Palabras del presidente de la Nación, Alberto Fernández, luego de la entrega de ambulancias y de kits “sueño seguro”, en la provincia de La Rioja
Buenas noches La Rioja, ¿Cómo están ustedes? ¡Gracias compañeros, muchas gracias!
Primero muy feliz de estar en La Rioja, ustedes saben que tengo un cariño entrañable por esta provincia, que es casi una debilidad que tengo por esta provincia porque cada vez que vengo recuerdo a mi padre y es lindo volver a La Rioja.
Ayer hablaba a la noche con Sergio y me decía: “Prepárate porque el calor es enorme, te vas a morir de calor”. Hablé con Silvina Batakis a la noche y me dijo: “39 grados, prepárate, tráete protector solar”, pero mirá Ricardo, Dios debe ser riojano, porque nos regaló un día maravilloso. (APLAUSOS) Nos regaló un día maravilloso, una tarde esplendida, donde podemos estar disfrutando de esto que estamos disfrutando.
En lo personal es la primera vez que vengo a este Parque de la Juventud, es la primera vez que pude ver ese museo temático, que recrea los grandes hombres y las grandes mujeres de La Rioja, que es maravilloso. Y la verdad nunca había conocido el monumento a Facundo, que es impresionante. Tanto el del Facundo como el del Chacho, son dos monumentos increíbles y disfrutaba mucho de este día. Y disfruto mucho de que acá, en este lugar, que podamos estar hablando de temas que nos importan que es la niñez de los chiquitos, porque en verdad, no solamente allí está el futuro, allí está el presente. Nunca tenemos que hablar de las niñas y de los niños como el futuro, tenemos que hablar como el presente, porque si no nos ocupamos de los niños y de las niñas de hoy ¿De qué futuro estamos hablando?
Hoy a la mañana reglamentamos esa Ley de la que hablaba Carla, que pone orden a un tema tan trágico, tan tremendo, tan difícil, que tiene que ver con una enfermedad compleja como es el cáncer, pero en niños y niñas y en adolescentes; y de verdad, me preguntaba por qué habíamos tardado tanto en reglamentar esa Ley, porque muchas veces la burocracia va dejando dormida las leyes y las leyes no se reglamentan y las cosas ocurren por voluntad de médicos, de médicas, pero no porque la Ley dispone que así se haga. Una familia que tiene un chiquito, una chiquita afectada por una enfermedad oncológica es una familia absolutamente traumatizada, es una familia absolutamente afectada, y ahí tiene que estar el Estado ayudándola. Y ayudándola, no solamente con la atención sanitaria en Hospitales, con la salud pública, sino también con recursos porque muchas veces se hace difícil. Con licencias para los padres y las madres para que puedan atender a sus hijos en esas condiciones y que hayan licencias laborales que estén los empleadores obligados a dar. Parece mentira, pero eso hasta ahora no existía, empezó a existir ahora. Y también empezó a existir un socorro económico para todos esos padres. Parece mentira, pero eso no existía, ahora sí existe.
Y hoy, que a la mañana la empecé con ese tema, que es un tema denso, es un tema difícil, es un tema que a todos nos emociona, vinimos a La Rioja a poner en marcha este plan de cunas que, en verdad lo ideó Cristina, fue el Plan Qunitas. Miles de esas cunas terminaron quemadas por los Tribunales. Bueno, esa es la diferencia, cuando gobiernan ellos esas cunas se queman, cuando gobernamos nosotros las hacemos. (APLAUSOS) Pero lo cierto, es que, ¿Qué significa esas cunas? Es seguir con un programa de gobierno que tenemos nosotros en la cabeza, que es atender a los bebés, a la niñez desde el nacimiento. La verdad es que los hicimos siempre, lo hicimos con la Ley de los 1000 Días. Me acuerdo cuando se discutía la interrupción voluntaria del embarazo y me acuerdo cuando me decían muchos: “Pero hay mujeres que quieren tener, pero quieren abortar porque no pueden tenerlo”. Yo les decía: “No, vamos a darle un plan para que si quieren tenerlo, lo tengan”. El Plan se llamó 1.000 Días y funcionó maravillosamente bien. Y, ¿qué garantizó?: Garantizó que una mujer que estaba embarazada tuviera cobertura médica y cobertura alimenticia durante su embarazo y eso en los primeros 3 años de vida de su bebé. Y lo hicimos, y lo pudimos hacer y estamos tan felices de haberlo hecho.
