calle asfaltada con vereda, es tener iluminación en donde vive, y es tener un Colegio Técnico, un colegio secundario donde los chicos estudien, y es tener una universidad para que sus chicos puedan progresar, porque esto que dijo Alesandra no es un dato menor, yo lo veo en todas la universidades de Buenos Aires. Qué orgullo ser, Alesandra, la primera generación de universitarios en tu familia. Eso es la movilidad social ascendente, para eso nació el peronismo, para que los hijos de los trabajadores sean mejores que los trabajadores que eran los padres. (APLAUSOS)
La verdad es que, para Leo o para Alesandra, le era muy difícil que esto pudiera ocurrir si esta Universidad no se acercaba a ellos, era muy difícil. Después, tanto hablan de meritocracia: “para que el mérito tenga sentido hay que dar lugar de oportunidades, porque si no el mérito no es lo mismo. No es lo mismo vivir en Santa Fe Y Coronel Díaz como vivía yo y caminar 15 cuadras hasta mi Facultad, que venirse a estudiar de La Rioja, o venirse de Florencio Varela hasta la Facultad. No es lo mismo caminar 20 cuadras que estar 2 horas arriba de un transporte público, no es lo mismo. Dar igualdad de oportunidades es lo que hace falta y para que haya igualdad de oportunidades necesitamos que proliferen muchas escuelas, muchos colegios, mucho la educación técnica, mucho la ciencia, mucho la universidad.
En esta universidad, además, es donde el 60 por ciento está dedicado a estudiar materias relacionadas con las ciencias médicas. Y después de vivir una pandemia, nosotros descubrimos lo importante que es, no solamente un médico, lo que es todo un equipo que trabaja dentro de un hospital, que manejan las urgencias, que manejan las terapias. Acá mientras estudiaban, muchos de ellos voluntarios al inicio de la pandemia y no en Florencio Varela, a lo largo y a lo ancho de la Argentina. Alguien me contó que había estado en Salta trabajando como voluntaria, no la veo ahora, pero me lo contó. Y como ella, muchas otras que estudiaban enfermería. Que su vocación las llevó a ponerse en la primera fila para luchar contra el virus. Y después volvieron, siguen estudiando, se reciben, progresan, le dan un servicio enorme a toda la comunidad, con lo que han aprendido en la universidad y esto no es posible hacerlo sino tenemos cercanía con la universidad.
Yo de esto estoy cada día más convencido, a mí no me gusta compararme mucho con el gobierno que estuvo antes que yo, porque – la verdad – es como bajar mucho la vara, compararme con ese gobierno, la verdad, claro. Había una disonancia entre lo que decía “Jimmy” y lo que veíamos en el vídeo, que decía que en el gobierno anterior hubo tres obras dedicadas a la ampliación de edificios de la universidad, intervenciones edilicias hay en todo el país, pero escucho a “Jimmy” y él dice que hubo una. Yo les digo: “che pónganse de acuerdo”. No, hubo tres proyectos, pero sólo terminaron uno; ahora nosotros llevamos terminados 177 proyectos iniciados, a lo largo y a lo ancho del país, en todas las universidades de la Patria. (APLAUSOS). Dedicamos 50.000 millones de pesos a construir esos edificios, qué bien invertida esa plata, que bien invertida, no tiene nada de gasto, es toda inversión, inversión en futuro. Además, llegamos a un millón y medio de estudiantes, que van a poder disfrutar de estas aulas – por ejemplo- pero como estas aulas hay 177 que se están construyendo a lo largo y a lo ancho del país y hay 23 de esas obras finalizadas; 107 obras que se están haciendo, en este momento.
Yo les cuento más: hay 52 que se están ejecutando también; yo les cuento más y se los cuento hoy, hubo un edificio que va a ser el doble de esta y vamos a empezar a construirlo ahora para la Universidad de Florencio Varela. Y esto lo vamos a hacer - además de lo que anunciamos, el otro día con “Juanjo” – que es una sede, en Berazategui, de esta querida Universidad de Florencio Varela. (APLAUSOS).
Miren, el otro día, tuve la oportunidad de escuchar un documental, de dos personas que no conozco, deben ser jóvenes, Mariza Monte y Julia Augié y hubo algo que me quedó grabado, porque me impresionó mucho, una alumna de la Universidad de Quilmes, que le preguntaba cómo había terminado en la universidad y ella contaba que creía que nunca iba a poder estudiar, hasta que se dio cuenta que su padre, que era remisero, alquilaba con su auto de remis a los alumnos y a los profesores que salían, de la Universidad de Quilmes y ahí se dio cuenta que si su padre trabajaba en una universidad llevando y trayendo alumnos, ella podía ser una alumna más y lo fue. ¿Y eso por qué fue posible? Porque existió esa Universidad de Quilmes, por eso fue posible.