Ese Plan 1000 Días, tenían que garantizar, además, estás cunas porque eso que llamamos muerte súbita en los bebés, ocurre muchas veces porque los bebés no tienen un lugar donde dormir, duermen con sus padres. Eso es lo que Carla llamaba colecho, y en esas circunstancias terminan muertos súbitamente. Y eso garantiza que un bebé pueda dormir boca arriba, tranquilo y con la seguridad correspondiente. Estas cunas, además, tienen una segunda historia: son cunas hechas, en cárceles argentinas, por personas que violaron la ley, fueron condenados, están cumpliendo su condena y están redimiendo su culpa y su responsabilidad cuidando el futuro, haciendo estas cunas, con lo cual – yo diría – que es casi una historia perfecta, donde estamos hablando de proteger vidas, de proteger la niñez, en el momento más importante. Porque siempre hay que recordar que esos primeros tres años de vida del infante, si este bebé no está bien cuidado y no está alimentado adecuadamente no crece sano. Por eso, las Fierritas; un día vino Arabela, la gobernadora de Río Negro y me dijo: “estamos produciendo esto, en nuestro laboratorio provincial y esto puede servir”. Y enseguida Carla dijo: “sí, sirve”.
Una cosa es dar de comer y otra cosa es alimentar; alimentar es garantizarle las proteínas y lo que un bebé necesita para que su cuerpo escape a la anemia- de la que se hablaba - y crezca sano, en un momento en donde se desarrollan todas las capacidades cognitivas de un bebé, la capacidad de entender, la capacidad de comprender se desarrollan en esos primeros tres años y si en esos primeros tres años dejamos a nuestros chiquitos abandonados a su suerte es muy posible que tengan muchas dificultades a la hora de crecer, muchas dificultades para entender, para comprender, con lo cual este plan es mucho más que un plan de salud. Nosotros apostamos mucho a la salud pública, nos encontró, cuando llegamos al gobierno, una pandemia y nos encontramos miles y miles de vacunas contra el sarampión vencidas, en algún galpón de la Aduana y lo que vivíamos era que el sarampión había vuelto a ser una enfermedad, en la Argentina, que era una patología desterrada y había vuelto, a la Argentina. ¿Y por qué volvió? Porque esas vacunas no se distribuyeron. Cuento estas cosas, porque – en estos tiempos en los que vivimos – que muchos tienen una enorme desazón, después de la pandemia, y muchos descreen de la política y piensan que en la política todo es lo mismo, quiero demostrarle que no es todo lo mismo, porque algunos dejan vencer las vacunas, mientras los chiquitos enferman de sarampión, y otros vamos a buscar al mundo, en plena pandemia, las vacunas y distribuimos 113 millones de vacunas gratis, para enfrentar una pandemia, en la Argentina. No todo es lo mismo, no todo es igual. (APLAUSOS).
Para nosotros la salud pública es muy importante, lo ha sido siempre, lo fue en épocas de Perón; Evita cuidó mucho de la salud de los más humildes; Néstor y Cristina hicieron lo propio y yo hago lo propio. Lo hacemos no por demagogia, Ricardo. Nosotros inauguramos 34 hospitales modulares, en medio de la pandemia, porque no había camas para atender a los enfermos y terminamos de construir y construimos un montón de hospitales más. Llevamos 4.000 respiradores a todos los rincones de la Patria para que todos fueran atendidos. La realidad, es que en la Argentina, se enfermaron de COVID cerca de 10 millones y pico de personas; un poquito más de 100.000 las perdimos, pero de los 9 millones 900 mil personas que se salvaron nunca hablamos. ¿Y saben por qué se salvaron? Porque el sistema de salud estuvo presente, porque a ningún argentino y argentina le faltó atención médica, cuando se enfermó. No todo es lo mismo, definitivamente no todo es lo mismo, no todo es igual.
Recién hablaba Ricardo de esta Argentina injusta, de esta Argentina desigual; miren la Argentina que vivimos es producto del diseño, de una generación, que en el siglo XIX, creyó en el mundo que vivía – yo no quiero juzgarlos, porque la verdad sería injusto juzgarlos en el presente – pero en el mundo en el que se vivía, en aquel entonces, la generación del 80’ creyó que la Argentina era un país agrícola-ganadero y construyó un país pensando en eso. ¿Dónde estaba la agricultura? En el centro del país. ¿Dónde estaba la ganadería? En el centro del país. Y entonces ¿qué se hacía con esa riqueza? Llevarla toda a Buenos Aires para que allí salga por el Atlántico a Europa. Y así se diseñó esta Argentina que construyó la generación del 80’, que dio personajes muy importantes y yo no quiero atacar figura de ninguno de ellos, porque dio figuras tan importantes como Sarmiento, que trajo la educación pública, a la Argentina, pero que concibió esa Argentina, en otro tiempo. Ahora, el resultado es que, en el siglo XXI, la Argentina, que esa generación nos legó, es una Argentina muy desigual, como bien dice Ricardo, muy desigual, es una Argentina que tiene un centro muy rico, tiene un norte olvidado, y tiene una Patagonia postergada.
Yo soy porteño, soy orgullosamente porteño, pero como porteño no vivo en paz, viendo esa Argentina, porque esa Argentina desigual éticamente no nos puede dejar tranquilo a ningún ciudadano argentino. Entonces, a nosotros nos preocupa que esa igualdad llegue cuanto antes, porque es necesaria.
Por eso cuando compramos ambulancias, yo vi la cantidad de ambulancias que teníamos para distribuir, aquel día en Moreno, eran 344 ambulancias y lo único que hicimos fue distribuirla equitativamente en todas las provincias; no hubo ninguna privilegiada, a ninguna le preguntamos qué color político tenían. Cuando hacemos obra pública, tenemos récord de obra pública en la historia Argentina, tenemos 5800 obras públicas; 2800 ya terminadas y entregadas. Esas obras públicas también se distribuyeron a lo largo y lo ancho de la patria y nunca le preguntamos al Intendente qué ideología tenía o cómo votaba. ¿Por qué? porque ahí viven argentinos y argentinas y esa es nuestra preocupación.
Hicimos 85.000 viviendas; el gobierno que me precedió hizo 14.000 en cuatro años, en tres años nosotros hicimos 85.000 viviendas, esas viviendas significan y yo lo escuchaba recién con atención, a Ricardo, yo siempre digo y no es la primera vez que me lo van a escuchar decir, porque lo repito siempre, como Presidente no hay un momento más grato que el instante en que le entrego a alguien las llaves de su casa, porque lo que siento es que esa persona, en ese momento, le está cambiando la vida, porque en ese instante esa persona deja de vivir de prestado en la casa de un pariente, o supera ese temor permanente de tener que alquilar una casa; cuando llega el vencimiento cuánto me va a costar, conseguiré otra casa y entonces esa familia terminó ese problema, pues saben que allí tiene cobija el matrimonio y sus hijos, que allí van a crecer sus hijos. Es un momento único, 85 mil viviendas entregadas significan que cada día, en la Argentina, que me tocó gobernar, 73 familias tuvieron una casa. Vamos a entregar la casa 100 mil hacia fines de marzo, pero vamos a hacer una cosa, vamos a entregar, porque tenemos viviendas para entregar, acá Ricardo, la casa 95 mil la vamos a entregar en La Rioja, porque ya la tenemos para entregar. Y yo quiero que la casa 100.000 la entreguemos en el lugar más recóndito, de la Argentina, porque la verdad que las casas no llegan a las grandes ciudades, llegan a los lugares más recónditos de la Argentina.