Me contaba Julio, acá, el amigo Diputado, que un día fue a un acto y había alguien que lo interrumpía y lo interrumpía y él decía: “espere un momentito que estoy hablando” y seguía hablando y el otro lo interrumpía, hasta que al final terminó de hablar y le dijo: “bueno, ahora sí hablá”. Y le dijo que pudo inscribirse en la carrera de Ingeniería de la Universidad “Arturo Jauretche” y me lo contaba, me emocionó yo y a él se le llenaban los ojos de lágrimas, porque ahí es donde uno se da cuenta que la política le cambia la vida a la gente, si es que está decidida a cambiarle la vida a la gente. Y como bien dijo Andrés, no todo es lo mismo; yo sé que vivimos un tiempo muy difícil, a nosotros nos tocaron cuatro años horribles, que los que estamos acá hubiéramos querido nunca tenerlos que vivir, pero nos tocó, el destino nos puso en este lugar, y afrontamos todos los problemas que se nos vinieron encima, los afrontamos con dignidad, con convicción, con certezas; nosotros tenemos convicciones y certezas muy claras. Eso que yo dije, en la campaña de 2019, en la Facultad de Ciencias Exactas lo mantengo, hoy: yo entre los especuladores financieros y la educación pública voto por la educación pública; entre los especuladores financieros y los docentes voto por los docentes; entre los especuladores financieros y la universidad pública voto por la universidad pública. Lo dije, entonces, cuando muchos creían, que lo mío era una promesa de campaña, pero no lo fue.
Cuando era muy chico empecé a militar a los 14 años, en la Unión de Estudiantes Secundarios. Un día, saben todos que yo era un rockero y el bar de los rockeros era un barcito que existe todavía, hoy en día reconvertido, pero en aquel momento era un bar muy conocido, que quedaba en Montevideo y Corrientes, que se llamaba “La Paz”, y una tarde había quedado en encontrarme con un compañero para ir a tocar la guitarra, en “La Paz” y me lo encontré a Jauretche, a mí me impresionó mucho Jauretche, porque todos habíamos leído sus libros, todos estábamos muy impactados con su pensamiento y me puse a preguntarle y se sentó un ratito y él muy generoso, estaba sólo esperando a alguien y él muy generoso me prestó atención. Yo le conté que militaba y me dijo una frase, que después cuando entramos a la universidad, y creamos nuestra agrupación universitaria la usé siempre. Me dijo: “mire, pibe, para que la Argentina cambie hay que convencer a los argentinos que para que la Argentina sea la cabeza del mundo, primero, hay que poner en la cabeza de los argentinos la importancia, de la Argentina”. Y esa frase me quedó presente, por una Argentina a la cabeza del mundo, en la cabeza de todos los argentinos. Entonces, teníamos una revistita y era el epígrafe de la revista. Y ¿por qué digo esto? Lo digo, también, en un tiempo, en que muchas de esas palabras, que escuchamos desaniman a nuestro pueblo. Hay una campaña permanente para tratar de convencernos que somos un pueblo de cuarta, que no tenemos futuro, que los hijos de los obreros no pueden estudiar, que resígnense que la pobreza llegó y no hay solución. Son los que me decían: “entre la economía y la salud… elegí a la economía, total los que se tengan que morir, en la pandemia, se van a morir”.
Y yo no creo eso, yo creo que tenemos un pueblo maravilloso, creo que tenemos un país increíble y que el día que terminemos de convencernos de que vivimos en un país maravilloso, vamos a poner, a la Argentina, a la cabeza del mundo, que eso es lo que nos hace falta, que dejen de desanimarnos, que dejen de hacernos creer que no tenemos destino; que dejen de hacernos creer que esta universidad no la merecen ustedes; que dejen de hacernos creer que ustedes no pueden convertirse en lo que son hoy. Convenzámonos de una vez, debemos convencernos que podemos ser ese país con más justicia social, con más igualdad, donde todos puedan crecer y desarrollarse.
Gracias por haberme recibido, gracias por esta universidad, gracias a todos los docentes, gracias a todos los alumnos, gracias a todos los movimientos sociales, que estuvieron hoy y gracias al pueblo de Florencio Varela, hagamos la Argentina que nos merecemos. Gracias. (APLAUSOS)