Estuve en lunes, de la semana anterior, con el Coqui Capitanich, entregando casas en El Impenetrable, si yo les pregunto a algunos de ustedes si alguna vez fue al Impenetrable. La respuesta es no, bueno yo tampoco hubiera ido, sino hubiera sido presidente, porque la sola palabra: impenetrable a uno le da temor, dice cómo voy a ir allí, bueno allí – en el medio de El Impenetrable – hay argentinos y argentinas que viven. Y allí fui a entregar casas, al impenetrable. Allí, en una ciudad de 4.500 habitantes, donde las casas hacían falta. Argentinos y argentinas que hacen patria en un lugar maravilloso, que es importantísimo, en términos ecológicos porque es el pulmón del mundo, junto con la Amazonia, todo ese monte, son 3 millones y medio de kilómetros cuadrados. Eso es el monte del Impenetrable, y eso es oxígeno que se libera para que nosotros respiremos.
El lunes, o el martes de esta semana… el lunes, estuve en Paraná, Entre Ríos, mucho más cerca de Buenos Aires, y allí también entregamos viviendas. La semana que viene empiezo un raid por diferentes provincias, entregando ¿saben qué? Edificios de Universidades Públicas (APLAUSOS). Que las necesitan para que la gente de cada lugar pueda estudiar, porque para nosotros que el Estado esté presente no es demagogia, es una responsabilidad. Nosotros sabemos que quienes hoy recibieron un kit del Potenciar para trabajar o quienes recibieron la Cunita como el Plan de los 1000 Días o quienes reciben la AUH, ninguno de ellos tiene nada que agradecerle al Gobierno, todos ellos tienen derecho a eso, porque dónde hay una necesidad, hay un derecho. Y eso es lo que nosotros aprendimos, y eso es lo que nosotros hacemos. Después si nos quieren llamar demagogos, que nos llamen demagogos; si nos quieren llamar compradores de votos, que nos llamen compradores de votos. Yo lo único que sé, es que a 73 les resolví la vida, cada día de mi gobierno 73 familias que no tenían casa. Esa es la única tranquilidad que me queda. (APLAUSOS)
Esa Argentina injusta de la que yo hablaba y de la que habló muy bien Ricardo, es una Argentina que podemos revertir, que podemos transformar, podemos hacer otra cosa y tenemos todas las condiciones para hacerlo, ¿Saben por qué?: Porque el Litio que el mundo busca está aquí, en el Norte argentino; porque el Cobre que el mundo busca, está aquí, en el Norte argentino; porque el Oro y la Plata que el mundo busca, están acá; porque en el Norte argentino también hay agricultura, también hay vides, también hay aceite de Oliva, alimentos que el mundo busca.
Ha llegado la hora de que nos propongamos, en este año que se cumplen 40 años de democracia, que nos propongamos a diseñar un nuevo país, que integre al país desintegrado, que le de vida, fortaleza al Norte argentino y que le de vida y fortaleza a la Patagonia, que también tiene una gran oportunidad porque tiene el gas que el mundo busca como energía de transición. Tenemos una oportunidad única de igualar, única.
Yo vengo de una generación que empezó la política en los años 70’, vivimos la Dictadura y la tragedia de la Dictadura. En aquellos años teníamos una utopía: la utopía de la democracia. Eran años difíciles, Alfonsín asumió y los militares todos los días se pintaban la cara y nosotros en lo único que pensábamos era en cómo sosteníamos la democracia que dejó tantos muertos, tantos exiliados, tantos desaparecidos. ¿Cómo la defendemos? ¿Cómo hacemos esa utopía realidad?
Este año cumplimos 40 años, con lo cual, las utopías pueden volverse realidad, no quiere decir que las utopías sean sueños perdidos. Ayer lo decía en Tucumán, donde estuve con el amigo Manzur. Cafiero solía decir: “Quién sueña solo, solo sueña; pero el que sueña con otros puede transformar el mundo”. Miren, yo sueño con que la Argentina en este año 40 de la democracia sea capaz de fijarse políticas de Estado que definan el desarrollo del Norte argentino para los diez años que vienen, que definan el desarrollo de la Patagonia para los diez años que vienen y que definan el desarrollo de Centro para los diez años que vienen; Pero por sobre todas las cosas sueño que ese plan nos de igualdad. Yo les pido a todos ustedes que se pongan en la cabeza la utopía de la igualdad, que es la utopía con la que yo sueño. Y ¿Saben qué les pido?: No me dejen soñar solo, porque solo soñaré. Sueñen conmigo esa igualdad y hagamos esa igualdad posible.
Gracias La Rioja, gracias por recibirme.